Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
http://www.fronterad.com/?q=entre-pobre ... bert-camus
Maite Larrauri - 07-02-2013
He leído con pasión a Albert Camus durante el último año. He llegado tarde, lo sé, quizá víctima inconsciente de la campaña de difamación que lo arrinconó, narrada profusamente por un también apasionado Michel Onfray en su reciente libro L'ordre libertaire. La vie philosophique d'Albert Camus (ed. Flammarion, 2012). Como cuenta Onfray, lo que puso a Camus en el punto de mira de los intelectuales franceses, capitaneados por Sartre y De Beauvoir, fue su temprana crítica (1951) del comunismo, su denuncia de los campos de internamiento soviéticos, su alejamiento de las ideologías, su pacifismo frente a la guerra de Argelia. Fue Camus un intempestivo y sufrió el destino de todos los intempestivos: no encontró fácilmente oídos que pudieran escucharle. Incluso su nietzscheanismo estaba lejos de poder ser comprendido en los años 50 del pasado siglo, y Camus, como recuerda insistentemente Onfray, fue siempre lector y seguidor de Nietzsche: en el discurso de aceptación del premio Nobel recordó que uno de sus maestros había sido Nietzsche, y en la cartera que viajaba con él el día de su accidente mortal de coche, junto al manuscrito inacabado de Le premier homme, se encontraba un ejemplar de La gaya ciencia.
Onfray quiere demostrar a lo largo de sus más de 500 páginas que Camus es un anarquista. Pero para ello demarca con claridad que la idea de anarquismo que está utilizando está lejos de cualquier dogma, inclusive del dogma anarquista. Anarquista, dice Onfray, es el que no quiere ni seguir a nadie, ni guiar a nadie. Entre Platón y Diógenes el cínico, Camus elegiría a Diógenes. Para entender mejor esta elección, recordemos aquí una de las anécdotas que reúne a estos dos filósofos de la antigüedad. Se cuenta que Diógenes, que como todos sabemos vivía en la calle (en un tonel se dice, pero más bien parece ser que se trataba de una tinaja), se encontraba un buen día enjuagando unas hojas de lechuga en una fuente antes de comérselas. Platón se le acercó y le dijo: “Diógenes, si hubieras aceptado la invitación de Dionisio [se trata del tirano de Siracusa, con el que Platón aceptó vivir durante un tiempo en su corte, aconsejándolo en las tareas propias de gobierno], no tendrías que estar enjuagando tú mismo unas hojas de lechuga”. A lo que Diógenes respondió: “Y tú, Platón, si supieras enjuagar unas hojas de lechuga para comer, no habrías tenido la necesidad de aceptar la invitación de Dioniso”.
El título del libro de Onfray se explica así: un “orden libertario”, expresión que alude a la necesidad de principios, y una “vida filosófica”, esto es una vida en la que las acciones se conforman a las ideas que se defienden. Camus busca un orden al que obedecer pero sólo como quien se obedece a sí mismo, como quien se gobierna a sí mismo. Y eso, en la medida en que lo consigue, lo hace ejemplar.
Cuando Camus publicó L'homme révolté (1951), pocos años antes de su prematura muerte (1960), el libro levantó ampollas: un libro antifascista, antitotalitario, anticapitalista, anticomunista. Muy pocos pensadores quedan a salvo de las críticas de Camus. En cambio, el apoyo que Camus confiere al pensamiento de Simone Weil es excepcional. Encontró en ella un alma gemela y por eso luchó siempre para que su obra fuera publicada y conocida. En este libro se refiere a los análisis que Weil hizo a propósito de la condición obrera y de las críticas a Marx que de ellos se derivan. Marx no tuvo en consideración la degradación de los trabajadores cuando realizan un trabajo repetitivo, en cadena. Y no supo entender las relaciones de poder que se establecen en el trabajo y en la sociedad. Por esa razón Marx resultó un ingenuo cuanto menos, ya que no entendió que lo que estaba en juego en muchos enfrentamientos sociales no era el dinero o la propiedad sino la dignidad humana.
Hay algunos elementos esenciales comunes a Simone Weil y Albert Camus. Uno fundamental es que no se engañaron respecto a la naturaleza humana, sus propias experiencias los colocaron en una posición de extrema cercanía respecto a los seres humanos y entendieron algo: que los comportamientos brutales, prepotentes, violentos son moneda corriente y lo que es singular y raro es que, en algunos momentos milagrosos, estos comportamientos no se den. Weil dice que sólo los santos –indicando de esta manera que se trata de muy pocos y selectos- son capaces de no ejercer su poder cuando pueden. La ley que rige los comportamientos humanos es que todo aquel que se encuentra en una posición de superioridad se muestra autoritario o condescendiente, porque de esta manera sus actos son una confirmación de la inferioridad del otro y de su propia superioridad. Camus dice que habría que alabar a los humanos no por sus grandes hazañas, como normalmente se hace, sino por aquello de lo que se han abstenido aún pudiendo hacerlo. Camus, que no conoció a su padre, muerto durante la Primera Guerra Mundial, cuenta de él la historia que guarda en su recuerdo como único legado. Cuando su padre vio el modo bárbaro en el que habían torturado a unos soldados, cortándoles el pene e introduciéndoselo en la boca hasta la asfixia, dijo lleno de rabia que eso no era un comportamiento propio de hombres, y cuando le hicieron notar que esas brutalidades suceden siempre en las guerras, añadió la frase que Camus conservó como un tesoro: “Un homme, ça s'empêche”, o sea, un hombre tiene que contenerse, impedirse, reprimirse y si no lo hace no es un hombre.
