Rompiendo el hielo: hombres anarquistas y sexismo en el movimiento

En el libro "Política personal: Las raíces de la Liberación de la Mujer en el Movimiento por los derechos civiles y la Nueva Izquierda", Sara Evans escribe en doloroso detalle sobre el desprecio de la mujer en los movimientos políticos. Su narración es un sobrio recordatorio de que el sexismo en los movimientos es algo que ha sucedido durante años. Hoy existen numerosos diálogos sobre el sexismo en el movimiento anarquista. La mayoría están conducidos por mujeres, y han creado un espacio en el que implicarse constructivamente. Los hombres anarquistas desafortunadamente permanecen muchas veces en silencio sobre el tema del sexismo y la desigualdad de género en nuestro movimiento. Como hombre en una posición visible, soy por tanto culpable de no hablar más del tema, y de ser sexista y estar equivocado en muchas ocasiones. Sin un esfuerzo honesto y autocrítico de los hombres, los esfuerzos por cambiar serían nulos, porque somos parte del problema. Escribo esto con la esperanza de que otros hombres anarquistas se lo apliquen para actuar sobre el sexismo y la desigualdad de género y hagan prioridades de ambos temas.

Ernesto Aguilar

En el libro "Política personal: Las raíces de la Liberación de la Mujer en el Movimiento por los derechos civiles y la Nueva Izquierda", Sara Evans escribe en doloroso detalle sobre el desprecio de la mujer en los movimientos políticos. Su narración es un sobrio recordatorio de que el sexismo en los movimientos es algo que ha sucedido durante años. Hoy existen numerosos diálogos sobre el sexismo en el movimiento anarquista. La mayoría están conducidos por mujeres, y han creado un espacio en el que implicarse constructivamente. Los hombres anarquistas desafortunadamente permanecen muchas veces en silencio sobre el tema del sexismo y la desigualdad de género en nuestro movimiento. Como hombre en una posición visible, soy por tanto culpable de no hablar más del tema, y de ser sexista y estar equivocado en muchas ocasiones. Sin un esfuerzo honesto y autocrítico de los hombres, los esfuerzos por cambiar serían nulos, porque somos parte del problema. Escribo esto con la esperanza de que otros hombres anarquistas se lo apliquen para actuar sobre el sexismo y la desigualdad de género y hagan prioridades de ambos temas.

En los días sobre los que escribe Evans, se cometieron muchos errores al centrarse en los estilos de vida individuales antes que en los asuntos estructurales. En estos días, hacemos algunos de los mismos errores. En mi opinión, esta discusión se posiciona en torno a tres puntos: 1.) comprender que el debate sobre el sexismo y los asuntos relacionados con las relaciones hombre-mujer no tanto un debate sobre acciones, sino de legitimidad; 2.) comprender que todos los hombres son responsables, y que necesitamos ser francos admitiendo nuestros errores como principio político, antes que moral o personal; y 3.) comprender que las mujeres y hombres anarquistas deben tomar un papel activo en impulsar la disputa más allá de la 'responsabilidad' individual y hacia un sistema de justicia restaurativa comunitario.

Por propósitos de amplitud, quiero referirme al espectro de temas relacionados con el sexismo y la desigualdad de género. Estos van desde el maltrato de la mujer en los espacios, presionando a las mujeres desde una manipulación romántica/sexual hasta crímenes como la violación, el acoso, o el asalto sexual. De ninguna manera creo que las mujeres y los hombres anarquistas deban menosvalorar estos tópicos; esta categorización tan amplia es para poner todos los tópicos sobre la mesa, y quiero implicar a todo el mundo en torno a ellos. De la misma forma utilizo el término "mujeres y hombres" en muchos lugares, y esto no debe implicar que no haya temas relacionados con quien se identifica como transexual o sobre las relaciones entre el mismo sexo, ni que estos temas sean menos importantes. Mi esperanza es ayudar al discurso que muchas hermanas anarquistas están haciendo, y animar a otros hombres a tomar un papel activo.

Legitimidad: clase, no grado

En su libro "Nuestros enemigos de azul: Policía y Poder en América", Kristian Williams escribe una poderosa declaración sobre la mala contucta policial que, en realidad, resume la verdadera división entre el abuso generalmente y las definiciones institucionales. "En sociedades no-totalitarias, la autoridad existe dentro de unos límites cuidadosamente prescritos, si vagos (uno puede sugerir, intencionalmente vagos)", escribe Williams. "La acción dentro de estos límites es 'legítima', una acción similar fuera de estos límites es 'abuso'." La diferencia entre uso de poder legítimo (aceptable) y abuso ilegítimo, concluye Williams, es de grado, antes que de clase.

Justo ahora mismo, las mujeres que lean esto estarán cogiendo las implicaciones. Algunas mujeres saben de compañeros que reñirían violentamente sobre los mínimos matices de sus acciones, antes que por el propio dilema, y por el factor incluso más acusado de la complicidad de los hombres en esto. ¡Los hombres también lo saben! Incluso entre las polémicas más avanzadas relacionadas con el acoso sexual en los círculos activistas, el enfoque es sobre los abusos individuales antes que en la legitimidad, una mirada institucional a la cuestión, sus perpretadores y colaboradores.

