El que cree es el que pierde la Fe

Hay  gente que cae en el pesimismo absoluto cuando ven que casi 11 millones de personas votan al PP, que el PSOE es todavía capaz de recibir más de 6 millones y que otros muchos siguen confiando en el sistema parlamentario.

Bueno, yo no se que esperaban. Ha pasado más o menos lo previsible. Quizás crean que otro resultado hubiese sido un mejor reflejo de todo lo que ha pasado este año en las calles de nuestras ciudades. Yo no lo creo así. Y eso que si nos atenemos a los números, el PPSOE ha recibido 4 millones de papeletas de menos, y que opciones llamadas “minoritarias” han logrado en cambio un buen puñado de apoyos. Y lo que me alegra más: Que el 30% sigan optando por no hacerles ni caso.
 
Análisis superficial sí, pero para hacerlos como “Dios manda” están los “expertos analistas políticos” y los contertulios varios. (De estos pocos hay en el paro). 
 
A nosotros nos debería preocupar mayormente, como enfocamos la lucha para los próximos tiempos. Tiempos que se avecinan complicados y a los que deberemos enfrentar nuestra arma más preciada: La Organización, el Apoyo Mutuo y la Dignidad que es sinónimo de menos miedo, menos mentiras, menos apatía... 
 
La lectura que hago de la situación, no es de "echar las campanas al vuelo" pero no lo veo tan mal comparativamente con lo que había hace uno, dos años. Creo que nunca tanto como ahora se ha discutido tanto. De si era mejor abstenerse o votar, de si hacerlo en blanco o hacerlo en negro. Son cosas que no me preocupan demasiado. Es un debate que demuestra que las cosas no se hacen ya porque “son así”, y hasta me parece bien que haya puntos de vista contrarios.
 
Pero en la calle, hay desde luego un debate que sí interesa. Es un debate en el que se discute algo que va más allá de un día electoral (día que aburre al más pintado por otro lado). Ese debate de la calle, propone, discute, reflexiona sobre el modelo, sobre el sistema. Nos ha enseñado nuevas formas. Y de la diversidad nacen diferentes formas y de la confluencia de esas diversidades, nacen los movimientos. Y de los movimientos nacen los cambios, las rupturas, o al menos nos desperezamos del profundo letargo de la monotonía y la apatía.
 
¿Y ahora qué? Los que gobiernan se sentirán legitimados. Los que nos les votamos, seguiremos sin darle esa legitimidad. Seguiremos con nuestras pequeñas grandes batallas. En lo laboral, en lo social, en las injusticias diarias. El camino es largo, el trabajo no va a tener resultados visibles a corto plazo. Seguro que en el camino veremos cambiar el gobierno entre progresistas y conservadores, unas cuantas veces más. Quien crea ver en los resultados electorales, una señal es porque cree, y quien cree pierde la Fe.
 
 
Nuestro empeño será en que un nuevo lenguaje vaya calando en esos debates de la calle. Que las ideas libertarias vayan penetrando en las conciencias, aunque en ello veamos que muchos no las llaman así. Nos interesan más los hechos que el apelativo. Si por el número viniese el desanimo, años ha, que muchos de nosotros nos hubiésemos apeado. Pero un caudal de Ideas, de Contenido como el que tenemos, no puede morir en el mar, sin antes haber marcado un trazado hondo y penetrante en la tierra por la que pasamos.
 
¿En que debemos centrarnos, hubiese 20N o no lo hubiese? En seguir abriendo esa brecha de descontento social, explicando con claridad sus causas, sus culpables. Crear y fortalecer la conciencia de clase. Buscar la unidad en la lucha con los iguales, con los más próximos. Apartarnos de todo los artificios que desvían nuestra energía. El electoralismo es uno de ellos. 
 
Ellos ya estarán preparando las próximas. Las elecciones no serán mañana, pero nosotros sí estaremos mañana, y al día siguiente, y otro más recordándoles ¡que no, que no nos representan, que no!.
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