[Venezuela] ¿Quiénes son los divisionistas?
Enviado por anonerror (no verificado) en Jue, 07/06/2012 - 21:39
Estamos enfrentando la posibilidad de que las fuerzas populares sufran un revés el próximo 7 de octubre. Pero no se deberá a la crítica que se perfila desde las bases y que se fundamenta en situaciones concretas que favorecen un proceso contrarrevolucionario en el seno mismo de la revolución, es decir, la contrarrevolución endógena.
Curiosamente, esas fuerzas tanto como la burocracia gobernante y privilegiada del nuevo orden apuestan por la reelección de Chávez; pero cada una la hace por causas que son, en cualquier terreno, antinómicas.
Las bases, porque están convencidas (no podríamos decir que confundidas) de que el chavismo sigue siendo un movimiento de carácter democrático y socialista. Pero la burocracia boliburguesa quiere negociar, por su lado, tras el triunfo chavista del 7-O, debido a que todavía no controla ni monopoliza el excedente social a su antojo y, según parece, su mejor opción sería compartir las tajadas con la vieja burguesía gobernante de antaño.
Y esto es otro plano muy alejado de situaciones como la defensa del país de agresiones imperiales o del mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos o, que es la vía que vamos atravesando, el sostenimiento de una suerte de Estado de Bienestar frente a una hipotética restauración neoliberal encarnada por la derecha. A decir verdad, en todos estos aspectos la mayor parte del chavismo y de su periferia está totalmente de acuerdo.
Así que la unidad cara a las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre es tácita. Ningún sector anticapitalista apostaría hoy en este país a que Chávez pierda las próximas elecciones. Aunque haya grupúsculos excesivamente minoritarios que han lanzado una candidatura presidencial que ni es chicha ni es limonada; parece más bien una candidatura sugerida por ese trotsquismo inglés que se siente muy a gusto celebrando los 60 años del reinado de Isabel II.
No hace falta ser ni un Marx ni un Lenin para tener una idea de lo que pasaría en este país si los bolivarianos perdieran las presidenciales. No hace falta. Aparte de la restauración neoliberal que advendría, estaría acompañada de una represión a rajatablas. A falta de un Pinochet cuartelero, los neoliberales impondrían un Pinochet civil, pero tendríamos un pinochetismo, de eso no tiene dudas nadie.
Pero el factor clave aquí es precisamente que ante esa restauración, que será fascista no cabe duda, las salidas electorales o la espera electoral, mejor dicho, no tendría sentido. Es decir, que si las fuerzas populares no actúan mediante hechos revolucionarios todo estará perdido, de nuevo.
Una restauración derechista amparada en la legitimidad electoral descabezaría de inmediato la cúpula militar. ¿Eso se toleraría sin más? ¿Quién es capaz de afirmarlo?
El levantamiento del control de cambio, la liquidación de las conquistas sociales del pueblo trabajador y la privatización de empresas del Estado, ¿sería tolerado mansamente por la gente?
Debatir, pues, qué camino debe seguirse después del 7-O no es tarea superflua. Es, dicho muy categóricamente, el destino de este proceso: o burocratización adeca o revolución social.
Un anarquista revolucionario
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