Me detendré aquí para decir que utilizo la palabra 'institucional' no para referirme al estado o a la sociedad, sino a las subculturas anarquistas. La institución, a través de una inmadurez política y emocional y de una falta de visión, es incapaz de responder proactivamente a los patrones subculturales y socializados que apoyan el abuso de las mujeres, así que no debería sorprender que no haya ningún sentido, más que apelar a la moralidad de la gente, para el que el abuso/violencia de género sea tolerado o que se mire para otro lado en un contexto apolítico. Así pues, nuestra orientación se vuelve un "gritarle a la gente en su mierda", para acuñar sólo un término en el vocabulario anarquista, pero casi nunca juntarse para encontrar una base común de responsabilidad. Hoy, igual que hace 10 años cuando me encontraba en los mísmos encuentros que hoy, el enfoque es exactamente el mismo: aunque haya algunas excepciones notables, en la mayoría de los casos una comunidad de individuos sabe que pueden responder con ira a un incidente, pero en realidad tienen pocos deseos de sobrellevar un estudio político y discusión permanente sobre las relaciones de género antes de que pase, y formar una cultura política y un análisis de ello. Por tanto, caemos en las viejas formas de apoyar la legitimidad de actual sistema de poder, y relaciones de género desiguales a las que estamos atados.

El cómo vemos la legitimidad del abuso tiene sus raices en los privilegios de mujeres y hombres relacionados con la sociedad en su conjunto y los conceptos de privación relativa. En "Qué es el Potencial Revolucionario de la Liberación de la Mujer", Kathy McAfee y Myrna Wood observan que "nuestro concepto de liberación representa una conciencia de que las condiciones nos han forzado mientras que la mayoría de nuestras hermanas están encadenadas por otras condiciones, biológicas y económicas, que derrotan su humanidad y deseos de auto-realización". Para que las/los radicales comprendan realmente las verdaderas dificultades de las condiciones de las mujeres, las autoras escriben, deben comprender la ansiedad de una mujer no educada para encontrar el "mejor" hombre que la dé trabajo duro o brutalización diaria.

De ninguna manera digo que la desigualdad de género o la violencia en el movimiento anarquista sea menos importante; creo que el movimiento anarquista puede bien estar demasiado preocupado por las acciones individuales, antes que ver las acciones individuales como parte de una esfera de influencia mucho más insidiosa, que ciertamente incluye lo que las mujeres de color y las mujeres pobres confrontan cada día pero que no es visto como sexismo.

De esta forma se debe ver que la legitilidad está más atada en el marco de realidades sociales. Para que los anarquistas cuestionen la legitimidad de la opresión de género, necesitamos también mirar a la autoridad de quienes historicamente dan forma a la discusión (hombres, blancos, etc.) -- no porque debiéramos enfocarnos en desmantelar simplemente ese poder, sino para ver los intereses contendientes y las contradicciones en el capitalismo. En particular, la gente de color ha publicado mucho sobre el tema de la legitimidad, el abuso y sus resultados. Teóricos como Robert Staples y Harold Cruse estuvieron entre una multitud de radicales que impulsaron al movimiento de liberación negro de la era de los Derechos Civiles a comprender, más que otros temas, de que el problema básico para la gente de descendencia africana era la colonización interna. Obviamente, como escribe Evans, ha habido divisiones durante los años entre el feminismo y la liberación negra, y creo que necesitamos agitar vigorosamente contra igualar el racismo con el sexismo; mi ejemplo es simplemente utilizado para recordar a los anarquistas de movimientos anteriores al nuestro.

La aceptación inconsciente, acrítica de las ideas de la cultura dominante, en la cual el sexismo y la opresión de género están íntimamente vinculadas, son de notar. Grace Lee Boggs, en "Más allá del Eurocentrismo: crítica de mujeres activistas chino-americanas de los prejuicios europeos sobre las nociones de libertad," dice que tales ideas de la cultura dominante han sido expuestas tanto por figuras de la ilustración francesa como por marxistas que se suponía que eran su oposición:

Cada individuo, esta idea mundial proclamaba [la Ilustración], tiene un derecho inalienable a la libertad y la igualdad. A través de la fe en la razón y en la ciencia, prometía, los seres humanos pueden lograr la liberación total y la perfección total. Marx criticaba la Ilustración por su concepción lineal del progreso, pero esta concepción del socialismo científico como potencial sistema mundial muestra cuánto compartía [Marx] su fe en la razón y en la ciencia... sin embargo, estas ideas se están desarraigando en nosotros. Las luchas de liberación del Tercer Mundo y los pueblos indígenas nos han ayudado a ver cómo la creencia en la validez universal de las ideas de la Ilustración han dado legitimidad a la destrucción imperialista de las culturas indígenas. Nuestro creciente distanciamiento de unos con otros y de la naturaleza nos ayudan a ver cómo la fe en la razón y la ciencia han ayudado a la objetivización y la comodificación de los seres humanos y la Naturaleza que son inherentes al capitalismo. Mientras tanto, la emergencia de la sociedad de masas ha expuesto las limitaciones de la razón, y el fracaso confeso de las economías socialistas centralizadas nos fuerza a ir más allá del concepto de Marx del socialismo científico como respuesta al capitalismo. En un mundo en el que el consumismo rampante nos ha convertido en colaboradores del capitalismo al distanciarnos a nosotros mismos y al envenenar nuestro planeta, hay un creciente reconocimiento de que necesitamos filosofías que vayan más allá del antropomorfismo y el reduccionismo del racionalismo científico: filosofías que sean metafísicas, no porque aspiren a la verdad absoluta sino por que reconozcan que la realidad no está limitada a lo que puede conocerse mediante la ciencia; filosofías que enfaticen nuestra interrelación de unos con otros y con otros seres vivos y de ahí a darnos fuerza para relacionarnos con los demás como hermanos y hermanas y para saludar a la tierra como abuela, hermana y madre: en otras palabras, filosofías que nos den fuerza para transformarnos a nosotros mismos y relaciones con los demás y con la naturaleza -- tal como la filosofía del racionalismo científico de los siglos XVII y XVIII dio fuerzas a la burguesía para ejercer el desarrollo de las fuerzas productivas.

