Más sobre las respuestas libertarias a la guerra

Noticias ALB. Editorial

La presente guerra de Ucrania supone un desafío para los movimientos anarquistas contemporáneos. El choque entre dos bloques imperialistas tales como la OTAN y Rusia se ha cobrado una víctima, Ucrania. En esa colisión quien sufre todas las consecuencias de la guerra es el pueblo llano. Pero veamos mejor cuales han sido las respuestas. 

En primer lugar cabrá destacar la respuesta del anarquismo en Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Ya lo hemos ido viendo todos estos años, que estos colectivos y escenas (decir movimiento sería ir demasiado lejos) están denunciando los gobiernos de Putin desde los primeros 2000. Quienes hayamos seguido, aunque sea de lejos, la política anarquista en Rusia, recordaremos dos cosas sobretodo: encarcelamientos y lucha antifascista. Rusia, y todo el este europeo, ha vivido tal involución desde los 90 que se convirtió en un paraíso para las política autoritarias, mafiosas y antisociales. Es en este complicado escenario donde tienen que desarrollarse las ideas libertarias. Y a menudo, solo han podido arraigar en la contracultura, las universidades y poco más. Espacios más dados a las libertades. 

Nuestras compas han lidiado con casos represivos de todo tipo en un proceso que se agravó desde la aprobación de las leyes contra el extremismo. Esas leyes en realidad iban contra el movimiento neonazi, que casi tenía tomadas las calles rusas a mediados de los 2000. El nacional-bolchevismo era un movimiento que arrastraba realmente miles de personas. Bien, el fascismo ruso recibió un golpe por parte del Gobierno, sin embargo, la represión también se cebó con el anarquismo y el antifascismo, que ante los ojos de la policía siempre hemos sido "extremistas radicales" y por tanto carne de presidio. Las leyes represivas siempre se cebarán con quienes desean la revolución. 

En los últimos años ese proceso ha ido a más, habiendo decenas de anarquistas y antifascistas en las prisiones rusas. Lo mismo ocurre en Bielorrusia, habiendo allí un movimiento más concentrado y quizás más numeroso en proporción con la población y que de alguna manera enganchó con las protestas antigubernamentales. 

De todos estos movimientos locales, la respuesta ha sido bastante unánime: no a la guerra. Quienes van a la guerra son jóvenes de clase trabajadora que en muchos casos son enviados al frente sin que les digan a donde van. Por desgracia, la oleada nacionalista que recorre Rusia en estos momentos significa que remamos en dirección contraria. En estas semanas han sido detenidas más de 8.500 personas (y subiendo) por protestar contra la guerra. La mayoría se resuelven con multas, pero el miedo entra en escena, dada la truculenta historia rusa que todos conocen. Incluso se habla ya de desapariciones. 

Por tanto, el anarquismo ruso está a la defensiva, intentando no ser barrido del mapa, aunque lanzando mensajes claros contra la guerra de Putin (que no del pueblo ruso). Y dentro de esta gente militante, es lógico encontrar personas que le tienen tanta manía al Gobierno que se alisten en las milicias ucranianas. Veremos luego el porqué. 

En segundo lugar, tenemos las respuestas de los colectivos anarquistas ucranianos. A decir verdad poco había hasta ahora. Quizás 3 colectivos en Kiev y 1 en Kharkhov, con más gente libertaria en otras ciudades como Lvov. Según otros artículos, el movimiento anarquista fue barrido en 2014 por el clima creado por el Maidán y la guerra del Donbass. El anarquismo no supo encontrar su lugar, sufrió una crisis y desapareció durante unos años. Hacia 2017-18 reapareció, generándose algunos colectivos, tales como Rev Dia (Acción Revolucionaria) en Kiev y Asamblea en Kharkhov. 

Y entre ambos colectivos, aparece una gran diferencia de cómo hacer las cosas. El grupo de Kharkov, gestionaba un centro social y pretendía llegar a la población a través de la cultura y de actividades de ayuda mutua y autogestión. En cambio, el grupo de Kiev se dedicaba a la lucha de posiciones contra el fascismo callejero, muy potente allí. 

La actuación del grupo de Kharkhov en esta guerra ha sido la de participar en los grupos de apoyo mutuo de la ciudad. Su función es sacar gente de allí, alimentarla, buscar personas y conseguir refugio. En estos momentos, no hay noticias concretas de qué hace el colectivo, y en su web aparecen relatos de personas que conocían que han fallecido. Nunca han llamado a unirse a las milicias y, obviamente, están en contra de la invasión y bombardeo de su ciudad. 

