Entrevista a Rafael Cid, escritor y periodista: “La democracia o es directa, o no es democracia”

“Cuando los de bajo, la mayoría social, delegan en unos pocos, en una élite, se instaura el gobierno de la oligarquía”

“La crítica del montaje electoral no significa la ponderación del abstencionismo sin más”

Periodista y analista político. Fue jefe de redacción de la revista “Cambio 16” y miembro del equipo de investigación del diario “El País”. Premio Ortega y Gasset de periodismo. En la actualidad escribe en diferentes medios alternativos ligados a los movimientos sociales y al activismo ciudadano.

Conferenciante, es asiduo colaborador del periódico “Rojo y Negro” y de Radio Klara. Es el prologuista del libro “La ficción democrática” (La Linterna Sorda, Madrid 2013).

— Hablemos del libro “La ficción democrática”, cuéntanos en qué consiste.

R.C.-Bajo el titulo “La ficción democràtica” se recogen textos de tres autores anarquistas de principios del siglo XX en los que se cuestiona la naturaleza democràtica de las elecciones, forma de consentimiento político (y sindical) que supone la base del actual sistema capitalista neoliberal. Hablamos de gentes como el gallego Ricardo Mella, un referente indispensable del movimiento anarquista español, y los franceses Sebastian Faure y Albert Libertad, libertarios los tres de distintas corrientes, que fueron pioneros en denunciar la falacia de una forma de gestión de lo público que se pretende como el gobierno del pueblo pero que en realidad no es sinó la legitimación de la oligarquia, la exclusión del derecho a decidir y la aceptación de la servidumbre voluntària. Porque la representación política, es decir, cuando los de abajo, que son la mayoría social, delegan en unos pocos, en una elite, lo que instaura es el gobierno de la oligarquia. Al concurrir a las urnas para optar sobre unas candidaturas políticas previamente seleccionades y “cocinadas” por las cúpulas de los partidos, en listas cerradas y bloqueadas, el resultado es un estructura vertical y jeràrquica de gobernantes y gobernados, de dirigentes y dirigidos, en la que la soberanía se entrega a las élites. El gobierno de las élites y no el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que es la fórmula con que se publicita la democràcia representativa. La democràcia o es directa, sin adjetivos, conservantes o colorantes, o no es democracia. Se trata de una “ficción democràtica” porque al consentirla, elegimos a nuestros amos. No obstante, conviene advertir, contra lo que muchos creen en nuestros medios, que la crítica del trágala electoral no significa la ponderación del abstencionismo sin más. Esa es otra historía

— De los tres protagonistas del libro Albert Libertad es el gran descubrimiento, por su radicalidad política acerca del anarquismo individualista, por la audacia expositiva y, sobre todo, por la calidad literaria.¿Cómo llegastéis a él?

R.C.- El problema del pensamiento anarquista es que con demasiada frecuencia se ha compendiado en los “cuatro principales”, como los evangelistas de la Idea, menospreciando a muchos otros, menos famosos, que han realizado aportaciones importantes sobre la “cuestión social” y el tema de la emancipación. Por eso es de celebrar que aparezcan caras nuevas en nuestro horizonte. Las editores de La Linterna Sorda, Ana y Agus, son quienes tiene todo el acierto en este aspecto. Ciertamente, recuperar a una personaje del atractivo intelectual y calidad literaria de Albert Libertad, autentica dinamita cerebral, ha sido un acierto, porque además demuestra la vitalidad del pensamiento libertario en autores que, por no haber estado en el nucleó de acción de las organizaciones anarquistas tradicionales, quedaron rezagados en el interès de los historiadores. El corrosivo individualismo de Libertad y su potencial iconoclasta, es una prueba de la riqueza existente en esa pleyade de escritores que poblaban la galàxia editorial anarquista, posiblemente la ideologia antisistema que más, y mejores periodicos y revistas tuvo. Por eso, el trabajo de exegesis realizado por La linterna Sorda, investigando en archivos y bibliotecas, tiene tanto mérito.

— Sebastian Fauré en “La podredumbre parlamentaria” establece cuatro lacras del sistema: absurdidad, impotencia, corrupción y nocividad. Coméntanos un poco.

R.C.- Faure, como Libertad en “El rebaño electoral”, o Mella con “La ley del número”, no hace sinó impugnar desde el sentido común la falacia electoral, destacando lo absurdo de creer que dando un cheque en blanco a los de arriba vamos a prosperar los de abajo; significando la impotencia que esa delegación de la propia experiència supone; denunciando la inevitable corrupción que conlleva la profesionalización política sin control, y, en fin, concluyendo con la nocividad que tal pràctica reglada supone para la dignidad humana, la justícia y la libertad. Hay que tenir en cuenta el gran valor que tenían en aquel temprano siglo XX estas denuncias, hechas casi en exclusiva desde el socialismo antiautoritario, cuando desde el lado marxista, el socialismo autoritario, se vendía el pensamiento único del sufragio como una conquista obrera. Otra impostura que se une a la de considerar lo estatal como lo público, que tan nefasto sigue resultando para la lògica emancipatoria.