Las críticas de Lee se podrían aplicar facilmente a cómo el movimiento anarquista formula soluciones. La libertad individual y de expresión se mantienen como valores básicos -- las mujeres deberían tener espacio para su ira y los hombres deberían ser rechazados, por ejemplo -- pero raramente analizamos cómo lo que ocurre se relaciona con las mujeres del Tercer Mundo o con el sistema capitalista en conjunto. Diseccionamos el grado de abuso (delito personal), pero no la clase (opresión de género). Relatos de las primeras feministas anarquistas como "Mensaje a los Hombres 'Anarquistas', y otros" y "Lo que es ser una Chica en un Club de Chicos Anarquistas" son típicos de lo individualizante de la experiencia. Mucho de la conversación trata lo individual como lo principal de la experiencia, dando poca importancia a un tema mucho más permanente. Verdaderamente, no quiero ser insensible a apoyar a las hermanas anarquistas tratando con hombres individuales -- la web de opresión de género no se enseña en las reuniones para hacer el gilipollas ni para camelar a las mujeres para sexo, obviamente -- pero quiero recordar a los/las anarquistas el problema con los conceptos individualizados, occidentales/europeos de libertad, y su encarnación contemporánea como ariete contra la comunidad y la política radical. Escribiré más tarde algo más sobre individualismo y comunidad.

Aunque indudablemente haya gente tratando de unir los puntos, en su mayoría, avanzo, ejemplos de explotación de género dentro del entorno del movimiento son legitimados y tolerados por nuestro movimiento anarquista. En muchos casos, los hombres todavía ven esto como problemas de mujeres, que no les conciernen, o se escaquean de cualquier responsabilidad personal sin que haya ninguna política denunciando tal colaboración o pasividad. Como parte de nuestra mayor conciencia política, necesitamos hacer saber que los hombres que presionen, maltraten o sean maleducados con las mujeres en nuestra comunidad están legitimando la estructura de poder actual y están contribuyendo a extender el poder que oprime a la gente. Básicamente, las mujeres y hombres anarquistas necesitan ver la injusticia de género como expresión de la ética de la cultura dominante, que como anarquistas debemos estar alerta y combatirla.

La clave de todo esto es la legitimidad. ¿Cómo se define la opresión de género por la gente de una comunidad? ¿Qué está aceptado? ¿Qué no? ¿Por qué se tolera o acepta el abuso y maltrato de baja escala y, en algunos casos es defendido o evitado por los hombres? ¿Cómo están de implicados los hombres y las mujeres, en permitir sutilmente que el abuso de género a bajo nivel pueda continuar? ¿Cómo están enfocadas individualmente nuestras soluciones? ¿Y qué estamos aceptando de las normas de la cultura dominante para no ser conscientes del problema? De aquí vamos más allá del sexismo y la desigualdad de género, a la legitimidad de la opresión de género y la socialización que la imbuye.

En el aspecto comunitario, necesitamos mirar en los recovecos de nuestras instituciones. Como individuos, especialmente los hombres, necesitamos ir más allá de comprender el abuso como un tema individual, si no institucional -- no para exculpar a nadie, sino para que las acciones reflejen una responsabilidad, o falta de ella, de nuestra política. Esta comprensión no debiera oscurecer la necesidad de que los hombres se responsabilicen de sí mismos, como parte de una visión más grande.

Responsabilidad: Lo personal no es político

Notareis que tiendo a comenzar hablando de política primero, antes que de moral. En un sistema capitalista, los anarquistas deberían ser escépticos con la moral. Los propios líderes que se presentan a sí mismos como píos seguidores de un Señor son los mismos que masacran a los pueblos negros y morenos de todo el mundo. La moralidad es una comodidad creada para la manipulación. Desafortunadamente, unos pocos de nosotros caemos presas de ella. Por ejemplo, me duele oir a personas igualar elecciones de forma de vida o discurso público sobre la vida privada como una extensión de lo "persona es político". Como anarquista, esta versión liberal de lo que las feministas radicales tuvieron que clarificar mucho antes que nosotros, me da vergüenza. El concepto de lo personal es político fue desarrollado originalmente en el medio feminista como modo de comprender que las razones por las que afrontamos penalidades personales son resultado directo del estado. Las mujeres no tienen poder, las feministas razonaron, por que sean inferiores, sino por que el estado y los beneficiarios masculinos del poder tenían muchas herramientas que ahogaban su crecimiento. Lo personal es político fue una herramienta para romper el poder del estado, y para mantenerse unas a otras responsables del circulo mayor.

