Liberación animal sin veganismo
Texto publicado para la Feria de Libro Anarquista de Santiago (Chile)
Este texto es un resumen de unas críticas al veganismo que aparecieron en el artículo, “Veganism: Why Not”, todavía no traducido al español.
Hago las críticas desde una perspectiva y práctica anarquistas, con fuertes influencias anti-civilización y ecologistas. Es decir, lucho por la liberación animal. Lucho por un mundo en que ningún ser vivo esté encarcelado. Espero que se reciban estas críticas con un espíritu solidario, aunque para muchas compañeras y compañeros, el veganismo ya se ha convertido desde hace tiempo en un tema identitario, expresándose a través de la exclusión y el asco hacía el otro más que a través de la razón y la autocrítica.
Matices sobre la liberación animal
Para empezar, quiero matizar mi apoyo por el concepto de liberación animal, porque también tengo críticas de unas corrientes o potencialidades de ésta. Apoyo la liberación animal sólo en cuanto ésta signifique que ningún animal debería vivir en una jaula o sometido a una industria, y que nuestra lucha y nuestro análisis deberían ser biocéntricos en vez de antropocéntricos,es decir, que vivimos sólo gracias a la Tierra y es autoritario, cristiano y hasta suicida ponernos por encima de la tierra o los otros seres vivos.
No obstante, me niego utilizar la palabra “liberación” para referime a la liberación concedida a seres ajenos. Creo que se trata de una mentira cuando se utiliza la expresión “los liberamos a ellos,” tanto si se dice “liberamos a los (otros) animales” como “liberamos a los iraquís.” El concepto de especismo se debe a la idea liberal de igualdad. No somos iguales con otros animales. Como seres sociales (tipo lobos o monos) tenemos relaciones con otros miembros de nuestra especie que no se pueden elaborar con otros animales. No se trata de superior o inferior, sino diferente. Una de las características únicas que se puede dar sólo en relaciones humanas es la solidaridad. La solidaridad se sostiene a base de la mutualidad, la comunicación crítica, la capacidad de luchar y la autonomía de las luchas. No puede haber solidaridad con víctimas. Y dado que los otros animales no pueden luchar para derrotar el capitalismo, no puede haber solidaridad con ellos. Amor, compasión, cariño, aprendizaje, cuidado y muchas otras cosas, pero solidaridad no.
La izquierda ya ha tergiversado bastante el concepto de la solidaridad, aprovechándose de dificultades o desigualdades en la comunicación para subordinar otras luchas a la suya en nombre de una caridad disfrazada de solidaridad. Ya ha pasado muchas veces, a menudo entre partidos de izquierda y luchas indígenas, por ejemplo.
Por eso se deberían cuidar los conceptos de solidaridad y liberación en vez de contaminarlos con ejemplos equivocados. Es urgentemente necesario rescatar o salvar animales apresados por las varias industrias que les explotan, pero llamemos a las cosas por sus nombres precisos. Si una lucha se fundamenta en salvar y rescatar a otros seres que no son por sí capaces de liberarse, es mejor no disfrazar su naturaleza cristiana hablando falsamente de “liberación” y “solidaridad.”
También critico el concepto de liberación animal por su cercanía a los de derechos animales. Hay un gran peligro teórico, encaminado hacía el liberalismo, en separar a los animales de los otros seres vivos, de la red viva que es la Tierra, y señalarles como sujetos políticos que necesitan de una protección. Extender el supuesto derecho a vivir a los otros animales es como incluir a las mujeres y personas no blancas en la sujetividad democrática creada por hombres blancos y ricos; no se trata de extender la libertad sino de universalizar la dominación.
Lo siguiente consiste en unos argumentos que se puede encontrar elaborados más profundamente y con más pruebas en el artículo anteriormente citado, por si a alguien le interesa traducirlo.
La coherencia anarquista
El veganismo se basa en una idea equivocada de la coherencia. Muchas y muchos anarquistas a favor de la liberación animal se convencen en su decisión de adoptar una dieta vegana pensando que una debería ser coherente entre sus ideas y sus prácticas. Si alguien está en contra de la explotación animal, no debería consumir productos animales. Parece lógico, pero la lógica en cuestión es plenamente capitalista. También estamos en contra del Estado, del capitalismo y del ecocidio pero andamos por la acera pública, vamos en bici o auto por las calles y carreteras construidas por el Estado, fuimos a escuelas subvencionadas por el Estado, gastamos electricidad producida por una colaboración de empresas capitalistas y el Estado, cuando nos enfermamos acudimos a clínicas o hospitales que o pertenecen al Estado o a una empresa privada, vestimos con ropa producida por obreras maltratadas empleadas a propósito de la acumulación de capital, cualquier cosa que compramos fomenta la acumulación de capital y fue transportado en un automóvil o avión así contribuyendo al cambio climático y toda la comida que compramos, robamos o reciclamos es mercancía capitalista. Hacemos todas estas cosas vergonzosas no porque somos hipócritas sino precisamente porque nos están impuestas, porque vivimos en un mundo dominado por un Sistema que no nos deja otra opción sino luchar.
El veganismo pretende evadir las consecuencias de la explotación animal, o “no participar.” Pero la “no participación” es ilusa, irreal, imposible. Si fuese posible no participar en el capitalismo, no sería necesario morir luchando. Todos podríamos simplemente optar por la no participación y el capitalismo no podría extenderse e imponerse a nuestras vidas. Pero es una fantasía. La base ética del veganismo existe en plena contradicción con el anarquismo y la crítica al capitalismo. Si el veganismo tiene razón, la revolución no. Tenemos que ser consecuentes: ¿es posible “no participar” o no? Las dos visiones no son compatibles.
La coherencia vegana es una coherencia de ciudadano, de consumidor, que pretende vivir en acuerdo con sus principios según sus elecciones de consumo. La coherencia anarquista tira por un camino contrario. La coherencia anarquista nos exige luchar, destruir las estructuras y opresiones impuestas, crear nuevos modos de relacionarnos entre nosotras y con la tierra. Nos exige desarrollar prácticas que fluyan de nuestras ideas y criticar las ideas según nuestras prácticas. Nos exige llevar nuestras inquietudes y nuestra lucha a la cotidianidad. Pero una cuestión exclusivamente capitalista—el consumo—no cabe en la práctica. Un consumo alternativo no tiene lugar en una lucha anarquista. Es otra imposición más con la cual soñamos destruir.
El comprar carne, comprar cuero, comprar algodón o comprar tofu es todo igual, son únicamente imposiciones que nos provocan rabia y que no pueden existir en un mundo sin autoridad.
Un análisis equivocado del capitalismo
Hay los que creen que mientras todo consumo es malo, hay algo peor en comprar productos animales. Esta creencia, fundamental en el veganismo, conlleva un análisis equivocado del capitalismo.
Mientras la democracia pinta el consumo como un tipo de elección entre varios productos-candidatos que el ciudadano puede apoyar o no—una visión que el veganismo ha tragado—el hecho es que el Capital es único. No existe una industria animal como algo apartado. Comprar cualquier cosa, desde harina de garbanzo hasta una hipoteca, alimenta todas las industrias y la acumulación de capital en general. El movimiento de capital que se provoca cuando tú pagas tu alquiler o compras gasolina para tu auto (o una nueva rueda para tu bici) pasa por el banco acreedor y de ahí se vuelve a invertir en cualquier empresa, que fácilmente podría ser una empresa de explotación animal. Tampoco importa si es una empresa con un alto margen de ganancia. Ésta sirven para generar rentabilidad sobre la inversión, pero también le sirven a los bancos para invertir en empresas que pierden dinero porque así pueden reducir sus impuestos o acumular capital fijo.
Tarde o temprano, el dinero que gastas va a pasar por la industria animal. Y si sólo nos fijamos en la industria alimenticia, será más temprano que tarde. Las frutas que compras están polinizadas por abejas que están comercialmente explotadas. La verdura que compras está, en muchos casos, abonada con estiércol animal que los agricultores compran al por mayor en las granjas-fábricas. ¿La solución vegana? La única alternativa es el abono petroquímico, producido de petróleo (que es un producto de animales que murieron hace millones de años). Ni hablar de los millones de animales matados por los tractores imprescindibles a la monocultura, por la destrucción de la selva, por el uso de químicos. La destrucción de la selva está fomentada actualmente por la cultivación de la soja, impulsada simultáneamente por el consumo de las vacas y cerdos encarcelados en las granjas-fábricas, y por el consumo de humanos que piensan que la soja constituye un alimento sano, gracias en gran parte a los vegetarianos y veganos.
