[EEUU] Crisis de los opioides o cómo la desesperación de los blancos amenaza a la gente de color

Por @IGD_News. Traducción Alasbarricadas.

En el discurso americano predominante, los blancos siempre son los protagonistas. Sus problemas y dilemas, placeres y dolores, son tratados como la principal preocupación de todo el mundo. Incluso si no formas parte de esta narrativa, estás obligado a tenerla en cuenta. Mientras que a nosotros como anarquistas nos gustaría vivir en un mundo en el que ningún personaje fuera una caricatura, en el que la gente no estuviera dividida por la raza y valorara positivamente nuestras diferencias, estamos también obligados a prestar atención a los problemas de los blancos porque, en su dolor, suelen arremeter contra aquellos que perciben como enemigos. La crisis de los opioides1 es un ejemplo perfecto.


Fox News: La crisis de los opioides declarada crisis nacional.

En una entrevista en la National Public Radio, la autora Margaret Talbot describe una escena que presenció en un entrenamiento de softball en West Virginia:

"Había un montón de chicas de secundaria sentadas en el suelo, consolándose entre ellas y llorando, había dos niños pequeños corriendo alrededor llorando y gritando, y habia un monton de adultos intentando ayudarlas y acompañarlas fuera de la escena porque dos padres que habían ido a ver el entrenamiento, un hombre y una mujer, habian tomado simultaneamente una sobredosis y estaban tumbados en el suelo a unos dos metros necesitando claramente ser atendidos de urgencia. Sus dos niños pequeños que habían venido con ellos estaban intentando que se levantaran. Entonces Michael y su colega fue capaces de reanimar a los padres usando Narcan, que es el antídoto para las sobredosis de opioides —los anula. Pero, como ocurre cada vez más a menudo, fueron necesarias varias dosis para reanimarles porque probablemente habrían tomado heroina cortada con algo más potente, posiblemente fentanil. Y así fue esta escena presenciada por mucha gente en esta comunidad que estaba en este entrenamiento de softball durante una tarde de marzo."

Algunos de esos testigos adultos, dice Talbot, animaban a los sanitarios a dejar morir a los padres. Esta deshumanización es escandalosa, y el porqué los protagonistas de esta historia estan intentando colocarse no es ningún misterio. En los tiempos que corren muy poca gente siente que sus vidas valgan para algo, sufrir un estres de baja intensidad por cuestiones económicas, la familia, las relaciones sentimentales, fobia social, salud y trabajo, es una constante en la vida de todos. La pobreza es solo ocasionalmente dramática o disfrutable; mayormente, es demoledormente aburrida y estresante. Si te están recetando medicación para los dolores debido a una lesión o problema crónico, la euforia y la sensación de flotar puede ser lo mejor que hayas sentido en años. Así es como la mayoria de la gente empieza ahora en su adicción a los opioides.

 

En los 1990s, los doctores de Estados Unidos estaban reconsiderando sus creencias sobre el dolor. Reconociendo el peaje que el dolor constante de baja intensidad puede tomar en el cuerpo —similar al efecto de la pobreza en el estado de ánimo— los médicos empezaron a recetar medicación contra el dolor más alegremente, creyendo que la ausencia de dolor podría acelerar la recuperación, aparte de ser una bendición en sí misma. Las farmacéuticas dijeron a los médicos que sus nuevos fármacos contra el dolor no parecía que fuesen a ser adictivos.

 

Esta afirmación es verdadera para algunos: Ciertas personas pueden tomar opioides durante un par de días después de la operación, y después cambiar a medicinas sin receta sin ningún esfuerzo. Pero los opioides afectan a los cerebros de otras personas de manera diferente: Experiencian un intenso placer y comfort, y después de un par de semanas de uso, dejar la medicación puede ser funesto. Así que la gente sigue yendo a por más —e incluso había conversaciones sobre qué doctores recetarían libremente fármacos contra el dolor. Algunas de estos establecimientos eran las "granjas de pastillas" [pill farms] frecuentemente denunciadas en los medios de comunicación y defendidas con cínicos argumentos; otros simplemente confiaban en sus pacientes. El dolor es dolor, razonaban los doctores, y la adicción no es un pecado: ¿Es realmente tan malo recetar a la gente lo que necesita para sentirse bien en este mundo? ¿Qué diferencia hay entre el Adderall y el speed, entre el Oxycontin y la heroína? Sólo la legalidad. Para la gente que no está cómoda pensando en sí misma como delincuentes, parece más sencillo exagerar en la consulta del médico que comprar heroína en la esquina.