La falsa concepción que los anarquistas tienen hoy en día es que lo personal no es político, sino individualizado: la gente hace elecciones personales a través de los valores individuales y respondemos a ellos apropiadamente, o ganamos victorias en pasos singulares. Esto es, de hecho, estilismo-de-vida [se traduciria por hippismo o piesnegrismo ideológico] que quita todo contexto revolucionario o anarquista de todo acto, por que por su diseño está enfocado a la moralidad individual, antes que a una visión política. Movimientos previos, en particular las luchas de los pueblos oprimidos, vieron lo personal como expresión de los valores de la sociedad neocolonial, y que confrontar la acción individual era sinónimo a confrontar el estado. Sara Evans escribe que las mujeres blancas del Sur [de Estados Unidos] en particular se transformaron por su contacto con el movimiento Black Power y el de los derechos civiles; hipotetizaban la explotación de la mujer como cuestión política en el que los hombres colaboraban. Al hablar del poder del estado no se querian evitar culpas (ni deberian hacerse ahora), sino volver a una perspectiva política más amplia, y ayudar a la gente a encontrar un medio de tratar los fracasos personales.

Analistas como Rus Ervin Funk (en "Una activista pacifista reflexiona sobre los derechos de la mujer como Derechos Humanos") discuten que una línea divisoria público/privado siempre favorecerá a los hombres porque el discurso de control público y las violaciones de los derechos humanos contra las mujeres son a menudo privadas y raramente se las considera. Aunque tales argumentos, en su base, tienen un eco de verdad, el asunto de la explotación es otra vez una cuestión de legitimidad. Los hombres, de hecho controlan el discurso. Las violaciones de derechos humanos ciertamente se ceban con la mujer en privado (aunque Funk está equivocada en su consideración, ya que los derechos humanos hoy en día incluyen el asalto sexual, por ejemplo). Donde la sentencia de "lo personal es político" desarrolla su liberalismo es en donde asume que cambiar la dinámica fundamental cambia el sistema, o que una simple exposición hace alguna diferencia. Si los hombres no controlan el discurso, ¿se detendrán la violencia sexual o el maltrato? Como hemos ido viendo con la política como el Acta de Violencia contra la Mujer, éstas simplemente consideran un abuso de otra manera después de la sanción, pero no cambia en consecuencia el comportamiento. Pensemos en esto en términos de todas las jerarquías de poder, cómo operan o dejan de operar, y lo que ocurre como resultado. Como anarquistas, es importante para los hombres y las mujeres ver esta distinción. Para que cambiemos las cosas, necesitamos ir más allá de pensar que lo "personal es político" y comprender más la naturaleza política de las mismas instituciones.

Los hombres debemos ver que es un principio político e institucional básico el que tengamos la responsabilidad para criticar o hablar abiertamente sobre nosotros mismos y nuestras acciones. Esto no es tanto una contradicción en el debate de "lo personal es político" como dije antes, como que para los anarquistas comprendan que cambiar simplemente el comportamiento no acaba con las relaciones de poder. Aún, el reconocimiento está en el corazón de muchas de nuestras políticas -- queremos que vigilen nuestros agravios o crear espacios en las que nuestras ideas puedan ser seriamente discutidas. Evitar o minimizar esta cuestión del sexismo traiciona la necesidad de soluciones. Para que los hombres anarquistas tomen el siguiente paso en esta discusión, es importante que reconozcamos que podemos, tenemos y hacemos errores, una vez más como cuestión de principio político.

En la cultura neocolonial en particular, esto no es una cosa simple. A los hombres se les desanima para hablar de sus fallos. Los hombres de color, en especial los hombres negros, están forzados por las indignidades cometidas sobre nosotros para evitar hablar de cómo nos sentimos. Pero seamos honestos: vuestras hermanas, no importa lo bien intencionadas, indignadas o correctas que estén, no irán con vosotros hasta que esteis listos para escuchar y aceptar una responsabilidad completa, son reservas ni excusas, para vuestro comportamiento y el de otros tíos. No todos lo hacemos, no nos hace personas horribles, pero significa que necesitamos avanzar. Necesitamos avanzar por que los ideales anti-autoritarios necesitan que seamos sus defensores, montrando porqué estas ideas son indispensables en un nuevo mundo. Sin embargo, muchos de nosotros tenemos una política de género desordenada, e ignoramos la explotación cuando ocurre. No hablo de la gente en las reuniones o en otras instancias, sino en nuestras acciones de cada día.

