Para empezar te paso referencias a 3 artículos contemporáneos a la revolución española por parte de los consejistas clásicos.Braulio escribió:Por cierto, quiero hacerles una pregunta para ver por qué rechzan tan fuerte el anarcosindicalismo. ¿Acaso creen que es lo mismo un sindicato clásico a un sindicato con influencia ideológica libertaria? Sé que tienen un texto crítico, pero en él no parecen ver diferencia y hacen suponer a-priori que cualquier sindicato en sí lleva a la clase obrera a perder su capacidad revolucionaria en el proceso revindicativo.
A mi parecer, la revindicación anarcosindicalista es sólo un fenotipo (una forma que cohesiona a la clase) de un proceso genotípico (un fondo que busca la autoemancipación de la clase) que es bastante similar a su propuestas de autonomía obrera. El problema tal vez es que el anarcosindicalismo ha dejado su genotipo porque ha olvidado lo que era, a perdido sus raíces hipnotizado por las glorias pasadas.
Nota: Yo no soy anarcosindicalista sino más bien eco-anarquista, pero creo es interesante conocer la opinión de los comunistas consejistas al respecto de esa rama libertaria. Bien y puedas dármela de manera resumida te lo agradeceré.
Saludos y fértiles debates.
Las barricadas deben ser retiradas - Paul Mattick (1937)
El anarquismo y la Revolución española - Helmut Wagner (1937)
Revolución y Contrarrevolución en España - Rätekorrespondenz nº 22
Pero también hay otras críticas que no son consejistas y de las cuales también comparto mucho:
Una crítica de los métodos sindicalistas - Alfredo Bonanno (1975)
Comentarios acerca de la España salvaje - Trabajadores por la autonomía proletaria y la revolución social (1979)
El engaño del sindicalismo revolucionario - Anónimo (2005)
Este último es bastante actual y pertinente a la cuestión.
En cuanto a la opinión sobre el sindicalismo en general y el anarcosindicalismo en particular que tenemos quienes formamos el CICA, se encuentra en nuestro Manifiesto y la cito a continuación:
En la nota 4 hablamos del anarcosindicalismo en particular:El desarrollo de la autonomía proletaria exige ir más allá de las formas de organización tradicionales del movimiento obrero.
L@s comunistas antibolcheviques entendemos que el desarrollo de la autonomía de la clase obrera, es decir, de su capacidad para actuar y pensar según sus propias necesidades, es incompatible con las formas de organización tradicionales, que surgieron por y para la lucha por mejoras dentro del capitalismo. Sus métodos prácticos de lucha y organización, y las concepciones teóricas que los representan y justifican, tienen un carácter reformista, o sea, reproducen las relaciones sociales capitalistas en las que el proletariado en conjunto es la masa dominada, gobernada, mientras que una minoría es la que realmente decide su destino y cuales son sus condiciones de vida. Se trata, pues, de organizaciones de carácter burgués.
Los sindicatos y los partidos políticos tal y como han existido hasta ahora -incluso los que ideológicamente se definen como "revolucionarios"- son organizaciones incapaces de desarrollar la autoactividad del proletariado hasta el nivel y en la extensión necesarias para destruir el poder capitalista y transformar conscientemente la sociedad de modo comunista. Su tendencia, al contrario, es a integrarse plenamente en la estructura de la sociedad capitalista y en especial con el Estado, tanto forzados por su incapacidad revolucionaria como estimulados por su tendencia burocrática natural, determinada por sus características estructurales y por su función enmarcada en la lógica de la sociedad burguesa.
En la actualidad, estas formas de organización, transformadas en extensiones del poder del capital, o sirviendo en el mejor de los casos de alternativa ilusoria, son el principal obstáculo para el avance de la clase obrera a través de sus propios esfuerzos. De hecho, sirven de base a la ofensiva permanente del capital, particularmente para destruir o recuperar cualquier intento de oposición seria. Y lo hacen tanto mejor cuanto más parecen oponerse al capitalismo sin dar, sin embargo, a la clase obrera, en la práctica, ninguna orientación realmente revolucionaria en las luchas.
Además, precisamente porque es a través de la lucha como despiertan y se desarrollan en su forma más básica las energías y el pensamiento de l@s proletari@s, las organizaciones tradicionales funcionan como anuladoras de la lucha real e inhibidoras de la iniciativa consciente de la clase, sustituyéndolas por la negociación y la actividad delegativa4, llevando a la clase obrera a callejones sin salida como las luchas aisladas, el fetichismo sobre las virtudes mágicas del asamblearismo, el culto místico a la "combatividad", etc.., desgastando a la clase hasta hacerla renunciar a cualquier expectativa de avance y acelerando de este modo la descomposición de la conciencia de clase.
