La importancia del Informe Shapiro sobre la insurrección del 8 de enero de 1933 para el anarcosindicalismo
Miguel G. Gómez (@BlackSpartak)
Alexander Shapiro (1905-1942)
Alexander Moiséyevich Shapiro (también conocido como Sanya Shapiro) fue un destacado anarcosindicalista ruso.
Nació en 1882 en Rostov del Don, en una familia judía de tendencia revolucionaria. Fruto de sus actividades y planteamientos políticos, la familia se tuvo que exiliar a Turquía. En
Constantinopla, el niño Sanya cursó sus estudios en el colegio francés, aprendiendo este idioma, además de griego clásico y moderno, turco y ruso. En 1898 marchó a París para estudiar. Sin embargo, por no tener dinero tuvo que renunciar a inscribirse a la prestigiosa universidad parisina, La Sorbona. Así que se fue a Londres, en donde sería el secretario de Kropotkin, que quedó admirado por la tremenda cultura del joven Sanya. En Londres entró en contacto con el grupo de anarquistas judíos, participando desde 1902 en su organización. Fue delegado en el Congreso Internacional Anarquista de Ámsterdam en 1907.
Durante la Gran Guerra se opuso al militarismo reinante. Colaboró con la Cruz Roja Anarquista, que durante la Revolución Rusa cambió su nombre a Cruz Negra Anarquista, para evitar confusiones. Ya durante la Revolución Rusa, en el verano de 1917 participó en el periódico anarcosindicalista Golos Truda. Tras la Revolución de Octubre colaboró con los bolcheviques, durante un tiempo, en la organización de la red ferroviaria y en la Comisaría de Asuntos Exteriores. Sin embargo, tras la destrucción del movimiento anarquista se distanció de los bolcheviques y presionó para obtener la libertad de los presos anarquistas en huelga de hambre. Fruto de sus actividades fue encarcelado y expulsado de Rusia.
Una vez en Berlín, en 1922 organizó un comité de apoyo a los presos políticos de la Rusia soviética y fue de los impulsores del periódico anarquista Rabochi Put. Además, entró en contacto con la FAUD, organización anarcosindicalista alemana. En Berlín colaboraría con su cabecera, Der Syndikalist. También participó en el Congreso de Constitución de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) y junto a Rudolf Rocker y Agustin Souchy fue uno de los miembros del Secretariado Internacional. Participó en el Congreso de la AIT de Madrid, celebrado en junio de 1931.
Volvió a ser enviado a España en diciembre de 1932, que es cuando será testigo de la insurrección anarquista del 8 de enero, de la que hará el detallado informe que publicamos a continuación. Tras la llegada de Hitler al poder, abandona Alemania y se instala en París. En Francia participará en el movimiento anarcosindicalista, colaborando en La Voix du Travail y Combat Syndicaliste. En Francia sería crítico igualmente con la tendencia plataformista del grupo de exiliados anarquistas rusos Dielo Truda.
Durante la Guerra Civil española fue crítico de la línea colaboracionista de la CNT-FAI. Fruto de esta crítica escribió una “Carta abierta a la CNT” tras los Hechos de Mayo de 1937 en la que demuestra su disconformidad con el “programa mínimo” de la CNT, que considera muy descafeinado y la animaba a elaborar un programa económico de transición al comunismo libertario sin tener en cuenta a la burguesía ni a los partidos marxistas, asumiendo que el conflicto se daría hiciesen lo que hiciesen.
Shapiro se instalaría en Suecia, y posteriormente en Nueva York, donde fallecerá en 1946 por problemas coronarios.
El informe Shapiro
El informe que se verá a continuación, refleja toda una forma de pensamiento madura y estratégica del anarcosindicalista ruso Alexander Shapiro, representante de la AIT en España en aquellos momentos, junto al maestro anarquista de Palamós, Eusebio C. Carbó.
El informe, aunque fue publicado el 15 de abril, recoge las actividades políticas de la CNT y de la FAI entre el 16 de diciembre de 1932 y el 26 de febrero de 1933. Como vemos, el contexto internacional de aquellos momentos era bastante complicado. Estamos en la etapa más dura de la Gran Depresión de los años 30. Adolf Hitler acaba de llegar al poder en Alemania. Diversas secciones de la AIT están ilegalizadas y apenas queda una sombra del anterior movimiento sindicalista revolucionario, de gran importancia entre 1918 y 1923. La única esperanza es España. Sólo queda la CNT como gran organización revolucionaria anarcosindicalista en el panorama internacional. De ahí la importancia prioritaria que le dará la AIT a esta organización. Al final del informe Shapiro adjuntaría un acta de una reunión en la que se dio un vistazo a las actividades de la Internacional.
En el informe, Shapiro muestra una línea política completamente identificada con el anarcosindicalismo. Fruto de esta idea se mostrará profundamente crítico con la insurrección anarquista del 8 de enero de 1933.
En su crítica hace una descripción detallada de las actividades del Comité Nacional, encabezado por entonces por el sevillano Manuel Rivas Barros. Lo primero que se puede observar es la gran autonomía y libertad de acción que tiene el Comité Nacional de la CNT con respecto del resto de organismos de la Confederación. Puede hacer y deshacer, prácticamente a voluntad, sobrepasando con mucho las atribuciones de intercomunicación entre territorios o el ámbito sociolaboral que le era propio a una organización sindical.
En esta época, 1932-1933, se han reforzado los comités conformados entre la CNT y la FAI. Es lo que se ha denominado típicamente como la “trabazón”. Estos comités (el de Defensa y el Pro-presos) están compuestos por militantes de ambas organizaciones. Sin embargo, los representantes de la CNT están completamente alineados con la FAI, si es que no son miembros de la misma. Por lo tanto, para Shapiro son más bien comités de la FAI, antes que de la CNT o mixtos.