Institucionalmente, a los hombres se les permite eludir la responsabilidad a través de varios medios. Williams cita la obra de Paul Kivel, autor de "Desraizando el Racismo," con hombres abusivos que justifican su comportamiento a través de nueve medios primarios. Estos incluyen la negación, la minimación, la culpa, la redefinición, la in-intencionalidad, el contra-ataque y la victimización competitiva. Otros, escribe Kivel, prefieren esgrimir el asunto como algo aislado, o del pasado (reciente o distante). Williams cita a Kivel, que apunta "estaba continuamente perplejo por la incapacidad [de los hombres] para ver los efectos de sus acciones y su capacidad para negar la violencia que habían hecho a su compañera o a sus hijos". Añade Kivel, "Sólo lentamente fui consciente del complejo arsenal de tácticas que los hombres usan para hacer violencia contra la mujer y para evitar tomar responsabilidad de sus acciones".

Yo comencé mi propio viaje en este tema reconociendo mis propios fallos en política de género, de ser poco respetuoso con las mujeres y de implicarme en maneras que no debería. ¡Tal revelación no es fácil! hice excusas, culpé a los demás, lo justifiqué, rechacé la crítica de otra gente, o simplemente la minimicé diciendo que todos 'cometemos errores'. No fue hasta que quise decir que hay diferencia entre cometer errores y ser egoista y egocéntrico cuando vi cuánto como hombres anarquistas necesitamos hacer. Estamos todos indudablemente luchando para vivir nuestras políticas, pero esto no es una defensa para ser políticamente atrasado. Es formidable; cualquiera que ha sido tocado por las formas individualistas del capitalismo cree que tiene derecho a decir y hacer lo que les da la gana, sin importar cómo acepta a los demás. Los hombres anarquistas necesitamos que nos recuerden que esto es una mentira lanzada para mantener los valores de la cultura dominante, y cortar las nociones anárquicas de comunidad.

Hay muchas defensas para escaquearse. Los hombres creen que evitar lo que ocurra le proteje, o le asegura que no le mirarán mal. Aún así, el riesgo es pequeño porque no cambiamos al no estar abiertos al pasado. Consideremos la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica, nombrada por el gobierno para investigar la "naturaleza, causas y grado" de las violaciones de los derechos humanos bajo el apartheid. No hablamos de pequeños delitos, sino de antiguos policías, agentes de seguridad y otros que testificaron que eran culpables de las torturas más horrendas y asesinatos inimagiables, todos en el nombre de proteger el poder blanco de la mayoría negra. Aquellos maltratadores recibieron una amnistía a cambio de su testimonio, mientras que aquellos que los sufrieron dieron su versión también. Negros y blancos en Sudáfrica se dieron cuenta que, sin honestidad, responsabilidad y un carpetazo, su gente nunca sería capaz de salir del apartheid. Obviamente no quiero conectar ni igualar racismo y sexismo; mi intención es que el punto final es un paso necesario para una politica abierta. Es esencial para tal proceso que los hombres concedan y reconozcan sus acciones cuando se relacionan con mujeres/compañeras, sin excusas. Más hombres anarquistas deberían queres hablar sobre sus propias acciones con la esperanza de animar a una discusión mayor entre los movimientos radicales, especialmente los hombres, sobre el sexismo y el trato de las mujeres.

Incluso más que a los individuos o a nuestro propio deseo de gustar o incluso de ser admirados, somos los primeros y más responsables hacia el movimiento y la idea con la que estamos comprometidos. No podemos vivir en un mundo liberado y no ser responsables unos con otros. Como persona, tengo una profunda responsabilidad hacia otros anarquistas de color, y creo que no reconciliar mi política con mis actos contradice el principio de anti-autoritarismo. Más hombres necesitan considerar esto.

Es vital para las mujeres y los hombres comprender que aceptar responsabilidades no es un reconocimiento de culpabilidad, sino una cuestión de responsabilidad política. Entre los grandes fracasos de la teoría de moda del anarquismo 'post-izquierdista' está la implicación de que los individuos no tienen interiorizado el apoyar y crecer con los demás. En "Anarquía post-izquierdista: Dejando la izquierda atrás", Jason McQuinn defiende que "el individuo autónomo es la base fundamental de todas las teorías genuinamente anarquistas de organización," y, aunque él también apoya los conceptos de la transparencia, "ninguna norma y ningún dirigente significan que no hay autoridad política por encima de ellos mismos, que pueden y deberian tomar todas sus propias decisiones hasta que funcionen". Todo lo que caiga fuera del reino de la decisión propia, se connota, es un avance no deseado para el que no se debería invertir ninguna lucha. Lo que sugiero es que los individuos existen más ricamente en las comunidades, y que se benefician directa e indirectamente, emocional, politica, social y materialmente de ellas. Más conspicuamente, al ganar beneficios, la gente forma comunidades y apuestan por dichas asociaciones. Los hombres que violan los valores comunitarios no escritos de respeto hacia la mujer o que colaboran en hacer estos actos invisibles necesitan comprender su responsabilidad en la comunidad, y el daño que hacen estos actos al sentido de propiedad entre los miembros de la comunidad.