Según se corría la voz sobre la accesibilidad de estas pastillas de opioides, los traficantes de heroína vieron su mercado tambalearse. Los cárteles de Mexico, Guatemala y otros países tomaron nota, y empezaron a  producir heroína tan pura que podía cortarse mucho más, produciendo una cantidad mayor de producto que podía venderse más barato. También empezaron a cortarla con díferentes productos químicos, lo que la hizo mucho más potente y potencialmente mortífera. Por supuesto, cortar heroína para vender en el mercado negro no es una ciencia exacta.

Cuando el gobierno empezó finalmente a endurecer las regulaciones para recetar opioides y a hacer redadas en las "granjas de pastillas", millones de adictos se dejaron de lado en su desesperación y por último cayeron en las drogas explícitamente ilegales, que eran ahora mucho más asequibbles que nunca —y mucho más peligrosas. Mientras que los porcentajes de adicción a la heroina y los opioides no son realmente tan altos como lo fueron antes, el porcentaje de gente muriendo de sobredosis se ha disparado. Las dosis que la gente está acostumbrada a tomar pueden ser unas cinco veces más potentes que antaño. Seguramente nadie quiere colocarse en el entrenamiento de fútbol de sus hijos: lo que quieren es sentirse normales en lugar de con un deseo voraz de meterse un chute; símplemente ser capaces de animar a sus hijos; entonces es cuando se meten un chute al llegar... pero a veces, en vez de permitirles funcionar, la drogaa los deja inconscientes.


La cara de la de la desesparación blanca: Algunas de las personas fallecidas en la reciente epidemia de sobredosis.

Es obvio que la crisis está recibiendo una cobertura muy diferente a la que recibió la epidemia de crack de los 1990s o la epidemia de heroína que la precedió en las comunidades negras. Esas olas de consumo de drogas se convirtieron en el pretexto para la encarcelación masiva, el establecimiento de sentencias mínimas obligatorias para cada delito, leyes de reincidencia, identificaciones raciales y escuelas militarizadas, todas estas medidas pusieron una desproporcionada población negra y marrón en prisión, inhabilitando el derecho a voto e impidendo encontrar trabajo una vez salieran. Todos estos ex-convictos son por tanto incapaces de ejercer la más mínima influencia en las políticas del gobierno que los encarcelaron por los medios tradicionales de votar, montar grupos de presión o llegar a acuerdos. Están obligados a saltarse la ley para sobrevivir, lo que significa volver a prisión.

Una persona cínica podría especular que no es una coincidencia que las leyes sobre las drogas están siendo reformadas precisamente cuando la gente blanca está experimentando esta crisis. La gente blanca siempre ha tomado drogas, por supuesto, pero sólo ha sido recientemente cuando se ha considerado un problema importante. Aunque en 2015 murieron de sobredosis unas 33.000 personas, ésto no parece tener su correspondiente ola de represión dirigida a este segmento de la población. Los sentimientos progre hacia la epidemia son de inmensa tristeza y de sensación de pérdida, como si estuvieran supervisando el daño causado por un huracán —algo que no se puede controlar. Los conservadores, como siempre, tienen muchos juicios que ofrecer: Los adictos deben ser tratados como basura, juzgados por las miserian que debe haberles empujado a consumir. Pero hay un segundo motivo para la rabia: Ambos empobrecieron a los miembros de las comunidades blancas y los políticos que estas eligieron buscan otra gente a la que echar la culpa.


Antes (Epidemia de crack): —¡Encerradlos y tirad la llave al mar!

Después (Crisis de opioides): —Espera,... ¿Gente blanca muriendo? ¡Construid más centros de tratamiento! ¡Despedid a los doctores! ¡Demandad a las grandes farmacéuticas!