Hace unos días oí al filósofo y ex alcalde de Venecia Massimo Cacciari afirmar solemnemente en una conferencia que la filosofía que de verdad merece ese nombre no puede ser dualista. Me sentí directamente atacada: no comparto la admiración de Cacciari por lo que se podría llamar la autopista de la filosofía, los grandes sistemas monistas desde Platón hasta Hegel. Muchas carreteras secundarias me atraen. Y en ocasiones no sé pensar el mundo si no es gracias a ellas. Es el caso del dualismo que hace coincidir a Weil con Camus. Los dos creen que la realidad debe atraparse con pinzas de dos brazos, porque en ella se da lo que hay y lo que se desea que haya; lo que es material y pesado, y lo que impulsa hacia arriba por su ligereza y su entusiasmo; lo que nos hace ser violentos, ambiciosos y prepotentes y lo que nos lleva a poner freno a nuestras pasiones y seguir un modelo de concordia. Es como decir que hay dos formas de humanidad: una general, que se muestra en lo que hay de despreciable en los humanos; y otra escasa, pero deseable.
En el prefacio de L'endroit et l'envers, Camus escribe acerca de sí mismo: “fui puesto a mitad de distancia entre la miseria y el sol. La miseria me impidió creer que todo está bien bajo el sol y en la historia; el sol me enseñó que la historia no lo es todo”. ¡Difícil encontrar una expresión más hermosa del dualismo! La vida entera de Camus está encerrada en esa frase. Su familia era pobre e ignorante. Su madre ni siquiera sabía leer. A ella le dedica Le premier homme : “A ti, que no podrás nunca leer este libro”. Le premier homme es un relato autobiográfico con el que Camus quiere encontrar las palabras para decir lo que no tiene palabras para explicarse. Cuenta del silencio de su madre sorda, de su imposibilidad de proyectos, de cómo mira por la ventana cuando está en casa, sin salir, sin leer. Cuenta de su abuela dominante que impone su autoridad en toda la casa. Y cuenta sobre todo de la difícil relación del niño Camus con todo esto: un niño despierto e inteligente, atravesado por una inmensa alegría de vivir, confrontado a una familia sin padre (muerto), con una madre a la que ama apasionadamente pero con la que la comunicación es inexistente, con una abuela que lo brutaliza con la fusta. En una ocasión en la que el niño quiso engañar a su abuela diciéndole que los dos francos que tenía que devolverle se le habían caído por el agujero que hacía de water, la abuela se arremangó y metió el brazo en las aguas putrefactas, escarbando para encontrar la moneda; el niño miraba horrorizado. Comprendió que no era la avaricia lo que había impulsado a su abuela a rebuscar en la mierda, sino la necesidad que hacía que dos francos fuera una enormidad para aquella familia.
Pero Camus es solar. Y por esta razón no tiene vergüenza de ser feliz. En un texto admirable que Onfray me ha descubierto, escrito cuando apenas tenía 23 años, una obra maestra de amor por el mundo, Camus celebra la vida, el sol y el mar como los elementos que hacen grandes en su simplicidad a las gentes de Argelia. El texto –Noces à Tipasa (Nupcias en Tipasa)- tiene apenas unas páginas y es un ejemplo maravilloso del amor fati nietzscheano, porque se trata de una exaltación de un día de nupcias con el mundo. Hay que leerlo y no sólo, hay que releerlo una y mil veces y encontrar en él el eco que demuestra que en algunos momentos de nuestra vida también nosotros hemos sentido algo semejante: “sentido” sí, porque como dice Camus, en Tipasa ver equivale a creer. Ver el gran libertinaje de la naturaleza y del mar, sentir la gloria de un mundo en el que una puede abandonarse. Y este joven Camus hace su propia transvaloración de los valores: pobre es el que necesita mitos, el que necesita hablar de Dionisos para afirmar que es maravilloso el olor de la tierra ardiente de plantas aromáticas. Unos años más tarde, afirmará que existe una injusticia de la que no se habla y es la injusticia del clima: la pobreza en los suburbios de París es más injusta que en Argelia.
