Sobre el anarcosindicalismo

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Ricardo Fuego
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Sobre el anarcosindicalismo

Mensaje por Ricardo Fuego » 25 Ago 2006, 01:48

Braulio escribió:Por cierto, quiero hacerles una pregunta para ver por qué rechzan tan fuerte el anarcosindicalismo. ¿Acaso creen que es lo mismo un sindicato clásico a un sindicato con influencia ideológica libertaria? Sé que tienen un texto crítico, pero en él no parecen ver diferencia y hacen suponer a-priori que cualquier sindicato en sí lleva a la clase obrera a perder su capacidad revolucionaria en el proceso revindicativo.

A mi parecer, la revindicación anarcosindicalista es sólo un fenotipo (una forma que cohesiona a la clase) de un proceso genotípico (un fondo que busca la autoemancipación de la clase) que es bastante similar a su propuestas de autonomía obrera. El problema tal vez es que el anarcosindicalismo ha dejado su genotipo porque ha olvidado lo que era, a perdido sus raíces hipnotizado por las glorias pasadas.

Nota: Yo no soy anarcosindicalista sino más bien eco-anarquista, pero creo es interesante conocer la opinión de los comunistas consejistas al respecto de esa rama libertaria. Bien y puedas dármela de manera resumida te lo agradeceré.

Saludos y fértiles debates.
Para empezar te paso referencias a 3 artículos contemporáneos a la revolución española por parte de los consejistas clásicos.

Las barricadas deben ser retiradas - Paul Mattick (1937)
El anarquismo y la Revolución española - Helmut Wagner (1937)
Revolución y Contrarrevolución en España - Rätekorrespondenz nº 22

Pero también hay otras críticas que no son consejistas y de las cuales también comparto mucho:

Una crítica de los métodos sindicalistas - Alfredo Bonanno (1975)
Comentarios acerca de la España salvaje - Trabajadores por la autonomía proletaria y la revolución social (1979)
El engaño del sindicalismo revolucionario - Anónimo (2005)

Este último es bastante actual y pertinente a la cuestión.


En cuanto a la opinión sobre el sindicalismo en general y el anarcosindicalismo en particular que tenemos quienes formamos el CICA, se encuentra en nuestro Manifiesto y la cito a continuación:
El desarrollo de la autonomía proletaria exige ir más allá de las formas de organización tradicionales del movimiento obrero.

L@s comunistas antibolcheviques entendemos que el desarrollo de la autonomía de la clase obrera, es decir, de su capacidad para actuar y pensar según sus propias necesidades, es incompatible con las formas de organización tradicionales, que surgieron por y para la lucha por mejoras dentro del capitalismo. Sus métodos prácticos de lucha y organización, y las concepciones teóricas que los representan y justifican, tienen un carácter reformista, o sea, reproducen las relaciones sociales capitalistas en las que el proletariado en conjunto es la masa dominada, gobernada, mientras que una minoría es la que realmente decide su destino y cuales son sus condiciones de vida. Se trata, pues, de organizaciones de carácter burgués.

Los sindicatos y los partidos políticos tal y como han existido hasta ahora -incluso los que ideológicamente se definen como "revolucionarios"- son organizaciones incapaces de desarrollar la autoactividad del proletariado hasta el nivel y en la extensión necesarias para destruir el poder capitalista y transformar conscientemente la sociedad de modo comunista. Su tendencia, al contrario, es a integrarse plenamente en la estructura de la sociedad capitalista y en especial con el Estado, tanto forzados por su incapacidad revolucionaria como estimulados por su tendencia burocrática natural, determinada por sus características estructurales y por su función enmarcada en la lógica de la sociedad burguesa.

En la actualidad, estas formas de organización, transformadas en extensiones del poder del capital, o sirviendo en el mejor de los casos de alternativa ilusoria, son el principal obstáculo para el avance de la clase obrera a través de sus propios esfuerzos. De hecho, sirven de base a la ofensiva permanente del capital, particularmente para destruir o recuperar cualquier intento de oposición seria. Y lo hacen tanto mejor cuanto más parecen oponerse al capitalismo sin dar, sin embargo, a la clase obrera, en la práctica, ninguna orientación realmente revolucionaria en las luchas.

Además, precisamente porque es a través de la lucha como despiertan y se desarrollan en su forma más básica las energías y el pensamiento de l@s proletari@s, las organizaciones tradicionales funcionan como anuladoras de la lucha real e inhibidoras de la iniciativa consciente de la clase, sustituyéndolas por la negociación y la actividad delegativa4, llevando a la clase obrera a callejones sin salida como las luchas aisladas, el fetichismo sobre las virtudes mágicas del asamblearismo, el culto místico a la "combatividad", etc.., desgastando a la clase hasta hacerla renunciar a cualquier expectativa de avance y acelerando de este modo la descomposición de la conciencia de clase.
En la nota 4 hablamos del anarcosindicalismo en particular:
El anarcosindicalismo no escapa a estas consecuencias, ya que no deja de ser una organización de tipo sindical en la que prevalece la afiliación indiscriminada y el interés laboral inmediato. Sigue siendo, pues, una asociación de l@s proletari@s como propietarios privados de su fuerza de trabajo convertida en mercancía. Su misma existencia es permitida por el capitalismo porque se encuadra bajo su marco legal y su actividad se reduce, más allá de los discursos ideológicos, a la negociación "asamblearia" del precio de la fuerza de trabajo.