No es sorpresa quién es el chivo expiatorio. La gente negra y marrón siempre ha sido acusada del dolor de los blancos. Vuelven a aparecer las mismas, viejas y cansinas narrativas: Estas drogas vienen del sur de la frontera, están quitándonos nuestros trabajos, su falta de civismo está destrozando nuestras comunidades. El recuerdo de la gente blanca de cuando sus ciudades tenían industria, trabajos para la gente de clase baja que supuestamente prometía una posible salida a la pobreza o por lo menos permitirles ser pobres de una manera estable. Poca gente blanca, sin embargo, se ha convertido a las políticas radicales en respuesta a la desindustralizacion, la mayor parte de las comunidades blancas que se beneficiaron de la expansión de los tratamientos con drogas votaron por Trump, que prometió eliminarar el Obamacare. Esto no son "completamente" malas noticias, ya que sugiere que la gente no puede ser fácilmente satisfecha, quiere algo completamente diferente, no solo reducción del daño; pero es perturbador, a la vista de cómo la presidencia de Trump parece continuar afectando a la gente negra y marrón.

Todo esto se percibe como una rutina deprimente por cualquiera que haya estado prestando atención al arco dominante de la historia de los Estados Unidos. Irónicamente, lejos de ser responsables del problema, muchos de los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos están huyendo de la violencia que los cárteles que producen estas drogas, financiados por los ciudadanos estadounidenses que consumen su mercanía; no por que los mexicanos y demás inmigrantes centroamericanos huyan de las zonas en las que están controlados.


Por supuesto, las drogas vienen directamente de Mexico hasta Dakota del Norte. Los mexicanos tienen la culpa.

Mucha gente negra en los 70s y 80s luchó contra el acoso policial, por la autodeterminación negra y el apoyo de la comunidad a la recuperación de la adicción a las drogas —y a veces, desafortunadamente, por penas más duras y más acoso policial para los adictos predominantemente negros. En contraste, la gente blanca es menos proclive a responsabilizarse de pedir cambios en estas líneas. Los autodenominados hijos de la América blanca sienten que les han robado su derecho de nacimiento, y la quieren recuperar de sus hermanos negros, marrones, inmigrantes y extranjeros... sin considerar jamás que podrían ser sus padres a quienes hay que echar la culpa. Algunos blancos reconocen que cambiar su propio comportamiento es parte de la solución a sus problemas sociales, pero muchos de ellos, como los "Proud Boys"2 apuntan a hacerlo sólo para glorificar y renovar los fundamentos misógenos y racistas de la "Civilización occidental".

Esto no deja de ser irónico, ya que esas mismas divisiones raciales son también las responsables de evitar que los trabajadores blancos hagan causa común con otros para levantarse por sí mismos contra las causas de su sufrimiento. La desindustrialización está pegando fuerte en las comunidades blancas ahora de la misma manera que lo hizo con las comunidades negras en los 1980s, trayendo consigo la adicción y despesperación familiar a más grupos específicos. Mientras que los fascistas buscan atribuir el sufrimiento de la gente blanca a la gente de color en una especie de conspiración judía, el problema fundamental es obviamente el capitalismo. Los imperativos del mercado hacen que los camellos y los cárteles busquen el beneficio a toda costa, igual que recompensan a las corporaciones industriales que llevan sus instalaciones de producción al extranjero o remplazan trabajadores humanos por máquinas. Es el capitalismo el que ha roto nuestras comunidades, obligándonos a buscar trabajos de un lado para otro a lo largo del continente, mientras las compañías arrasan el mundo natural del que dependemos para vivir. Para defendernos de la embestida, tenemos que unirnos por encima de cualquier tipo de identidad, identificándonos con los demás incluso por encima de brechas de privilegios y luchar por abolir los privilegios y el capitalismo por completo. Una de las razones principales por las que el concepto de raza se inventó fue para dividir los intereses de todos aquellos que están sufriendo la desigualdad y las desgracias impuestas por el capitalismo.

