El anarquismo, como posibilidad, tiene muchos enemigos. Sin embargo, uno de sus más encarnizados contrarios han sido los regímenes autoritarios que, falsificando todas las nociones de socialismo, históricamente se han promovido a sí mismos como la verdadera cristalización de los valores de libertad, igualdad y fraternidad. En cada una de las situaciones, los gobiernos capitalistas de Estado, en sintonía con la secularización del pensamiento religioso construida en la modernidad, han infantilizado y dividido el conflicto entre “fieles” –quienes los apoyan- y “herejes” –quienes los adversan.