Crítica de un heterodoxo al anarquista
Danzando por estos mundos de la Libertad, un Anarquista con una clara premisa (ninguna autoridad), puede llegar a una conclusión amarga: en el mundo “libertario” hay demasiada autoridad.
No se alarme querido lector, no coja su hacha de decapitar “herejes” y se lance sobre este pobre “plumilla”. Es usted un ser al que se le presupone, por ser Anarquista, una gran amplitud de miras. Trague un poco del ajenjo que le ofrezco y después de saborearlo, hágame entonces gárgaras en la cara, pero mientras tanto sólo escúcheme. Es un pequeño consejo; tómelo o quémelo.
Coja mis palabras como las de un viajero, como un Gulliver moderno que le va relatando los ambientes, monstruos y bienhechores con los que se ha encontrado. Le habla alguien que, siendo Anarquista, y con no menos errores que usted en su haber, observa el mundo circundante con cierto tesón y, a veces, desamparo.
Criticaré a continuación al “anarquista” (permítanme la minúscula para no confundirnos a lo largo del texto), pero no al sujeto que, con taras, problemas y meteduras de pata, se opone a la Autoridad con cada fibra de su deshilachada alma. Sino a otra serie de “fenotipos” bien diferenciados. Conste antes que nada que no trato aquí de separar “la mies de la paja”, de pontificar quién es el “buen” y el “mal” Anarquista (un resultado así se alejaría bastante de mi cometido inicial). Sólo trato de derribar cualquier icono con el que nos topemos; lleve los ropajes que lleve.
En mi humilde calidad de observador, he percibido que ser “idealista” (usando la acepción grosera de esta palabra y no la filosófica, la que le daba Bakunin) está hoy muy mal mirado en ciertos ambientes que se dicen “anarquistas”. Un chaval, con tantas dudas como corazón, se acerca a un colectivo humano que se dice “libertario”. El chico o chica tiene el pecho repleto de hermosas “utopías”: el mundo acabará mañana, una gran noche lo cubrirá todo y empezará la Anarquía, habrá Libertad ilimitada, mayúscula, y se acabará la dinámica de “leones y corderos”. Este pensamiento es simple, es tremendamente básico ¿pero no es acaso hermoso?, ¿no es la esencia del espíritu Anarquista aún no filtrado por el tamiz duro de la militancia? Algunos “anarquistas” le dirán rápido a este chaval que es “tonto”, que el Anarquismo no es ninguna “simpleza” (como quieren sus detractores) que es algo muy “científico” muy articulado. El chico o la chica, recogiendo el alma del suelo, puede hacerse un desubicado “artístico”, un Anarquista instintivo, emocional, que nunca se bautizará con tal nombre, o puede seguir con sus nuevos “compañeros” convencido de que le enseñarán algo que él desconoce.
El grupo al que se acerque, y el corolario que siga después, puede ser muy distinto, pero podemos glosarlo grosso modo (yendo de lo general a lo particular). El Anarquista “amateur” puede dar con un grupo que, paradójicamente, estando compuesto por Libertarios, puede ser homogéneo y monolítico. Allí se le dice al joven que para ser Anarquista hace falta adscribirse a una tradición, conocer una teoría y ser aceptado por el “grupo”. Para el “anarquista” gregario el campesino andaluz que alzaba la hoz y la horquilla no podía ser Anarquista si antes no se había empapado de teoría. Al “anarquista” mimético no se le puede explicar que los “pioneros” no encontraron tradición alguna a la que adscribirse ¿A cuál se adhirieron Proudhon o Godwin?, ¿a cuál los Libertarios “pre-históricos” de Lao- Tsé o Faigny? Para el “anarquista” arribista sólo vale la “verdad colectiva”; la Individual puede ser sacrificada. El grupo, la mayoría. Siempre tiene razón; si discrepas sólo conseguirás ser “Un Enemigo del Pueblo”. Usan el “organízate y lucha” como una amenaza. “¿No te organizas, no te dejas absorber por el conglomerado? Entonces no eres un verdadero Anarquista”. Eso parecen decir.
