Anarquismo desde la militancia
Anarquismo desde la militancia
ANARQUISMO DESDE LA MILITANCIA
El anarquismo, como doctrina, generalmente se caracterizó, en confrontación con otras corrientes socialistas, por su énfasis en la transformación personal del individuo. Pues el individuo, singular y concreto, con el objeto de alcanzar una relación consigo mismo y con los otros individuos acorde con los fundamentos que inspiran la vida individual y colectiva en la Anarquía, debe poseer ciertas actitudes personales. Asimismo el anarquista, en su militancia, ha de tener en cuenta siempre este principio. En este artículo trato de indagar en este principio, defendiendo su necesidad contra una visión reduccionista y miope del anarquismo y del anarcosindicalismo, disipada actualmente por el Movimiento Libertario, que reduce el anarquismo al ser militante o al pertenecer a alguna de las organizaciones anarquistas actuales, y el anarcosindicalismo a pura lucha laboral.
Dentro de la racionalidad interna de la tradición libertaria se encuentra la idea, de que es necesaria una conciencia de la opresión social por parte de los oprimidos que pretenda la transformación de todas las esferas de la vida individual y colectiva. Pero además una asunción práctica de las creencias libertarias, contenidas en tal conciencia, en las vidas individuales, como transición hacia la revolución social. Y esta asunción práctica de las creencias libertarias debe entenderse en toda su importancia: como un fundamento existencial y científico del cambio social anarquista. Si bien este idealismo practicado lleva presupuestos conceptos, que no son sino la llave de entrada a su práctica, la mera cognición o el simple idealismo, es algo necesario pero no suficiente. El individuo, como señaló hace más de un siglo Bakunin, está atravesado en su totalidad por la forma de vida dominada y dominadora de la sociedad burguesa. Los individuos se ven sometidos a un proceso de socialización en donde todas sus capacidades e impulsos vitales son absorbidos y desarrollados, organizados y dirigidos, en aras de una funcionalización de su pensamiento, voluntad y conducta que satisfaga los intereses sociales de los propietarios de los medios de producción, y de los ejecutores políticos de los intereses de tal clase. El Estado, y cualquier forma sociopolítica autoritaria, no es más que ideas y mecanismos de comportamiento interiorizados por los individuos, quienes, a su vez, sustentan la estructura social, en un círculo vicioso por el cual los individuos se producen a sí mismos -coronado por los varios centralismos y jerarquías políticas y económicas.
Intrincados en el carácter individual de los oprimidos, existen factores de tipo comportamental, intelectual y volitivo, que resultan la adecuación de éste al engranaje del sistema social opresivo y de dominio. En la sociedad burguesa se moldea al individuo a través del hábito y desde su más tierna infancia, para que sea un ser sumiso, dependiente y egoísta, atando con fuertes lazos todas sus capacidades e impulsos vitales, alienándolas a aquéllas y satisfaciendo o reprimiendo a éstos a fin de mantener el dominio. La subjetividad de los individuos queda así configurada a merced de las clases sociales opresoras. El sistema social dominador socava los pensamientos, la moralidad de las acciones sociales, y lo que la gente practica y considera una buena vida. Transformar al individuo, en este contexto, quiere decir que éste ha de realizar un proceso práctico de deconstrucción y construcción de la organización interna y dirección de sus capacidades e impulsos vitales, que culminaría en la autonomía y en la moralidad -durante el período prerrevolucionario del cambio social cualitativo. A través de esta emancipación y moralización prácticas, practicando el “modo individual y social de vida anarquista” -léase Malatesta-, la sociedad dominadora y opresiva puede ser invertida, desde dentro, desde el interior de los individuos. Reestructurando y reorientando los impulsos vitales y capacidades por los cuales la sociedad dominadora y opresiva -presente y futura- se nutre.
Eliseo Reclus, entre otros, hablaba de la necesidad de una evolución social del “corazón y la cabeza” -paulatina y permanente- previa a la revolución social como condittio sine qua non para lograr por y para los oprimidos la forma de vida individual y colectiva emancipada. En el mismo sentido Malatesta proclamaba la necesidad de una coherencia de la acción social de los oprimidos, encaminada a la instauración de la Anarquía, con estos sus fines, y, Severino Campos, demostraba la necesidad de promover la cultura, encaminada a la consecución de la autonomía y la moralidad en los individuos, a la par que la lucha social por el control de los medios de producción. ¿Y de dónde podría explayarse en la población un discurso que pretendiera la íntegra transformación de los individuos sino desde individuos que ya se han puesto a ello? El anarquista, solo se hace, desde la práctica vital del modo individual y social de vida anarquista, asumiendo práctica y vitalmente las creencias libertarias. Inmerso en la aptitud indispensable para llevar a cabo la concienciación social. El anarquista, como exigió de nuevo Bakunin, ha de manifestar en la vida privada, además de en la pública, su condición. Éste seria el campo adecuado para discernir su condición al ser donde se muestra de forma más veraz, inmediata y concisa, las creencias practicadas en la vida por parte de los individuos.