Responsabilidad revolucionaria

En "Visionado la Comunidad", la teórica Patricia Hill Collins escribe que la gente de descendencia africana ha redefinido las nociones de poder con modelos de comunidad que enfatizan las conexiones, el cuidado y la responsabilidad personal. A la gente negra, apunta en "Pensamiento feminista negro en la matriz de la Dominación", no se le ha dado tiempo para teorizar nuevas formas de concebir la comunidad, para ellos nunca ha habido acceso. La comunidad se hace en las acciones diarias. "Las esferas de influencia creadas y apoyadas por las mujeres afro-americanas no son concebidas solamente para dar un respiro de las situaciones opresivas o como retirada de sus efectos," afirma Hill Collins. "En vez de eso, estas esferas de influencia de la mujer negra constituyen santuarios potenciales en los que los hombres y mujeres negras están educados para confrontar las instituciones sociales opresivas".

La noción anarquista de la comunidad necesita equilibrar las necesidades individuales con nuestras directivas políticas. Si somos anarquistas, nuestro objetivo debería ser desafiar el poder del estado en todas sus formas; lo que ocurra en nuestras comunidades es una extensión de nuestras confianza en nuestra política, y nuestra política (y por extensión, nosotros mismos) es algo que deberíamos auto-examinar y criticar constantemente. Mi crítica primaria a cómo el sexismo, el acoso sexual y demás se tratan en el movimiento es un malentendido fundamental de lo que queremos construir como movimiento y a qué valores queremos transmitir. Es básico comprender que simplemente renunciar a llamar a la policía no es algo particularmente político (salvo para proteger a los hombres de la acusación). Lo que necesitamos que ocurra es un cambio básico en cómo entendemos la sociedad que los anarquistas quieren crear.

Entre las palabras anarquistas más ambiguas está la 'responsabilidad'. Responsabilidad, al menos en el sentido anarquista, implica una responsabilidad comunitaria y un esfuerzo mutuo para resolver conflictos. La responsabilidad, como se traduce ahora a lo específico y lo implementado, está individualizada por el incidente y no busca construir una cultura política contra el sexismo, quizás indicando la falta de cultura política cohesiva entre los anarquistas como todo.

Los anarquistas necesitan hacer crecer la definición de responsabilidad desde la vergüenza, la acción punitiva y la expulsión hasta una visión en la que las comunidades animen y apoyen a la mujer a curarse y a los hombres a aprender lecciones en el contexto de sus vidas. Hay un gran poder en la vergüenza -- vergüenza para que la mujer lo suelte y vergüenza para el hombre por sus actos -- y quiero hablar de ir más allá de la vergüenza y del paso a las soluciones. Claramente, mi objetivo no es decir paternalmente 'perdona y olvida' porque cerrar la puerta a la explotación es un largo proceso. Aún creo que nuestros modelos actuales de responsabilidad se basan en el ejemplo en vez de en construir una ética comunitaria de la que podamos avanzar. Como remarca Bell Hooks en "Todo sobre el Amor", las comunidades son familias; allí donde debe estar la clave para que el poder de una comunidad y del género como punto central organizativo puedan resistir el sistema de poder. No estamos haciendo esto, en mi opinión.

Hay muchas soluciones comunitarias dinámicas para tratar la responsabilidad. Uno de los modelos más populares es la justicia restaurativa, un sistema que enfatiza la curación de las heridas de las víctimas, de los culpables y de las comunidades causadas por comportamientos antisociales. Para nada perfecta, la justicia restaurativa busca identificar y dar pasos para reparar el daño; implicando activamente a los implicados, y pone énfasis en responder a las acciones desde los medios del Estado hasta la comunidad.

Nadia Biermans y Marie-Nathalie d'Hoop autoras de un estudio sobre justicia restaurativa, y la decisión consciente de un estado para redefinir su política de justicia criminal, en "Desarrollo de las prisiones Belgas en una perspectiva restaurativa". Las autoras dicen que las razones para avanzar esta discusión fueron dobles: 1.) para tratar el conflicto entre la víctima y el culpable y ayudar a ambos a tratar con el conflicto; y 2.) cambiar la cultura y la mentalidad en las prisiones. Las investigadoras comenzaron llevando a cabo sesiones informativas sobre la justicia restaurativa. Los culpables, observaron las investigadoras, desarrollaban algunos de los mecanismos de escaqueo apuntados por Kivel en "Desraizando el Racisomo" -- tendían a verse a sí mismos como víctimas (a menudo como resultado de la deshumanización del aislamiento) y minimizaban el daño cometido a sus víctimas. Atajar estos comportamientos demostró la necesidad de hablar a los culpables sobre sus sentimientos y trabajar con ellos para reconocer a sus víctimas. El papel de aquellos que se habían equivocado también es básico en la justicia restaurativa.

Contrastemos esta forma de responsabilidad con lo que vemos en muchas escenas. Aquí, se enfatizan primero el reconocimiento y la responsabilidad, antes que la reacción basada en la vergüenza. Desafiar al poder significa comprender nuestro propio poder para cambiar las dinámicas. Antes que buscar nuevos sistemas para copiar, los hombres necesitan comprender las definiciones feministas contemporáneas de acoso sexual, violencia, sexismo y otras formas de opresión de género. Los hombres también necesitan estar de acuerdo que tales tópicos son cuestiones anarquistas y comunitarias serias, y que el discurso público sobre estos asuntos están entre nuestras principales prioridades que mujeres y hombres deben hacer esfuerzos honestos para cumplir. Además, los hombres necesitan ver que la opresión de género tiene muchas caras, y que se supone que no es normal o aceptable en círculos anarquistas o en relaciones sexuales igualitarias; esto implica que ejemplos obvios (como insultos, acoso, violencia, violación, asalto) y acciones sutiles (proposiciones románticas/sexuales, exclusión, menosprecio, culpa) deben verse como inaceptables como norma de la comunidad. Finalmente, los hombres deben implicarse políticamente para apoyar a las mujeres que buscan solidaridad por lo que enfrentan.

