Sus artículos

Supongo que habréis visto en alguna ocasión alguna máquina de efectos. Son prototipos que una vez se ponen en marcha van tirando fichas de dominó, desplazando bolas, abriendo puertas, encendiendo secadores de pelo... Hasta que se llega al punto final en el que algo vuela, se cae o se desintegra. La televisión las ha popularizado en algún programa, y mucha gente se dedica a construirlas por distracción, sin pensar en su contenido simbólico y en lo profundo de su planteamiento.

Uno de los agentes que tengo destacados en diversos países latinoamericanos, con vistas a evitar terremotos e invasiones de marines, me envía esta carta.
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Camarada Acratosaurio, amor mío, no sé por dónde empezar.

Este es el problema: Dado que hay principios en la base del anarquismo, ¿han de llevarse a cabo en todo momento y situación por parte de los anarquistas trinitarios? La respuesta es que sí, que los principios han de ser llevados a cabo hasta el final, en todo momento, en todo lugar, a rajatabla, por increíbles que puedan ser los sufrimientos. Estos principios elementales deberán ser inscritos en un libro de actas con tapas hechas en plomo y hojas de granito, de cara a su debida conservación en un congelador atómico.

Recibo varias consultas que giran en torno al tema de cómo rellenar solicitudes y lo absurdas que son. Pepa pide su historia clínica en un hospital de San Juan de Dios, y le preguntan si a) no puede desplazarse b) es menor de edad c) carece de recursos d) tiene empleo fijo. No se encuentra encuadrada en ninguno de los casos. Rocío me dice que se ha pasado dos años preparando trescientos siete informes para lograr un ascenso en Telefónica, y la han tumbado por haber hecho la solicitud en el apartado "homologación", y no en el de "acceso".

Recibo severas críticas en torno a mi posición ideológica que algunos lectores consideran…, “posmoderna”. Al parecer eso de que diga que no hay ideas por las que merezca morir o ir a la cárcel, no les entra en sus entendederas. Pero eso es porque no conocen las ideas por las que merece la pena hacer algo, tal vez tomar un café, estrangular a un hijo de jincalaperra, o lo que sea.

Una vez demostrado que no existe idea por la que merezca la pena morirse, me pregunta un anónimo/a (1) si existen ideas por las que merezca la pena ir a la cárcel. Mi respuesta es, igualmente, que no. El himno del anarquismo trinitario deja bien claro que “el bien más preciado es la libertad”, y en la cárcel se pierde bastante libertad. Así que siendo la libertad la base del materialismo circular (y el bien más preciado), no merece la pena perder la poca libertad que se tiene, para pasar una temporada (o lo que queda de vida) en la cárcel.

¿Hay ideas por las que merece la pena morir? Esta es la duda que se plantean montones de jóvenes que andan por ahí revoloteando. Yo digo que no. Primero, ¿esas ideas quién las ha inventado? Normalmente gente que ha vivido muuuucho tiempo. Los inventores de ideas suelen ser gente longeva, de largas barbas blancas, que se rodean de montones de jóvenes a los que dan las instrucciones para que maten y mueran. Fijaros bien: los que inventaron las ideas, no suelen morir por ellas. Es más, si mueren en el potro es porque se despistaron y ¡plaf!, muertos.

Este misterio es puesto ante nuestras narices por un chaval que tiene que hacer un trabajo de recuperación de 3º de ESO, sobre el sistema democrático en sociales. Se llama Javier. Pregunta el muchacho que por qué siempre salen victoriosos los partidos que todo el mundo sabe que van a ganar, y no surgen otras opciones más simpáticas a las que dar la oportunidad de cambiarlo todo.

Pues la gente vota en las elecciones de manera mayoritaria a los partidos que van a ganar, porque quienes votan no gustan de perder.

Una alumna me plantea la siguiente e interesante cuestión:

Preguntan en el tema anterior (prácticas de educación social en prisión http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/12447), que cómo pudieron los presos dar las prácticas de autoescuela si allí no había sitio. El acratosaurio os transcribe el párrafo de la trabajadora en el que comenta cómo lo hizo. Tiene que quedar claro que todo cuanto cuenta el acratosaurio en su consultorio, es la pura verdad. Antes de comentar las cartas que recibo, verifico la veracidad de los hechos.

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