Luego, encontramos el hecho de que la comida vegana está producida y vendida por las mismas empresas que también producen y venden productos animales. Compres lo que compres, el dinero se destina también a la industria animal. Los supermercados y las multinacionales que controlan casi todo el mercado alimenticio son los mismos.
Pero el veganismo, al pretender no participar de esta maraña, obvia la naturaleza y el funcionamiento del capitalismo y entrena a sus partidarios en una ignorancia escandalosa de lo que realmente es el capitalismo. Lo que consigue, al contrario, es una conciencia del capitalismo más cercana al liberalismo, es decir, al propio capitalismo.
Es peor, el veganismo se convierte fácilmente en una herramienta del capitalismo. Actualmente, el capitalismo tiene mucha necesidad de mostrarse “verde”. No tan sólo para ganar dinero, sino para evitar un conflicto cada vez más grande y para manejar y suavizar una crisis ecológica que ya ha sembrado más daño económico e inestabilidad que las luchas antisistémicas. Los mismos veganos han señalado el camino del capitalismo verde, promoviendo discursos reformistas en que se demuestra que un consumo vegano utiliza menos recursos, por ejemplo, hablando de toda la alimentación y agua que consumen las vacas y cerdos (industriales) que están enjaulados por el consumo humano. Los mismos capitalistas y estados ya están buscando una manera de reducir su “huella ecológica”, de permitir que una población mundial sostenida por las estructuras industriales siga creciendo, y el veganismo es una buena respuesta. Ya en los Estados Unidos y paises del norte de Europa, el vegetarianismo y el veganismo se han normalizado y comercializado.
Pero no se habla de la posibilidad de una confluencia entre los intereses del veganismo y del capitalismo. Incluso suelen desconocer los veganos que una reducción en el consumo de un producto puede, en un mercado capitalista, provocar el aumento del consumo total de este producto. Una posible consecuencia de una reducción del consumo es la reducción en los precios, que puede permitir que los otros consumidores consuman más. Eso es exactemente lo que pasó en los 80 en el contexto de campañas de reducción de consumo de electricidad por las ONGs ecologistas reformistas. Fomentando el uso de aparatos de alta eficiencia y la reducción del uso, contribuyeron a la reducción total de los precios de electricidad, lo cual permitió a los grandes usuarios—las empresas y las fábricas—consumir mucho más. El veganismo está repitiendo en parte una estrategia que surgió de un pensamiento reformista y procapitalista hace 30 años.
¿Este tipo de ignorancia vamos a permitir en nuestros entornos, y además disfrazado de lo más radical y coherente? ¿Exactemente qué de libertario y anticapitalista tiene el veganismo, aparte de los parches?
Una moral cristiana
Como veremos a continuación, ningún mundo sin capitalismo e industrialización sería vegano. Pero muchos veganos consiguen atar el veganismo al anarquismo haciendo equivalencia entre matar y dominar. Pero no son iguales. De hecho, matar en su fondo es un acto no autoritario, porque la autoridad necesita dominar precisamente formas de vida. Necesita condicionar, disciplinar, someter y dejar vivo. Mata sólo para educar o amedrentar a sus otros súbditos.
En occidente, el rechazo al asesinato proviene del cristianismo. El concepto de un derecho a vivir se basó originalmente en la idea de que nuestras vidas pertenecen a Dios, por lo tanto no podemos quitarlas, ni por el aborto, ni el suicidio ni la eutanasia. La Biblia justifica el asesinato de animales diciendo que Dios creó los animales para nuestro uso. Pero el veganismo sólo modifica este antropocentrismo, extendiendo el derecho a vivir sólo a los seres que más se parecen a nosotros. Las plantas y otras formas de vida se excluyen, y en muchos casos la justificación para respetar a los animales es porque tienen cerebros o sistemas nerviosos como nosotros.
En una sociedad no alienada de la naturaleza (que son las únicas condiciones que podrían producir el veganismo) es absurdo este concepto. Nadie tiene derecho a vivir. Al contrario, todos tenemos la certeza de morir. Matar es una actividad natural. Se puede hacer, como cualquier cosa, de forma respetuosa, de forma autoritaria, de forma cruel, etcétera.
Es interesante que Ted Kaczynski también critica al veganismo, porque ninguna cultura primitiva era vegana, y hace una relación entre la moral vegana y la moral cristiano, comparando el no comer carne con los ayunos de los cristianos antes de su Semana Santa.
A la alienación moral que aparta a los seres humanos de la naturaleza, el no considerarnos animales, el no permitirnos ciertas actividades porque “sabemos mejor” también hay que destruirla.
Hacia una liberación ecocéntrica
No es un paso en absoluto hacía la liberación consumir comida vegana producida a través de la explotación de trabajo migratorio, el uso de abono químico hecho de petróleo que está alimentando “zonas muertas” en el océano, el uso de pesticidias y herbicidas que matan a millones de pájaros, bichos y seres humanos, el uso de maquinaria pesada que aplasta la tierra y produce una gran parte de los gases de efecto invernadero, la manipulación genética que tiene consecuencias desconocidas, el procesamiento de grandes fábricas que también conllevan la explotación y la contaminación con químicos, y la distribución a través de supermercados que también explotan, aumentan la precariedad, malgastan escasos recursos y constituyen la culminación de una cadena de alienación que nos separa de la tierra y de nuestra propia alimentación.
Una dieta vegana es una mierda. Toda dieta dentro del capitalismo (y todos estamos dentro del capitalismo) es una mierda, pero los anarquistas omnívoros no reconocemos la mierda que comemos como un paso adelante en la lucha ni “ser coherente” ni otra de las hipocresías que promueven los veganos.
Pero una crítica a la industrialización de la alimentación sí que puede llegar a un paso adelante en la lucha por la liberación total. Poner en práctica esta crítica más profunda—y no la crítica socialdemócrata a la “crueldad” más reconocible en un análisis antropocéntrico porque la sufren otros seres que también tienen dos ojos que nos miran desde la propaganda cara de ONGs animalistas—consiste en atacar las industrias, las fábricas, los supermercados, los bancos que las financian y los estados que los subvencionan, y también en ocupar terrenos, defender bosques y campos, recuperar conocimientos de cultivación, recolección y caza.
El consumo no tiene nada que ver. Se trata únicamente de ataque contra lo que nos contamina y nos enajena de nuestra alimentación, de toma de espacio usurpado por el capital, de autodefensa de lo poco que nos queda y de autoorganización de nuestra alimentación.
Y resulta que el veganismo constituye un estorbo en el desarrollo de tal práctica. El veganismo, ideología plenamente urbanizada, no hace diferencia entre los ricos que cazan para ocio y como símbolo de su dominio, y los millones de personas pobres o indígenas que siguen cazando y recolectando (actividades complementarias desde el principio de nuestra espécie) para su alimentación. Algunos lo hacen de forma cruel e insostenible, gracias a las influencias de las religiones y economías del poder que ha extendido la civilización, mientras otros lo hacen de forma respetuosa y equilibrada. Es una distinción muy importante que el veganismo no es capaz de hacer.
El veganismo también se desvanece con la experiencia de cultivación. Un huerto vegano puede durar unos años, generando alguna experiencia anécdotica, pero no es casualidad que nunca ha existido en la historia ninguna cultura cultivadora vegana. En la práctica no se pueden separar a los animales de las otras formas de vida. La tierra, las plantas, necesitan relacionarse con animales—con el estiércol y la muerte de animales—para vivir. Los mejores huertos funcionan como ecosistemas, con ciclos nutritivos entre plantas, tierra, sol, agua y animales como gallinas o caballos. Una comunidad liberada no se ve como el explotador de estos ciclos sino como una parte de ellos que también dan alimentación a las otras partes igual que reciben alimentación de ellos.
Manipulaciones relacionadas con la salud
En la lucha por la liberación total, es también necesario combatir la abstracción del racionalismo y exigir una corporalidad de nuestras teorías, o sea que siempre devienen de y vuelvan a la realidad vivida, que la teoría jamás sea una imposición dogmática a nuestros cuerpos sino reside en y se forma a partir de ellos.
El veganismo se ha convertido en otra abstracción que hace daño a nuestros cuerpos. Siguiendo la lógica de que la explotación animal = malo ; por lo tanto, no hay que consumir los productos animales, se ha impuesto otra norma sin que nuestros cuerpos nunca hayan podido entrar en el diálogo.