Es tan nietzscheano Camus que lo traiciona. Amor fati sí, pero también rebelión. No acogiéndose a los grandes relatos de la revolución, contra todo dogma y toda ideología, Camus parece suscribir lo que algunos años después diría otro gran nietzscheano: Foucault afirmaba que las relaciones de poder entre los humanos existirían siempre, que no habría un amanecer revolucionario ni una lucha final, pero que era importante luchar, porque si bien es triste pensar que siempre habrá poderosos y oprimidos, lo que es mucho más triste es no combatir.
Han sido escasos los pensadores que se han separado de las ideologías partidistas durante el desarrollo del siglo XX. Los que lo hacían eran anatemizados. No tiene ningún mérito que ahora mismo reconozcamos el valor de lo que pensaron entonces, cuando nadie los entendía. Durante años, de ellos se dijo que eran pequeño-burgueses, radicales y anarquistas de derechas y con estas etiquetas ya se tenía suficiente para no hacer ningún esfuerzo en entenderlos. Cuando cayó el muro de Berlín en las mentes de los luchadores del 68 descubrimos cuánta verdad encerraban sus escritos. Me ha llamado la atención de que a ese grupo de pensadores pertenecieron dos mujeres: Simone Weil y Hannah Arendt. En varias ocasiones me he planteado si el hecho de ser mujeres las hacía más cercanas a las verdades concretas, más alejadas de los grandes relatos de la revolución. Los argumentos para defender esta afirmación me los ha aportado Camus.
¿Por qué Le premier homme? Sin duda Camus está hablando de sí mismo: un blanco descendiente de europeos en Argelia, pobre, sin padre, sin memoria histórica, sin tradición, sin moral. Para orientarse, para reconciliarse con el mundo tiene por un lado, como ya hemos dicho, Tipasa, el sol y el mar que dan grandeza a su vida y le ofrecen una cierta medida de las cosas. Por otro lado, apenas una frase de su padre (“un homme, ça s'empêche”) y el silencio de su madre, ambos dignos del máximo respeto. Pero sin duda es poco. Camus afirmará que tiene que fabricarse una conducta como si él fuera el primer habitante de un país nuevo. Es una posición de enorme libertad que puede dar vértigo: se trata de crear valores sin traicionar a los suyos, esa mezcla de sol y de pobreza.
¿Y que le pasa a una mujer cuando quiere ser filósofa e intenta igualmente ser fiel a sí misma? Tampoco existe para una pensadora una cultura en la que reconocerse. También ella será “primera”: las mujeres antes de ella no son un referente, ella no tiene tradición ni moral que le sirva. No ha habido en la Historia de la Filosofía mujeres filósofas, sólo pequeños atisbos, nada que constituya una lección de la que aprender, hasta que llegamos al siglo XX y nos encontramos con Simone Weil y con Hannah Arendt. Las primeras, las primeras en denunciar las relaciones de poder, los totalitarismos de cualquier signo, la mentira de las ideologías, la injusticia de todas las guerras. Con ellas también está Camus, un hombre blanco tan pobre y tan fuera de la cultura que cuando toma la palabra para decir alguna verdad no tiene ante sí sino su propia experiencia.
En una situación tan difícil como la que estamos atravesando, en la que a la crisis económica se une la falta de ideas y de perspectivas, el pensamiento concreto y valiente de este primer hombre, como de aquellas dos primeras mujeres, es valiosísimo. Todos aquellos que ya no somos marxistas, ni comunistas, que desconfiamos de cualquier ideología defendida por un partido político o por cualquier otra iglesia, que no creemos en ninguna solución final, todos aquellos que no dejaremos de luchar hasta el fin de nuestros días para que el mundo sea mejor, se parezca más a eso que querríamos ser, podemos sentirnos ahora acompañados. Y así tener la fuerza de pensar fuera del marco de inevitable capitalismo que se nos propone, del inevitable sistema de partidos políticos.
Estar en contra de las ideologías significa estar en contra de las ideas generales. ¿Acaso no es una idea general la que lleva a pensar en la riqueza como producción y consumo? ¿No es eso mismo, producción y consumo, lo que tanto la izquierda como la derecha parecen desear que se recupere? ¿No es una idea general que los partidos políticos defienden los intereses de las partes de la sociedad a las que representan y que la corrupción es accidental? Quizá si le damos la espalda a las teorías históricas, sociales y políticas y pensamos más a partir de nuestra experiencia, veremos alguna cosa clara: que es la carrera por el crecimiento lo que nos ha llevado a esta situación; y que los partidos políticos, sin reglas que les impidan hacer lo que hasta nuestros días vienen haciendo, se convierten en castas.
Estos primeros humanos intempestivos se quedaron solos combatiendo la explotación y la barbarie, y al mismo tiempo negando que la alternativa al capitalismo fuera el comunismo. Pusieron lo mejor de sus inteligencias y de sus vidas en la tarea de comprender la realidad histórica fuera de los marcos establecidos. Elaboraron ciertos principios morales en torno a la verdad, la dignidad y la libertad que no admitían matices coyunturales o partidistas. ¡Aprendamos de ellos! Nosotros estamos en un momento en el que vale la pena pensarlo todo de nuevo, somos los primeros humanos de una tierra que todavía hay que descubrir. Y además tenemos la justicia del sol y del mar de nuestra parte.