Como muchas soluciones, la justicia restaurativa es una teoría en evolución, que nos permite ayudar a definir una tendencia explícitamente anti-autoritaria. Equilibrar el poder está entre los retos más grandes para los anarquistas en este aspecto. La gente joven (y la vieja) debería ser escuchada por sus iguales, así como otros en la comunidad. Igualmente, la gente de color tiene más que un grupo de blancos para ayudarles con las situaciones. Añadamos a esto una representación justa entre los culpables, las víctimas y sus defensores, que puede convertir una cura potencial en enfrentamientos y silencios. Cada complicación lleva adjudicada una serie de asunciones occidentales de la justicia, especialmente debido al juicio por jurado. La justicia restaurativa busca evitar, en palabras del abogado John Braithwaite, el "legalismo adversarial," en el que se quita del proceso a los culpables y las víctimas.

Visionar la justicia y la comunidad restaurativa requiere una lista de unos pocos componentes. Cuidado e compromiso de cambio como prioridad política deben ser parte de ella. Pero comienza en todos nosotros.

Adelante

Entonces, ¿cómo llegamos ahí?

Bastante de todo esto es una conversación que los círculos anarquistas deben hacer de una forma organizada, abierta y paciente. En una escala mayor, supondrá un avance en cómo pensamos sobre el género en el movimiento, y cómo nuestra personalización de todo debe evolucionar para incorporar lo político. Aunque necesitamos ver individualmente porqué la moralidad tiene un tirón tan fuerte, los anarquistas también deben captar su valor hoy en día, y tratar de llegar a un consenso real sobre la definición y la eliminación de acoso, violencia, y demás como aspiración política.

En una escala más pequeña, hará que los hombres individualmente lo asuman para sí mismos para trabajar sobre el comportamiento sexista, como medio de solidificar nuestras sensibilidades anarquistas. Debo ser muy cauto por que no creo, sólo porque los hombres tomen en cuenta asuntos de género para hacer sus ideas anarquistas más fuertes, que los hombres deban liderar o estar en el centro de la lucha. Los anarquistas deben asumir este principio como cuestión de respeto. Cuando comenzamos a hablar sobre algo, los anarquistas tendemos a ser ahistóricos; olvidamos rebuscar el trabajo hecho antes que nosotros, o que las luchas que nos afecten hoy. En este caso, muchas mujeres feministas, mucho antes que nosotros, han escrito y vivido una poderosa y dinámica teoría que nos debería inspirar a aprender. Las mujeres hoy están también poniendo poderosos ejemplos que podrían redefinir nuestras opiniones.

A nivel personal, he aprendido qué importante es expresar empatía con la gente que ha sido víctima, incluso si a veces estoy trabajando en cómo expresarme bien y ser sensible a las implicaciones de mis propios errores. Confieso que tengo mucho que aprender, y trato de no usar la crítica de una forma defensiva. También he aprendido que necesito querer llamarme la atención y compartir mis experiencias personales, incluso aunque puendan ser duras y no demasiado aduladoras, esperando generar consciencia sobre el sexismo. Tal ha sido parte de un descubrimiento político más profundo de que mi comodidad personal es menos importante que la lucha anarquista a la que he dedicado mi vida. El bien colectivo es algo de lo que a menudo he hablado, pero vivirlo de tal forma me ha hecho reflexionar sobre los mayores sacrificios que las mujeres de color hacen diariamente.

He aprendido a hacer notar que si hago estas cosas no es por reconocimiento u orgullo, sino porque, como forma de implicación política, debería ser parte de mi rutina diaria, como debería ser para todos los hombres. Reconozco que yo, como hombre, tengo todavía un trabajo que hacer en términos de socialización sexista, y mi práctica política en cuanto a género no está donde podría y debería estar. También hago un esfuerzo para recordar de no utilizar estos hechos como excusas para escaquearme o minimizar el impacto de los errores que haga.

Discrepo respetuosamente con algunos escritores/as que dicen que los hombres, especialmente los hombres que no tengan la práctica más políticamente correcta, no tienen un papel en dar soluciones en este asunto. Parte del problema con estas inclinaciones es el juicio de valor inherente en desautorizar indirecta o intelectualmente la participación. Los estudiantes graduados blancos probablemente favorecerían la teoría escrita por los académicos blancos (o, con un poco de salvaje ironía, la gente de color no-educada-en-universidades - otra discusión por completo). Y ¿quién va a decir que el cuerpo político anarquista o incluso feminista (ambos extensiones de lo blanco, en varios grados, desde su creación) tiene todas las complejas soluciones sociales, culturales, étnicas y prácticas? Al considerar y definir nuestra cultura de comunidad en relación al género, necesitamos ser inclusivos con las diferentes perspectivas y opiniones culturales para un futuro liberado.