Muchas y muchos veganas y veganos, dando más importancia al evangelismo de su norma que a la investigación crítica, han difundido mucha desinformación que pone en peligro la salud de sus practicantes. Las diez páginas de información técnica que harían falta para comprobar los siguientes argumentos estarían un poco fuera de lugar en un texto de estas dimensiones; además simplemente facilitar la información precisa no solucionaría el problema fundamental, él de animar a la autoinvestigación crítica entre compañeros vergonzosamente vagos a la hora de leer e investigar.
Una tarea esencial, y generalmente descuidada por las compañeras y compañeros, es no tan sólo leer la información de las páginas afines—en este caso las páginas veganas—sino leer también las páginas contrarias y ver cuales son capaces de desmontar los argumentos del otro. Desafortunadamente, en vez de hacer eso, muchas y muchos compas caen en un relativismo despreciable, parecido a lo de los cristianos cuando justifican su pseudociencia, que hay muchas teorías y cada una tiene sus propios datos, imposibles de desmontar—postura tan patética como erróneo.
A continuación, vamos a desmontar uno de los mitos más comunes sobre la salud vegana, con unas pistas sobre como comprobarlos. Los argumentos más detallados están elaborados en el artículo anteriormente mencionado. Para una investigación más profunda, está muy bien recurrir a las revistas científicas con procesos de evaluación por pares. Ojo que la mayor parte de información científica está en inglés, pero de verdad, el lenguaje científico es muy común entre inglés y español (la mayoría de las palabras siendo de origen latin) y cualquier persona que investigue estos recursos, independiente de su lengua materna, tiene que aprender toda una terminología nueva. Wikipedia es un recurso genial para el aprendizaje de ésta.
La comida vegana NO es una buena fuente de hierro. Hay varias trampas que se han utilizado para propagar esta mentira. Por ejemplo, que las espinacas tiene más hierro por 100 calorias que la carne. ¿Pero que son los calorias? No es una medida de volumen ni de peso, sino de energía. Dado que las espinacas casi no tienen calorias, tendrías que comer espinacas hasta vomitar para conseguir el hierro que hay en un plato de carne.
Además, el cuerpo no es una máquina. Comer no es ir a la gasolinera y llenarte con los químicos necesarios. Investiga la diferencia en absorción entre hierro de origen animal y hierro de origen vegetal. Lo animal es hasta diez veces superior. Investiga que químicos, además, inhiben la absorción y cuales la promueven. Verás que todos los que inhiben son de origen vegetal (espinacas y soja abundan en varios) mientras la carne la promueve. Todos son datos que casi nunca aparecen en la propaganda vegana, que proporciona una visión sencilla del cuerpo como máquina, omite datos o utiliza comparaciones manipuladas.
La comida vegana NO es fuente de B12. Mucha de la levadura que venden como supuesta fuente de B12 o no la contiene (y si la contiene es sintética, es decir enriquecida) o muchas personas no son capaces de absorberla. Las pastillas, además, tienen una absorción muy inferior a la comida real.
Los seres humanos SÍ que somos omnívoros por naturaleza. Los argumentos veganos al contrario se basan en una comparación entre seres humanos y carnívoros (no somos carnívoros) o con los omnívoros más lejanos (en términos evolutivos) para crear la impresión manipulada de que tenemos rasgos más parecidos a los herbívoros. Nunca hacen una comparación con otros primates, lo cual muestra claramente nuestra naturaleza omnívora. Además, para decir que nuestro sistema digestivo (específicamente la proporción entre largo de intestino y largo de cuerpo) se parece más a los herbívoros que a los omnívoros, utilizan una medida de los intestinos humanos bastante más larga de la que puedes encontrar desde cualquier otra fuente. Y, obvio, no dicen que no existe ninguna cultura cazadora-recolectora vegana, no dicen que en los restos arqueológicos más antiguos siempre encuentran pruebas de caza y alimentación omnívora, ni que específicamente lo que permitió la evolución del genus homo (el crecimiento del cerebro, que consiste en gran parte de grasa) fue el consumo de mucha más grasa animal, sobre todo la médula ósea y los cerebros de animales muertos que ya podrían acceder gracias al su uso de la piedra como herramienta.
La falta de hierro, de B12 o de ácidos grasos como los omega pueden demorar entre 6 y 10 años en manifestarse. No creo que sea casualidad que la gran mayoría de veganos y vegetarianos—y en ésto me incluyo yo—duran el mismo tiempo antes de volver a una dieta omnívora (o de dieta vegana a dieta vegetariana), a menudo por motivos de salud o falta de motivación.
La nutrición no es una cosa de máquinas. Cada persona es diferente, y hay una minoría de personas que pueden vivir sanamente con una dieta vegana, si la cuidan mucho. Pero en general el veganismo no es nada sano y no se debería reivindicar como tal.
El motivo para reivindicar el veganismo tendría que ser exclusivamente por el tema de liberación animal, sin engañar a la gente y ganar adeptos con argumentos falsos relacionados con la salud. Pero ya hemos visto que el veganismo y la liberación animal, concebida de manera anarquista y no liberal, no tienen nada que ver.
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Comentarios
El veganismo es una idea que
El veganismo es una idea que promulga el respeto entre todos los animales, humanos y no humanos. Tú lo relacionas con el consumismo de forma interesada, igual que podrías relacionar el feminismo u otras corrientes con actividades no anarquistas.
El debate de omnívoros-herbívoros es secundario. Me da igual lo que seamos, no es necesario comer carne. Si tienes problemas de hierro en una alimentación vegana es porque no eres responsable, cualquier tipo de alimentación puede causar problemas si no se controla, no sólo la vegana. Mientes diciendo que todas los químicos que inhiben el hierro son vegetales. La vitamina C lo potencia y eso sale en páginas no veganas pero no te interesa decirlo. La B12 se obtiene perfectamente a través de los suplementos, para la gente que tiene problemas de absorción normalmente basta con que tomen una dosis igual o superior a los 2000 mcg a la semana al no depender con esta cantidad de una presencia normal de factor intrínseco en el intestino, también en forma sublingual es otra opción para mejorar la absorción.
Perdón quería decir en lo del
Perdón quería decir en lo del hierro que no sólo la carne promueve la absorción, sino que también la vitamina C lo promueve y es vegetal, un saludo
Tu critica es vacia
"Mientes diciendo que todas los químicos que inhiben el hierro son vegetales. La vitamina C lo potencia y eso sale en páginas no veganas pero no te interesa decirlo."
Ah si?
Tu argumento carece de lógica. "Todos los químicos que inhiben el hierro son vegetales" no contradice el hecho de que exista algun químico vegetal que tiene el efecto de potenciar la absorpción de hierro. No hay ninguna mentira en el articulo. Ademas, en el articulo original, sale toda esta informacion sobre la vitamina C. Una cosa que no dices tu es que el hierro de carne no necesita de vitamina C ni de otros quimicos para aumentar su absorpcion, siempre tiene absorpcion alta.
"No es necesario comer carne" no es ningun argumento si no existe ningun motivo para el veganismo. No es necesario comer vegano. No consigue nada aparte de fomentar malentendidos sobre como funciona el capitalismo.
Se puede fomentar la liberacion animal mejor sin el veganismo, y con un "respeto" inter-especies menos cristiano y antropocentrico. La unica cosa que tiene el veganismo, cuando se acepte que la liberacion animal no necesita del veganismo, es la dieta.
Asi que, el veganismo es solo una cuestion del consumo.
Ya había dicho en el segundo
Ya había dicho en el segundo comentario que no me había expresado de la mejor manera, pero sólo dices lo que interesa, criticas la omisión de datos y omites descaradamente información del artículo original sobre la vitamina C. Y claro que mientes, los lácteos son unos de los mayores inhibidores de la absorción del hierro, si quieres te paso las fuentes no veganas que tanto defiendes para que veas que lo que dices es una auténtica falacia que sólo corrobora tu veganofobia enfermiza.
Una paráfrasis
Eduardo Colombo cuando estuvo en la región chilena, dijo algo que me parece podría resumir (parte de) la posición que se sostiene en el articulo, y fue lo siguiente "la Emancipación de los animales no humanos no sera propia obra de los animales no humanos".
DEsmontando mitos
Para empezar, si el veganismo se ha convertido o no en un tema identitario no tiene absolutamente ninguna relevancia a la hora de rebatir esta forma de acción directa contra la explotación animal. ¿O acaso el anarquismo o el punk no son identitarios?
Bien es cierto que podemos encontrarnos con veganxs apolíticxs o incluso anarquistas que prefieren trabajar específicamente en la liberación animal y a ello dedican todas sus energías, cosa que no es para nada cuestionable. De la misma manera que la lucha anticarcelaria se concentra específicamente en ese ámbito.