Maite Larrauri es escritora y profesora.
Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Un artículo sobre Camus, Onfray, Simone Weil, mujeres filósofas... Lo empecé a leer con interés, pero me resulto algo largo. Da algunas ideas.
- Máximo Eléutheros
- Mensajes: 154
- Registrado: 27 Ago 2012, 16:19
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Espeluznante la cita que da significado al texto. Te deja en estado de shock, maditabundo.
La condición libertaria de Camus me parece evidente, pero no la de Simone Weil, aunque sí muy cercana. Siempre me he interesado por esa mujer hipersensible y su concepción ética de la vida. Quizá podríamos debatir sobre ella en esta o en otra ocasión.
Un saludo.
La condición libertaria de Camus me parece evidente, pero no la de Simone Weil, aunque sí muy cercana. Siempre me he interesado por esa mujer hipersensible y su concepción ética de la vida. Quizá podríamos debatir sobre ella en esta o en otra ocasión.
Un saludo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
¿Cuál cita? ¿La que cuenta la relación de Camus y su abuela?Máximo Eléutheros escribió:Espeluznante la cita que da significado al texto. Te deja en estado de shock, maditabundo.
La condición libertaria de Camus me parece evidente, pero no la de Simone Weil, aunque sí muy cercana. Siempre me he interesado por esa mujer hipersensible y su concepción ética de la vida. Quizá podríamos debatir sobre ella en esta o en otra ocasión.
Un saludo.
De Camus he leído sus novelas y algunos artículos políticos y filosóficos, lo de Sísifo... De Weil poca cosa, su foto como miliciana de la Durruti, su herida con acite hirviendo, anécdotas de ese tipo. De la otra mujer que menciona el texto, sí que no tengo ni idea. Así que más que debatir sobre ella, podría aprender algo si eres (o sois) tan amable(s).
- Máximo Eléutheros
- Mensajes: 154
- Registrado: 27 Ago 2012, 16:19
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Ésta: Fui puesto a mitad de distancia entre la miseria y el sol. La miseria me impidió creer que todo está bien bajo el sol y en la historia; el sol me enseñó que la historia no lo es todo. Me parece un palo sublime al maniqueísmo de toda índole.
Échale un ojo a este artículo sobre Simone Weil: http://www.conspiratio.com.mx/conspiratioo/?page_id=241 Lo tenía archivado por ahí, y recuerdo que en su momento me resultó bastante esclarecedor. Algunas cosas que dice sobre ella, su actuar y pensar, a grandes rasgos:
(...) en 1914, a la edad de cinco años, recuerda Charles Moeller, uno de sus más lúcidos detractores, “al saber por un marino, que vivía cerca de la casa de sus padre, de las privaciones de los soldados en las trincheras, decidió privarse de azúcar”.
Sobre la guerra civil española y por qué no quería volver tras el accidente: “participar en una guerra que ya no era, como [le] pareció al principio, una guerra de campesinos hambrientos contra propietarios terratenientes y una clerecía cómplice de los propietarios, sino una guerra entre Rusia, Alemania e Italia, en donde la ignominia campeaba por todas partes”.
Se centra primordialmente en su acepción mística, ya que la página, creo, es cristiana. Pero muy interesante a mi parecer el artículo. Luego me cuentas.
Un saludo.
Échale un ojo a este artículo sobre Simone Weil: http://www.conspiratio.com.mx/conspiratioo/?page_id=241 Lo tenía archivado por ahí, y recuerdo que en su momento me resultó bastante esclarecedor. Algunas cosas que dice sobre ella, su actuar y pensar, a grandes rasgos:
(...) en 1914, a la edad de cinco años, recuerda Charles Moeller, uno de sus más lúcidos detractores, “al saber por un marino, que vivía cerca de la casa de sus padre, de las privaciones de los soldados en las trincheras, decidió privarse de azúcar”.
Sobre la guerra civil española y por qué no quería volver tras el accidente: “participar en una guerra que ya no era, como [le] pareció al principio, una guerra de campesinos hambrientos contra propietarios terratenientes y una clerecía cómplice de los propietarios, sino una guerra entre Rusia, Alemania e Italia, en donde la ignominia campeaba por todas partes”.
Se centra primordialmente en su acepción mística, ya que la página, creo, es cristiana. Pero muy interesante a mi parecer el artículo. Luego me cuentas.
