A Antonio García Barón. In Memoriam
“El hombre es un pájaro de alas cortas. Yo en el Quiquibey he sido uno de alas largas, sin jaula”
Conozco con algún retraso la muerte del compañero Antonio García Barón acaecida el pasado día 17 de noviembre en Bolivia. A pesar de que contaba con 86 años, su muerte no ha dejado de soprender a aquellos que le conocíamos. Porque Antonio siempre fue un auténtico superviviente, un hombre duro.....de otra pasta
Formó parte de una generación que vivió en primera persona los principales acontecimientos de un siglo especialmente convulso. Aquellos tipos rozaron con las puntas de los dedos la utopía y pagaron con creces tamaña osadía. Perdieron y las pasaron canutas, pero ni se vendieron ni claudicaron. Ni tan siquiera se les oyó lamentar su amarga suerte.
Pero Antonio fue aún más allá y siguió batallando. Derrotada la sociedad de iguales, luchó por su propia libertad con un solo objetivo: Vivir al margen de las leyes de los hombres y sus miserias; lejos de sus amos y sus dioses. Y no cejó en su empeño hasta conseguirlo.
SEMBLANZA DE UN HOMBRE LIBRE
Antonio García Barón nace en Monzón, tierra proclive a las ideas libertarias, allá por el 1922. Con apenas 14 años, abandona el violín y agarra el fusil para subirse en marcha al vertiginoso tren de la Revolución cuando la Columna Durruti pasa por su pueblo. Combate al fascismo casi hasta el último día de la guerra conociendo, ya al otro lado de la frontera, la “hospitalidad” del gobierno socialista francés en forma de infames campos de concentración.
Se apunta a los batallones de trabajo del ejercito galo para salir de aquel terrible confinamiento y asiste en primera línea a la retirada aliada de Dunquerque. Apátrida, paria entre los parias, es rechazado cuando intentan subir a los barcos ingleses cayendo en manos de los nazis.
Merced a los turbios y siniestros acuerdos entre Franco y Hitler, dará con sus huesos en Mauthausen, al igual que varios miles de “rojos” españoles. El infierno de la Iglesia no existe, pero sin duda aquel era el de los humanos. Cuatro años y medio de torturas, de olor a carne humana quemada, del dolor del hambre. Antonio, ya un esqueleto humano con número, el 3422, ve desde su barracón las largas colas de judíos que marchan sumisas y ajenas a su suerte hacia las duchas letales.
El descenso a los infiernos no hace de Antonio peor persona....ni más sumisa. Llega la liberación y consigue un buen trabajo en París pero no es capaz de adaptarse a la nueva vida. Busca un territorio virgen donde empezar de cero, hastiado de injusticias y podredumbre humana. Gastón Leval le pone en la pista: la Amazonia boliviana.
No era hombre, Antonio, de pensarse las cosas dos veces. Se planta a orillas del rio Quiquibey y elige un pedazo de selva a varios días de navegación del pueblo más cercano. Desbroza y domeña la jungla; lidia con jaguares, alimañas, autoridades locales corruptas, indios hostiles y un cura aún más hostil, hasta conseguir establecerse. Constancia y empuje, sin arredrarse ante nada..... a la selva no le queda más remedio que hacerle un sitio.
Crea una familia y vive en paz consigo mismo y con un entorno duro pero enriquecedor. Sale cada día a “la despensa” a buscar alimento, caza y pesca y vive en armonía. Pierde una mano manipulando una trampa para jaguares pero le queda la otra y, sobretodo, una voluntad inquebrantable.
Y desde ese confín del mundo mantiene un cordón umbilical con el mundo: su transistor. Está al tanto de revoluciones maleadas, guerras y hambrunas. Se indigna y mantiene viva y con fuerza su rebeldía contra los poderosos y sus sempiternos desmanes.
Tuve el placer y la suerte de conocer a Antonio en la fase final de su vida. Lo visité dos veces y lo acompañé en su regreso a España a principios de milenio, seis décadas después de su partida hacia el exilio.
Recuerdo a Antonio subido en las largas cintas transportadoras del aeropuerto de Miami, donde nuestro vuelo hizo trasbordo. Acababa de dejar el Amazonas (después de cincuenta años de aislamiento) y se encontraba sumergido en la vorágine de uno de los aeropuertos con más tránsito y movimiento del mundo. Pero a él poco podía sorprenderle ya. Había visto cosas que pocos creerían y no noté en su semblante señal alguna de asombro ante aquella Babel humana y tecnológica.
Arregló unos asuntos familiares en Monzón, dió diferentes charlas en la Península y Mallorca y en cuanto pudo regresó a su cabaña a orillas del Quiquibey. En ningún momento se vio tentado a quedarse a vivir en España. Éste ya no era su mundo, su hogar estaba en la selva y en ella quería morir.