La dinámica entonces parece estribar entre “organizados” y “desorganizados”, “formales” e “informales”, pero esto no es más que una falacia. ¿Puede alguien censurar a quien cree que es más productiva la actividad colectiva que la individual? ¿Es peor querer colaborar con un gran grupo que con uno pequeño? La militancia con colectivos mayestáticos no dista demasiado de la actividad grupúscular (la individual si guarda ciertas distancias, pero ese es otro tema). El círculo vicioso que aplasta la potestad Individual se da tanto en un caso como en otro. El sujeto es reprimido por la opinión de una mayoría cuantiosa o por la de una pírrica ¿acaso importa? Unos oprimen en pos de la ortodoxia y otros en pos de la “modernidad y renovación” ¿Qué diferencian hay en ello? El inexperto se acerca a estos grupúsculos con una bella sensibilidad y quizás con cuatro frases de Bakunin mal asimiladas; de repente, se le censuran los aspectos más estrambóticos de una conducta que él ni siquiera sabía que mantenía. Se deleitó en discutir un silogismo que no entendía y al rato se convirtió, para sus “nuevos compañeros”, en un “anarquista de salón”. “Basta de teorías anquilosadas le dicen”, y mientras Zerzan o Bonanno son cacareados aquí o allá, se olvidan de que los “amorfistas”, los “atomistas”, los “antiorganizzatore”, los “desorganizados”, ya habían expuesto opiniones anti-grupales, a través del acervo Individualista, desde hacía más de un siglo (y sin que tuvieran que dejarse babear por ningún “neo-marxista”). Se habla de “primitivismo” con el “sursum corda”, cuando Henri Zisly y los Individualistas llevaban mascándolo desde el XIX. Idea viejas con nuevos nombres, y la censura de siempre. Así se desenvuelve el “poseur”.
Quizás opte, ese joven al que antes hicimos referencia, por incrustarse en el Anarco sindicalismo. Embebido de 1936, seducidos por los libros que le hablan de la más grande Revolución Anarquista de la Historia, el pobre se dice: “he aquí mi palanca”. En cuanto el chico o la chica llegan al sindicato le cae el jarro de agua fría: otra vez es tonto. Le sueltan un soniquete ya sabido: “Hoy no es posible repetir el 19 de Julio del 36, las circunstancias son otras, el proletariado también, y hay que adaptarse al nuevo momento político-histórico”. Se le aducirá además que “hoy no hay la miseria de antes, el trabajador se ha hecho ‘comodón’ y es más difícil convencer a la gente”. El joven, si fuera perspicaz y un lector curioso, podrá espetarles: “¿Está más lejos ahora la Revolución que cuando un italiano reunió a un grupo reducido en Madrid? ¿Más complicada que cuando se recorría en pollino todos los cerros y secarrales difundiendo la ‘Idea’? ¿No existen hoy día carestía y crisis de subsistencia? ¿Acaso estoy ciego y es falsa la miseria que salpica mi ventana y mi televisión?”. Pero se callará y recibirá con dolor aquello de que “no puede confundirse Anarquismo con Anarco sindicalismo, pues no son lo mismo”. El joven, confuso, se preguntará, como nosotros “¿Es el sindicalismo el adjetivo del Anarquismo o es el Anarquismo el adjetivo del sindicalismo? ¿Quién adjetiva a quién?”.
Todo se le tornará claro cuando, precisamente por ser partidario de un sindicalismo entendido como Anarquismo, impugne la legalidad. Entonces las pléyades de abogados y manifestaciones legales le chocarán en la cara. Los “anarquistas” lo tomarán por un provocador, por un traidor, y a él le tocará doblar el palio.
La actitud dogmática, la frívola, la autoritaria, conviven sin dificultad en esta clase de “anarquista”. Todo convierte al Anarquismo en un agregado de algo: del grupo, de la post-modernidad, del sindicato. No puede el Anarquismo subordinar a estas figuras y herramientas; él debe claudicar.