La negociación como tal, aparte del parlamentarismo sindical o político, es la forma jurídica universal de la relación social entre propietarios privados de mercancías. En la negociación de sus condiciones de trabajo, el proletariado actúa como vendedor privado de su fuerza de trabajo, incluso cuando lo hace colectivamente. Su unidad es una asociación de individuos privados, no una verdadera comunidad proletaria, su acción no es la acción del proletariado como sujeto autónomo, independizado de la sociedad burguesa. Por eso, incluso cuando no hay delegación, incluso si es la asamblea la que discute directamente con la patronal, por ejemplo, o la que toma las decisiones definitivas al menos, incluso entonces el proletariado no deja de actuar más que como vendedor de su fuerza de trabajo y no como sujeto que se rebela contra esa condición de clase, contra el trabajo asalariado, contra el capitalismo como tal.

La negociación como tal es la base práctica elemental de cualquier forma de sindicalismo. Frente a la negociación, l@s comunistas antibolcheviques defendemos la lucha hasta la imposición unilateral de las reivindicaciones proletarias, o al menos hasta que la patronal ofrezca por su cuenta unas concesiones suficientes dada la correlación de fuerzas y teniendo en cuenta los problemas más inmediatos que han desencadenado la lucha. O sea, defendemos la no negociación con el capital y el Estado, la lucha de clases radical. Evidentemente, esto no abole en términos absolutos la dimensión jurídico-mercantil que envuelve las relaciones laborales en el capitalismo, pero la deja sin efectividad real: el proletariado no debe confiar en las leyes y acuerdos logrados con la lucha, no debe adquirir ningún compromiso explícito o implícito con ellos, debe mantenerse firme en la conciencia de que todo ello no suprime su antagonismo radical y total con el capitalismo.
En conclusión, no vemos diferencias esenciales entre el sindicalismo "común" y el anarcosindicalismo. Pues para nosotros la ideología no es lo esencial, como tampoco lo son las banderas y la "mística" que pudiera tener una organización por sus "viejas glorias"(1). Esas son cuestiones formales o secundarias. Lo esencial de una organización es su praxis concreta, y la praxis concreta de la CNT actual es sindicalista. Como dice en la nota, el anarcosindicalismo se diferencia del sindicalismo en la forma de negociar el precio de la fuerza de trabajo (asamblearia en vez de burocrática). Sigue siendo sindicalismo.

No se trata tanto de que "cualquier sindicato en sí lleva a la clase obrera a perder su capacidad revolucionaria en el proceso reivindicativo". La lucha reivindicativa es necesaria y de por sí no es ningún desvío de la lucha revolucionaria. El problema es cómo se da esa lucha reivindicativa.

Si lo analizamos desde un punto de vista de clase vemos que no se trata de tal o cual dirigente o tal o cual organización, sino de tal o cual forma de autoactividad proletaria. No se trata tanto de éste o aquél sindicato sino del sindicalismo como forma de autoactividad proletaria.

El sindicalismo separa en los hechos la lucha reivindicativa de la lucha revolucionaria, la lucha económica de la lucha política. El anarcosindicalismo cree que con argumentos ideológicos que unan la lucha sindical con la lucha por la anarquía y con el culto a la asamblea, la autoorganización y los métodos de lucha radicales resuelve prácticamente esa separación, pero no es así.

El sindicalismo en general y el anarcosindicalismo en particular terminan siendo un obstáculo para la autoactividad proletaria consciente. Si esto era verdad para los años 30, lo es aún mucho más en la actualidad del capitalismo decadente, donde el margen material para una política reformista se ha reducido enormemente y por lo tanto, históricamente, las políticas reformistas y seudorrevolucionarias adquieren un carácter reaccionario, en oposición cada vez más frontal con el desarrollo de la autonomía proletaria.

Los momentos de alza revolucionaria se han dado no cuando lxs proletarixs han obedecido a sus jefes o cuando actuaron como miembrxs de su organización, sino cuando actuaron de manera autónoma de la burguesía y de las mismas estructuras que decían representarlxs. Para que este tipo de autoactividad proletaria consciente, que en los ensayos revolucionarios del siglo pasado se ha dado espontáneamente y en periodos de tiempo muy cortos (antes de ser abortados por la reacción burocrático-burguesa o recuperados por el movimiento obrero), se dé de manera sostenida es preciso plantear desde hoy la superación del bolchevismo y el anarcosindicalismo.

(1) De hecho ya las "viejas glorias" eran criticables, la CNT termina convirtiéndose en un factor activo de la contrarrevolución y esto no se puede descargar solamente en unos dirigentes. Un muy buen libro sobre la revolución española que he leído y recomiendo es REVOLUCIÓN Y CONTRAREVOLUCIÓN EN CATALUÑA de Carlos Semprún-Maura (1978).
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mosfet
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Mensaje por mosfet » 25 Ago 2006, 16:01

Cuidado con recomendar las lecturas de Carlos Semprum-Maura, es un converso del anarquismo(fines de los 70) a la extrema derecha mas rancia actualmente.

