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Félix RODRIGO | Integrante del colectivo Los amigos de Ludd
«La sociedad hipertecnologizada hace que llevemos una vida de cerdos»
Ned Ludd fue un obrero textil que a principios del siglo XIX destrozó su telar antes de ser obligado a modificarlo para que produjera más barato. Su acción fue un ejemplo para otros trabajadores, que iniciaron una revuelta contra las máquinas. El luddismo sigue vivo, aunque debe hacer frente a una sociedad cada vez más tecnologizada.
Félix Rodrigo forma parte del equipo de trabajo Los amigos de Ludd, un colectivo que se posiciona en contra de la «excesiva tecnologización» que existe en la sociedad actual, «porque está diseñada con claras intenciones de dominación» y apuesta por un proceso de desindustrialización, de tal forma que debería producirse «una vuelta a la tierra y al medio rural».
El TAV es uno de los últimos ejemplos de avance tecnológico. Sus defensores dicen que va a ser un gran avance en el sector del transporte, pero desde su punto de vista ¿cuáles son las verdaderas razones para impulsarlo?
Aunque Los amigos de Ludd nos limitamos a apoyar la dinámica de la Asamblea contra el TAV, sí que creemos que esta infraestructura tiene una función simbólica. Significa, sobre todo, el último momento de la modernidad, la sensación de que estamos en una sociedad tan avanzada que las nociones clásicas de tiempo se esfuman. Otras razones son específicamente económicas, como lograr una circulación más rápida de mercancías o explotar una especie de tren de lujo, como fue en sus tiempos el transiberiano.
¿Es esta red de alta velocidad una vuelta de tuerca más en el proceso de mecanización social que se impulsa desde los poderes públicos?
Desde luego. El TAV hay que verlo en relación con otras tecnologías del último momento, como puede ser internet o los teléfonos móviles que, vistos desde un punto de vista frío y distanciado, es muy difícil encontrarles una utilidad económica de tipo social. Es como una tecnología quintaesenciada que nos llevaría a una especie de sueño, una sociedad hipertecnologizada que ya sería casi perfecta. El TAV forma parte de esa fantasía y se concentra más en la noción de eliminación del espacio, de un espacio totalmente unificado en el que las distancias ya no tienen importancia, unido a las autopistas, los automóviles que alcanzan con facilidad los 180 kilómetros por hora...
Los amigos de Ludd argumenta que el ferrocarril fue un instrumento eficaz para un mejor control central, sobre todo de las zonas rurales...
No sólo de la sociedad rural, sino también de territorios que habían gozado hasta entonces de autonomía, caso de los regímenes forales de Navarra y Vascongadas, que se ven aplastados por un sistema tecnológico y político que, centrado en Madrid, puede manejar sus hilos mucho mejor con un instrumento como era el ferrocarril. Este transporte posibilita, por ejemplo, el traslado a esas zonas de jueces que imponen un sistema judicial centralizado y maestros que introducen elementos de acoso a lenguas como el euskara y el catalán. Así, gentes provenientes de lugares donde la cuestión nacional ni se entendía pasaron a imponer el castellano en áreas donde nadie lo hablaba o, como mucho, lo hacía una minoría.
¿Y cómo afectó en la autonomía de la política municipal?
El ferrocarril ayudó mucho a destruirla, ya que su estructura radial explica que a cualquier lugar llegaran las órdenes desde Madrid, en detrimento del poder municipal. Esa tela de araña crea un núcleo unificado que absorbe y hace más difícil la resistencia al poder central. Como sucedió con jueces y maestros, el mundo rural sufre por entonces otra plaga para la destrucción de la autonomía municipal, que es la creación de la figura del secretario municipal. Se trata de una obligación de la constitución de 1812 y es una especie de comisario político que no comprende el mundo rural, que es impuesto al alcalde y que vigila los asuntos de los vecinos, puesto que todas las actividades administrativas o reivindicativas debían pasar por sus manos. De este modo, y gracias no sólo al ferrocarril, sino también a las transformaciones políticas, jurídicas, económicas y técnicas, una pequeñísima minoría de gente logró un poder que antes no había tenido.
Una afirmación muy curiosa incluida en uno de sus boletines es que la Guardia Civil, el ferrocarril y el telégrafo formaron un triángulo amoroso, ¿cómo se explica esto?
No es casualidad que la constitución de la Guardia Civil y la aprobación de la real orden del ferrocarril fueran el mismo año, concretamente 1844. Hay que tener en cuenta que la Guardia Civil, como cuerpo moderno de imposición de los intereses del Estado al conjunto de los pueblos, multiplica su operatividad si puede ser trasladado con rapidez de un lugar a otro. De ahí que se dieran casos de represión brutal en épocas como los tres primeros años de la Segunda República en zonas alejadas, como Casas Viejas o Castilblanco.