Caigo ahora en la cuenta de que nunca pensé en su muerte porque inconscientemente creía que los tipos como él no se morían. Siempre fue dueño de su destino y sorteó a la parca en varias ocasiones durante su intensa vida, así que no podía irse de cualquier manera. Aquejado de glaucoma tenía en los últimos años grandes dificultades para ver. Abandonó su tierra y se trasladó con su mujer al pueblecito de San Buenaventura. Él que devoraba libros y que acostumbraba jugar al ajedrez, que nunca dependió de nadie, que fue fuerte y autónomo, se sintió un estorbo, una sensación totalmente desconocida para él. Algo en su interior dijo basta. Comunicó a sus allegados que no seguía, que se marchaba. Y por primera vez en su vida dejó de luchar y bajó los brazos. A partir de ese día no ingirió alimento alguno y se fué despidiendo de la familia y de la vida. En dos semanas su enorme fuerza se apagó.
Hoy reposa a orillas del caudaloso Beni un hombre libre. Que la feraz tierra roja del Trópico boliviano le sea leve.
Pedro de Echave
(Guindilla)
- Inicie sesión o regístrese para comentar
Imprimir
- 11268 lecturas
Enviar a un amigo
Comentarios
la realidad del REVOLUCIONARIO
Me reafirmo en mi creencia,con el ejemp,de Garcia Baron y otros,de que
al verdadero revolucionario del pasado(al consciente de la realidad socio-politica de su epoca)me refiero,solo le quedaba el autoaislamiento
y renuncia a tratr de cambiar lo que no quria ser transformado,sino en el
mejor de los casos,llamarlo de otra forma o claudicar ante la perspectiva
de denigarse como presona y traicionar sus principios,como muchos.
Solo espero que con la experiencia de lo que los años han deparao a la
humanidad en su conjunto,y a europa en particular nos convenzamos de que
las ideas por las que lucharon nuestros mayores siguen hoy vigentes,y si
acaso,mas necesarias que entonces.
Que la tierra te sea leve y las aguas del Beni acomoden.
Carácter
Estoy seguro de que todos los que lo conocimos, aunque fuera por sólo unas horas, nos impresionó la rectitud y firmeza de su carácter.Unas ideas firmes que nada le hicieron cambiar.Vivía digna , pero modestamente, y podía haber cambiado su situación simplemente con la ayuda que le habría tenido que dar el gobierno Español como ciudadano de esta nacionalidad, pero jamás quiso pedir una la nacionalidad que le fué arrebatada por sus ideas. Solamente hubiera tenido que solicitarla.
Don antonio Garcia Baron
Decir que tuve tambien el privilegio de conocer a Don Antonio Garcia Baron, tras leer el libro de Manuel leguineche, y quedarme impresionado sobre su biografía, prepare un viaje para visitarle, eso ocurrio en el año 1998, llegamos mi esposa y yo a rurrenabaque y nos llevaron por el rio hasta su encuentro, estuvimos con él 4 días conviviendo y me di cuenta en la fortaleza de su ser, como tambien descubrir el verdadero sentido de libertad,congeniamos tan bien que al regreso a España, al cabo de un año, familiares de él (hijo, cuñados) vinieron a mi ciudad y se asentaron en España, les brinde toda mi ayuda posible en su integración.
Deciros a todos que fue una experiencia ünica y que recordaré para siempre.
Donde estes amigo Antonio te mando el mas grande abrazo, y que tu historia sirva para que seamos mas humanos.
Gracias.
Txema Siscar.
Antonio García Barón - El precio del paraíso
Hola Txema,
¿Hay forma de contactar con los descendientes de Antonio García Barón? Me gustaría poder mandarles un abrazo y ofrecerles la poca ayuda que pueda, de serles necesaria.
Muchas gracias por tu ayuda a Antonio, debió ser un gran honor y responsabilidad el ayudarles.
Un saludo.
Emilio.
Antonio García Barón - El precio del paraíso
Hola:
leí en su día el libro "El precio del paraíso" (1997) del gran Manu Leguineche. Todo mi respeto y admiración por este hombre anarquista y libertario. Su vida ha sido una mezcla (en mi opinión) de infierno y paríso. Lamento el papel de esta país llamado España que NO le dio de oficio la nacionalidad española, exigiendo -a él y a todos los exiliados- que la solicitasen. Antonio siempre dijo que a él le quitaron la nacionalidad al mandarlo a Mathausen y que no tiene porqué pedirla, que era el gobierno quien tenía que devolvérsela. En todo caso, me gustaría saber si los descendientes de Antonio están aún en España (hijos/cuñados) y si es posible contactar con ellos para mandarles un abrazo y ofrecerles ayuda si la necesitan.
Gracias por esta página y suerte!!
Emilio.