Un saludo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Sobre Simone: Bueno, lo primero que se me ha ocurrido, es que Simone debía de estar como siete cabras. Una persona inteligente, dotada de extrema sensibilidad y empatía, metida en este mundo cruel, tiene que ser como para volverse loco. El año que se pidió la excedencia y se dedicó a ser obrera tuvo que ser la pera, no le arriendo la ganancia a la cadena de producción. Y su paso por la milicia idem. Y eso de sublimar las migrañas en el amor de Cristo, me parece propio de perturbados. Respetable, pero de un friki que no comparto. Yo eso del misticismo, de ser Uno-Ahora-CONELNOSEQUÉ, puedo tenerlo en determinados momentos, pero no es una sensación que me resulte cómoda las 24 horas. Además, cuando he tenido la Gracia, ha sido por llevar varios días sin comer, así que me inclino por pensar que Simone no ingería las calorías que le eran necesarias. Su metabolismo debió de ser… Complejo.
El tema ese del comentarista de “¿por qué y cómo creó dios este mundo?”: por amor y retirándose… Es un puro disparate, propio del que dispone de tiempo para meter una esfera en un cubo más pequeño. O una sandía en un tape.
“La creación no es, de parte de Dios, un acto de expansión de sí, sino de retiro, de renuncia. Dios y todas las criaturas son menos que Dios solo. Dios aceptó esta disminución. Vació de sí una parte del ser. Se vació en ese acto de divinidad [...] Dios permitió la existencia de cosas distintas a él, de un valor infinitamente menor que él. Por el acto creador se negó a sí mismo, así como Cristo nos prescribe negarnos a nosotros mismos. Dios se negó en sí mismo a favor nuestro para darnos la posibilidad de negarnos por él. Esta respuesta, este eco que está en nuestro poder rechazar, es la única justificación posible para la locura del amor”.
Dios, tal como lo expone en el texto, no es algo que pueda proporcionar la Gracia. Está ausente, no comparece, es irrelevante. Así que si tiene amor por algo, es por sí mismo, no por las criaturas que rellenan su hueco. No puede quererlas, ya que las abandona, ni mejorarlas, ni ayudarlas, así pues, no es Dios.
“La creación, la pasión, la eucaristía –escribe en Connaissance surnaturelle–25 siempre ese mismo movimiento de retiramiento [...] es el amor”; el amor que se abstiene de la fuerza, que renuncia a su poder para que los otros sean, que es pura alegría en la donación que es abstención de sí. Ese amor, aunque presente, no siempre aparece entre nosotros, pero en los escasos momentos en que lo hace obra sobre la realidad y tiende un puente magnífico entre los hombres y Dios. Así el místico, por encima de los dogmas, del poder y los egoísmos, recupera el sentido que habita al hombre y hace habitable el mundo.”
Lo único que hace habitable el mundo para nosotros, es el Sol. En fin, que el personaje me resulta simpático. Lo que manifiesto lo hago como un patán desde el más absoluto desconocimiento de su obra. No la estoy desprestiginado, sino solo diciendo lo que me ha suscitado en el capote el artículo que me enlazas.
El tema ese del comentarista de “¿por qué y cómo creó dios este mundo?”: por amor y retirándose… Es un puro disparate, propio del que dispone de tiempo para meter una esfera en un cubo más pequeño. O una sandía en un tape.
“La creación no es, de parte de Dios, un acto de expansión de sí, sino de retiro, de renuncia. Dios y todas las criaturas son menos que Dios solo. Dios aceptó esta disminución. Vació de sí una parte del ser. Se vació en ese acto de divinidad [...] Dios permitió la existencia de cosas distintas a él, de un valor infinitamente menor que él. Por el acto creador se negó a sí mismo, así como Cristo nos prescribe negarnos a nosotros mismos. Dios se negó en sí mismo a favor nuestro para darnos la posibilidad de negarnos por él. Esta respuesta, este eco que está en nuestro poder rechazar, es la única justificación posible para la locura del amor”.
Dios, tal como lo expone en el texto, no es algo que pueda proporcionar la Gracia. Está ausente, no comparece, es irrelevante. Así que si tiene amor por algo, es por sí mismo, no por las criaturas que rellenan su hueco. No puede quererlas, ya que las abandona, ni mejorarlas, ni ayudarlas, así pues, no es Dios.
“La creación, la pasión, la eucaristía –escribe en Connaissance surnaturelle–25 siempre ese mismo movimiento de retiramiento [...] es el amor”; el amor que se abstiene de la fuerza, que renuncia a su poder para que los otros sean, que es pura alegría en la donación que es abstención de sí. Ese amor, aunque presente, no siempre aparece entre nosotros, pero en los escasos momentos en que lo hace obra sobre la realidad y tiende un puente magnífico entre los hombres y Dios. Así el místico, por encima de los dogmas, del poder y los egoísmos, recupera el sentido que habita al hombre y hace habitable el mundo.”
Lo único que hace habitable el mundo para nosotros, es el Sol. En fin, que el personaje me resulta simpático. Lo que manifiesto lo hago como un patán desde el más absoluto desconocimiento de su obra. No la estoy desprestiginado, sino solo diciendo lo que me ha suscitado en el capote el artículo que me enlazas.