Ante esta coyuntura todavía hay quien se extraña de los múltiples epítetos antagónicos que suelen acompañar al “Anarco”. La Autoridad ha desarmado a estos “anarquistas”. Puede que alguien, un individuo cerrado, inflexible, marcadamente autoritario, se haya adherido al Anarquismo por la fuerza que tiene el razonamiento “antigubernamental”. Así, este individuo, avasallador y sancionador, redució el Anarquismo al anti-estatismo. De tal modo, es posible que un buen día se le haya presentado un marxista que se dijera libertario, y puede que le hablara de lo imperativo del pragmatismo, de la gran relevancia que tiene el pensamiento unitario y rigurosamente estructurado. Este “anarquista” y aún otros, distintos a él pero también convencidos de que el Anarquismo es sólo oposición al Estado, se acomplejaron ante el fatuo cientifismo y la dialéctica férrea y encopetada (a la par que grosera). Por si les quedaba algún resquemor en su interior bastó que el marxista se reconociera opositor al Estado para que él, y su teoría, fueran ahora “libertarios”. Mientras se oponga al Estado “es de los nuestros”. Poco importa si la estructura social que propugna se basa en una férrea jerarquía, si la autoridad de los hombres “preparados” sigue superponiéndose a la voluntad de los “inaptos”, si su clasismo sigue relegando a los “sin-clase” (lumpen, así lo bautizaron) o al campesinado, si la Ciencia se vestirá, según sus deseos, de Religión y será la nueva “madre eterna”, poco importa si una férrea red de comités ocupa el lugar del Estado y reproduce sus funciones coactivas… Nada importa mientras se oponga al Estado.
Así se abre la vía de la Patria. El nacionalista toca a la puerta y el discurso del “anarquista” queda en agua de borrajas mientras este último se oponga al Estado. Se habla de las luchas nacionales bakunianas y se desoye su “todo patriotismo es un egoísmo en masa”. La cuestión de la Nación orbita y brilla con gran importancia, y mientras en ella no haya Estado todos se complacen en admirarla. Pero si el Individuo es inmolado ante la abstracción colectiva, si quien nace lo hace con una carta otorgada, si hemos de ser o de parecer tal y como agrada al lugar donde nos han arrojado al mundo, si hemos de estar sujetos a una “identidad innata”, si somos alumbrados con una cultura de serie y la Patria se hace mayestática, si persiste la Autoridad que supone estar condenado a ser absorbido por una postura general sin más prerrogativa que el nacimiento y la imposición educativa, si la Nación no puede reducirse a nuestros zapatos y tiene que aglutinar al Individuo hasta hacer de este pueblo, y del pueblo masa… Nada importa mientras no haya Estado.
En tal tesitura, tanto la Autoridad marxiana como la homicida abstracción “españa”, pueden ser libertarias con tan sólo oponerse al Estado.
¿Por qué nos extrañamos entonces de la cantidad de reaccionarios que deambulan con su A circulada? La caterva capitalista que se reclama Anarquista, son el producto descompuesto de esta circunstancia. Aquéllos que defienden el “homo homini lupus”, el “¡vae victis!”, el “struggle for life”, el dominio de un hombre sobre otro, el darwinismo social, la supeditación de la Voluntad a la abstracción dinero, la rendición del obrero al patrón, la sujeción del explotado ante el explotador, la represión para-policial, la subordinación de las necesidades a la potestad del propietario, quienes prohíben el libre acceso al consumo tratan de llamarse ahora “anarcas”… Porque mientras se opongan al Estado, aún ciegos de Autoridad, nada importa.
No obstante, parece que ante esta eventualidad muchos han reaccionado, aunque no sepan por qué. Saben que el Capital es opresivo, pero les desconcierta el pretendido antigubernamentalismo del que hablan los capitalistas. Aún no han captado que la Autoridad puede darse aun sin Estado (como puede darse aun sin capitalismo). La opresión genérica y racial, la tiranía nacional o la individual, la de la mayoría sobre el sujeto aislado o la del autarca sobre el pueblo, puede darse sin estructura de gobierno convencional.
Puede que los “anarquistas” abandonen las vías autoritarias antes de que les hablen de un “Dios Anarquista” y de misas alrededor de una bandera negra. Pero si aceptamos la autoridad del colectivo, la de las poses, la de cierto sindicalismo reformista, también la del individuo estrella, la del marxismo, la de la patria ¿cómo oponernos a una “religión anárquica”, a un “dogma de fe libertaria” o incluso a las aberraciones que van mutándose en el campo fascistoide?