En cambio los grupos de Kiev se han reunido en una milicia. Ésta no debe contar con demasiada gente, tal vez 50 o 70 individuos. De hecho, quizás no es una sola milicia sino dos distintas. La primera formada por el Rev Dia y sus afines y la segunda por los grupos Bandera Negra y Cuartel Negro, aunque parecen colaborar entre ellas.

Como dice Revdia en su web:

La cuestión es que ahora la guerra no es entre Ucrania y Rusia, sino una guerra por el futuro de todos los países de la antigua URSS. Las autoridades rusas han sido durante mucho tiempo el garante de los regímenes dictatoriales en toda la URSS. Les ha apoyado en momentos difíciles, como hizo en Bielorrusia y Kazajistán.

En la propia Rusia se estaba implantando un régimen dictatorial modélico. Se prohibió totalmente la libertad de expresión y se encarceló durante 15 años por participar en una manifestación pacífica. Si la dictadura de Putin gana la guerra en Ucrania, no sólo se convertirá en una realidad para los ucranianos, sino que también se impondrá en Rusia y otros países. Durante mucho tiempo no habrá posibilidades de cambiar este orden. Más aún, dará a Putin la ambición de expandir su dictadura en los nuevos países. Por no hablar de que todos los activistas de cualquier tipo de movimientos serán aniquilados, incluidos los anarquistas, independientemente de la posición sobre la guerra que hayan apoyado.

La guerra en Ucrania puede ser la última oportunidad para derrocar y abolir la dictadura. Por eso es tan importante utilizar todos los métodos posibles para acabar con la horda dictatorial.

Al repartir armas el gobierno, también el anarquismo las pidió y las consiguió. Se unieron a las unidades de defensa territorial e hicieron una llamada internacional de solidaridad. Esta llamada sobre todo ha atraído militantes anarquistas de territorio Bielorruso y ruso que desean combatir al ejército del Gobierno ruso. Esto es lo que dicen por allí:

Si la guerra ruso-ucraniana ha hecho algo bueno es que ha obligado a las autoridades ucranianas a entregar algunas armas a la población. Una vez más, esto no garantiza nada, pero aumenta las posibilidades de liberar al pueblo. No sólo de los opresores extranjeros, sino también de los propios.

Su punto de vista es sencillo: "nos atacan, están matando a nuestra gente y hay que defenderse, independientemente de la ideología que se defienda. Tomemos las armas." Y para ello se alinean con la hinchada antifascista del Arsenal de Kiev, al parecer la única hinchada antifascista de Ucrania - el resto son nazis. En esta amalgama de atraer voluntarios a toda costa nunca se ha visto un afán de politizar la lucha. El anarquismo es más bien una etiqueta que usan, una identidad, pero no han realizado llamamientos a la población civil. Todavía hay compas tratando de averiguar si tienen una sección humanitaria como tenían los del colectivo de Kharkhov. 

Peor aún es cuando nos leemos los mensajes que publican en su canal de telegram. Aumenta la confusión ver sus videos, y sobre todo sus relatos. En uno de ellos llegan a decir que les han pasado parte de la ayuda internacional recibida a soldados del ejército, unidad de tanques, y hasta a gente de la Guardia Nacional. Y esto hace sonar las alarmas. Hay quien no quiere gastarse 9.000 euros en unas gafas de visión nocturna y que acaben usadas por el ejército en lugar de por quien lo pidió. Y más cuando sabemos que los países de la OTAN están enviando equipo y armas valoradas en miles de millones de euros. No podemos comprender esa subordinación al ejército y mucho menos sin una expliación política. 

En la ansias por entrar en combate hay quien se ha metido en el ejército o en las milicias fascistas, dado que tiene armas. No debe ser precisamente la gente más politizada del movimiento. Hablando claro, ya deberíamos saber que en todos los colectivos hay quienes tienen la teoría y los principios muy claros y hay quienes eso les da igual, y están con nuestro movimiento más bien por amistad, por simpatía o por vecindad antes que por ideas. En los ambientes antifascistas esto siempre ha sido muy común. 

