Reflexiones sobre el 25S y el 15M

Tras provocar "mucho ruido y confusión", la convocatoria -por un Grupo del 15M- a una manifestación para "Ocupar el Congreso" el 25S, ha dado lugar a una reunión en Madrid de varios Grupos del 15M en la que el grupo inicialmente convocante, la Plataforma En Pie, ha cedido el protagonismo de la preparación de tal movilización al colectivo de grupos allí reunidos, que se ha constituido en "Coordinadora del 25S".

Esta iniciativa ha sido celebrada, desde diferentes sectores del 15M, como una demostración del talante democrático que inspira el funcionamiento de este movimiento y de su voluntad y capacidad para corregir errores y contradicciones. Pero, por muy alentadora que sea esta decisión, me temo no sea suficiente para que el 25S sea un "éxito" y el 15M evite en el futuro esta clase de conflictos decisorios para proseguir más eficazmente y consecuentemente su camino contestatario.

Sea lo que sea, lo seguro es que la reunión de Madrid ha puesto fin, en lo inmediato, al embrollo organizativo y ha provocado numerosas reacciones entre los que de una manera u otra apoyan este movimiento de contestación y propuesta. Con lo que, por lo menos, ha tenido la virtud de incitar a reflexionar sobre el 25S y las siguientes etapas del 15M; pues es evidente que la continuidad del 15M no depende sólo de su voluntad y capacidad para evitar que sus movilizaciones se ritualicen sino también de que éstas tengan consecuencias determinantes para la vida de las gentes en el presente, y, en el futuro, para cambiar de sistema... 

Un cambio que no puede reducirse a "cambios" homeopáticos en el sistema actual de dominación y explotación; puesto que, para la mayor parte de cuantos se han identificado con el 15M, tales "cambios" no cambian nada de esencial en este sistema. Para ellos y ellas, esto está suficientemente claro y de ahí su oposición a transformar el 15M en un partido, en un sindicato o en un gropúsculo con veleidades vanguardistas; pues no sólo están hartos de la impotencia de éstos para cambiarlo o para reducir, por lo menos, sus efectos más injustos y nocivos, sino que son conscientes de que no se saldrá de la situación actual de impotencia y resignación sin provocar una toma de conciencia colectiva de la necesidad y urgencia de ese  cambio. Y por eso quieren que el 15M sea un instrumento idóneo para conseguir tal concienciación y que  la gente se atreva a decidir por si misma.

Claro que este anhelo no ha podido impedir que, desde el principio, los haya habido y los haya aún, en el 15M, con otro objetivo, el de transformarlo en partido o en correa de transmisión de su partido, organización, sindicato o gropúsculo. Pero es indiscutible que la inmensa mayoría de los "indignados" y de los colectivos y asambleas deliberativas, que han hecho posible la existencia de este movimiento, no comparte tal objetivo.  Al contrario, en todas las ocasiones que se presentan, ella hace público tal rechazo y su deseo de que el 15M sea algo nuevo... Nuevo y capaz de evitar la deriva politiquera de los partidos, sindicatos y grupos políticos -por radicales que éstos se pretendan.

Lo que quiere la inmensa mayoría de los "indignados es algo realmente diferente de lo que existe. Inclusive diferente de los colectivos "antisistema" más radicales, los anarquistas y anarcosindicalistas, pese compartir con ellos sus objetivos manumisores. Lo que rechazan de estos colectivos "antisistema" es, precisamente, la dependencia de éstos a sistemas doctrinales y, por consiguiente, su frecuente sectarismo ideológico. Dependencia y sectarismo que les hacen ser incapaces de aceptar la diversidad, de funcionar fuera de los esquemas organizativos del Poder y de movilizar las multitudes de víctimas del Sistema en vigor o, por lo menos, de la pluralidad de los indignados... Una incapacidad que, pese a la justicia y radicalidad de sus propuestas, hace que esos colectivos, sean casi inoperantes para hacer posible la tan necesaria transformación social.

Por el contrario, el 15M pretende superar esa incapacidad enriqueciendo el movimiento con la diversidad de la indignación existente, funcionando de manera a hacer asumir por todos la responsabilidad de decidir y así movilizar el mayor número de indignados. El resultado hasta ahora es bastante positivo. No obstante, es obvio que falta mucho por andar y que los retos que tiene actualmente planteados el 15M le obligan a valorar objetivamente el camino andando y a interrogarse seriamente sobre el que se propone comenzar a transitar ahora...