Discrepo aún más con que el pararrayos para la discusión necesite ser quién habla sobre quién en una reunión, o quién es confrontacional con la policia en una protesta. Aunque es valioso señalar los problemas, para mí, estas críticas evitan la cuestión real de cómo desarrollamos la claridad en nuestra política, métodos organizativos y tácticas. Sé que estas discusiones teóricas no son tan sexy o dramáticas como el mal comportamiento, pero son verdaderamentes más importantes. Eliminando simplemente el sacar pecho o la "hombre-arquía", como un colectivo llamó a una lista de acciones problemáticas, no nos lleva fundamentalmente hacia la libertad. Creo que combatir la opresión de género requiere el respeto de una discusión más ampla sobre nuestra política.

También sugeriría que combatir la opresión de géner debe comprenderse en el contexto de raza, pero que de ninguna manera asimile la historia o pretenda que el racismo y el sexismo son "todos una lucha". Decir que las cosas son más complejas que todas una lucha es indudablemente nadar contracorriente de las ideas anarquistas de lucha, sin embargo. Verdaderamente en la forma de operar del género y la raza hay similaridades, pero los anarquistas deberian ser claros en ver que la una no es la misma que la otra. Como dije antes, las mujeres blancas estuvieron fuertemente influidas por el movimiento de liberación negro durante la era de los Derechos civiles. Sin embargo, las mujeres blancas ha luchado historicamente más contra el avance de la gente de color, por que fueron (y en muchos casos siguen siendo) las primeras aliadas de lo blanco. Tanto para las mujeres como los hombres blancos, la asimilación de la historia es utilizada como táctica para nunca hablar sobre la raza - o el género para el caso. Una determinación firme de luchar contra la opresión de género no echará raíces en el movimiento anarquista hasta que actuemos para llegar a un consenso real en nuestra política de forma que comprenda la raza y la autodeterminación.

Mi esperanza es que este artículo sirva como un esfuerzo para apoyar a las valientes hermanas anarquistas que lideran esta lucha. No quiero implicar que tenga todas las respuestas, o incluso caer en esa actividad tan masculina de 'resolver' problemas. Aún, espero que estas ideas contribuyan a la permanente vigilancia de la opresión de género; de los fallos de los hombres y vigilancia polícia; y de la asombrosa obra de la gente de color tratando la opresión. Animo a los hombres anarquistas a pensar sobre estos obstáculos. Si he aprendido algo viviendo como hombre Latino/indígena en la ocupada Amérika, es que, a pesar de todo el ruido de la buena lucha, la mayoría de los tíos son remisos a ser los primeros en hablar sobre un tema espinoso. He buscado por todas partes obras de hombres anarquistas sobre el sexismo en nuestro movimiento. ¿Adivinais cuántas he encontrado? Quiero con esta obra romper el hielo. Este movimiento no puede avanzar sin acción. Comprender el sexismo como prioridad política en nuestro trabajo contra este sistema opresivo es sólo el principio.

Lecturas recomendadas para mujeres y hombres anarquistas (libros en inglés):

-Heather Ajani, "Hearts Spark Arson," Our Culture, Our Resistance
-Anonymous, "Interviews with Panther sisters on women's liberation"
-Pip Cornall, "Rafting in the Cascades: A true story about confronting sexism"
-Chris Crass, "Going to places that scare me: Personal reflections on challenging male supremacy"
-Sara Evans, "Personal Politics: The Roots of Women's Liberation in the Civil Rights Movement & The New Left"
-Bell Hooks, "All About Love" and "Feminist Theory: Margin to Center"
-Butch Lee, "Jailbreak out of History: a re-biography of Harriet Tubman"
-Carol Pateman, "The Sexual Contract"

Otras fuentes:

SallyDarity Anarcha-Feminism & Gender Anarchy Resource Page
http://www.anarcha.org/sallydarity/index.php

Making Face, Making Soul: a Chicana feminist site
http://www.chicanas.com/

Womanist Theory and Research
http://www.uga.edu/~womanist/

Women of Color Web
http://www.hsph.harvard.edu/grhf/WoC/

Feminist Theory Website
http://www.cddc.vt.edu/feminism/index.html

Communities Against Violence Network
http://www.cavnet2.org

"Men in the Movement to End Violence Against Women: Campaigns and Campaign Materials"
http://www.vawnet.org/DomesticViolence/PreventionAndEducation/
Campaigns/MenCampaigns.php

Working with Men and Boys to Prevent Gender-Based Violence
http://toolkit.endabuse.org/

Alan Berkowitz's Papers
http://www.alanberkowitz.com/papers.html

Paul Kivel's Website
http://www.paulkivel.com

Joe Weinberg's "Teaching Sexual Ethics"
http://www.teachingsexualethics.org

Ernesto Aguilar fundó la lista Anarchist People of Color. Vive en Houston, Texas.

Aviso Legal  |  Política de Privacidad  |  Contacto  |  Licencias de Programas  |  Ayuda  |  Soporte Económico  |  Nodo50.org