Ésta es la opinión de quien no ha intentado sentar cátedra. Sin aseverar quien sigue el fantástico “manual” del “Anarquista correcto”, sólo constato que existen ese tipo de “anarquistas” que tratan de conciliar reformismo, sentido interno de la legalidad y autoridad con Anarquía. Y el problema no es que se ahoguen en su legalismo, su amarillismo y su cerrazón, sino que nos obligan a sojuzgarnos a los demás a la ortodoxia de turno (los trinos que dan el poder a las mayorías, a la retórica marxiana o la grandeza de la patria son los que pasan hoy por ortodoxia; en otro tiempo hubieran sido el detritus minoritario). No condeno aquí a los que tienen una voz moderada. Muchos son buenos compañeros, y su canto sosegado no asfixia su espíritu radical. Gente que como el Noi del Sucre, que pueden ser timoratos en las ideas pero estar dispuestos a disolver un mitin reaccionario a tiros. Yo hablo de los que disuelven el mitin de sus propios compañeros con una sola voz de reproche y desagrado. No hablo tampoco de quienes claman por una Patria unipersonal y un Dios privado, de quienes se delectan profundizando en los recovecos marxianos, o quienes buscan en las “nuevas tendencias” un reflejo de sí mismos; hablo de quienes condenan al hedonista al martirologio del “militante consciente” o de quienes hostigan al melancólico por no ser lo suficientemente “lúdico”. Hablo de quienes tratan de poner en connivencia sus prejuicios culturales, sexuales y étnicos con la “liberación humana” o de quienes imitando a un inflamado Nietzsche nos condenan a la ergástula por la vía de la “moral esclava”. Hablo de quienes estrangulan, en colectivos cerrados, toda la potencialidad que reside en la queja del Hereje.
Se quejaba Anselmo Lorenzo (así constata Manuel Buenacasa en la reseña que le dedicó al “abuelo”) que en este “mundillo” nuestro hay muchos rencores. Ojalá el rencor naciera y muriera con el rencoroso ¡Cuán bueno sería eso! El problema es que el rencoroso se inserta en una sensibilidad que desconoce, y trata de convertirla en escuela y de hacer del rencor Iglesia. Es a ese “anarquista”, al que lo es sólo de nombre (y que me perdonen los que disientan) y, quizás, por el beneplácito de la mayoría, al que le dedico todo el veneno de este humilde artículo.
Pero nada está perdido, el asunto no es tan grave. En posteriores artículos hablaremos de las virtudes del Anarquista (con mayúsculas), pero eso, por ahora, tendrá que esperar.
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Comentarios
¿pero esto que es?
Sólo he leido la mitad del artículo porque el estilo me parece un poco pedante. A falta de que en la segunda parte se explique mejor (espero que así sea) no se de que leches está hablando.
Joder, qué buen artículo ha quedado
Alucinado me he quedado de lo bien explicado que está. Qué importa que sea pedante, si es bueno.
Me parece un articulo que
Me parece un articulo que debe ser basto considerado.Soy Americano y agradezco a mis camaradas Españoles( que hoy piensan todavia) articulos como estos-
buena crítca
aunque no entiendo muy bien algunos términos(problema de código cultural, soy sudamericano) tengo que decir que es un artículo muy bien elaborado...estoy esperando la senguda parte.
me lo he pasado bien leyendo
me lo he pasado bien leyendo el articulo, esa ironia me agrada, tambien me agrada el repasito a muchos que se creen mejor que losdemas, dicho esto hay dos cosa que pienso se pueden mejorar ese pequeño tufillo de paternalismo hacia los jovenes que vienen pensando en que la utopia de no mas leones y corderos, y despues decir que el noi del sucre tenia ideas de timorato es no conocer ni su pensamiento ni su vida, que para si muchos de los que nos llamamos avanzados progresistas anarquistas radicales y los no va mas querriamos, dos apuntes de salvador que no el puigantic hijo de la burguesia y si bastante timorato sino del segui, fue miembro de un grupo de afinidad llamados els fils de puta el nombrecito ya indica por donde iban reindivicando el ser hijos de puta pues ante tanto hijo de santa anarkista o no ya indica que de timorato res como se dice en catalunya, otra perla su mujer primero fue su patrona era la mujer de un amigo que le habian alquilado una habitacion, ellos dos siguieron siendo amigos, amor libre del autentico o por lo menos ami me lo parece con todo el rollo que tenemos que vivir ahora de la violencisa de genero y la fidelidades y todas estas historias de sensatez, y para darnos cuenta de por donde estaban entonce en la vision de la anarkia por aquel entonces en barcelona la ciudad de la rosa del fuego, aun asi animo en tu busqueda de la manifestacion de anarkia. salud.