- Máximo Eléutheros
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- Registrado: 27 Ago 2012, 16:19
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Sí, seguramente esa búsqueda de Cristo, o lo que fuere, era más el intento de refugiarse de una realidad cruel. Intentó luchar, primero con los marxistas y luego con los anarquistas, pero el fango le sobrepasó por su extrema empatía e inteligencia, como dices. Aunque luego intentó ingresar en el contienda de la SGM, según tengo entendido, sin resultados.
Su pensamiento por lo que estoy leyendo me recuerda a un ascetismo inmanente extremo:
Hay que desarraigarse. Cortar el árbol, hacer una cruz y llevarla todos los días.
La obediencia es la virtud suprema. Amar la necesidad.
Si mi salvación eterna estuviera sobre esta mesa bajo la forma de un objeto y no tuviera más que extender la mano para tomarla, no extendería la mano sin recibir la orden.
La extremada grandeza del cristianismo proviene de que no busca un remedio sobrenatural para el sufrimiento, sino un uso sobrenatural del sufrimiento.
Me gustaría leer con más detenimiento sus posiciones políticas para poder afirmar con fehaciencia algo.
Aquí algunos textos: http://hjg.com.ar/txt/sweil/index.html
Un saludo.
Su pensamiento por lo que estoy leyendo me recuerda a un ascetismo inmanente extremo:
Hay que desarraigarse. Cortar el árbol, hacer una cruz y llevarla todos los días.
La obediencia es la virtud suprema. Amar la necesidad.
Si mi salvación eterna estuviera sobre esta mesa bajo la forma de un objeto y no tuviera más que extender la mano para tomarla, no extendería la mano sin recibir la orden.
La extremada grandeza del cristianismo proviene de que no busca un remedio sobrenatural para el sufrimiento, sino un uso sobrenatural del sufrimiento.
Me gustaría leer con más detenimiento sus posiciones políticas para poder afirmar con fehaciencia algo.
Aquí algunos textos: http://hjg.com.ar/txt/sweil/index.html
Un saludo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Camus me gusta, aunque sólo he leído El extranjero y La peste. Su obra más política parece que es El hombre rebelde, espero hincarle el diente en el futuro.
De Simone Weil recuerdo una cita que me impactó hace ya tiempo, algo así como: "Detentar poder es degradante. Poseerlo degrada."
De Simone Weil recuerdo una cita que me impactó hace ya tiempo, algo así como: "Detentar poder es degradante. Poseerlo degrada."
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
A mí también me llamó la atención esa cita.Máximo Eléutheros escribió:Ésta: Fui puesto a mitad de distancia entre la miseria y el sol. La miseria me impidió creer que todo está bien bajo el sol y en la historia; el sol me enseñó que la historia no lo es todo. Me parece un palo sublime al maniqueísmo de toda índole.
Sobre Weil me llaman la atención su biografía. Fue un profesora, debía de tener solucionada la vida, y se mete en camisa de once varas. Da la impresión de que padeció síndrome de Viridiana, aparte de lo del ascetismo ese. También impresiona lo del rechazo de la identidad judía y adoptar la cristiana. Va a resultar que lo que decía ¿Kafka? del odio que se tienen a sí mismos los judíos es cierto.
Las frasecitas que has entresacado, son la pera.
Si puedes píllale "el malentendido". Tiene su aquel.Camus me gusta, aunque sólo he leído El extranjero y La peste. Su obra más política parece que es El hombre rebelde, espero hincarle el diente en el futuro.
- Máximo Eléutheros
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- Registrado: 27 Ago 2012, 16:19
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Un documental sobre Camus (es la parte 1/6):
Curiosamente, no hace referencia, o al menos por lo que recuerdo de cuando lo vi, en ningún momento a la filiación de Camus al ideal anarquista, pero sí al breve periodo en el que se consideró comunista. Cosas que pasan, supongo.
Un saludo.
Curiosamente, no hace referencia, o al menos por lo que recuerdo de cuando lo vi, en ningún momento a la filiación de Camus al ideal anarquista, pero sí al breve periodo en el que se consideró comunista. Cosas que pasan, supongo.
Un saludo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
En el mundillo intelectual declararse anarquista es muy peliagudo, ya que el anarquismo está fuera del circuito científico y les da como yuyu. Los académicos lo consideran como cosa de albañiles y piraos. En cambio el marxismo si es cientifico, tiene su producción y la URSS cuando existia sí que se reivindica. Cuanlquier académico puede ser marxista o del PC que le corresponda.
Sartre, que también se pasó a la acracia o al comunismo libertarios meses antes de morir, tampoco es cosa que se sepa o se mencione. Publicó un artículo pidiendo perdon por sus pendejadas autoritarias, y nunca más se supo.