¿Cómo pues no reconocer esta necesidad de reflexionar? Tanto por la cercanía del 25S como porque, más allá de la preparación de tal acción, el abandono de la idea de "ocupación" del Congreso, reducida ahora sólo a "rodearlo", muestra el desfase entre la retórica convocante y una verdadera estrategia de acción. Un cambio en la estrategia que obliga a reflexionar sobre lo que debe ser el 15M y su modo de funcionar en el nuevo contexto represivo diseñado por el Estado y el Capital para hacer frente a la protesta social.

 

Sobre el 25S

Independientemente de lo que decida la "Coordinadora del 25S" sobre lo que se intentará hacer en tal fecha, la radical negativa a dejar que, en el 15M, unos pocos decidan por todos, que sea la asamblea la que tome tal decisión, es encomiable y esperanzadora. No sólo porque sería lo contrario del funcionamiento que defiende y ha practicado el 15M hasta ahora, sino también porque era necesario y urgente poner fin a las suspicacias del embrollo suscitado por la convocatoria, en solitario y con una retórica casi partidista, de la Plataforma En Pie. Además de ser la única manera de movilizar a la gente y de hacerla asumir plenamente el desarrollo de las acciones.

Lo importante en este preciso contexto es asegurar el "éxito" de esa acción o minimizar los daños "colaterales" que ella pueda producir: tanto por la precipitación como por la insuficiente consulta previa. Es de esperar pues que la "Coordinadora del 25S" sepa valorar los pros y los contras de tal acción para el 15M y el movimiento social actual, además de asegurar que el "contenido político" de la misma sea suficientemente claro y "contundente". No sólo para que esa movilización sea una denuncia consecuente y radical de la clase política y su sistema de funcionamiento, sino también para que ni ésta ni los medias a su servicio puedan desvirtuar esa acción. Lo que estaban logrando valiéndose de la retórica politiquera y además completamente irrealista, utópica, de la Plataforma En Pie, que llamaba a "tomar el Congreso" para abrir "un proceso constituyente"...

El Congreso de los Diputados es, sin duda alguna, una de las instituciones más representativas del compromiso de la clase política con el sistema de Poder de la burguesía. Ese Poder que nos ha conducido a la situación de retroceso social actual. Ponerlo en el ojo de mira de lo que denuncia el 15M y responsabilizarlo de lo que sucede es una buena decisión. Lo imperioso ahora es conseguir que la movilización sea el verdadero reflejo de lo que nos unió desde el comienzo del 15M,  ese grito que lo dice todo: "No nos representáis". Que queden bien evidenciadas la causas de nuestra indignación, para que las víctimas identifiquen a los responsables de su situación.

 

Sobre el 15M

Es obvio que la reflexión sobre el 25S implica ya una reflexión sobre lo que debe ser el 15M y su modo de funcionar en el futuro. No obstante, me parece que después de esa acción será necesario integrar el balance de la misma y reflexionar más profundamente aún sobre los aspectos de funcionamiento y los objetivos políticos del 15M.

Sobre el funcionamiento, porque es evidente que aún siendo encomiable y esperanzadora la decisión de sustituir la Plataforma En Pie por la Coordinadora del 25S, por ser ésta más representativa del colectivo 15M que lo era aquella, aún estamos lejos de que sean TODOS los que decidan en el 15M. No sólo por lo difícil de conseguirlo con la "estructura organizativa" (asambleas) que se ha dado el movimiento, local y nacionalmente, sino también porque la urgencia de la toma de decisiones no permite la mayor parte de las veces el esperar un verdadero consenso, una unanimidad. Y eso obligará a replantear seriamente el proceso decisorio: ¿mayoría, derecho de las minorías a actuar por su cuenta, etc.? Tanto por cuestiones de eficacia como de ética; pues parece razonable intentar conciliar las dos.