pedantea que algo queda...
pedantea que algo queda... el artículo es una basura individualista... apañados vamos entonces con estos superAnarquistas pontificadores
Sobre el penúltimo
Sobre el penúltimo comentario:
El “Noi del sucre” era un buen compañero; ahora bien, esto no quita que, lejos de las anécdotas, su pensamiento fuera conciliador y, en ocasiones, reformista. Su defensa de crear una CNT cada vez más “política” (más implicada en los asuntos “políticos nacionales”), de colaborar con la UGT y cosas similares, fue la semilla del futuro “treintismo”. Pestaña, por entonces amigo y a la vez adversario (representante de los sectores radicales), fue moderándose hasta sustituir la tendencia del Noi después de su muerte. Esto es un lugar común en la literatura Anarquista. Desde la biografía de Montseny (Mis primeros cuarenta años) hasta el Eco de los Pasos de Oliver. También Peirats, Santillán, Sanz y Alaiz se han prodigado en ello. Justamente tengo aquí un pasaje del Eco de los Pasos: “El proyecto de la Casa de los Sindicatos me olió un poco a reformismo. Y procediendo la iniciativa del Noi de Sucre, más. El concepto de reformismo en las luchas sociales era inseparable del concepto que teníamos sobre el Noi de Sucre aquellos que, como yo —Bandera Negra y los coros de la cárcel— nos iniciábamos entonces en la lucha. Pensábamos: si la UGT y el PSOE eran combatidos precisamente por reformistas, algo nos decía que el fondo reformista que latía en algunos miembros destacados del sindicalismo no hacía ningún bien a la Organización, y dejaba de hacerlo en las filas ugetistas, donde hubiera estado adecuadamente situado”.
Seguí defendía cierto posibilismo, y, en ocasiones,la “confraternización con la sindical hermana”. Esto es real. No obstante esto no es óbice para reconocer en Seguí al más inflamable orador de la CNT. Nada solapa (como nos recuerda el artículo) que mientras muchos “pieles rojas” vociferaban en su contra, él, como “pájaro carpintero”, cogía su star y disolvía a tiros un mitin reaccionario. Nos es posible soslayar que cuando se organizó una asamblea para poner en tela de juicio su “pedigrí anarquista” el gasto su turno, no en atacar, sino en exponer un ideal anárquico razonado y bien articulado.
No hace falta pelearse con el pasado. El Noi era “timorato” en las “ideas” (en su estrategia sindical) pero radical en los actos. Eso no desmiente que los “timoratos” de antes fueran más radicales que los “radicales” de ahora. De lo contrario no hubieran sido el objetivo predilecto de la patronal y su pistolerismo.
Termino con este otro fragmento del Eco de los Pasos: “Seguí era muy querido. Tenía muchos adversarios, aun dentro de nuestra Organización, cosa natural en un movimiento obrero que aglutinaba todas las tendencias ideológicas del socialismo no marxista. Pero en nuestra Organización se le respetaba y se le quería. No faltaban compañeros, como Picos, implacables oponentes de Seguí. Pero Picos era eso: Picos, un zapatero anarquista que vivía por y para ladrar al más destacado de los militantes, y puesto que era el Noi el más destacado, Picos ladraba más fuerte ante sus hechos y sus intenciones. Picos tuvo su reacción. Cuando mataron al Noi, Picos, preso en la Modelo de Barcelona, se tiró desde lo alto de la galería a la planta baja, muriendo en el acto. ¡Pobre Picos!”.
Salud.
Es un artículo que
Es un artículo que serviría para limpiar el aire casi tóxico que se respira en ciertos ambientes anarquistas.