Ver:
http://www.red-libertaria.net/noticias/ ... le&sid=685

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Gerrard Winstanley
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 25 Ago 2006, 16:15

Carlos Semprún Maura nunca fue anarquista. Pasó de militar en el famoso FLP (Frente de Liberación Popular, organización marxista de las de "a la izquierda del PCE" pero de orígenes católicos) a la derecha reaccionaria. De hecho, de Ni Dios, ni amo, ni CNT, escrito cuando dejó el "FeLiPe", recuerdo que hablaban muy bien de él las gentes de derecha en la época. Porque atacaba al PCE sin defender una CNT que entonces aún se veía como una amenaza (el famoso mitin de Montjuich fue el más multitudinario de finales de la década de 1970).
Para quienes desconozcan las actuales opiniones (defensor de las tesis de Moa y de Vidal) y la demagogia biliosa del personaje, ahí va un artículo reciente contra el Proyecto de Ley de la Memoria Histórica el gobierno del PSOE:

Los olvidados

Por Carlos Semprún Maura

Exijo del Gobierno, de las Cortes, del Senado, de los presidentes de las Autonomías, de la Real Academia de la Lengua, del alcalde de Madrid, y del embajador en la UNESCO, que no se hable de "víctimas del franquismo" sin hablar primero de mí. Y, sobre todo, que no se sueñe con indemnizar dichas víctimas, sin indemnizarme primero a mí, e indemnizarme como Dios manda, a base de sumas en la órbita de Bill Gates, pongamos, por todas las semanas, meses y años que estuve sufriendo del franquismo.

Que nadie espere seguir como hasta ahora, metiéndome para siempre jamás en el armario de "los olvidados", en los archivos sin fondo de las víctimas anónimas y desdeñadas. ¡Pido la voz y la palabra! (¿Era "la paz y la palabra"? Da lo mismo: exijo la paz, la palabra, y las pelas.)

Nadie tanto como yo tiene motivos para exigir, para reivindicar subsidios, indemnizaciones, reparaciones y, en una palabra, ¡venganza! Fíjense si no: a los nueve años fui, antes que nadie, boat people; me metieron en un barco mercante en Bilbao y me llevaron a Bayona, teniendo que abandonar mis regalos de primera comunión, nuestro piso en Alfonso XI, mi gato en Lequeitio y todo lo demás. Durante la guerra, por culpa del franquismo, me obligaron a abandonar mis estudios, a convertirme en siervo, peón, jornalero o jardinero y sufrí, más que nadie, y por culpa del franquismo, frío y hambre. Por culpa del franquismo, algunos años más tarde, me obligaron a alistarme en los batallones disciplinarios del partido comunista español y a convertirme en soldado de Stalin. Logré escapar de todo ello, pero sacrificando mi pensión de ex combatiente, sufriendo el apartheid y el desprecio conjunto de progres y franquistas, paria entre parias, sin enchufes ni mordidas.

Por culpa del franquismo, tuve que abandonar una brillante carrera –¡ni siquiera recuerdo de qué!– para alistarme de nuevo en "frentes aragoneses de liberación" y en "acciones contra el hambre franquista". Esos cretinos de la político-social ni siquiera lograron detenerme, lo cual me hubiera permitido lucir una medallita en la solapa y cobrar una beca. Una miseria, pero algo es algo en estos tiempos de penuria.

Imaginen lo que hubiera sido mi juventud si no fuera por culpa del franquismo. Es bien sencillo, en vez de siervo hubiera sido estudiante, y universitario, me hubiera graduado y hoy cualquiera sabe qué sería. Tal vez notario, con piso en la calle Alfonso XI, tres coches, chalet en la Sierra y casa de veraneo en El Sardinero. Mis hijos, en vez de ser, debido a la pobreza de su padre, semi bohemios, semi artistas, viviendo uno en el infierno de Nueva York y el otro en el descampado de Tubbergen –no es broma, es Holanda–, se hubieran casado con presentadoras de televisión como cualquier príncipe y tendría ciento cincuenta nietos. Pero, por culpa del franquismo, no tengo ni rastro de uno.

Tal vez no hubiera elegido la carrera notarial. Si no fuera por el franquismo hubiera podido ser catedrático de sociología y me hubiera cruzado en los pasillos universitarios con las barbas de Carlos Berzosa o de Fernando Savater, quienes no han sufrido del franquismo. Ellos no sólo han chupado del bote (¿acaso no son catedráticos?) sino que luego, cuando convenía, se hicieron antifranquistas para seguir chupando del bote. Como todos ustedes, hijos predilectos de la dictadura, que ahora os atrevéis a hablar de "memoria" y de indemnizar a vuestras víctimas.¡Nada de limosnas! Exijo venganza y euros.

Y ahora el Gobierno "exige" la eliminación de los símbolos franquistas. Parece otra broma, pero no lo es. O en todo caso una broma pesada. ¿Quieren hacerse el harakiri? Porque no hay mejores símbolos franquistas que ellos. Dirán que no, claro, y se sacarán de la manga, una vez más, que un abuelo de Rodríguez Zeta fue fusilado por los franquistas. Se dice menos que el padre de Javier Pradera fue "protomártir", o sea fusilado por los rojos. Esto no les impide ser cómplices, y tan canalla el uno como el otro. No han luchado contra la dictadura y, treinta años después, declaran la guerra a estatuas y lápidas como si quisieran borrar con vandalismos su mala conciencia. Es la catarsis de los mediocres. Sé que sesudos filósofos consideran que "luchar contra" no tiene un contenido político creador. No estoy totalmente de acuerdo, pero para el caso da lo mismo, no me importa cambiar el léxico: bajo la dictadura no lucharon a favor de las libertades democráticas, para imponer elecciones libres, el pluripartidismo, los sindicatos libres, y la libertad de la prensa, de opinión y de religión. Ahora, para decirse demócratas con treinta años de retraso, imponen una nueva censura: una "memoria histórica", partidista y oficial. Un nuevo franquismo.