Según un mini-informe de estos días, en el batallón nazi Azov están entrando miles de personas, de modo que ya no es un batallón sino un regimiento - que además está encerrado en Mariupol presumiblemente viviendo sus últimos días. Ahora es como un mini-ejército. Ya hay dos batallones Azov en Kharkhov y otro en Kiev. Hay centros de reclutamiento en toda Ucrania. Y solo es una parte de las milicias fascistas. También está el batallón Aydar o las de Pravy Sektor, entre otros. En el ejército los soldados han sido bombardeados durante 8 años por propaganda fascista de todo tipo, sin ningún tipo de filtro por parte de las autoridades, así que en general en el ejército hay mucho ultranacionalismo, aunque no esté tan desarrollado como en las milicias explícitamente fascistas y nazis.

En fin, que sin demasiada información y con mensajes confusos, esa escena de Kiev nos está dejando en plena sorpresa y nos hace flaco favor. No podemos apoyar una lucha que no tiene claro lo que quiere, más allá de matar enemigos.  Al menos hasta que se esboce un plan de control territorial, que se relate algo de su apoyo a la población civil - que pensamos que sí que hacen - y que se corten relaciones pública y claramente con los nazis. No sabemos si a estas alturas será posible o si bastante tienen con sobrevivir. Algo habrá de esto. Del mismo modo hace días se ha advertido en los medios antifascistas de que si te apuntas en una embajada quizás podrías acabar en las unidades Azov.

En tercer lugar, hay que recibir el flujo de personas refugiadas. Ya van 2,8 millones de personas y la cifra sigue creciendo. En estos momentos la mitad de Kiev ya ha huido y solo quedan los barrios obreros, como siempre. Hay compas en la frontera con Polonia y con Rumanía. En este caso, colectivos polacos [otro enlace] y alemanes están bastante activos en dar su apoyo solidario. Estas son iniciativas que nos quedan mucho más cerca tanto geográficamente como a nivel psicológico. Además comienzan a llegar refugiadas a todos los rincones de Europa. 

Por último, no podemos dejar de mencionar al periodista Pablo González, encarcelado en Polonia como supuesto espía ruso. Nos parece vergonzoso a estas alturas ver este tipo de injusticias como si estuviésemos en plena guerra fría. Pablo ha sido abandonado por el Gobierno Español, que además de encubrir nazis, trata el caso como si fuera un preso común en lugar de uno político. El que sus propios compañeros de profesión fuesen más allá de las delirantes acusaciones polacas dice mucho de la salud de nuestros medios de "comunicación".

Todo esto nos alerta de que estamos entrando de lleno en otra fase histórica en la que si gana Putin el eje geopolítico puede virar hacia el bloque Rusia-China, de carácter autocrático. Mientras que si pierde (y puede perder incluso ganando la guerra), la OTAN o los Estados Unidos no se quedarán de brazos cruzados y procederán a destruir y fragmentar el espacio ruso. Autocracia vs. guerra permanente son dos alternativas distópicas en el mundo del fin de los combustibles baratos y del cambio climático. Es evidente que todos los movimientos libertarios nos debemos de preparar - aunque sea psicológicamente - para escenarios negativos como los que sin duda nos vienen. Es nuestra responsabilidad. 

Comentarios

Imagen de Octavio Alberola

Comparto vuestro análisis y también vuestra conclusión sobre la fase histórica en la que estamos entrando; pero me parece que os equivocáis si pensais que solo hay esas dos alternativas distópicas. El enfrentamiento entre los imperialismos existentes se presenrtará como una aluernativa entre Autocracia y Democracia sin cuestionar el sistema capitalista hegemónico en el planeta, y, por consiguiente, con el pueblo sometido en los dos casos al Capital y a su proyecto ecocida medioambiental. Frente a este dilema, para los anarquistas y cuantos aspiran a una sociedad verdaderamente democrática, en lo económico y en lo social, y, además, sostenible, la alternativa será denunciar la falsa Democracia y luchar por un mundo sin hegemonias, solidario y vivible para todos, en un contexto histórico en el que una gran parte de la humanidad es de más en más consciente de que los Estados y el Capital nos están conduciendo al colapso.   

 

Imagen de Acratosaurio rex

Respecto al material entregado por anarquistas al ejército, lo más probable es que o bien no lo saben usar o no lo pueden usar, o no les hace falta. Unas gafas de visión nocturna pueden parecer una gran idea en algún momento, pero cuando las tienes lo mismo no te son de ninguna utilidad. 

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