Sartre, que también se pasó a la acracia o al comunismo libertarios meses antes de morir, tampoco es cosa que se sepa o se mencione. Publicó un artículo pidiendo perdon por sus pendejadas autoritarias, y nunca más se supo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Curioso porque militó en la FA (Fédération anarchiste, francófona)Máximo Eléutheros escribió:Un documental sobre Camus (es la parte 1/6):
Curiosamente, no hace referencia, o al menos por lo que recuerdo de cuando lo vi, en ningún momento a la filiación de Camus al ideal anarquista, pero sí al breve periodo en el que se consideró comunista. Cosas que pasan, supongo.
Un saludo.
Regeneración Libertaria
Tierra y Libertad
Todo por hacer
La Iconoclasta
Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.
- Máximo Eléutheros
- Mensajes: 154
- Registrado: 27 Ago 2012, 16:19
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
Ya, por eso me ha extrañado. Supongo que se deberá a lo que dice Jorge.
¿Sartre? No jodas, eso no lo sabía. ¿Tienes por ahí el artículo en cuestión? Con las ínfulas que se daba de filósofo supino y el desprecio que mostraba hacia Camus y su forma de entender el mundo... ¡Ay, las vueltas que da la vida!
Un saludo.
¿Sartre? No jodas, eso no lo sabía. ¿Tienes por ahí el artículo en cuestión? Con las ínfulas que se daba de filósofo supino y el desprecio que mostraba hacia Camus y su forma de entender el mundo... ¡Ay, las vueltas que da la vida!
Un saludo.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
El artículo en cuestión se publicó, si no lo recuerdo mal, en la revista El Viejo Topo, al poco de morir, ponte que fuese en algún número de 1980 198... No lo he vuelto a ver reseñado en parte alguna. Sería cuestión de cogerse una colección de la revista y darle vueltas. También es posible que me falle la memoria y fuese otra revista, pero en ese articulo, el hombre Sartre renegaba de la autoridad, de los partidos y pedía perdón a los trabajadores y les animaba a instaurar un sistema comunista libertario dotado de autonomía obrera.Máximo Eléutheros escribió:Ya, por eso me ha extrañado. Supongo que se deberá a lo que dice Jorge.
¿Sartre? No jodas, eso no lo sabía. ¿Tienes por ahí el artículo en cuestión?
Supongo que al borde de la tumba, le dio un chungo, lo vio claro y mandó al pasado su obra. Pero claro, un simple artículo de un mal día no va a borrar todo lo que escribió antes. Yo me quedé muy sorprendido cuando lo leí, la verdad. Era un cambio rarísimo. Y luego no he visto que nadie haya hablado de ese asunto.
Vamos, que yo lo leí, eché la revista al montón, y si te vi no me acuerdo. En algún momento tiré todo aquel papel, y se acabó. El Viejo Topo era, por así decirlo, espeso.
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
... desde que os he leído en este post llevo un rato largo leyendo por encima textos de Simone, a la que sólo conocía por el nombre, y... agradecido por el descubrimiento; del que entresaco, políticamente:
Marx, en efecto, nunca explicó por qué las fuerzas productivas tienden obligatoriamente a desarrollarse, como si poseyeran naturalmente esa virtud. Y es en esa “misteriosa” tendencia donde descansa precisamente la teoría marxista de la revolución. Una creencia que se trasladó al movimiento socialista –afirmó Weil-, poniendo a los seres humanos al servicio del progreso y no al revés. Advirtió, sin más, que esta posición coincidía por completo con la corriente general del pensamiento capitalista que hizo del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas la “divinidad de la religión económica”. Concluyó, entonces, que dicha teoría era “ingenua” y “utópica” y calificó a Marx de “idólatra” de la sociedad futura, al estimar que esta surgiría de una transformación mecánica, de un sombrío dispositivo generador de justicia y de libertad permaneciendo intactas la técnica y la cultura de la organización del trabajo. La fe en el crecimiento económico, además, permitió a Marx concebir la ilusión de que en la nueva sociedad el trabajo podría llegar a ser superfluo; una utopía en cuyo nombre –afirmó Weil- “se ha derramado inútilmente la sangre de los revolucionarios y de los trabajadores”. La conclusión inevitable era, desde luego, preguntarse por los límites del progreso económico; la respuesta de Weil fue que el progreso se había transformado en regresión.
Habría que construir, pues, una primera representación: un ideal de la nueva civilización alejada de la religión de la economía y de la producción. Para Simone Weil sería aquella donde el trabajo manual fuese el núcleo de la actividad económica, considerado un “valor supremo”.
.. y también en:
PROFESION DE FE. SIMONE WEIL
http://www.institutosimoneweil.net/imag ... 20july.pdf
[...]
Hay en cada hombre algo que es sagrado. No es su persona ni tampoco
es la persona humana. Es él, este hombre, simplemente. [...]
En el fondo del corazón del ser humano, desde la más remota
infancia hasta la tumba, existe algo que a pesar de toda la
experiencia de crímenes cometidos, sufridos y observados, espera
invenciblemente que se le haga bien y no mal. Es eso ante todo lo
que es sagrado en cada ser humano.
