El facherío se echa a la calle. La izquierda estudia el problema.


Dibujo de Pedro Vera

No os habrán pasado desapercibidas las bizarras protestas del facherío de derechas, exigiendo la libertad y el fin del confinamiento a que nos somete el Gobierno por nuestro bien. Los comentarios en la izquierda les tildan de ricos, irresponsables y egoístas. 

Bueno, por supuesto, los ricos aprovechan los errores del Gobierno para meter ruido y reivindicar. Nunca un rico se queda atrás en eso de la protesta y la reivindicación.

La cuestión es que el Gobierno, de izquierdas, comete errores. El vicepresidente tercero de lo social, en una entrevista de ayer reconocía que ante la pandemia habían actuado tarde, y que eso le pasó a todos los gobiernos (tontos). Añadiendo que cuando actuaron (tarde), tomaron las medidas más restrictivas de Europa (pa compensar la tardanza) (1).

Y las tomaron, sin compasión, dejando con el culo al aire, en primer lugar a las familias de los trabajadores y trabajadoras sumergidos. Lo que en la jerga llaman las clases cultas "el lumpen". 

En lo inmediato, en el día a día, estos diez millones personas dejaron de tener comida en menos de una semana. Y se les quitó la posibilidad de salir a la calle a buscarse la vida. Un desastre. ¿Quién es el responsable? Por supuesto, el Gobierno. También rico, irresponsable y egoísta.

¿Y quienes dieron respuesta inmediata a esta barbaridad? Fueron las voluntarias y algún que otro voluntario, quienes han dado la cara solicitando donaciones y alimentos a través de grupos de apoyo mutuo que han surgido por todas partes. Son ellas: quienes han evitado que la pandemia se convierta en hambruna; quienes han llevado alimentos a ancianos que no se podían ni mover de las casas; quienes han tranquilizado y acompañado (y sin contagiarlos) a esas personas mayores muertas de miedo. Y lo han hecho rompiéndose los brazos y las rodillas, subiendo escaleras, pegando sablazos por doquier, dando la brasa a comerciantes y a la gente que sale de las tiendas para que dejen arroz, garbanzos, aceite, cosiendo mascarillas… La gente de organizaciones de barrio, parroquias, organizaciones obreras, grupos de apoyo, esas personas que se ayudan entre sí y que evitan la debacle, no le deben nada al Gobierno. 

Supongamos que dentro de unos meses, a medida que la crisis se afiance, se agudicen las contradicciones, y se incrementen las necesidades básicas, hay un estallido y ese lumpen que come (horror) todos los días, se lanza a la calle, como solo él sabe hacerlo en los momentos heroicos, levantando barricadas, quemando coches, ocupando espacios, asaltando supermercados. Sabemos cuál será la respuesta del Gobierno, en este caso de izquierdas: la represión. Y también sabemos los anarquistas, cuál será la explicación de la izquierda: que las manifestaciones o son de fascistas y ricachones, o son de un lumpen que es pagado y movido por los fascistas. Dirán cualquier barbaridad, para justificarse y mantenerse en el poder. Y los fans de los diversos partidos, intentarán acallar la disidencia con insultos y descalificaciones, recordarán las caceroladas del barrio de Salamanca, y buscarán con ahínco la bandera facha, letal, para demostrar más allá de toda duda, que ellos tienen que seguir mandando.

Anarquistas, aún hay mucho campo que arar.

NOTA

(1) https://www.20minutos.es/noticia/4260702/0/iglesias-admite-que-no-fueron-capaces-de-dimensionar-la-crisis-y-le-hubiera-gustado-haber-actuado-antes/

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