En cualquier caso enfocarse en la liberación animal (o en cualquier otra de las áreas de la liberación global) no es excluyente. Y esa generalización en la que se afirma que los veganos sólo se preocupan por la liberación animal es fruto del desconocimiento o de la manipulación deliberada.
Es más, seguramente cualquiera de lxs que leais esto, que forméis parte de algún colectivo anarquista, anticarcelario, ecologista, asamblea de barrio, etc. tengáis algún/a compañerx veganx en el colectivo, o conozcáis veganxs en colectivos parecidos que no hacen trabajo específico por la liberación animal.
Por otro lado, está claro que combatir una forma de autoridad es incómodo para lxs que desean conservar sus privilegios como especie dominante, a toda costa.
No es de extrañar que el autor tenga la sensación de que los veganxs acaban “expresándose a través de la exclusión y el asco hacía el otro más que a través de la razón y la autocrítica”, teniendo encuenta que la asistencia de lxs comedores-de-carne a jornadas y espacios de debate sobre liberación animal y veganismo es prácticamente nula ¿Me pregunto en qué momento podremos tratar el tema abiertamente sin que nadie nos rehuya?.
Matices sobre la liberación animal
Para empezar, si alguien está incómodo con la idea de utilizar la palabra “liberación” concedida a seres ajenos está claro que parte de una visión especista y, por supuesto, no biocentrista como se afirma, puesto que se excluye de la concepción de animal. Los animales no son los “otros”, nosotrxs también somos animales y a la vez que les estamos explotando estamos siendo explotados por el mismo sistema jerárquico (aunque ellxs estén situadxs por debajo en la jerarquía de poder). En el caso de los iraquís, o como en el caso de cualquier otro pueblo, tu como persona explotada por el capitalismo y el imperialismo puedes identificarte con los iraquís y luchar por su liberación, tanto evitando erigirte como su explotador/a como “solidarizándote” con su lucha. Pero si vamos aun más lejos, ni siquiera es realmente solidaridad, porque la lucha contra toda autoridad es al final una conquista de la libertad de todxs (tb. para unx mismx). Pero vamos, que como ciudadano de USA me parece que no ha elegido el mejor ejemplo…
El especismo, a diferencia de lo que se afirma en el texto anterior, reconoce que lxs animales somos diferentes e iguales, al igual que el hombre y la mujer, lo cual significa que aunque tengamos diferencias no somos superiores por ser seres humanos. De la misma manera que en el sexismo. Así que vamos a intentar no tergiversar los términos.
Por otro lado la afirmación de que lxs demás animales no tienen capacidad para revelarse es sencillamente MENTIRA. Los animales a mayor o menor escala ofrecen resistencia ante sus explotadores, en la medida en que consideran que tienen posibilidades de triunfar.
Como bien explica Jason Hribal en su libro “Fire of the animal planet. The hidden history of the animal resistance”. Pero vamos, que no hace falta leerse un libro para darse cuenta, basta con ver las noticias de vez en cuando (elefantes que escapan del circo agrediendo a su domador, chimpancés que desactivan trampas de cazadores de manera coordinada, son sólo algunos ejemplos).
Está claro que las posibilidades que tienen lxs demás animales de liberarse son muy limitadas, pero aun así hay muchxs que lo intentan, de la misma manera que hay muchas dificultades para escapar de prisiones humanas y aun así hay gente que lo intenta (y en ambos casos hay veces que lo consiguen).
Incluso hay casos de animales que ayudan a escapar a otrxs animales, lo cual aunque filosóficamente no se pueda considerar “solidaridad” según el texto anterior, lo cierto es que se ayudan… Igual que algunxs humanxs se ayudan a escapar de la cárcel… Igual que algunxs humanxs ayudan a escapar de las jaulas a otrxs animales.
La liberación animal, planteada desde una perspectiva anarquista, no tiene nada que ver con la caridad. Tiene que ver con querer la libertad y no querer arrebatársela a nadie.
Es una postura que planta cara a la dominación.
En cualquier caso, lejos de las distracciones que plantea el texto sobre “los derechos animales” y el legalismo, desde una perspectiva anarquista la liberación animal es fácil de entender, no tienen nada que ver con separar a lxs animales de otrxs seres vivxs, tiene que ver con reconocer sus diferencias, particularidades y características, que les permiten vivir y sentir, lo que conlleba disfrutar y sufrir. No tiene que ver con protegerles, más bien con dejar de utilizarles y matarles.
En este sentido el absurdo y cansino debate de si las plantas sienten debería estar más que zanjado:
Las plantas no sienten porque no tienen sistema nervioso central, no pueden reconocer los estímulos desde un centro neurálgico de manera consciente ni elaborar una respuesta al respecto. Por favor, consultar fuentes serias antes de hacer afirmaciones aleatoriamente. Que un ser vivo reaccione ante un estimulo (como la música o el sol) no significa que sienta.
Las plantas un sistema nervioso por el que circule savia, no es una sistema central que cumpla las características antes mencionadas. Además la sensibilidad es sólo adaptativa si tienes posibilidad de realizar movimientos para evitar el dolor, y ese no es el caso de las plantas, por lo que no tiene ningún sentido que sientan dolor.
Cabe la posibilidad de que tengan otros sentidos desconocidos, pero eso sería especular.
Independientemente de todo lo demás, no hay ningún motivo para destruirlas o dañarlas gratuitamente.
La coherencia anarquista
Este es un punto bastante complicado, porque si bien es cierto que la coherencia es algo muy difícil de conseguir viviendo bajo el capitalismo y el Estado, y en cuidades, debería ser siempre una meta a la que aspirar y no algo a lo que renunciar por imposible.
En cualquier caso, a diferencia de dejar andar por la acera, ser veganx es algo perfectamnte factible y que repercute de forma directa en la explotación animal: si no hay demanda se reduce el nº de animales explotados y los beneficios de las empresas de explotación; a diferencia de si dejas de andar por las aceras, que no pasa absolutamente nada.
Además de que no pude no ir a la escuela porque es obligatorio en el Estado español, que yo vaya a la escuela no supone una explotación más que para mi misma.
Por lo demás cada unx trata de hacerlo lo mejor posible, ya sea no consumiendo y en los casos en que es imposible reduciéndolo al mínimo.
No me sirve como escusa que no se pueda ser 100% coherentes para no hacer nada. El anarquismo no se basa en palabritas y discursos, sino en la acción directa y eso es precisamente el veganismo.
Además estos planteamientos no tienen una base lógica:
Primero, no es o blanco o negro. Puedes perfectamente no participar del consumo de animales, y en otras muchas áreas del capitalismo, o participar ganando pequeñas parcelas de autonomía como son los grupos de consumo autogestionados ecológicos. Además de eso está claro que hay que luchar, que en el capitalismo hay mucha gente dispuesta a luchar por conservar sus privilegios. Son diferentes frentes interrelacionados e igual de importantes: Uno consiste alimentarlo lo menos posible y crear redes y alternativas para que vaya perdiendo fuerza. Es una idea bastante infantil pensar que, con un alzamiento, sin haber previamente preparado el terreno creando alternativas y redes que favorezcan la autonomía, se pueda conseguir ninguna revolución.
De tal manera que estas dos visiones no sólo SÍ son compatibles, sino que además se interrelacionan y complementan necesariamente.
Nos guste o no, la elección de consumo (dentro de una serie de productos delimitados por el mercado) es una de las pocas parcelas de control que aun conservamos. Es ridículo renunciar a ella, independientemente de que esté enmarcada en el capitalismo.
Como anarquistas debemos responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos y la cosa está así:
Si no elegimos que consumimos aportamos al capitalismo, si no consumimos no aportamos al capitalismo aunque jugamos su juego. Yo creo que una de las respuestas es un mal menor.
Es ridículo que alguien piense que por ser veganx, automáticamente un anarquista va a rebajar el discurso y se va a acomodar a la revisión de los mercados, a los productos veganos y ecológicos, etc. Y no sé cómo se atreve nadie a hacer una afirmación tan osada.
Precisamente porque somos veganxs y somos anarquistas no queremos progresar el sistema ni adaptar el capital, queremos acabar con el Estado, el capital, el patriarcado y con toda autoridad, incluida la nuestra.
Un análisis equivocado del capitalismo
Toda esta pedrada es muy interesante pero se le ha olvidado explicar un factor que se llama: ley de oferta y demanda, por la cual los ganaderos producen más leche cuando más leche vendan y menos cuanto menos leche les compren, así con todo.