Claro que es necesario impedir que unos pocos decidan por todos; pero evitando condenar a los "pocos" a la inacción. ¿Cómo lograrlo? Quizás lo más democrático sea preservando pues el derecho de los "minoritarios" a hacer otra cosa que la decidida por los "mayoritarios"; pero a condición de hacerlo en su nombre y no en el de TODOS. No olvidemos que el Poder y los partidos y organizaciones sindicales mayoritarias utilizan ese "argumento" ("que unos pocos decidan por todos") para impedir que los "minoritarios" (los sindicatos y organizaciones más radicales, el 15M, etc.) actúen. Además de que tampoco son una garantía absoluta de justicia y eficacia las decisiones "mayoritarias" e inclusive los "consensos".

Sobre los contenidos políticos también se deberá profundizar más. Y ello no sólo porque, como dice Rafael Cid, "la fase de movilizaciones, por si sola, corre peligro de adocenarse en un ritualismo placebo, sin consecuencias políticas determinantes", sino porque éstas pueden también culminar en reveses, y éstos no se transforman siempre "en un elemento más del aprendizaje para construir el imaginario social anhelado", aunque el "traspies" se haga desde una "posición de reivindicación democrática pacífica".

Sin duda será necesario profundizar en la reflexión para, en un primer tiempo, preservar y si posible aumentar la indignación, de cuantos se movilizaron el 15M contra la actual situación “económica, social y política. Y después intentar sumar a los que, aún siendo víctimas de ella, no lo hicieron entonces. Preservar y aumentar la indignación; pero también las principales convicciones expresadas por los “indignados” en sus lemas que causaron tanta sorpresa y tanto miedo entre la clase dirigente: “no nos representan”, “queremos decidir todos”, “no queremos dirigentes”, etc., etc. Y ello porque me parece que es este potencial crítico el que puede dar a la crítica del sistema una radicalidad decisiva para pesar en las decisiones de los que arriba deciden o, por lo menos, para que las sociedades sean mañana menos manipulables que lo son hoy. 

Octavio Alberola

Comentarios

Estimado Sr. mío:

Estoy de acuerdo con vd. en casi todo lo referente a su artículo, que me parece de un acertado análisis, no obstante, me gustaría hacer una puntualización, ¿No sería conveniente que esa "minoría" a la que vd. se refiere, al tener ésta una idea o línea de actuación, para no perjudicar a la inmensa "mayoría" (¿Por qué la mayoría siempre ha de ser "inmensa" o se trata de una coletilla, la cual estamos hart@s de escuchar en los discursos de l@s polític@s y sindicalistas que tanto criticamos?) planteara sus tesis teóricas y pudiera llevarlas a la práctica, siempre en una asamblea, como al parecer se ha hecho en esta ocasión, y no tener que llegar a actuar sólo en su nombre, corriendo con todos los riesgos y dejando así expedito el camino de esa "inmensa mayoría". Creo en un sistema libre de actuación y en una "avanzadilla" de la lucha, también que los grandes grupos se ralentizan y que si no fuera por las ideas de un@s "poc@s" que llegan a contagiar de su espíritu a l@s "much@s", con el tiempo, se caería en el inmovilismo.

Atentamente. Marcelo Marko.

Imagen de Octavio Alberola

Se supone que, al militar en el mismo grupo u organización, se comparten los mismos principios y objetivos, y que, en consecuencia, sólo se puede disentir en la manera de conseguirlos... De ahí que pueda haber diferentes proposiciones para intentarlo y que, tras discutirlas exhaustivamente en asamblea, unas sean mayoritarias y las otras minoritarias... 

Cuando suceda eso, mi concepción de la democracia (entendida como  el derecho de TODOS a decidir) me lleva a pensar que lo consecuente y sin duda lo más eficaz es que la mayoría pueda llevar a la práctica su opción, en tanto que mayoría de la Organización, y la minoría la suya, en tanto que minoría de la Organización. Buscando, claro está, no perjudicar una a otra; pues debería ser evidente que al buscar el mismo objetivo, nadie puede tener interés en sabotear la tentativa de los otros.

