[Francia] Cuando la realidad supera la peor de las ficciones: Asesinatos fascistas, connivencia policial y estado de emergencia
Desde el shock provocado por los atentados de noviembre de 2015, Francia está en estado de emergencia. Los prefectos actúan a su anotojo realizando cacheos, arrestos, arrestos domiciliarios y prohibiendo reuniones. Este dispositivo se ha puesto rápidamente en evidencia como lo que es, un arma contra la protesta y los movimientos sociales. ya perdimos la cuenta de manifestantes retenidos y reuniones prohibidas. Detrás de la retórica antiterrorista, el Estado se ha dotado de medios preventivos para aplastar a quienes protestamos. Hasta tal punto que este dipositivo, en un principio temporal, será integrado en el código penal en noviembre en el cuadro de una enésima ley antiterrorista. El estado de emergencia pasará a ser permanente, al mismo tiempo que el gobierno de Macron esté llevando a cabo una de las reformas laborales más lesivas jamás emprendidas.
Las ficciones, particularmente policíacas, son omnipresentes. De cara a las ofensivas llevadas a cabo por el Capital y su policía, contribuyen a desarmar políticamente a las que desafían el orden.
En Lille, la situación habla por sí misma. La policía protege a la extrema derecha que vende armas a los islamistas cuyos actos legitiman la aplicación del estado de emergencia, que sirve asimismo para reprimir a quienes denuncian este entramado.
Una serie de hechos sórdidos ha sacado a la luz la connviencia particularmente chocante entre la policía, los servicios del estado y la extrema derecha radical, cuyos hechos materiales han sido claramente establecidos y hoy en día están públicamente demostrados. La extrema gravedad de estas revelaciones necesita de una respuesta colectiva lo más amplia posible.
Recordemos los hechos
Él 11 de noviembre, Hervé Rybarczyk, miembro del grupo punk Ashtones, fue encontrado muerto en el Deûle. Es el quinto muerto encontrado en 13 meses en el canal que cruza la ciudad de Lille, lo que nunca había sucedido anteriormente, ni ha ocurrido desde entonces. En su momento se habló de un misteriosos asesino en serie que hacía precipitarse al agua sus víctimas, como por azar, en cuanto llega la oscuridad de la noche.
La investigación confiada a la PJ de Lille evoca la ley de las series y concluye que se trata de unas muertes accidentales relacionadas con el alcohol y consumo de estupefacientes, lo que permite a los investigadores archivar los casos sin resolverlos. Sin embargo, las familias y amigas de los ahogados no se fían de la versión policial y han denunciado en varias ocasiones uno o varios crímenes de carácter homófobo. La policía se niega a cursar sus declaraciones o quejas. Estravía algunos documentos. Oculta resultados de autopsias que revelan la presencia de huellas evidentes de golpes y heridas en algunos cuerpos y concluye que se trata de casos de suicidios o de muertes accidentales.
Estos asuntos más turbios que las aguas del Deûle, llevan a un periodista a investigar sobre estas muertes que quedaron sin resolver y a sacar un libro en 2015. Durante sus investigaciones, cuenta que la policía le intentó disuadir de interesarse por la muerte de Hervé y sobre todo, de ligarla a la de los anteriores ahogados en el Deûle. Actualmente, entendemos mejor por qué la policía ha actuado de ese modo y las razones por las que se ha encargado de encubrir el asunto durante todos estos años.
En realidad, Hervé fue lanzado al agua después de haber recibido una paliza a manos de unos neo-nazis. Fueron delatados en marzo de 2015 por otros nazis, menos de un año después del sobreseimiento del dosier de los desaparecidos, durante la investigación de unas agresiones cometidas por un grupo de extrema derecha, no muy lejos, en Somme. El mes de julio siguiente, se reabrió la investigación de los diferentes casos y se confió a la gendarmería. Pero hay que esperar dos largos años antes de que el juez de la causa, Jean Michel Gentil, lleve a cabo a finales de abril la audiencia del principal sospechoso y de sus dos cómplices y los ponga en revisión por violencia voluntaria con resultado de muerte sin intención de causarla, pero con premeditación.
Dos de ellos formaban parte de un grupúsculo de extrema derecha y habían participado en el ataque a un bar gay, en Lille, después de la dispersión de una reunión alrededor de la «Manifestación para todos» [manifestación de la derecha contra el matrimonio homosexual]. El tercero, responsable del grupúsculo Tercera Vía en el Nord-pas-de Calais, fue inculpado en España y después encarcelado en mayo de 2016 por su implicación en el asunto de las armas eslovacas utilizadas por islamistas en las masacres de 2015 en Paris. Los tres eran amigos de otro miembro activo de la extrema derecha local, Claude Hermant, un informador de la gendarmería, de la policía nacional y de aduanas, actualmente en prisión por haber participado en el caso de tráfico de armas que utilizó el yihadista Amédy Coulibaly, autor de la matanza en el supermercado judío de Vincennes.
Hermant, cabe recordar, animaba igualmente la Vlaams Huis, la casa de la identidad flamenca donde se mezclaban, como siguen haciendo a dia de hoy en el bar La Citadelle, militantes identitarios, neo-nazis y varios policías de la metrópoli de Lille. Esta proximidad explica la asombrosa facilidad con la que la Vlaams publicó entre nombres e informaciones de activistas sindicales, antifascistas o libertarios recogidos después de algunos interrogatorios en la ciudad de Lille, lo que subraya una vez más las connivencias entre la extrema derecha y los servicios del estado.
El último episodio, en mayo de 2017, una llamada a manifestarse lanzada por antifascistas de Lille con el fin de condenar públicamente los asesinatos perpetrados por los matones de extrema derecha y denunciar las estrechas relaciones mantenidas entre los diferentes servicios de la policía de Lille, el parqué y estos asesinos, fue prohibida primero por la prefectura con el pretexto del estado de emergencia permanente, para después ser reprimida por un dispositivo policial nada convencional con nassage [táctica policial para rodear a los manifestantes y arrestarlos], intimidaciones, toma de fotos continua y control de identidad de todas las personas presentes o que acudían al lugar y tuvo como resultado la incautación de material y la detención de varios activistas antifascistas.
En resumen, los neo-nazis son además informadores de la policía y de la gendarmería y matan a quien quieren [homosexuales, punks o quienes les venga en gana] con toda impunidad, porque venden armas a cualquiera, sobre todo a islamistas del Daesh, bajo la mirada de los servicios de policía que utilizan las matanzas perpetradas por estos últimos para reforzar el estado de emergencia que sirve para reprimir todas las contestaciones sociales o políticas de manera general, y para amordazar en particular a las que denuncian todo este caos digno de un mal guión de serie policiaca.
El estado de emergencia, aquí, aparece claramente como lo que es, a saber, un dispositivo político único y particularmente peligroso que conviene denunciar y combatir. No hacer nada hoy, es otorgarles un permiso de matar con impunidad y hacer callar por la fuerza e intimidar a los movimientos sociales. Razón por la cual llamamos a manifestarnos en Lille el 30 de septiembre.
Dejemos de acostumbrarnos a lo peor.
plataformecontreletatdurgence@riseup.net
La hora y el lugar exacto de la manifestación será publicado en septiembre
En francés: Otra noticia que relata los hechos con numerosos enlaces a la prensa corporativa.
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