Es muy fácil jugar al relativismo para no posicionarse, pero la realidad es que el consumo afecta a los mercados, independientemente de que el dinero recircule.
Pondré un ejemplo sencillo:
Hace unos años la marca Oreo de galletas sacó en la Península Ibérica unas galletas hechas con OMG, es decir, transgénicos, y otras exactamente iguales pero sin OMG. En aquella época la gente se tomó enserio eso de leerse los ingredientes para evitar los transgénicos y así hicieron: Oreo vendió muchísimas más galletas sin transgénicos, por lo que retiró del mercado español las transgénicas. Y gracias a esto ahora las Oreo no son transgénicas.
Además no estamos hablando de controlarlo todo, sino de tomar decisiones conscientes en las pocas parcelas de control que tenemos. Yo no puedo elegir que hace el Estado con mis impuestos, pero no marco en la declaración de la renta la casilla de la Iglesia ¡Jamás!
Por otra parte me parece imprescindible desmentir algunos mitos:
Como anarquistas y veganxs no hacemos un análisis cutre y superficial como aquí se plantea… Para empezar apostamos por los cultivos ecológicos, no hacerlo sería incongruente con la liberación animal y de la tierra.
Pero vamos, que todo lo que se dice en el texto pasa consumas o no carne… y es un asunto que hay que solucionar ya seas veganx o no…
En cuanto a la soja, no sé como estará la situación en otros países pero en el Estado Español la soja de consumo humano (licuados y yoghures) no es transgénica y la mayoría de las marcas especifica que no está cosechada en la selva pluvial.
Sorprendentemente no hemos sido lxs veganxs lxs que hemos animado a lxs ganaderxs a alimentar al ganado con soja transgénica cuyos cultivos son, precisamente, los que están acabando con todo…
Por otro lado, el capitalismo se apropia de todo lo que está a su alcance y lo convierte en beneficio, de la misma manera que Amazon distribuye libros anarquistas y hay discos de punk en el Corte Inglés…
Así que en eso me temo que no hay mucho que hacer.
En cualquier caso, aunque el capitalismo trate de dar otra imagen aprovechándose del veganismo, nosotrxs no tenemos ninguna responsabilidad de que la gente se trague esa nueva imagen. Nosotrxs somos bastante críticxs y queremos acabar con el capitalismo, no aceptamos medias tintas. Ahora, tp. vamos a omitir la verdad (como que ser veganx reduce la huella ecológica) para no parecer “reformistas” nosotrxs sabemos muy bien lo que somos. No queremos un capitalismo verde y nunca lo hemos defendido.
No voy a negar que hay anarquistas veganos que les gustaría tener acceso a productos de herbolario sustitutivos de la carne, que actualmente son un poco caros. Pero nada tiene que ver el consumo de alimento a nivel usuario, con el consumo energético de la industria (además podría aclarar que el consumo energético siguió siendo el mismo, lo que aumentó fue la producción).
Si se abaratan los precios de los productos veganos, lxs veganxs sustituremos unos alimentos por otros. No vamos a comer más, no tendría sentido.
Para acabar este punto: ¿Qué se está proponiendo exactamente? ¿Seguir consumiendo “lo que me apetezca”? Desde luego que eso sí es combatir el capitalismo! Esta tarde combatiré el capitalismo yendo al Cine, comprándome una C**acola y cenando en el Mc Don***
Una moral cristiana
Bueno desde luego afirmar que matar no supone ejercer la autoridad, me hace pensar que realmente partimos de una base muy diferente.
Matar en el fondo y en la superficie es un acto completamente autoritario porque estás decidiendo sobre si otro ser vive o muere. Es una decisión sobre otro ser, una decisión que afecta directamente a otro ser y de la que no puede escapar. Es un acto que impones a otro ser, que no tiene la posibilidad de elegir.
En general en todas las culturas hay un rechazo al asesinato, regulado de una u otra forma.
El deseo de vivir es inherente a todos los seres vivos como norma general y no es necesario que ninguna ley divina lo regule.
Basar el veganismo en la moral cristiana es bastante paradógico, teniendo en cuenta que como bien se dice en el texto “Dios creó los animales para nuestro uso” según la Biblia.
De hecho podríamos afirmar de esta manera, que el consumo de carne en occidente se sustenta sobre esa afirmación y que, más bien, somos lxs veganxs lxs que hemos roto con esto y no al revés…
En cuanto a lo natural, me parece muy arriesgado determinar qué es natural y qué no. Aquí tal vez sea que tengamos distintas fuentes pero si rebuscamos superficialmente en la tradición anarquista española pronto nos daríamos cuenta que, curiosamente, lxs anarquistas de lxs años 10, 20 y 30, consideraban el vegetarianismo como “lo natural” y promovían este tipo de alimentación para favorecer la salud y el retorno a la naturaleza. (Todo este planteamiento se fue desarrollando en las corrientes naturistas)
Me atrevería a decir que esa gente estaba mucho menos alienada de la naturaleza y veían muy claro que el vegetarianismo era necesario precisamente para mantener esa “conexión”.
No es por ningunear a Ted Kaczynski pero no es precisamente un antropólogo que haya estudiado el asunto en profundidad… Y ahora voy a hablar por hablar pero no puedes afirmar que ninguna cultura primitiva era vegana, primero porque para ello tendrías que tener la certeza de que conoces todas las culturas primitivas y eso no podemos saberlo.
Además no hay ninguna cultura humana matriarcal ¿Y qué?.
La alienación moral que aparta a los seres humanos de la naturaleza no podemos destruirla, porque forma parte de nuestra propia naturaleza. El ser humano está constantemente juzgando y además eso es una habilidad adaptativa. Destruir la moral es como destruir nuestra inteligencia. Por mucho que nos separe de la naturaleza, forma parte de nosotrxs.
Hacia una liberación ecocéntrica
[No es un paso en absoluto hacía la liberación consumir comida vegana producida a través de la explotación de trabajo migratorio, el uso de abono químico hecho de petróleo que está alimentando “zonas muertas” en el océano, el uso de pesticidias y herbicidas que matan a millones de pájaros, bichos y seres humanos, el uso de maquinaria pesada que aplasta la tierra y produce una gran parte de los gases de efecto invernadero, la manipulación genética que tiene consecuencias desconocidas, el procesamiento de grandes fábricas que también conllevan la explotación y la contaminación con químicos, y la distribución a través de supermercados que también explotan, aumentan la precariedad, malgastan escasos recursos y constituyen la culminación de una cadena de alienación que nos separa de la tierra y de nuestra propia alimentación.] *Aquí tiene toda la razón
[Una dieta vegana es una mierda. Toda dieta dentro del capitalismo (y todos estamos dentro del capitalismo) es una mierda, pero los anarquistas omnívoros no reconocemos la mierda que comemos como un paso adelante en la lucha ni “ser coherente” ni otra de las hipocresías que promueven los veganos.] Los omnívoros no reconocen la mierda que comen como un paso adelante, porque evidentemente no es ningún paso adelante. Si por lo menos se dignaran a comer eco, tal vez podrían decir algo al respecto.
[Pero una crítica a la industrialización de la alimentación sí que puede llegar a un paso adelante en la lucha por la liberación total. Poner en práctica esta crítica más profunda—y no la crítica socialdemócrata a la “crueldad” más reconocible en un análisis antropocéntrico porque la sufren otros seres que también tienen dos ojos que nos miran desde la propaganda cara de ONGs animalistas—consiste en atacar las industrias, las fábricas, los supermercados, los bancos que las financian y los estados que los subvencionan, y también en ocupar terrenos, defender bosques y campos, recuperar conocimientos de cultivación, recolección y caza.] *Lo que aquí se está obviando es que está crítica ya se está haciendo…
[Y resulta que el veganismo constituye un estorbo en el desarrollo de tal práctica. El veganismo, ideología plenamente urbanizada, no hace diferencia entre los ricos que cazan para ocio y como símbolo de su dominio, y los millones de personas pobres o indígenas que siguen cazando y recolectando (actividades complementarias desde el principio de nuestra espécie) para su alimentación. Algunos lo hacen de forma cruel e insostenible, gracias a las influencias de las religiones y economías del poder que ha extendido la civilización, mientras otros lo hacen de forma respetuosa y equilibrada. Es una distinción muy importante que el veganismo no es capaz de hacer.] *El veganismo hace esta distinción y sabemos muy bien que el consumo de carne que se hace en los países occidentales es más parecido al de los ricos que cazan para ocio como símbolo de su dominio, que al de los cazadores recolectores… Y precisamente por eso tomamos cartas en el asunto
En cuanto a la experiencia de la cultivación se dan perfectamente huertos veganos que se contemplan como ecosistemas equilibrados en los que no se utilizan animales, más que los que naturalmente están presentes (como lombrices, abejas y otros insectos) no se obliga a ningún caballo a estar allí para abonar, para eso existen las composteras… en las que se reutiliza el desecho orgánico como abono.