El problema es que en el 15M no se ha logrado todavía un consenso sobre cual es el objetivo final de manifestar nuestra indignación ante la situación que estamos viviendo. Se puede decir que ha habido ya un consenso sobre la vía pacífica como manera de manifestar esa indiganción; pero no en lo que queremos conseguir con ella. Pues los hay que quisieran un cambio radical del sistema y otros sólo corregir sus injusticias actuales. En tales condiciones, es evidente que que la discrepancia en la acción puede traducirse en una discrepancia sobre los objetivos y que, entonces, para no tener que llegar a la escisión y que la minoría no tenga que renunciar a su derecho de acción, lo más consecuente es que ésta, para no perjudicar la acción de la mayoría, lleve adelante la suya...  en su nombre propio. Pues serán los resultados los que demostrarán cuál era lá más oportuna...

 

Como protestar, en si mismo, no tiene ninguna consecuencia, más que la mera opinión de un grupo, para cambiar realmente las cosas, cualquier cambio real parte de la necesidad de la incidencia en la Economía. Y cualquier acción que sí tenga consecuencias, casi seguro, que supone el quebrantamiento de alguna ley. Esos cambios no homeopáticos, ¿Cuales serían? Nadie especifica, pero al final volvemos al punto de partida. Quien tiene el control de los medios de Producción y Consumo.

    Si no es bueno tener un Sistema Doctrinal, para evitar el sectarismo ideológico, o sea, IDEOLOGÍA, ¿Cómo podemos convencer a la gente de la necesidad y de la posibilidad del cambio? Hay un instinto de conservación, que se manifiesta de forma racional con el refrán "Mas vale malo conocido, que bueno por conocer", en el que se expresa el miedo a los riesgos implícitos en cualquier cambio. Ese miedo se superaba antes, con el Programa de cada partido o sindicato, proponiendo una Utopía, que siempre era una ruptura con el modelo existente. Pero con estos argumentos se dice, que se quiere cambiar lo existente sin ningún Programa, sin Utopía. ¿Opináis que no se debe tener Programa, Utopía? ¿Que el 15M no debe tener una Utopía? Cómo se puede argumentar la posibilidad de Cambio, sin Programa, sin Utopía, sin esa referencia que antes necesitaba cualquier revolucionario.

    Pero la responsabilidad del Desastre, de la que habla Octavio es compartida, no sólo dentro del Parlamento. Sin los deseos de la élite económica, la élite política no hubiera tomado ninguna determinación. Creo que los responsables de lo que ocurre participan en diversas estructuras de Poder. Y el Parlamento, quizá sea la estructura menos importante.

    Pero lo más cuestionable de todo ello es considerar que la famosa soberanía popular reside, ha residido o debe residir en el Parlamento en algún momento histórico. Quizá nunca pueda hablarse en ese sentido de forma real, más que como simulacro espectacular del Sistema de Dominación.

    De verdad, ¿Todavía seguimos empeñados en funcionar como minorías y mayorías? ¿Cómo van a obligar unas a otras a que actúen en un sentido u otro? Y porque la mayoría va a representar a TODOS. Creo, honradamente, que la Mayoría solo debe representar a la Mayoría, aunque pueda manifestar esa condición. Y que no debemos estar obsesionados por la Representatividad, sino por la Ética y el Sentido Común. Creo que ya es hora de abandonar los viejos esquemas izquierdistas y empezar a funcionar de otra manera, y de plantear formas de trabajar en común más abiertas, flexibles y participativas. Es confundir una vez más los procesos decisorios, con los procesos ejecutivos (o sea, hablando en plata, quien hostias hace el curro para que las cosas salgan adelante), que no se mencionan en ningún momento dentro del artículo. Si los indignados queremos algo diferente, no solamente va a ser en el fondo, sino en la forma.

    Pero no solamente debe profundizarse en los contenidos políticos, sino en el sentido pragmático, práctico. Que mecanismos transformadores utilizamos o podemos utilizar para poder asumir el control de nuestra propia vida, en lo más esencial, o sea, los recursos básicos de subsistencia. Mientras no se plantee eso, no dejará de ser el peligro del que habla Octavio Alberola, cuando menciona la idea de evitar la ritualización del 15M, el peligro en el que toda la izquierda ha caido, algo propio de la Sociedad del Espectáculo, y que se llama Activismo, y que termina por ser totalmente inocuo, inofensivo.

    Creo que el 15M es el paradigma y el punto de partida de un nuevo tiempo, de un nuevo escenario.

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