Sin saberlo, porque son tontos de nacimiento, copian a los talibanes, que también pretendían eliminar todos los símbolos y, en buena parte, lo lograron. Pero no se puede ser talibán a medias, talibán moderado; eso no cuaja, como no se puede ser agnóstico y loco de Alá al mismo tiempo. Que sean, si se atreven, consecuentes con ellos mismos, y eliminen todos los símbolos. Todos. Además, ¿ustedes se creen que todos los reyes de España se merecen estatuas? ¿Todos los políticos, lápidas? ¿No tiene estatuas Sabino Arana? ¿Quién se atrevería a decir que es el único que se las merece? Nada. ¡A destruirlas! ¡Todas! Hay que cambiar dialécticamente los nombres de todas las calles que no se atengan a la "ley de recuperación de la memoria histórica".

Imponer una "memoria histórica" única es como imponer el pensamiento único, el partido único, la prensa única y la imbecilidad única. Declarar la guerra a las estatuas y a las lápidas es talibán; prohibir mañana –¿por qué no?– los crucifijos porque serían imágenes sadomasoquistas es totalitario.

La mejor manera de demostrar que la dictadura franquista ha sido barrida de la sociedad española, también se manifiesta admitiendo que unos tengan derecho a decir libremente que "tuvo cosas positivas", por ejemplo, y otros exactamente lo contrario. Toda censura tiene más que ver con la dictadura que con la democracia. Aunque muchos la copiamos, Julia Escobar fue la primera en pronunciar esta boutade de sentido común: lo peor del franquismo fue el antifranquismo. Y me atrevo a añadir una apostilla: lo peor de ese antifranquismo es el postantifranquismo de los que jamás lo fueron y que apesta a franquismo.

Pero que nadie pretenda olvidarse que la primera víctima del franquismo soy yo. ¿Vale?

¡Y yo! ¡Y yo! ¡Y yo! ¡Y yo! ¡Y yo también! ¡Y yo! ¡Y mi hermana! ¡Y yo!

¡Y yo! ¡Pues yo también! ¿Y los 10 millones de votantes del PP? ¡Pues también, que carayo!
Última edición por Gerrard Winstanley el 25 Ago 2006, 21:31, editado 1 vez en total.

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Luis Nuevo
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Mensaje por Luis Nuevo » 25 Ago 2006, 17:44

Desde luego que si no era anarquista lo disimulaba muy bien. Eso sí, desde la autonomía.

Basta ver la colección "Acracia" de Tusquets que él dirigía, que si bien editó cosas contra los bolcheviques y comunistas autoritarios en general, también de Kropotkin, Ferrer i Guardia, Ricardo Mella, Felix Martí Ibáñez y sobre Bakunin, el movimiento anarquista en china,... También editó a Castoriadis y otros "autónomos"

Anteriormente había dirigido la colección "el viejo topo" de Ruedo Ibérico, sacando cosas Paul Cardan (Castoriadis), Wilhem Reich, parece que Vaneigem.

En su revista "nada" escribían bastantes anarquistas.

En una entrevista a Gómez Casas le preguntan que qué piensa de los tres "intelectuales de moda" (no utilizan esa expresión, no recuerdo cual) para los anarquistas: Fernando Savater, García Calvo y Semprún Maura.

Vamos, que se le consideraba anarquista, filo-anarquista o así. Eso sí,, no he leído una aportación constructiva suya.

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Ricardo Fuego
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Mensaje por Ricardo Fuego » 25 Ago 2006, 22:54

Ajá...

¿Alguien leyó el libro que mencioné?

Si Bakunin hubiera terminado sus días como zarista, ¿su obra anarquista hubiera valido menos?

Además, ha quedado claro que ese libro no es la única fuente en la que me baso.

EDIT:

Aclaro que este tópico lo inicié en el foro "anarquismo y comunismo" en respuesta al compañero que cito arriba de todo. Ya tengo la suficiente experiencia en este foro como para saber que no hay margen de discusión real con idólatras, y el mensaje de acá abajo prueba cómo estos sujetos, supuestamente libertarios, reciben a las opiniones distintas. En este foro las críticas radicales al anarcosindicalismo no tienen cabida y son recibidas con hostilidad.

Por eso pido a los moderadores que muevan el tema de vuelta al foro "anarquismo y comunismo" o que, en su defecto, no dejen que la discusión degenere en ataques personales como el que hace el tipo de abajo, que no tiene ni idea de lo que habla (habla de marxismo-leninismo cuando nos declaramos expresamente antibolcheviques).
Última edición por Ricardo Fuego el 26 Ago 2006, 00:56, editado 2 veces en total.
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Pandora
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Mensaje por Pandora » 26 Ago 2006, 00:03

Algunos detalles de la web del circulo internacional de comunistas antibolcheviques


¿Quiénes somos el Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques?

El Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (CICA) somos un agrupamiento virtual de militantes

Es colaborador o colaboradora quien se siente próxim@ a las orientaciones del CIC

Para ser miembro del CICA es necesario asumir plenamente sus líneas de orientación

Paul Mattick, sinceramente esto me suena a "vanguardia", por no decir a secta. En tus soflamas contra el anarcosindicalismo , encuentro algo de marxismo leninismo. Ademas tu proselitismo insistente me recuerda a la insistencia de los clerigos ante el condenado a muerte,para que se confiese y logre salvar su alma.¿Que haras si te despiden de un trabajo?.
Como el sindicalismo siempre es reformista, pues nada, o a echarse al monte, o a irse a casita, pero nada de sindicatos.

