La disciplina social o la irreverencia moral.

La disciplina social o la irreverencia moral.

 

es la vida, y no la ciencia, la que crea la vida ; la actividad espontánea del pueblo mismo es la única capaz de crear la libertad. Sería, indudablemente, un caso muy feliz, si la ciencia pudiera desde ya alumbrar la marcha espontánea de la humanidad hacia su liberación. Pero es preferible la ausencia de luz, antes que una luz vacilante e incierta. que lo único que hace es confundir a los que la siguen. "

M.Bakunin

 

Desde que empezó el culebrón del Covid-19 me he estado fijando en el reaccionar de la gente y en como han asumido todo el tema. Nada difícil puesto que esto ha hecho que se detenga todo lo demás, ya no hay preocupaciones de otro tipo y por lo tanto toda conversación, toda información, todo escrito, análisis o contenido multimedia gira entorno al susodicho virus. Y aquí estoy yo para continuar con la matraca.

 

A través de ese primario y, no voy a negarlo, bastante superficial análisis, he visto que hay dos grandes grupos que engloban las personas en esta nuestra sociedad:

 

1-los que acatan y exigen acatar sin peros todo cuanto dicta la autoridad compuesta por gobernantes y expertos.
2-los que discrepan y piden medidas mas drásticas (estos dan más miedo que el virus).

 

No son grupos estancos, muchos se mueven entre uno u otro, y gran parte reaccionan dando la razón si se relativiza y se quita seriedad a la situación, aunque al poco vuelven a la casilla de salida defendiendo con vehemencia su posición, sin cuestionarse ni el cómo ni el porqué de las medidas ni las causas futuras que de ellas se deriven.

 

La verdad es que ambos grupos son muy similares, se mueven por el miedo y se dejan llevar hacia un egocentrismo de salvar el culo. Ver esto me ha llevado al pensamiento de una terrible realidad: somos tremendamente frágiles y manipulables. A la mínima muestra de peligro nos replegamos sobre nosotras mismas y aceptamos sumisa y mansamente cuantas medidas draconianas nos impongan, o lo que es peor, exigimos ir aún más allá añadiéndole no pocas dosis de paranoias propias de una película.

 

¿Qué no lograrán hacer ante población tan mansa y sumisa?¿Qué no podrán implantar con el tiempo si sacrificamos tanto tan fácilmente y sin cuestionar en pro de la seguridad?

No pretendo yo aquí hacer un llamamiento a no tomar las medidas oportunas para no enfermar, no, aunque si me gustaría hacerlo al espíritu critico y a como mínimo cuestionarnos las medidas, aunque después las aceptemos. Mi idea sobre esto va mas allá y es que desde hace tiempo da la sensación que vamos hacia un mundo cada vez mas autoritario en nombre de la ciencia y la razón bajo pretextos como la crisis climática.

 

Como muestra dos ejemplos de estos días que creo que reflejan a ambos grupos.

Por un lado, el presidente Pedro Sanchez avaló todas las medidas tomadas en base a que eran recomendaciones de expertos. Eso solo ya les dio autoridad y se convirtieron en incuestionables. No hubo, ni ha habido, ni habrá más explicaciones ni razones porqué no se consideran necesarias, se coge la opinión del “experto” y se alza al nivel de verdad absoluta.

No es el único caso en el que pasa esto, "los expertos recomiendan que..." es una frase que cada vez escuchamos más, en cada crisis financiera, emergencia sanitaria, en cada temporal... porqué existe la idea de que a un “experto”nadie le cuestiona y esto se quiere reforzar (como si el resto de mortales no fuésemos capaces de medir el peligro). Además esa recomendación suele ir aparejada de sanciones si se incumple, con lo cual deja de ser un simple consejo. Pero el caso es el efecto que tiene sobre nosotras la opinión del experto, disciplina social no es un eufemismo de solidaridad como nos quieren hacer creer, lo es de obediencia total y absoluta.