Hay otra salida. En su libro In The Realm of Hungry Ghosts ("En el reino de los fantasmas hambrientos"), el doctor Gabor Mate revisa estudios hechos sobre ratas que alumbran una solución alternativa a los dilemas de la América Blanca. Mate describe cómo los investigadores convirtieron ratas en adictas a la cocaína. Predeciblemente, las ratas vuelven a por más cocaina regularmente, incluso fervorosamente. Pero cuando a las ratas se les sacó de un entorno solitario y el ambiente clínico y fueron llevadas a un entorno en los que podían encontrarse con otras ratas y realizar actividades más interesantes, las ratas, aunque seguían siendo adictas, estaban mucho menos interesadas en la cocaína que anteriormente.

Las personas no son ratas, y la cocaina no son opioides, pero las conclusiones son suficientemente claras. Para acabar con el problema de las adicciones dañinas en nuestra sociedad, tenemos que hacer nuestro mundo habitable. Esto es también un modo de entender el proyecto anarquista.


Graffiti en Montreal: "Descansen en paz todas las buenas personas cuyas vidas fueran robadas por cualquier tipo de sobredosis. Nos acordamos de vosotras, os echamos de menos, os amamos cada vez más según pasa el tiempo, hasta que nos reunamos de nuevo".

"Es el Lower East End (un barrio) de la droga. Coste de muertes por Fentanyl. En el año 2016, ¡656 fallecidas! Perdón, en realidad 755 hasta el día de hoy. Más de dos muertes al día. —Fuera de control —.

Como anarquistas, aspiramos a luchar contra las causas de la infelicidad y la pobreza, a contrarrestrar las estrategias que nuestros opresores emplean para drenarnos de recursos emocionales y materiales que puedan ser empleados fuera de su mercado. Aspiramos a acabar con la destrucción de nuestro mundo, de nuestras relaciones y capacidad de compartir. Si amamos a las personas que están sufriendo la adicción a las drogas independientemente de su raza, debemos hacer del mundo un lugar más habitable. Creemos un mundo donde nadie quiera escapar, en la que la idea de una droga que nos haga sentir menos vivos —o un teléfono móvil o un videojuego o cualquier otro producto— sea evidentemente indeseable.

 

Esto implica mantener proyectos cooperativos para apoyar a todos aquellos luchando por liberarse a sí mismos de la adicción, incluso Alcoholicos Anonimos fue fundada por gente que leyó al anarquista Piotr Koprotkin para aprender cómo los grupos basados en la organización horizontal y el apoyo mutuo podrían dirigir sus necesidades conjuntamente. Pero también implica atacar los fundamentos de la autoridad en esta sociedad. Cuando luchamos contra el poder que el capitalismo y el estado poseen actualmente para condicionar todas las posibilidades de nuestras vidas, también estamos luchando contra las causas de la adicción, el racismo y la desesperación.

Parte de esta iniciativa es rechazar que la gente blanca le eche la culpa a otra gente arruinada por sus dificultades. Tenemos que mostrar claramente quién es el enemigo y crear vías para encontrar afinidad y solidaridad por encima de ideas raciales, y mostrando a la vez el tipo de actividad que se necesitará para resolver nuestros problemas compartidos. Debemos rechazar la búsqueda de chivos expiatorios, y simultáneamente resistir el deseo de tratar a colectivos de gente como monstruos: incluso aquellos que buscan chivos expiatorios. Las divisiones que el racismo impone en nuestras comunidades también son responsables de gran parte del sufrimiento que la gente blanca experimenta —todo el mundo debe participar en abolir el supremacismo blanco y las instituciones que dependen de él para mantener su influencia. Debemos introducir una tensión anarquista en todas estas luchas por la supervivencia.

Cuando imaginamos esta tarea a escala global, parece casi imposible. Afortunadamente, se puede descomponer en etapas más pequeñas cada día.


Por un mundo sin desesperación ni las desigualdades de poder que la causan.

  • 1. N de los T: Los opioides son sustancias sintéticas, mientras que los opiáceos son sustancias con los alcaloides naturales del opio (morfina y codeína) o semi-sintéticos (heroína y oxicodona).
  • 2. Grupo ultraderechista asociado a la alt-right que ha organizado y participado en marchas fascistas y ataques a actividades de izquierda e indigenistas.
Enlaces relacionados / Fuente: 
https://itsgoingdown.org/opioid-crisis-white-despair-poses-threat-people-color/
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