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Mensaje por Gerrard Winstanley » 26 Ago 2006, 01:43

Luis Nuevo, mil gracias por esos datos. Si mal no recuerdo, la primera edición de Ni Dios, ni amo, ni CNT, fue, si no me equivoco (igual fue Revolución y contrarrevolución en Cataluña, ando vago a estas horas para consultarlo), en Tusquets.
Tengo pendiente de lectura La epopeya de Ruedo Ibérico, el único estudio en profundidad sobre la editorial de Martínez Guerricabeitia. Supongo que en esta obra se hablará más de la colaboración de Semprún Maura con esta editorial. Y me han hablado (no he llegado a leerla) la revista Nada: recuerdo ahora que una vez me dijeron (sintiéndolo por Abel Ortiz) que a Semprún Maura será por lo único que se le recuerde. ¿Es cierto que fue un referencia para el movimiento libertario en la época?
En todo caso, sigo pensando que Semprún Maura nunca fue anarquista. Su "coqueteo" con el movimiento libertario fue muy breve, y pronto pasó a ser colaborador habitual del ABC (para los no residentes en España: algo así como La Nación de Argentina o el Times de Londres, pero, en esa época, con un estilo más sensacionalista), iniciando su deriva a la derecha extrema. Que editara esos libros y que fuera el editor de Nada no creo que indique tanto su anarquismo como su antisindicalismo y su conversión al anticomunismo. Y (e intento entender aquí al personaje, no justificarlo) un antisindicalismo muy influido por el contexto francés, en el que los sindicatos y el Personal Computer francés se inhibieron o se opusieron al movimiento de mayo de 1968 (por no hablar del papel político y cultural de los peceros en aquellos años: lo de los ajustes de cuentas tras la muerte de Haro Tecglen, deben entenderse también por esto, y sigo explicándome, no justificándolos).

(Savater, quién le ha visto y quién le ve. De existencialista vitalista y nihilista -fue el único que escribió algo digno de lectura en España cuando la muerte de Heidegger-, a referente de la izquierda constitucionalista).
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 26 Ago 2006, 01:55

Y en respuesta a cierta pregunta: no leí Ni Dios, ni amo, ni CNT, pero sí Revolución y contrarrevolución en Cataluña hace años. Ni me aportó datos nuevos (tampoco aporta muchos: no es Bolloten, ni Peirats), ni una nueva interpretación sobre el período (no fue ni el primero ni el último en intentar una interpretación antisindicalista desde una pretendida "autonomía"). Me pareció, además, escrito con estilo demagógico. No me extraña la sintonía actual entre Semprún Maura y Moa.
La comparación entre Semprún Maura y Bakunin, me parece desproporcionada y fuera de lugar (aparte el hecho de que Bakunin no acabó como zarista y se le han hecho injurias de ser agente del zarismo desde el comunismo de origen bolchevique), y más propia de los adulones que escriben a Semprún Maura a y a sus actuales cofrades en Libertad Digital. E insisto: Semprún Maura hizo la mayor parte de su militancia en el FLP, una organización a la izquierda del PC pero de origen católico (sobre lo que habría mucho de hablar, y a lo mejor no bueno, en el contexto de las décadas de 1960 y de 1970), se acercó al movimiento libertario por unos pocos años pero más para dotarse de unos referentes antisindalistas y anticomunistas (me refiero a los comunistas "oficiales"), y lleva 25 años colaborando con la derecha reaccionaria española.

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Ricardo Fuego
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Mensaje por Ricardo Fuego » 26 Ago 2006, 02:45

Entonces tampoco había que leer nada de Ratgeb (Raul Vanegheim), ex-situacionista, por su involución política posterior. A la basura con el Tratado del saber vivir y con De la huelga salvaje a la autogestión generalizada...

Y la comparación con Bakunin no venía a cuenta de lo que dices, pero tú ya lo sabías.

En fin, está claro que ese libro no es mi única fuente, y seguir agarrándose de esa cita como de un clavo ardiendo me parece que es esquivar el verdadero punto de la discusión que es el anarcosindicalismo (parece que tengo que aclararlo, a pesar del título que lleva el tópico).

Si es que hay intención de discutir, claro...
Última edición por Ricardo Fuego el 26 Ago 2006, 03:26, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 26 Ago 2006, 03:18

¿A qué venía, entonces, la comparación con Bakunin, cuando podían hacerse otras?
¿Si no es la única fuente, a qué citarlo siempre como la única referencia?
¿Sabes cuál es la discusión que hay hoy día en el estado español sobre la Guerra Civil? ¿Entiendes del todo el artículo de Semprún Maura, no separando frases sueltas, sino como un todo? ¿Qué opinión te merece?
¿He dicho yo de no leer a Semprún Maura? Yo me limito a dar una opinión muy general sobre un trabajo suyo muy concreto, y a advertir a quienes no conocen a este personaje, en especial, fuera del estado español. Censurar la lectura de un libro es tan abominable como quemarlo, es matarlo. Por no censurar, no censuro ni a Moa: que se le lea, y que cada cual juzgue. Pero entendiendo quién es el autor, y su contexto.
Por cierto: ¿me explica alguien por qué tantos "situs" acaban en la derecha, o en roles bien poco situacionistas? Y lo digo sin segundas, como ya he dicho, quiero explicar y que me expliquen: ¿obedece a alguna razón concreta, como la evolución de los maos de la década de 1970 en España a posiciones reaccionarias?
¿Te parecen pocas preguntas para una discusión?

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Gerrard Winstanley
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 26 Ago 2006, 03:25

Y creo estarme expresando de forma bastante neutra hacia la persona y la obra de Semprún Maura: podía ser mucho más duro, pero igual sería caer en una retórica similar a la del personaje ("tontos útiles", "aliados objetivos", "totalitarios", etc.)