El bien es la única fuente de lo sagrado. Lo único sagrado es el
bien y lo que es relativo al bien. […]
Todo el esfuerzo de los místicos
siempre ha tenido por objeto que no quede en su alma ninguna
parte que diga “yo”.
Pero la parte del alma que dice “nosotros” es todavía
infinitamente más peligrosa.
(...)
"Las relaciones entre la colectividad y la persona deben ser
establecidas con el único objeto de echar a un lado lo que es susceptible
de impedir el crecimiento y la germinación misteriosa de
la parte impersonal del alma. Por ello es necesario que haya
alrededor de cada persona suficiente espacio, un grado de libre
disposición del tiempo, posibilidades para el paso hacia grados de
atención cada vez más elevados, soledad, silencio. Es necesario
además que ésta se encuentre rodeada de calor humano para que
la angustia no la obligue a ahogarse en lo colectivo."
… no me extraña que la relacionen con el maestro Eckhart y Francisco de Asís... un misticismo solvente es experimental, no intelectual... te da pistas, pero en realidad no transmite ideas y es inmune a los discursos...
Marx, en efecto, nunca explicó por qué las fuerzas productivas tienden obligatoriamente a desarrollarse, como si poseyeran naturalmente esa virtud. Y es en esa “misteriosa” tendencia donde descansa precisamente la teoría marxista de la revolución. Una creencia que se trasladó al movimiento socialista –afirmó Weil-, poniendo a los seres humanos al servicio del progreso y no al revés. Advirtió, sin más, que esta posición coincidía por completo con la corriente general del pensamiento capitalista que hizo del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas la “divinidad de la religión económica”. Concluyó, entonces, que dicha teoría era “ingenua” y “utópica” y calificó a Marx de “idólatra” de la sociedad futura, al estimar que esta surgiría de una transformación mecánica, de un sombrío dispositivo generador de justicia y de libertad permaneciendo intactas la técnica y la cultura de la organización del trabajo. La fe en el crecimiento económico, además, permitió a Marx concebir la ilusión de que en la nueva sociedad el trabajo podría llegar a ser superfluo; una utopía en cuyo nombre –afirmó Weil- “se ha derramado inútilmente la sangre de los revolucionarios y de los trabajadores”. La conclusión inevitable era, desde luego, preguntarse por los límites del progreso económico; la respuesta de Weil fue que el progreso se había transformado en regresión.
Habría que construir, pues, una primera representación: un ideal de la nueva civilización alejada de la religión de la economía y de la producción. Para Simone Weil sería aquella donde el trabajo manual fuese el núcleo de la actividad económica, considerado un “valor supremo”.
.. y también en:
PROFESION DE FE. SIMONE WEIL
http://www.institutosimoneweil.net/imag ... 20july.pdf
[...]
Hay en cada hombre algo que es sagrado. No es su persona ni tampoco
es la persona humana. Es él, este hombre, simplemente. [...]
En el fondo del corazón del ser humano, desde la más remota
infancia hasta la tumba, existe algo que a pesar de toda la
experiencia de crímenes cometidos, sufridos y observados, espera
invenciblemente que se le haga bien y no mal. Es eso ante todo lo
que es sagrado en cada ser humano.
El bien es la única fuente de lo sagrado. Lo único sagrado es el
bien y lo que es relativo al bien. […]
Todo el esfuerzo de los místicos
siempre ha tenido por objeto que no quede en su alma ninguna
parte que diga “yo”.
Pero la parte del alma que dice “nosotros” es todavía
infinitamente más peligrosa.
(...)
"Las relaciones entre la colectividad y la persona deben ser
establecidas con el único objeto de echar a un lado lo que es susceptible
de impedir el crecimiento y la germinación misteriosa de
la parte impersonal del alma. Por ello es necesario que haya
alrededor de cada persona suficiente espacio, un grado de libre
disposición del tiempo, posibilidades para el paso hacia grados de
atención cada vez más elevados, soledad, silencio. Es necesario
además que ésta se encuentre rodeada de calor humano para que
la angustia no la obligue a ahogarse en lo colectivo."
… no me extraña que la relacionen con el maestro Eckhart y Francisco de Asís... un misticismo solvente es experimental, no intelectual... te da pistas, pero en realidad no transmite ideas y es inmune a los discursos...
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revolucionariolibertario
- Mensajes: 363
- Registrado: 08 Nov 2012, 12:40
Re: Entre la pobreza y el sol: Albert Camus
¡Que bueno!Todo el esfuerzo de los místicos
siempre ha tenido por objeto que no quede en su alma ninguna
parte que diga “yo”.
Pero la parte del alma que dice “nosotros” es todavía
infinitamente más peligrosa.
No había oido hablar de la tal Simone Weil. Intentaré encontrar libros de ella, creo que me van a gustar.
Uno no es lo que dice ser, uno no es lo que cree ser, uno no es lo que sueña ser, uno solo es lo que hace.