Gracias
para el penultimo del
para el penultimo del penultimo, veo que se sigue con la injusticia de decir timorato en las ideas a segui, y para ello se apoya en el argumento de un escrito del eco de los pasos, un libro de memorias de garcia oliver, que fue colaboracionista en un gobierno hacindo de ministro de justicia menuda injusticia, pero vaya toda la gente que desde la fai colaboraron para que la cnt dejara de ser la confederacion para ser law organizacion son los que despues apoyan el que las ideas de segui sirvan para calificarlo de timorato, me causa risa , puede que ese posibilismo que se le acusa a segui fuese el que les indujiera a toda la corriente faista a colaborar con el gobierno es mas a ser gobierno, para muestra de como se podria entender el pensamiento de segui seria buscar sus escritos que los tiene y que yo resumiria en la frase que yo aprendi de el y que mas me agrada la anarkia la mas alta graduacion del pensamiento humano, por lo que los que para justificar criticas al anarkismo usais lafrase de timorato por sus ideas a segui os equivocais de plano o por lo menos a mi me lo parece, segui oriento a LA CNT y la llevo a ser un medio de accion de masas era un anarkista nada timorato ni en las ideas ni en la accion de su vida cotidiana, en cuanto a asociarlo a los treintistas pienso que esta fuera de lugare el era ya muerto, y no sabemos donde se hubiera puesto en el enfrentamiento de los fsistas y treintistas. me da un poco de pena que alguien que parece inteligente no sepa rectificar y reconozca que no estuvo muy acertado al decir que las ideas de segui le convierten en un timorato, pero bueno siempre es mas facil ver los fallos en los demas que tratar de rectificar los de uno mismo, quizas te ayudaria el ir a la fuente de las ideas de segui que son los escritos propios y no lo que dicen otros por muy ecos de los pasos y garcia que sean en los que te basas para decirle timorato a salvador segui, claro siempre es mas facil decir timorato a segui que tontito a durruti que tambien podrias haberlo hecho basandote en lo que pone en el libro de el eco de los pasos, pero eso no conviertiria a durruti en tonto como no convierte a segui en timorato que tu lo digas, nada mas salud y anarkia.
Para el último
Para el último:
Creo que no comprendes bien lo que significa “timorato” y lo tomas como un insulto. Timorato es moderado, conciliador, contemporizador, pactista, etc. Creo que estás muy enervado y peleas con un fantasma. Nadie ha hablado mal de Seguí, y el único que ha dado muestras de su compromiso libertario es el que suscribe. Lo que digo es que sus posturas, más politicistas y mediadoras, eran más moderadas, es decir “timoratas” (tal y como dice el autor del texto).
Se acusa (infundadamente) a Seguí de fundar los “jurados mixtos”. La realidad es que mantuvo una actitud pasiva ante ellos, porque las autoridades los había establecido como condición sine qua non para liberar a los compañeros presos. También se le reprocha posibilitar el final de la Huelga de la Canadiense, apangando el fuego y recomendado la vuelta al trabajo. A su vez es claro que, en nombre del Comité Nacional, firmó un pacto con UGT (en 1920), que no habían suscrito ninguna de las regionales (ni siquiera la Asturiana, partidaria incluso de la anexión). Esto no representa un ataque al compañero, sólo respaldo la utilización de un calificativo que me parece apropiado. Lo contrario, sería caer en la idolatría vasallesca. Si no podemos decirle a Oliver que era un megalomániaco (por cierto, el fragmento de El Eco de los Pasos sólo demuestra el sentir común que tenían de Seguí algunas adversarios, nada tiene que ver eso con la frágil credibilidad de Oliver. Si escogí ese libro es porque era “digerible”, pero veo que ha resultado indigesto) a Durruti indeciso (cuando se abstuvo en el pleno regional de locales y comarcales a los pocos días de la Revolución), y aún más a muchos otros, acabamos por convertirnos en marxistas (seguidores de una escuela fundada en un hombre). En adoradores de un gurú infalsable.
Se le tiene afecto a alguien cuando te atreves a discutir con él, y eres capaz de criticarlo. Lo contrario es miedo y mansedumbre. El propio Seguí, tan criticado en vida, le daría un pescozón a quien lo endiosara.