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Braulio
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De vuelta a los orígenes

Mensaje por Braulio » 26 Ago 2006, 22:47

Gerrard Winstanley escribió:Y creo estarme expresando de forma bastante neutra hacia la persona y la obra de Semprún Maura: podía ser mucho más duro, pero igual sería caer en una retórica similar a la del personaje ("tontos útiles", "aliados objetivos", "totalitarios", etc.)
Os pido que hagáis foro aparte para discutir la militancia y mutación ideológica del tal Semprún Maura. Mi cuestión meramente estriba en la posibilidad (o imposibilidad) de que el anarconsidicalismo se convierta en su mismo proceso revindicativo en un semillero de autoactividad proletaria autonómica. Ése es básicamente el tema de todo esto. Si queréis discutir de esto y si vosotros sois militantes, vengan sus contribuciones, que así este debate se enriquecerá, pues confieso que soy un ignorante en la cuestión.

Ricardo: entiendo bien la posición acerca del sindicalismo; para mí es claro el hecho de que la postura revindicativa sólo ha provocado una consolidación (y reforzamiento) del sistema, allí no tenemos nada que discutir. Me gustaría sólo concentrarme en el anarcosindicalismo y cómo es que la ideología es opacada por la praxis formal de la revindicación. Poco sé del movimiento proletario español actualmente para criticar a la CNT, sin embargo, he guardado cierta impresión de que los sindicatos armados ideológicamente de anarcosindicalismo han promovido fuertemente ocupaciones fabriles (praxis autonómica) y solidaridad de clase (praxis federativa), ¿me equivoco en eso? ¿Cuál es el estado actual de la CNT? ¿Qué otros anarcosindicatos a nivel mundial existen (además de la IWW)?

PD: Aún no he leído todo el material que me diste, espero darte una opinión más sustentada luego.

PD2: Salud foristas y no toméis el primer párrado como una exclusión sino como una llamada a la concentración temática: El papel histórico y presente del anarcosindicalismo como forma autoemancipadora de clase.

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Luis Nuevo
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Mensaje por Luis Nuevo » 27 Ago 2006, 00:09

Estoy en cnt, pero el análisis de Ricardo (deberías hacerte el nick Ricardo Fuego, porque seguro que hay gente que se piensa que eres el que escribió todos esos libros) me parece muy a tener en cuenta.

Todavía no he entendido muy bien el mecanismo de integración y de delegación inherente a todo sindicato, aunque puedo seguir algún silogismo, el todo se me escapa.

La IWW más que anarcosindicalista es sindicalista revolucionaria. Aunque la AIT diga que es lo mismo, creo que hay alguna diferencia. En el anarcosindicalismo se toman ideas fuerza del anarquismo, en el sindicalismo revolucionario se llegan a las mismas conclusiones basándose simplemente en mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

De hecho la IWW se presenta a un tipo de elecciones sindicales que hay en USA (no tan integradoras como las de España, pero elecciones al fin y al cabo) y en su página web condenan el sabotaje que dañe a las cosas (o eso he entendido con mi bajo nivel de inglés).

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Por un lado me parece frívolo abrir un hilo para carlos semprún maura, por otro, ahora mismo me apetece hablar de él más que del (A)sindicalismo.

El libro de Maurice Brinton "los bolcheviques y el control obrero está editado en el año 1972, ántes ya había editado otros tres.

El de "Ni Dios Ni amo, ni CNT" en 1978 en Tusquets, aunque en la introducción pone que la primera edición fue en "El Viejo Topo" en 1975, en ésta añadió una cuarta parte. Y el último número de NADA es de noviembre de 1979 (está dedicado a CNT, escriben entre otros Antonio Campillo y Luis Andrés Edo).. Es decir, mínimo 7 años de actividad desde una perspectiva de ¿autonomía obrera?.

A mí me parece que sí que tuvo que ser influyente. En 1978 la colección de Tusquets que él dirigía había editado 25 títulos. En bicicleta creo que no le mientan mucho, tendrían algún pique con él. El "ni dios, ni..." sigue influyendo a mucha gente.

Él ya ha hablado (en Libertad Digital) de su relación con Ruedo Ibérico a raíz de la publicación del libro aquí y aquí.

También habla en uno de ellos un poco de Jaime Semprún (Encyclopedie des Nuisances), su sobrino.

Que Carlos está gagá queda claro con este comentario sobre Pepe Martínez en otro artículo, la negrita es mía.
porque Pepe era tan sectario que prefería editar sólo libros de extrema izquierda; de cualquiera de las izquierdas extremas: castristas, trotskistas, estalinistas, maoístas, y hasta anarquistas
.

Una curiosidad que encontraréis aquí:
Carlos Semprún Maura escribió:El Sena, en París, es esencial. Había conocido a Toni Marí en Barcelona, cuando yo dirigía la colección “Acracia” en Tusquets, e intentaba mantener a flote la revista “NADA”, en la que Marí había publicado un melancólico artículo sobre melancolía. Luego la revista le defraudó, y a mí también, porque hubo un “atraco” por parte de la CNT, que lo echó todo a perder
La revista la editaba con Josep Alemany, del que no sé nada. ¿Qué será eso del "atraco"?.
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Y de Vaneigem flipé. Compré un librillo de los modernos, "a los estudiantes" o algo así que decía que lo que había que hacer era estudiar (dentro de las instituciones) con pasión, seguir la "vocación" de cada uno (convencionalmente) y chorradas del estilo.
Última edición por Luis Nuevo el 29 Ago 2006, 17:49, editado 1 vez en total.