En conclusión, no vemos diferencias esenciales entre el sindicalismo "común" y el anarcosindicalismo. Pues para nosotros la ideología no es lo esencial, como tampoco lo son las banderas y la "mística" que pudiera tener una organización por sus "viejas glorias"(1). Esas son cuestiones formales o secundarias. Lo esencial de una organización es su praxis concreta, y la praxis concreta de la CNT actual es sindicalista. Como dice en la nota, el anarcosindicalismo se diferencia del sindicalismo en la forma de negociar el precio de la fuerza de trabajo (asamblearia en vez de burocrática). Sigue siendo sindicalismo.El anarcosindicalismo no escapa a estas consecuencias, ya que no deja de ser una organización de tipo sindical en la que prevalece la afiliación indiscriminada y el interés laboral inmediato. Sigue siendo, pues, una asociación de l@s proletari@s como propietarios privados de su fuerza de trabajo convertida en mercancía. Su misma existencia es permitida por el capitalismo porque se encuadra bajo su marco legal y su actividad se reduce, más allá de los discursos ideológicos, a la negociación "asamblearia" del precio de la fuerza de trabajo.
La negociación como tal, aparte del parlamentarismo sindical o político, es la forma jurídica universal de la relación social entre propietarios privados de mercancías. En la negociación de sus condiciones de trabajo, el proletariado actúa como vendedor privado de su fuerza de trabajo, incluso cuando lo hace colectivamente. Su unidad es una asociación de individuos privados, no una verdadera comunidad proletaria, su acción no es la acción del proletariado como sujeto autónomo, independizado de la sociedad burguesa. Por eso, incluso cuando no hay delegación, incluso si es la asamblea la que discute directamente con la patronal, por ejemplo, o la que toma las decisiones definitivas al menos, incluso entonces el proletariado no deja de actuar más que como vendedor de su fuerza de trabajo y no como sujeto que se rebela contra esa condición de clase, contra el trabajo asalariado, contra el capitalismo como tal.
La negociación como tal es la base práctica elemental de cualquier forma de sindicalismo. Frente a la negociación, l@s comunistas antibolcheviques defendemos la lucha hasta la imposición unilateral de las reivindicaciones proletarias, o al menos hasta que la patronal ofrezca por su cuenta unas concesiones suficientes dada la correlación de fuerzas y teniendo en cuenta los problemas más inmediatos que han desencadenado la lucha. O sea, defendemos la no negociación con el capital y el Estado, la lucha de clases radical. Evidentemente, esto no abole en términos absolutos la dimensión jurídico-mercantil que envuelve las relaciones laborales en el capitalismo, pero la deja sin efectividad real: el proletariado no debe confiar en las leyes y acuerdos logrados con la lucha, no debe adquirir ningún compromiso explícito o implícito con ellos, debe mantenerse firme en la conciencia de que todo ello no suprime su antagonismo radical y total con el capitalismo.
No se trata tanto de que "cualquier sindicato en sí lleva a la clase obrera a perder su capacidad revolucionaria en el proceso reivindicativo". La lucha reivindicativa es necesaria y de por sí no es ningún desvío de la lucha revolucionaria. El problema es cómo se da esa lucha reivindicativa.
Si lo analizamos desde un punto de vista de clase vemos que no se trata de tal o cual dirigente o tal o cual organización, sino de tal o cual forma de autoactividad proletaria. No se trata tanto de éste o aquél sindicato sino del sindicalismo como forma de autoactividad proletaria.
El sindicalismo separa en los hechos la lucha reivindicativa de la lucha revolucionaria, la lucha económica de la lucha política. El anarcosindicalismo cree que con argumentos ideológicos que unan la lucha sindical con la lucha por la anarquía y con el culto a la asamblea, la autoorganización y los métodos de lucha radicales resuelve prácticamente esa separación, pero no es así.
El sindicalismo en general y el anarcosindicalismo en particular terminan siendo un obstáculo para la autoactividad proletaria consciente. Si esto era verdad para los años 30, lo es aún mucho más en la actualidad del capitalismo decadente, donde el margen material para una política reformista se ha reducido enormemente y por lo tanto, históricamente, las políticas reformistas y seudorrevolucionarias adquieren un carácter reaccionario, en oposición cada vez más frontal con el desarrollo de la autonomía proletaria.
Los momentos de alza revolucionaria se han dado no cuando lxs proletarixs han obedecido a sus jefes o cuando actuaron como miembrxs de su organización, sino cuando actuaron de manera autónoma de la burguesía y de las mismas estructuras que decían representarlxs. Para que este tipo de autoactividad proletaria consciente, que en los ensayos revolucionarios del siglo pasado se ha dado espontáneamente y en periodos de tiempo muy cortos (antes de ser abortados por la reacción burocrático-burguesa o recuperados por el movimiento obrero), se dé de manera sostenida es preciso plantear desde hoy la superación del bolchevismo y el anarcosindicalismo.
(1) De hecho ya las "viejas glorias" eran criticables, la CNT termina convirtiéndose en un factor activo de la contrarrevolución y esto no se puede descargar solamente en unos dirigentes. Un muy buen libro sobre la revolución española que he leído y recomiendo es REVOLUCIÓN Y CONTRAREVOLUCIÓN EN CATALUÑA de Carlos Semprún-Maura (1978).