Hablas de sus ideas, pues bien a aquí tienes un fragmento por culpa del cual se le considera moderado, el llamado “Manifiesto Político” (de la Conferencia de Zaragoza de 1922, suscrito por él, Pestaña, Viadíu y Peiró [muchos autores ven en este manifiesto el primer paso para el posterior “treintismo”]): “[La CNT] siendo un organismo totalmente revolucionario que rechaza franca y expresamente la acción parlamentaria y colaboracionista con los partidos políticos, es a la vez integral y absolutamente política, puesto que su misión es la de conquistar sus derechos de revisión y fiscalización de todos los valores evolutivos de la vida nacional, y, a tal fin, su deber es la de ejercer la acción determinante por medio de la coacción derivada de los dispositivos y manifestaciones de fuerza de la CNT”. Esta frase fue aplaudida en Madrid (“por fin los anarquistas hacen política”) y costó horrores desdecirla y matizar su sentido. Hablando de “Política” mayúscula (de administración de la polis) y no del “arte de gobernar”.
Por otra parte, en Anarquismo y Sindicalismo (discurso pronunciado en la cárcel del Castillo de Mola, en 1920 [y del que tú has usado una frase]) el Noi ratifica esa visión de aplazamiento tan cara, en un futuro, al “treintismo”: “El sindicalismo es la base, la orientación económica del anarquismo. Digamos que es la concepción. La anarquía no es un ideal de realización inmediata. […] Hagamos otra afirmación referente al anarquismo, y es: que siendo la concepción ideal de la vida de las personas, no llegará a tener realización, porque es una perfección tal de pensamiento que por tenerla hace falta pasar por fases del definitivo. […] Admitiendo que el anarquismo, a través de los tiempos, pudiera ser una realidad, no dudéis que -antes- dará margen a la creación de otras concepciones y otras escuelas, nacidas, evidentemente, de la concepción primitiva de la Idea. El anarquismo no llegará a hacerse realidad en su verdadera filosofía. Sería tanto como definirlo y matarlo. Y eso, no. […] Es claro que el sindicalismo no es anarquismo. Pero sí que es una gradación del anarquismo”.
Este es el pragmatismo del que adolecía el Noi y que le hacía, sintiendo la Anarquía, postergarla al lejano rincón de las quimeras y de las utopías.
Peirats, en los Anarquistas en la crisis política española, da una reseña sobre su persona: “Salvador Seguí fue uno de los militantes más destacados de la etapa confederal que cerró la dictadura de Primo de Rivera. Su influencia entre los afiliados fue inmensa, pero no arrebatadora. La educación social del militante confederal hace a éste poco propicio a los arrebatos. En las organizaciones de masas los arrebatados suelen ser los líderes. Seguí tuvo que invocar todos sus recursos para no ser arrebatado por las multitudes y por ciertos grupos suicidas en el más gigantesco de sus discursos, en una plaza de toros de Barcelona, cuando la crisis de La Canadiense (1919)”. Y aclara después que la acusación, post mortem, sobre sus intenciones de fundar un partido político es completamente infundada (es más, una maledicencia perversa).
Sin embargo, eso no silencia las palabras de Federico Urales que reprocha a Seguí ser el fundador del término “posibilismo libertario” (aun cuando ya había sido usado por Brousse en Francia). Según Urales (en un artículo llamado “Posibilismo libertario”, en Cultura y Acción, 1923, y después en La Revista Blanca, 1924), Seguí, entre 1922 y principios de 1923, había utilizado dicho nombre para justificar la colaboración que los militantes de la CNT (los individuos, no la organización) deberían prestar a los partidos republicanos (a fin de derrocar a la monarquía) hablando incluso de aceptar “un mínimo de gobierno”.
Pero bueno, no hace falta ahondar más en el tema, pues la bibliografía es amplia. Vuélvase a repetir que el Noi, siendo moderado, era más radical que muchos “pieles rojas” de hoy. No obstante, no reconocer sus defectos, así como sus virtudes, nos hace alejarnos del compañero y acercarnos al tótem. Es dejarlo como carnada de oportunistas y reformistas confesos. Mejor que eso será decir lo que nos gusta y lo que no, que al Noi nunca le hicieron falta palmeros.
Salud.
P.D: Sobra aclarar que esa imagen que has dibujado del hombre prominente “que orienta a la masas obreras hacia la acción” es un retrato muy poco anárquico.
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