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kaste
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Mensaje por kaste » 27 Ago 2006, 12:26

He aquí mi mejorable aportación al debate:

En primer lugar, no se puede juzgar lo que es el anarcosindicalismo extrapolando la actuación histórica de la C.N.T. en un momento dado. Y, si así fuera, también deberían ser tenidas en cuenta sus actuaciones en el período comprendido entre 1910 y 1936, con todos sus aciertos y sus errores. Además, la revisión histórica que responsabiliza a la C.N.T. de la contrarrevolución me parece precipitada, demagógica e inmadura, ya que, sin contar que omite numerosos datos probados (como el congreso que se realizó en otoño de 1936 para encontrar una solución alternativa a la participación en el gobierno y que, desgraciadamente, no llevó a ningún lado; o las propuestas estratégicas del secretario general de la A.I.T., que no fueron escuchadas por el sector comunista y que hubieran podido darlo un giro a la guerra y a la revolución), no considera la conyuntura política como atenuante. Yo pienso que los innumerables fallos que cometió la C.N.T. no se debieron a una supuesta esencia contrarrevolucionaria, sino a personalismos y a fallos humanos. De hecho, aquella "tiranía de los comités" que tanto perjudicó al sindicato y a la revolución social sólo pudo darse infringiendo los acuerdos confederales, es decir, funcionando de manera no-anarcosindicalista, aunque también hay que reconocer que dicha inorganicidad se vio favorecida por la pasividad de la militancia confededral.

En segundo lugar, lo que verdaderamente diferencia el anarcosindicalismo del sindicalismo de oficina no es la manera de negociar la fuerza de trabajo, sino que el primero se concibe como un método transformador de TODA la sociedad (y no "recuperador del capitalismo", que os conozco), mientras que el segundo pretende ser reformador y se queda en prolongador del capitalismo (ya que ni siquiera favorece al trabajador o a la trabajadora a la hora de negociar con la patronal, cuando lo hace, es para venderlo o venderla a medio plazo). El método consiste en ser una herramienta útil para los trabajadores y las trabajadoras, una herramienta que les sirva para defenderse en sus puestos de trabajo (eso que, acertadamente, llamáis "negociar la fuerza de trabajo") y, sobretodo, para emanciparse como clase. En efecto, la C.N.T. es una organización formativa que, a través de sus asambleas, sus actividades y su fondo documental (biblioteca, F.A.L., etc.), pretende que el proletariado que milita en sus filas adquiera una visión anarquista de lo que es el capitalismo, erradique sus actitudes machistas y micromachistas, aprenda a funcionar de manera horizontal y sin líderes, a ser responsable de sí mismo... a vivir la anarquía. Al mismo tiempo, prepara al trabajador y a la trabajadora a salir del "especialismo" que le ha sido inculcado para que, llegado el momento adecuado, pueda asumir la socialización de la fábrica. En otras palabras, el anarcosindicalismo asegura la estabilidad laboral del ltrabajador o la trabajadora mientras le instruye como militante y lo organiza junto a otros trabajadores u otras trabajadoras para preparar y realizar la toma de los medios de producción.

Contrariamente a lo que afirman muchos insurreccionalistas, no se trata de una organización reformista que espera el ataque del patrón para responder, que necesite justificar sus ataques al capital (huelgas, boicots, sabotajes, piquetes...) con movimientos de la patronal, sino que se trata de una organización etapista que no cree que la revolución pueda darse aquí y ahora. Está de acuerdo en que no hace falta una causa precisa para dañar al capital, pero discrepa en que cualquier momento sea bueno para realizar dicho daño, sobre todo si estamos hablando de la revolución, que deberá ser un movimiento popular.

Sobre si conviene tal negociación de la fuerza de trabajo, mi opinión personal es, por lo tanto, que sí; ya que, como iba diciendo, el cuerpo más grande de los asalariados y las asalariadas no tiene actualmente conciencia para atacar el capital en su día a día. Cierto es que las ocho horas de trabajo, las ocho horas de cultura y las ocho horas de sueño no son el fin al que aspirar ni son del todo revolucionaria en el marco de la sociedad del espectáculo, como bien dice Raoul Vaneigem a lo largo de su crítica al trabajo asalariado, pero es lo que interesa a la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras, sobre todo ahora que están despareciendo los últimos vestigios del Estado del bienestar y asistimos a una precarización general del trabajo. Y el anarcosindicalismo está concebido, no como una vanguardia, sino como una herramienta para defender los intereses de la clase trabajadora. Por lo tanto, lo criticable no sería el anarcosindicalismo en sí, sino, en todo caso, las escasas aspiraciones de la clase trabajadora. Y, aun así, te diré que es muy fácil decirlo cuando tenemos acceso a internet, comida y techo: hay para quien una mejora laboral es algo de primera necesidad, algo de lo que depende para sobrevivir, no una simple vía de acceso al consumismo exacerbado. Si no se tienen cubiertas las necesidades mínimas de vida, cómo emprender una revolución interior o destinar horas a la militancia? Es una cuestión de tiempo y energía. Además, no se os ha pasado por la cabeza que frenar la reforma laboral hubiese supuesto resistir a la lógica del neoliberalismo y frenar momentáneamente su avance. Es decir, no se os ha pasado por la cabeza -o quizá sí, y lo omitís- que, en determinados contextos, la negociación de la fuerza del trabajo se opone radicalmente al avance del capital y es, por ello, revolucionaria.