No sé de donde ha sacado las fuentes el que ha escrito esto pero desde luego que es para quitarlo. Se ha sacado de la manga prácticamente todo, lo que no, lo ha manipulado…
Manipulaciones relacionadas con la salud
En este sentido bien es cierto que no me gusta el dogmatismo. Por eso mismo creo que es absurdo hacer una guerra de datos a ver quien tiene más o quién tiene la fuente más fiable… Está claro que podemos encontrar los datos que más nos interesen para defender nuestra postura, yo los he encontrado siempre que los he buscado, por eso no me gustaría en este caso basarme en argumentos de autoridad porque, en última instancia, al final lo que vale es lo que unx se cree…
También creo que por la sucesión de mentiras, falsos dilemas y manipulaciones que se han desarrollado a lo largo del texto, este apartado no debería tener tp. demasiada credibilidad.
En este sentido voy a apelar a mi propia experiencia personal, que en este caso en la que más confío:
Yo llevo siendo vegetariana 9 años y vegana 7, trato de comer equilibrado, pero debo reconocer que no me privo de patatas fritas, bollería y chuches. Estoy sana, los análisis siempre me han salido bien y no he tenido ninguna enfermedad en todos estos años a parte de algún resfriado.
Igual que yo, todxs lxs veganxs que conozco.
He visto casos de gente que ha dejado de ser vegana, en concreto uno de mis mejores amigos (se volvió al vegetarianismo), apelando a la salud. La realidad era que no se cuidaba, se alimentaba a base de pasta, patatas y arroz, además los fines de semana se machacaba el hígado a golpe de alcohol. Para mi lo de la salud sólo es una burda escusa, porque si no te preocupas en cuidarte un poco tus hábitos de vida y a lo sumo, consumes huevos ecológicos. Pero no es así.. La gente prefiere comer carne, lácteos o huevos porque es lo cómodo, no nos engañemos…
Comer equilibrado requiere un esfuerzo, ya sea con o sin carne, lo que pasa que si te pones enfermo comiendo carne rara vez lo achacas a la alimentación. En cambio cuando eres veganx parece que cualquier cosa que te pase parece que es por que te faltan nutrientes…
Además también hay que tener en cuenta la casuistica, puesto que hay un mito sobre que a lxs veganxs nos falta hierro. Pues bien, mi mejor amiga siempre había tenido anemia antes de hacerse vegana… Una cosa es la facilidad o dificultad para absorver el hierro de las espinacas y otra lo que dicen los análisis.
En cuanto a la B12, hay diferentes maneras de abordar el asunto, desde complejos vitamínicos, alimentos enriquecidos o en muchos casos tu propio cuerpo lo produce y además tiene reservas, esto tb. depende mucho de la persona. Lo mejor es conocerse unx mismx, hacerse seguimientos de vez en cuando y cuidarse… (Exactamente que si comes carne). El Omega 3 también puede ser conveniente reforzarlo, dependiendo de tu alimentación, se puede encontrar en complejos vitamínicos, aceite de lino y algas.
En principio no hay mucho más por lo que preocuparse. Y en cualquier caso tener una carencia tanto de B12 como de Omega 3 no es tan sencillo.
Respecto a los primates: Nuestros primos más cercanos son los bonobos y chimpancés, con ambos compartimos el 98% de nuestro genoma. Tanto unos como otros son omnívoros, pero los bonobos no dependen de la caza para sobrevivir. En cualquier caso se alimentan de insectos, huevos, algunos animales de poco tamaño y en el caso del chimpancé, a veces de chimpachés pequeños cuando otras fuentes de alimento son escasas. A estos le siguen los gorilas que se alimentan de fruta y hojas y a veces de insectos, y después los orangutanes cuya alimentación consiste principalmente de frutas, siendo complementada con brotes vegetales y hojas. Ocasionalmente es posible que atrape y se coma algún invertebrado, huevos de aves o un vertebrado pequeño.
Por supuesto ni que decir tiene que ninguno de estos animales consume lacteos en edad adulta y muchísimo menos de otras especies. Además como buenos omnívoros cuando comen carne no la cocinan.
Que quede claro: los demás primates no cazan jabalíes, ni crían cerdos en granjas. Tampoco encierran a las gallinas para quitarles los huevos ni comen vaca.
Por último:
La salud es importante y yo no soy médico ni nutricionista como para asesorar a nadie, ni como para saber qué es lo cierto y qué no, por eso sólo hablo desde mi experiencia, que es lo único que puedo asegurar a ciencia cierta.
Hola.
Hola.
El artículo dice: "El concepto de especismo se debe a la idea liberal de igualdad. No somos iguales con otros animales. Como seres sociales (tipo lobos o monos) tenemos relaciones con otros miembros de nuestra especie que no se pueden elaborar con otros animales. No se trata de superior o inferior, sino diferente."
Esta persona no comprende a qué nos referimos con "igualdad" en el ámbito ético. Claro que los humanos no son física ni psicológicamente iguales a los animales de otras especies -ni entre ellos mismos-, pero comparten con ellos la capacidad para sentir, lo cual hace que también tengan intereses respecto a dichas experiencias: evitar lo que causa sufrimiento y buscar lo que causa disfrute. El lugar adecuado para hablar sobre igualdad en ética es el siguiente: “Los animales no son iguales a los humanos, por lo tanto, es éticamente correcto esclavizarlos y asesinarlos”.
El artículo dice: "Una de las características únicas que se puede dar sólo en relaciones humanas es la solidaridad. La solidaridad se sostiene a base de la mutualidad, la comunicación crítica, la capacidad de luchar y la autonomía de las luchas. No puede haber solidaridad con víctimas. Y dado que los otros animales no pueden luchar para derrotar el capitalismo, no puede haber solidaridad con ellos. Amor, compasión, cariño, aprendizaje, cuidado y muchas otras cosas, pero solidaridad no."
Aquí parece que, igual que ocurre en el párrafo que comenté arriba, también usa la falacia ecológica, aunque no está tan claro. Dice que como los animales no humanos no pueden luchar para derrotar al capitalismo entonces no puede haber "solidaridad" con ellos, lo cual no entiendo muy bien qué es ¿ir a la guerra juntos?... Tampoco veo cuál es la relevancia ética de esto. Es decir, el razonamiento es el siguiente: "Si el individuo X no puede luchar para derrotar al capitalismo entonces no podemos mostrar solidaridad hacia X", por lo tanto, no podemos tener solidaridad hacia los millones de humanos que no pueden luchar para derrotar al capitalismo o a quien sea. El lugar adecuado para hablar de la falacia ecológica es el siguiente: "Todos los humanos...".
Saludos.
David.
El veganismo es incoherente desde su propuesta.
Lo que el veganismo pide son "derechos básicos para los animales no humanos". (Cita copiada de su página) Como se aprecia, hay una discriminación por especie, con lo que se demuestra que su propuesta es especista y por lo tanto incohrente con lo que profesan.
Los derechos no existen en la naturaleza. La justicia y la injusticia son sentimientos humanos y se intenta materializar en derechos y deberes que están en los libros de los abogados y son distintos de país a país, de cultura a cultura, y lo que es justo para unos no es justo para otros. Por lo que en realidad lo que los veganos piden, es acabar su tormento interno cuya causa es su sentimiento de injusticia que tienen al ver el sacrificio de un animal. Pretenden imopner sus sentimientos a lo de otros animales humanos (por usar sus términos) que por millones de años han tenido otras costumbres . Así mismo, la ética y la moral sólo existen en la mente de los humanos y están ahí para autorregularnos. Los animales, por su condición, con sus "sentidos" carecen de consciencia de todo lo anterior. En otras palabras no sienten eso.
Echan mano de la rae para algunos términos, pero no para otros. El asesinato sólo se da entre humanos, no aplica para los animales.
Los veganistas atacan vilmente la vena sensible humana con cerdos, vacas y perros. Pero discriminan a las mosquitos de la malaria, a las arañas venenosas, a las ratas de desagüe, a las hormigas de los parques. Otro claro ejemplo de especismo.