Esta confusa ambivalencia se puede ver incluso en Manuel Rivas, quien llega a decir justo antes del movimiento insurreccional, que como Secretario de la CNT no lo veía, pero como Secretario del Comité Nacional de Defensa y militante anarquista, le daba el visto bueno. Esto le condujo a tener que presentar su dimisión de ambos organismos tras la insurrección. Sin embargo, se mantuvo al frente del Comité Nacional de la CNT hasta las elecciones de noviembre de 1933, apoyado por una mayoría faísta en la Confederación.
La insurrección del 8 de enero se produjo por iniciativa del Comité Regional de Defensa de Catalunya, que veía factible la insurrección. Esta decisión arrastró sin apenas oposición tanto al Comité Nacional de Defensa como al Comité Nacional de la CNT y el Comité Peninsular de la FAI, que se pusieron a disposición de los insurrectos barceloneses y contribuyeron a su extensión por otros territorios españoles, destacando los sucesos de la provincia de Valencia y los de Andalucía, con la, tristemente famosa, masacre de Casas Viejas.
Por este tipo de situaciones, Shapiro se mostró extremadamente crítico ante la FAI. Consideraba que era una organización independiente que no permitía que la CNT tuviese una línea revolucionaria propia. El ruso era de la opinión que la CNT tenía que organizar comités revolucionarios propios, libres de la injerencia anarquista. Esta idea sería precursora de los posteriores Comités de Defensa de la CNT, que únicamente serían de la CNT a partir de entonces. Para el ruso, las organizaciones políticas o estratétgicas no se deberían inmiscuir en los asuntos de las organizaciones sociales, contribuyendo solamente en su carácter moral e intelectual.
Fue consciente de los debates que se dieron en el seno de la CNT y de la FAI entre enero y febrero de 1933. Estos debates librarían en buena medida a la CNT de la tutela de la FAI y todos sus cuadros se centrarían en la labor confederal. Por este motivo la siguiente insurrección, la del 8 de diciembre de 1933, estaría organizada y dirigida por un comité revolucionario de la CNT. Y tal sería así que, en algunos territorios, los grupos de la FAI no se enteraron de esa insurrección hasta el mismo momento de su inicio.
Respecto al asunto de las injerencias externas en la Confederación, también sería crítico con el treintismo. No le gustaba nada la deriva reformista y colaboracionista con los republicanos que predominaba entre las filas del treintismo. Sin embargo, Shapiro se mostraba muy favorable a las federaciones de industria y a la planificación de la economía, de la que hacían gala los promotores del treintismo. En línea con su amigo, Pierre Besnard, el anarcosindicalismo debía abandonar la improvisación y el idealismo ante la necesidad de organizar correctamente la sociedad post-revolucionaria.
Es en estos momentos, primeros de 1933, cuando el treintismo lanza las primeras federaciones regionales de Sindicatos de Oposición y cuando difunde la existencia de la Federación Sindicalista Libertaria, una orgánica que se opondrá a la FAI. Por tanto Shapiro, atacaría a ese treintismo que copia la forma de actuar de la FAI.
Con el fin de dirimir todas estas diferencias, se estuvo hablando de realizar un nuevo congreso hacia finales de mayo o primeros de junio de 1933. Sin embargo, este congreso no tendría lugar hasta mayo de 1936. A pesar de ello, algunos sindicatos sí que hicieron asambleas y ponencias para el mismo, y se comenzó a desarrollar también una ponencia colectiva sobre el comunismo libertario, que el año anterior había esbozado en un folleto el médico vitoriano Isaac Puente. Por este motivo hubo varios folletos más escritos en esta época sobre este mismo asunto.
Por lo tanto, veremos un largo informe político, que nos da a entender la profundidad de los debates internos. Que nos ayuda a comprender cómo funcionaban los canales de toma de decisiones en la Confederación. Que no esconde ninguna crítica al proceder de los distintos niveles de comités. Que no cae en la banalización de las insurrecciones, dado su fuerte costo humano y material o de prestigio para una organización revolucionaria. Y, a pesar, Shapiro entiende que en España existe un periodo pre-revolucionario que debería aprovechar la CNT.
Si en cualquier otro país una insurrección fracasada habría sido la puntilla para el movimiento revolucionario, en España la CNT estaba promovimiendo una huelga laboral de 40h como respuesta a la represión gubernamental a la insurrección anarquista. Y no solo esto, el Gobierno de Azaña quedó tocado de muerte, los socialistas se alejarían de los republicanos, la juventud y el campesinado seguirían con su evolución hacia posturas revolucionarias, que tendrían su máxima expresión a lo largo de 1934.
Aquí radica la verdadera importancia del informe de Shapiro y de sus numerosísimas reuniones con el Comité Nacional y con otros organismos y figuras de la Confederación. En el poco tiempo que permaneció en España, su actividad fue incesante y refleja muy bien lo que debe hacer un cuadro revolucionario que no busca excusas para no desarrollar sus obligaciones.
Podemos concluir que su crítica no cayó en saco roto y en buena medida contribuyó a que la CNT diese un giro estratégico en los meses posteriores. Por lo tanto, este informe, a pesar de las posibles omisiones y malas interpretaciones debido a haberse hecho en caliente, fue realmente importante para el anarcosindicalismo europeo e ibérico y resalta la figura de su autor.
Para ver el informe entero, haz click aquí: https://www.academia.edu/128534338/La_importancia_del_Informe_Shapiro_sobre_la_insurrecci%C3%B3n_del_8_de_enero_de_1933_para_el_anarcosindicalismo
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