 

Y por otro lado tenemos el de una conocida exdiputada en el parlament de Catalunya por la CUP, que quedaría enmarcado dentro del segundo grupo, que esta semana pasada comparaba China con Dinamarca, donde también han confinado a la población, y alegaba que eso demuestra que China no es una dictadura pues las mismas medidas se han tomado en el país nórdico. Según ella estas medidas funcionan bien en estos sitios porqué la población tiene más conciencia social que aquí. Eso es una falacia que cualquier persona no ciega (mentalmente) podrá ver si se fija un poco, no expondré aquí el porqué, y que solo una persona antagonista de cualquier idea de libertad y fraternidad humana como ella podría esgrimir. Si en esos países son capaces de decretar un confinamiento total de buenas a primeras y la gente lo acata sin demasiados contratiempos no es por responsabilidad, si no por sumisión y mansedumbre y ser una sociedades acostumbradas a la obediencia jerárquica. Seguramente la sociedad danesa y la china tienen más en común de lo que cabría suponer (como pasó entre los alemanes y los japoneses en la IIGM), y ambas son terriblemente dóciles al mínimo indicio de peligro.

 

Yo por mi parte prefiero mil veces nuestra sociedad caótica y recelosa a cualquier dictado de verdades absolutas, irreverente e irresponsable ante el orden, esa que cuando le dicen “ojo que eso es arriesgado” corre el riesgo. Prefiero mil veces al anciano de Igualada que al preguntarle una periodista qué hacía en la calle ante tal situación respondió "de algo hay que morir" que a los dos panolis expuestos más arriba, porqué eso en realidad son ganas de vivir, es entender que hay vidas que no vale la pena vivirlas y una es la de la dictadura del hombre de ciencia y sus dosis de miedo. No, yo no quiero vivir en una sociedad de mentes cuadriculadas, es indiferente si bajo la forma de una dictadura brutal y genocida como la china, o bajo una democracia hipócrita y falaz como la danesa, disciplinadas al nivel de militarización pero frías, solitarias y antipáticas.

 

Y es que cuando profundizo en el análisis me alegra comprobar que en muchos casos las ideas que sustentan esos dos grupos, que al fin y al cabo son las mismas, se resquebrajan y realmente solo las defienden como suyas analistas, políticos, expertos y periodistas que se lo miran desde su torre de marfil. Son estos los que están fomentando el miedo y la desunión, ayudados por los estratos más acomodados de la sociedad que a la vez han sido los primeros en entrar en pánico. Aún así esto representa un serio problema, pues son quienes sustentan el poder de comunicación e información (entre tantos otros) y por lo tanto tienen la capacidad de generar opinión y extender miedos y temores, llevándonos así hacia una sociedad que acepte cualquier receta autoritaria con asombrosa pasividad.

 

Por suerte hay un tercer grupo, pequeño, cada vez mas reducido y acallado por la estridencia a veces violenta de los otros dos, que se cuestiona las cosas, movidos a veces por interés propio pero también por pura solidaridad, que se preguntan ¿de qué vamos a vivir si todo se para? ¿Cómo pagaremos el alquiler? ¿Qué ocurre con las personas presas? ¿Y con quien vive en la calle?

Es importante fomentar todo este tipo de preguntas porqué demuestran la fragilidad, no solo del sistema en el que vivimos sino la de nosotras mismas, que ante el más mínimo peligro nos hayamos desamparados, pero a la vez hay que darles respuesta, de lo contrario lo harán los del segundo grupo por sus vías autoritarias, dictatoriales y asesinas.

 

Tanto los virus como la emergencia climática son bien reales. Ante esto yo quiero plantear una cosa ¿alguien duda que una sociedad comunista, erigida sobre el bienestar y las necesidades individuales y colectivas estaría infinitamente más preparada para hacer frente a cualquiera de estos problemas? La disyuntiva que se nos plantea en las próximas décadas cada vez está mas clara. El hombre financiero, la sociedad de la lógica comercial y del beneficio, del crecimiento ilimitado, está condenada a acabar bien por sustitución bien porqué nos vayamos definitivamente al carajo. Y en la sustitución, o nos vamos hacia la dictadura tecnófila y científica, esa que tristemente tanto gusta a algunos marxistas cortos de miras y aún más en análisis, o nos vamos hacia la comunista, fraternal, libre e igualitaria. En nuestras manos está.

 

Salut!

 

Uno del charco.

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