La solución de los veganistas es erradicar las granjas y establos donde hay miles de millones de animales y reemplazarlos por cultivos de hortalizas. Claro, es como decir muerto el paciente, se acabó la enfermedad. ¿Dónde está la ética que profesan para esos miles de millones de animales?
¿Quién se interesa más por los animales, los que necesitan de ellos para vivir, o los que pueden prescindir de ellos para hacer su vida?
Puedo seguir una a una todas las teorías publicadas en respuestasveganas.org. Antes espero respuestas a lo anterior, y espero que con respeto, porque casi siempre he encontrado ira, desprecio y humillación por parte de los veganos tan sólo por no aceptar sus ideas.
Un saludo,
Ed.
LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN: EL FIN DE LA CULTURA ARRIERA
El siguiente extracto del libro The World Peace Diet, de Will Tuttle, es una excelente exposición de los orígenes del rol de dominación que ejerce el hombre, de donde hemos heredado nuestros valores actuales:
La mayoría de nosotros no piensa en nuestra cultura como una cultura arriera. Si miramos a nuestro alrededor, vemos más que todo carros, caminos, suburbios, ciudades, y fábricas, y mientras que hay enormes predios cultivados de granos, y ganado pastando en el campo, no nos damos cuenta que casi todo el grano se cultiva como alimento para animales de producción, y que la cantidad casi imposible de millones de aves, mamíferos, y peces que consumimos están confinados fuera de nuestra vista en enormes campos de concentración llamados “crianza intensiva”. Aunque no es tan obvio para nosotros hoy en día como lo fue para nuestros antepasados hace unos miles de años, nuestra cultura es, como lo fue la de ellos, esencialmente una cultura “arriera”, organizada alrededor de poseer y “cosificar” animales, y comerlos.
Fue hace aproximadamente 10.000 años que las tribus nómadas en los territorios kurdos de las montañas de Irak empezaron a domesticar ovejas e iniciaron una revolución con enormes consecuencias[1]. Los antropólogos aseveran que fue una evolución de las prácticas de cacería de estas tribus, quienes empezaron a mantenerse más cerca de ciertos grupos de ovejas silvestres, eliminando selectivamente a los más débiles y aumentando el control sobre su movilidad, alimentación, y su vida reproductiva. Eventualmente aprendieron a castrar y matar a ciertos machos para que el hato consista primordialmente de hembras con algunos carneros; de esto aprendieron la reproducción selectiva para crear animales con características más deseables. Las cabras fueron domesticadas poco después de las ovejas, seguido del ganado 2.000 años después en el oeste y el norte, y subsecuentemente por el caballo y el camello otros dos a cuatro mil años después de eso[2]. Conceptos -altamente cargados- de posesión de propiedad, y patrilineales así como de pureza de sangre gradualmente emergen, de lo cual hay amplia evidencia al dar inicio el período histórico hace unos 4.000 años.
Nuestra cultura occidental puede decirse que tiene dos raíces principales: la antigua Grecia y el antiguo Levante (parte este de la cuenca mediterránea y del Medio Oriente). Al leer las más antiguas escrituras existentes de estas culturas de hace 3.000 años, así como La Ilíada y La Odisea de Homero, así como el Viejo Testamento, que cuentan historias de antiguos reyes y sus guerras, encontramos que estas culturas se orientan alrededor del consumo de carne, el arreo, la esclavitud, la conquista con violencia, la supremacía masculina, y la ofrenda de sacrificios animales a sus dioses -en su mayoría- masculinos.
Para las antiguas culturas arrieras, los animales en confinamiento no eran solamente comida; también eran riqueza, seguridad, y poder. El primer dinero y forma de capital fueron ovejas, cabras, y ganado, ya que solo éstos eran propiedad consumible con valor tangible[3]. De hecho, la palabra “capital” se deriva de capita, latino para “cabeza”, como en cabezas de ganado u ovejas. Los primeros capitalistas fueron los arrieros que peleaban entre sí por los primeros reinos, con todo y esclavitud, guerras frecuentes, y poder concentrado en las manos de una élite propietaria de cabezas de ganado. Nuestra palabra “pecuniario” proviene del latin pecus, que significa ganado, y la antigua moneda romana, el denario, también se denominó así porque valía por diez asnos[4]. Los animales de producción en las antiguas culturas arrieras por lo tanto definieron el valor del oro y la plata –los animales para comida eran el estándar de riqueza y poder. Este hecho explica el poder político de las industrias de carne y lácteos que continúa hasta el día de hoy.
Al “cosificar” y esclavizar animales grandes y poderosos, los antiguos predecesores de la cultura occidental establecieron un mythos, o patrón básico de valores y actitudes de la gente, y una visión de mundo que todavía permanece hasta el día de hoy en el corazón de nuestra cultura. En el libro de Riane Eisler El cáliz y la espada (The Chalice and the Sword) así como el libro de Jim Mason Un orden poco natural (An Unnatural Order) se resume y digiere el trabajo de historiadores y antropólogos, proporcionando interesantes perspectivas en los cambios dados a los valores fundamentales que ocurren cuando el ser humano empieza a dominar grandes animales para comida, y cómo estos cambios nos afectan el día de hoy.
Es importante notar aquí que el estudio e interpretación de la historia es notoriamente subjetiva. Podemos notar que en nuestra propia vida individual nuestra experiencia y comprensión nuestro pasado va cambiando al cambiar nosotros. Asimismo, esto es evidentemente cierto del vasto y complejo pasado colectivo generado por millones de personas. Cuando nos adentramos a tratar de entender la prehistoria –pasados culturales previos a los registros escritos- se hace aún más subjetivo. Tal como lo plasma la historiadora Cynthia Eller, “La prehistoria es todavía un lienzo enorme y en blanco. Por eso, escenarios increíblemente diversos pueden pintarse en él, dependiendo de las predilecciones de los pensadores individuales.” [5]
Riane Eisler extrae del trabajo de múltiples antropólogos y escritores, particularmente de Marija Gimbutas, Jacquetta Hawkes, y Merlin Stone, para argumentar que han existido básicamente dos tipos de sociedades, a las cuales se refiere como “de asociación” y “de dominación”. En las sociedades de asociación, hombres y mujeres son esencialmente iguales y trabajan juntos en cooperación, y Eisler trata de demostrar que esto fue la norma por muchas decenas de miles de años en la vida humana, previo a la expansión de las culturas patriarcales dominadoras basadas en el arreo de animales. Esto es un acontecimiento relativamente reciente, cinco a siete mil años hace, y se debió a lo que Gimbutas denomina la invasión kurgana por parte de guerreros-arrieros de Asia central que se adentran en Europa oriental y la cuenca mediterránea. Introduciendo así una cultura en la que el hombre ve a la mujer como un bien mueble (propiedad), ellos aparentemente se introducen en tres olas en un período de unos dos mil años, violentamente atacando, destruyendo, y fundamentalmente cambiando las más antiguas, más pacíficas sociedades de asociación[6]. De acuerdo con Eisler, Gimbutas, y otros, estas culturas más viejas tendían a comer alimentos recolectados y sembrados, venerar a diosas de la fertilidad, crear comunidades en valles fértiles, usar metales para hacer recipientes en lugar de armas, y no se involucraban en guerras. Las culturas invasoras dominadoras arriaban animales y comían principalmente carne y leche, alababan feroces dioses masculinos en el cielo, tales como Enlil, Zeus, y Yahweh, se asentaban en cimas de cerros y los fortificaban, usaban metales para forjar armas, y constantemente estaban en competencia y guerras. Conflictos violentos, competencia, opresión de las mujeres, y lucha entre clases, de acuerdo con Eisler, no necesariamente tiene que caracterizar a la naturaleza humana sino que son productos relativamente recientes de la presión social y condicionamiento introducido por las culturas arrieras invasoras cuyos valores de dominación hemos heredado.