¿Qué postulados o filosofía defiende Los amigos de Ludd?
Defendemos la crítica de la tecnología y la desindustrialización. Creemos que la industria no ha surgido como una necesidad de la evolución histórica, sino de pedestres motivos políticos y militares, siempre ha estado básicamente al servicio del ejército, e incluso se mantiene al servicio de la sociedad de consumo. Hay que alejarse de la ilusión de que la industrialización es en general buena y plantearse claramente un proceso desindustrializador, revertir el proceso que se ha llevado a cabo desde los últimos 200 años y retornar a una sociedad donde los valores de la ruralidad y de las industrias artesanas prevalecieran.
¿Volver dos siglos atrás no parece algo irrealizable?
Es cierto que se requiere mucho valor para hacerlo posible. Tendría que haber una vuelta a la tierra, un arraigo en los sistemas de cultivo directo, usando la menor cantidad de tecnología, eliminando los productos de la industria química y utilizando fórmulas de horticultura muy cuidadosa, con combinación de plantas. El ferrocarril también contribuyó a la cerealización y viñificación, que dejaron la tierra al descubierto, lo que provocó su erosión y que su fertilidad quedara dañada. Por contra habría que volver a la regeneración del bosque, el pastizal y el ganado. Hay que matizar que este regreso no sería una copia del pasado, simplemente porque éste fue vencido.
¿Qué efectos nocivos ven en los sistemas tecnológicos?
No hay más que echar la vista atrás a casos como la energía nuclear o más recientemente los efectos perniciosos que comienzan a aflorar de la telefonía móvil. Un reciente estudio recoge datos en los que se asegura que la destrucción de la capa de ozono es del 30%. Efectos que se pueden unir a la desaparición de especies animales, como las abejas, muy importantes ya que realizan el 80% de la polinización, la aparición de nuevas enfermedades, fruto de la cada vez mayor debilidad física humana, o la pérdida de fertilidad de la tierra. La sociedad hipertecnologizada origina que mucha gente lleve una vida de cerdos, no de seres humanos.
Dicen que el poder utiliza la tecnología como factor alienante de las personas, ¿estarían a favor de ella si fuera controlada por la clase trabajadora?
La tecnología, tal y como la conocemos hoy día, no puede ser utilizada porque ha sido creada con fines de dominación. Por ejemplo, no entendemos que ningún sistema que actúe en nombre de la clase trabajadora pueda usar la cadena de montaje. Tras un estudio en profundidad de todos los sistemas técnicos, sólo deberían salvarse aquéllos que no degraden al ser humano como trabajador, que no lo anulen como ser pensante e inteligente, que no reduzca su sociabilidad, que no le convierta, en definitiva, en un autómata. Nosotros pensamos que el trabajo no debe sólo producir mercancías, sino también seres humanos de una calidad superior.
¿Son conscientes de que las ideas que defienden van contracorriente en una sociedad en la que la máxima que predomina es a mayor tecnología, mayor bienestar?
Somos conscientes de que los efectos prácticos de lo que decimos son insignificantes, pero nuestra meta más importante es el sostenimiento de esas pequeñas verdades parciales, que son un valor en sí mismas, y que están por encima de los resultados que se puedan lograr. Nos vemos satisfechos con que la gente tenga una actitud escéptica hacia la tecnología, que no la vea como un ídolo al que hay que adorar. En cualquier caso, también es verdad que en ciertos sectores de la sociedad se está dando un relativo giro, hay gente que sabe que hemos llegado al fin, que no hay más sistemas técnicos y desarrollo económico que vayan a traer más bienestar.
¿Es posible una ciencia y tecnología alternativas, que tengan en cuenta al ser humano como tal?
Existe la posibilidad de que una sociedad libre pudiera crear un tipo de tecnología que ahora ni nos podemos imaginar, que sea verdaderamente emancipadora. Hoy día se hace muy poca ciencia, cuyo objetivo debe ser la verdad y la comprensión del mundo, y sí en cambio nuevos sistemas técnicos que resuelvan determinados problemas. Pero hay que cuidarse de la ilusión productivista, no necesitamos producir más, sino consumir menos, por ejemplo en lo que se refiere al apartado energético. En lugar de la consigna productivista de trabajar mucho para consumir mucho, creemos que se debe trabajar menos para consumir un poquito menos también.