— Ricardo Mella en “La ley del número” establece las limitaciones de la representatividad del gobierno de las mayorías. ¿ Qué destacarías de este autor?

R.C. – Mella es un pensador de referencia del movimiento libertario. Por su integridad moral, su cultura, su compromiso con los débiles, su temple intelectual y por haber tenido la luz, antes que nadie, de ver lo que de secreta dominación había en la dinàmica electoral excluyente de la participación democràtica. Tengamos en cuenta que “La ley del número” se escribe entre 1983 y 1894, casi un cuarto de siglo antes de que reputados sociólogos, como Moisei Ostrogorski y Robert Michels, alertaran sobre los peligros de la oligarquización política. Su llamada sobre la “superstición y superchería del sufragio”, es un genial colusión en torno a la índole religiosa del experimento electoral y del Estado.

— Sorprende comprobar la vigencia de las críticas al sistema parlamentario de los autores compilados y su paralelismo con la época actual... !un siglo después!

R.C.- Sorprende porque somos unos illusos que hemos aceptado lo anormal como normal, y lo irracional como racional, subvirtiendo el orden de los factores de la lògica política y el sentido común (el menos común de los sentidos gracias al Dios “obediencia debida”). Pero en realidad, como suele decirse, somos enanos a hombros de los gigantes que nos precedieron. Solo hay que dar con esos ancestros libres y libertarios ( los Libertad, Faure, Mella y otros pensadores sin collar) y no dejarnos cegar por los falsos popes que solo buscan nuestra pasividad para seguir llevando el agua a su molino. Atreverse a pensar por uno mismo, decía Kant que era la virtud de la verdadera Ilustración, y de eso los anarquistas hicieron un mundo. ¡Dinamita cerebral” es lo que falta, y sobran guerras, violència y pesebrismo.

— Es la democracia directa o inclusiva una alternativa en nuestra sociedad?

R.C- Aquí debemos ser inflexibles. Ni la democracia directa ni siquiera el anarquismo son la última palabra de la vida social e individual. Son, eso sí, los parámetros indispensables para vivir una vida realmente humana. No el reino de jauja. Hasta que no pongamos a cero el kilómetro de la civilización no prodemos avanzar en la conquista de la felicidad. Y para eso, entre otras cosas, necesitamos de la anarquia (como la más alta expresión del orden, porque es espontáneo y no forzado) y de la democracia (porque supone la autogestión de abajo arriba virtuosamente). Y mientras tanto, debemos seguir siendo utópicos y pelear orgullosamente por lo imposble.

— Van a permitir los grupos políticos dominantes y los poderes fácticos un cambio real en el sistema para su verdadera democratización?

R.C- Creo que en las anteriores respuestas está mi criterio al respecto. Solo añadiré que “nada està escrito” , y quien sostenga lo contrario no sabe lo que dice.

— ¿Cuál és el nivel de salud democrática en el sindicalismo actual?

R.C- En el seudosindicalismo oficial, el mal llamado representativo o mayoritario de CCOO y UG, es inexistente. Aunque el acrónimo CCOO signifique idealmente “comisiones obreras”, es decir una delegación tasada y con capacidad de revocación immediata. Porque se rige por la misma “Ley del número” que domina en el plano político. Como mucho se adornan con una especie de “centralismo democrático” para consumo de vagos mentales y maleantes intelectuales. Solo hay que ver el caráter casi vitalicio del cargo que ostentan muchos “líderes sindicales” (como el Caudillo, solo responden ante Dios y ante la historia). En el sindicalismo alternativo, de base militante, sin funcionarios liberados (la versión low cost del aforamiento de los señores diputados), confío en que exista una cultura más decente y democràticamente beligerante. Es la única manera de proyectar el presente hacia el futuro sin deshauciar al pasado. El problema estriba en cómo hacer esa des-educación ética y participativa en un territorio como el sindical-laboral donde el personal està acostumbrado a que “inventen ellos”, los capós de siempre.

* Entrevista realizada por Josep Estivill, publicada en el núm. 162 de la revista Catalunya.

Aviso Legal  |  Política de Privacidad  |  Contacto  |  Licencias de Programas  |  Ayuda  |  Soporte Económico  |  Nodo50.org