¿De dónde salieron estas culturas patriarcales invasoras y qué las hizo así? En otro libro, Placer sagrado (Sacred Pleasure), Eisler cita la investigación del geógrafo James DeMeo, quien atribuye las migraciones expansionistas de los invasores kurganos y otros arrieros a cambios climáticos drásticos que “desencadenan una compleja secuencia de eventos –hambre, caos social, abandono de tierras, y migración masiva- que eventualmente produjo un viraje fundamental” en la evolución cultural humana[7]. Arriar ganado, indica Eisler, “tiende a la aridez,” y a “producir un círculo vicioso de desgaste ambiental y un aumento de la competencia económica por tierras de pastoreo cada vez más escasas –y así una tendencia hacia el conflicto violento por límites territoriales.”[8] Agrega que la práctica del arreo de animales produce un endurecimiento psicológico característico de culturas dominadoras:
Ya sea que en efecto hubiese culturas anteriores que eran más pacíficas, orientadas hacia la asociación, e igualitarias, como Eisler y otros tantos sostienen, o si el conflicto violento, machos, y la competencia han dominado siempre las estructuras socioeconómicas culturales humanas es todavía un tema acaloradamente debatido entre los académicos. Lo que es innegable, sin embargo, es el efecto en la conciencia humana de la “cosificación” y esclavización de animales de gran tamaño para alimento. Jim Mason lleva más allá el trabajo de Eisler en este respecto, y desarrolla conexiones más históricas y psicológicas entre la dominación de animales y la dominación de otras personas. Él indica que la revolución agrícola introdujo cambios profundos en las antiguas culturas recolectoras, transformando su relación con la Naturaleza de una de inmersión a una de separación e intento de dominarla. A partir de esta separación, dos tipos de agricultura emergen –plantas y animales- y la distinción entre ellas es significativa. Cultivar plantas y trabajo en el huerto es una faena más femenina; las plantas se cuidan y nutren, al trabajar en armonía con los ciclos de la Naturaleza, somos parte de ese proceso que acentúa y amplifica la vida. Es una tarea que reafirma la vida y nos hace más humildes, que sustenta nuestro lugar en la red de la vida. Por el otro lado, la agricultura animal con animales grandes siempre fue trabajo de hombres y requirió de fuerza y violencia desde un principio, para contener a estos poderosos animales, controlarlos, guardarlos, castrarlos y al final, matarlos.
Mason asimismo enfatiza la importante influencia que los animales parecen tener en el desarrollo psicológico y en la salud, así como en las características psicológicas violentas al observar culturas alrededor del mundo que arrean animales grandes. Citando a los antropólogos Paul Shepart y Anthony Leeds, él apunta que Shepard da en el clavo respecto de las características primordiales de las culturas arrieras: ‘Hostilidad agresiva hacia foráneos, la familia armada, querellas y redadas en una organización jerárquica centrada en los hombres, la sustitución de la cacería por la guerra, artes elaboradas que utilizan el sacrificio, orgullo monomaníatico, y suspicacia.’[10]
Mason indica las similitudes en estos respectos entre las tribus desérticas del Medio Oriente -los arrieros de reno chukchi del este de Siberia quiénes “hacen jactancia de ‘hazañas de fuerza, actos de proeza, conducta violenta y heróica, aguante excesivo, y gasto de energía,’ -y nuestra cultura vaquera del redondel en América[11].
Fundamentados en el trabajo de Eisler, Mason y otros, podemos ver que la cultura en la que vivimos hoy día es una continuación moderna de la cultura arriera que surgió en el Medio Oriente y la cuenca mediterránea oriental, y que la creencia central que define a esta cultura sigue siendo la misma: los animales son cosas y son propiedad, para ser usados, y consumidos. Por extensión, la Naturaleza, tierras, recursos, y las personas también son vistos como materia prima para usar y explotar. Mientras que esto nos parece lógico hoy en día como habitantes modernos de una cultura arriera, consumidora de animales y capitalista, esta es una visión de enormes consecuencias: la cosificación de animales marcó la última verdadera revolución en nuestra cultura, completamente redefiniendo las relaciones humanas con los animales, la Naturaleza, lo divino, y nosotros mismos.
En las antiguas culturas arrieras los animales fueron gradualmente transformándose de cohabitantes misteriosos de un planeta compartido, a meros objetos de propiedad para ser usados, vendidos, intercambiados, confinados, y matados. Ya no silvestres y libres, fueron tratados con creciente irrespeto y violencia, y eventualmente se hicieron desdeñables e inferiores en los ojos de los arrieros de estas culturas emergentes[12]. Los animales silvestres empezaron a verse meramente como amenaza potencial al capital ganadero; a su vez, otros seres humanos empezaron a verse asimismo como amenaza para el ganado, o como potencial objetivo para redadas si tenían animales. Batallar a otros para adueñarse de su ganado y ovejas era la principal estrategia de adquisición de capital; la antigua palabra del sánscrito ario para guerra, gavyaa, significa literalmente “el deseo de tener más ganado.”[13] Parece ser que la guerra, el arreo de animales, la opresión de lo femenino, el capitalismo, y el deseo de más capital/ganado han estado asociados desde su arcaico nacimiento a la cosificación de grandes animales.
Entre más grandes y poderosos eran los animales que se arriaban, más fieras, crueles, y violentas tenían que ser las culturas para dominarlos con éxito y protegerlos de animales salvajes que merodeaban y de otras personas[14]. Los animales más grandes eran las reses y los caballos, y las culturas arrieras que se establecieron en el Medio Oriente y el este del Mediterráneo se enfrascaron en batallas inimaginablemente violentas entre sí y contra pueblos más débiles por milenios, gradualmente y a la fuerza propagando su cultura y valores arrieros a través de Europa y la mayoría de Asia. Desde Europa, esta misma cultura ganadera eventualmente se propagó a las Américas. Continúa propagándose hasta el día de hoy a través de corporaciones transnacionales tales como ConAgra, Cargill, Smithfield, y McDonald’s así como a través de proyectos patrocinados por el Banco Mundial y las Naciones Unidas, misioneros religiosos, y caridades que perpetúan la esclavización animal, tal como el Proyecto Heifer.
En el núcleo de esta antigua cultura que se convirtió en lo que hoy llamamos Civilización Occidental estaba la supremacía absoluta del ser humano sobre los animales, reforzado con los alimentos diarios. La riqueza y prestigio para los hombres empezó a medirse en términos de cuánto ganado poseían y qué extensión de tierras controlaban para su pastoreo. El modelo para imitar para los jóvenes se convirtió en el protocapitalista de éxito, el arriero “macho” y guerrero: rudo, bajo control, emocionalmente distante, y capaz de impávida violencia. Mujeres, ganado y gente capturada y/o conquistada eran objetos de propiedad que contribuían al total de capital poseído; guerras, aunque terribles para los combatientes y la población en general, eran potentes métodos usados por la aristocracia acaudalada para aumentar su acumulación de ganado/ capital, tierras, poder, y prestigio.
Resulta útil entender que la mentalidad de dominación que caracterizaba la cultura en la que nacimos se exalta ella misma al observar y enfatizar las diferencias e ignorar las similitudes, ya que eso es lo que la esclavización y matanza de animales requiere que todos practiquemos. Como arrieros y dominadores de animales, debemos continuamente practicar el vernos como separados y diferentes a ellos, como superiores y especiales. Nuestra compasión humana natural puede ser reprimida aprendiendo a excluir a otros y verlos como esencialmente diferentes a nosotros. Este exclusivismo se requiere para el racismo, el elitismo, y la guerra, ya que para poder hacer daño y dominar a otras personas debemos romper los lazos que nuestro corazón naturalmente siente con ellas. La mentalidad de dominación es necesariamente una mentalidad de exclusión.
Es obvio, si miramos de cerca, que los presunciones fundamentales y actividades de las antiguas culturas arrieras todavía definen a nuestra cultura hoy en día. La actividad individual que más define a estas antiguas culturas era, como lo es hoy, consumir regularmente los productos provenientes de los cuerpos de animales dominados y excluidos. La guerras todavía enriquecen a una clase poderosa y elitista mientras que millones sufren los embates de ella, y los ricos del mundo se alimentan de animales engordados con grano y pescado mientras que los pobres pasan hambre. Nuestro sistema económico capitalista y sus instituciones de soporte políticas, legales, y educacionales aun legitiman nuestra cosificación y explotación de animales, la Naturaleza, y las personas; nuestra dominación de los poco privilegiados y extranjeros; una desigual e injusta distribución de bienes basada en la depredación (comúnmente denominada “competencia” y “libre comercio”), opresión y guerra. Al evolucionar socialmente, hemos disfrutado de múltiples victorias al reducir ciertos excesos, y en proveer protección para los débiles y vulnerables. En general, sin embargo, tenemos que preguntarnos por qué nuestro progreso ha sido tan lento y difícil. La respuesta a esto está en nuestros platos y se extiende de ahí a las fincas de crianza intensiva, mataderos, laboratorios que usan animales, rodeos, circos, pistas de carreras de caballos y perros, y zoológicos, hasta actividades de cacería, pesca y poner trampas, así como a prisiones, ghettos, guerras, y el complejo de la industria militar y nuestra continua violación y destrucción del mundo viviente.