Complemento mi respuesta sobre este último punto citando dos textos que me parecen bastante acertados:
A veces entendemos [la proclama "Abajo el trabajo!"] como un llamamiento a los trabajadores para que dejen de vender su esfuerzo a los empresarios y para que empiecen a buscar remedios de vida alternativos al trabajo asalariado. Evidentemente no podemos descartar esta opción totalmente razonable, porque hay que hacer cuanto se pueda para paliar los efectos nocivos del capitalismo.

Esto último hay que matizarlo y añadir que no a todo el mundo se le presenta la oportunidad de abandonar el salario, porque tanto la tierra como la teconología tienen propietarios. Y es por este mismo motivo que los trabajadores luchan contra el capitalismo, porque lo sufren y no encuentran otra alternativa posible que la coonquista de la riqueza común por vía de la revolución social. No tendría sentido luchar contra el capitalismo si pudiéramos elegir no susfrir sus efectos.

Por todo esto, surge la necesidad de que los asalariados, aquellos que no tienen otra salida, se organicen tanto para defender sus intereses actualmente como para acabar con la situación que les obliga a seguir vendiendo su trabajo.

El Trabajo de Carles Verdugo, Tierra y Libertad n°214
Bajo [el nombre de sindicalismo] se manifiesta una actividad revolucionaria, hostil a la acción parlamentaria y política, esforzándose principalmente en agrupar a los proletarios en sindicatos profesionales y de mantener en el mundo obrero una continua agitación. Los medios preconizados por el Sindicalismo consisten en presentar a la clase patronal reivindicaciones siempre crecientes; aumento de salarios, reducción de horas de trabajo, etc, etc. Y en empujar a la huelga en caso negativo, con el fin de infringir pérdidad más o menos considerables a los capitalistas, que ven así inactivos sus elementos de explotación. El Sindicalismo avanzado opta por el sabotaje, la acción directa, el antimilitarismo y, como hijo que es del Socialismo, fija la base de su concepción social en el hecho económico.* Su éxito ha sido grande entre los elementos obreros revolucionarios, porque se puede decir que es el acicate de su mejoramiento.

Émile Armand, El anarquismo individualista
* En el contexto, con estas palabras Armand reprocha al sindicalismo que limite el problema humano al "hecho económico" y rehúye así su doctrina, pero no se opone a la consecución de la igualdad económica y a los métodos de lucha que utiliza. Se podría decir que su crítica buscaba una renovación del discurso sindicalista y anarcosindicalista, lo que a mí parecer se ha conseguido, ya que las asambleas de C.N.T. ya no se limitan a tratar conflictos laborales, sino que se extienden a cuestiones como el género, la liberación animal o la represión. E, incluso durante los años previos ala Guerra Civil (esos años que nunca mencionáis los consejistas en vuestra crítica al anarcosindicalismo), esta organización financiaba ateneos libertarios y escuelas racionalistas o se vinculaba a toda clase de proyectos culturales, además de luchar contra el alcoholismo y por el vegetarianismo.

Queda así demostrado que el anarconsindicalismo no es un proceso que pretenda integrar al proletariado en el sistema capitalista, sino todo lo contrario.
"Todos los esfuerzos de las personas que desean vivir bien deberían tender a la destrucción del arte, pues es uno de los males más atroces que oprimen nuestra humanidad."

León Tolstoi

algarcia
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Mensaje por algarcia » 27 Ago 2006, 13:32

Yo creo que la teoría anarcosindicalista que busca una revolución anarquista desde el mundo del trabajo asalariado era válida para un modo de producción industrial con legiones de asalariados muertos de hambre, pero eso ya no existe en algunos países, que casualmente son los más ricos y los que manejan el cotarro mundial.

Hoy la lucha desde los trabajos para conseguir la anarquía, por sí sola no es operante, no puede llevar a la anarquía sino simplemente a aumentar el Estado del bienestar. Ya no basta oponerse a los patrones y esperar el momento de una expropiación masiva que ya no puede llegar, hay que ponerse a construir cosas nuevas y estructuras de contrapoder.

El anarcosindicalismo hoy no puede ser más que sindicalismo, pero no buscar la anarquía por sí sólo. Se necesitan otras cosas que lo complementen: redes sociales, contraeconomías, proyectos de gestión alternativos, etc. El sindicato debe dejar de ser el núcleo de la lucha anarquista y no ser más que un medio más como lo puede ser un colectivo de ayuda mutua, un banco del tiempo o una cooperativa no institucionalizada que practique la contraeconomía.

O sea el anarcosindicalismo deber abandonar el sindicalismo como ideología y simplemente verse como un sindicato no conectado con el Estado. El anarcosindicalismo como ideología que propunga que la vida gire en torno al sindicato ahora no tiene mucho sentido porque no estamos en una época de producción industrial, donde el 90% de la población trabaje en una gran fábrica, sino que dominan más los servicios y muchos trabajan en pequeñas empresas que han surgido como consecuencia del desarrollismo económico de la época del capitalismo anterior que ha producido un auge en los negocios y servicios. Los anarcosindicatos como organizaciones todavía tienen papeles importantes y mucho que jugar, pero no como instituciones centrales al hecho anárquico, sino como medios junto a otras instituciones como cooperativas, mutualidades, asociaciones, grupos de afinidad, etc.

Los países más ricos están ahora en algunos aspectos, quizás, más cerca ahora en una sociedad como la que conoció Proudhon que como la que conoció Bakunin.

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