Es obvio que el individuo que no se muestre en su práctica vital como una encarnación de las creencias libertarias, poseerá una mentalidad contaminada de pensamientos pertenecientes al modo de vida de la sociedad burguesa que ha asumido, estará guiado en sus relaciones interpersonales por un ‘instinto de poder’ que interferiría cotidianamente en la actividad de un grupo libertario, o tendrá una actitud sumisa en la cotidianidad militante, por lo que la asociación con éste no tendría sentido, y además su pertenencia al grupo fomentaría su carácter sumiso y dependiente. En su vida privada deformaría el discurso libertario o deslegitimaría la veracidad de los anarquistas, al actuar en contradicción con respecto a su supuesto pensar.
El cultivo de la moralidad, y la autorrealización de las capacidades individuales, así como la lucha interior contra nuestro alter ego, forjado por la sociedad burguesa. Ese “extranjero en nosotros” -como lo llamó Freud-, que, escondido en cualquier recóndito lugar de nuestra personalidad, retiene a la vida libre y mina la moral, acechando siempre el momento en que las circunstancias sean propicias para proceder en favor del dominio y la opresión. Constituyen los principios normativos hacia los cuales la sociedad lenta, pero firmemente, ha de ir aproximándose hacia la Anarquía, y a la luz de los cuáles debe ser juzgada la actitud de un individuo como anarquista. Únicamente sabiendo de la práctica vital individual, de lo que hacen o no hacen los individuos en su vida, podrá saberse en qué medida un individuo se acerca realmente a las creencias libertarias, y la calidad libertaria de un militante.
En este marco individual y social, la motivación que llevaría a la rebelión social debería ser fruto de la experiencia de la opresión al respecto de la realización particular del modus vivendi anarquista por parte de los individuos -garantizando así esta experiencia espiritual del modo de vida dominador y opresivo la puesta en práctica de las creencias libertarias.
Como anarquistas hemos de tener presente en todo momento, que el hito de una revolución social verdaderamente emancipadora de todos y cada uno de los oprimidos, debe ir precedido de un período de concienciación y reaprendizaje que provoque la ruptura con los juicios infundados que el sistema de dominio ha insertado en la racionalidad de los oprimidos, y enmascaran y justifican el sistema social. Que genere la apropiación de conocimientos, tanto teóricos como prácticos, a fin de conseguir la independencia racional, que haga innecesaria la dirección de la reorganización social y del pensamiento, por parte de una élite, así como una moralidad de los individuos que se base en la libertad individual y colectiva. Y respecto a la felicidad, hemos de conseguir la autorrealización de las capacidades, talentos y aptitudes de cada individuo, que emancipe a éstos de las prácticas ilusorias de felicidad, combatiendo así la sumisión y la dependencia conativas.
Es éste, pienso, el camino que nosotros, como anarquistas, debemos estar en condiciones de narrar… y el que hemos de procurar que la sociedad camine. Evidentemente dentro de la sociedad burguesa esta evolución tiene sus límites, pero no por ello esta vía dejará de ser la única que nos lleve a la Anarquía.
El anarquismo, como doctrina, generalmente se caracterizó, en confrontación con otras corrientes socialistas, por su énfasis en la transformación personal del individuo. Pues el individuo, singular y concreto, con el objeto de alcanzar una relación consigo mismo y con los otros individuos acorde con los fundamentos que inspiran la vida individual y colectiva en la Anarquía, debe poseer ciertas actitudes personales. Asimismo el anarquista, en su militancia, ha de tener en cuenta siempre este principio. En este artículo trato de indagar en este principio, defendiendo su necesidad contra una visión reduccionista y miope del anarquismo y del anarcosindicalismo, disipada actualmente por el Movimiento Libertario, que reduce el anarquismo al ser militante o al pertenecer a alguna de las organizaciones anarquistas actuales, y el anarcosindicalismo a pura lucha laboral.
Dentro de la racionalidad interna de la tradición libertaria se encuentra la idea, de que es necesaria una conciencia de la opresión social por parte de los oprimidos que pretenda la transformación de todas las esferas de la vida individual y colectiva. Pero además una asunción práctica de las creencias libertarias, contenidas en tal conciencia, en las vidas individuales, como transición hacia la revolución social. Y esta asunción práctica de las creencias libertarias debe entenderse en toda su importancia: como un fundamento existencial y científico del cambio social anarquista. Si bien este idealismo practicado lleva presupuestos conceptos, que no son sino la llave de entrada a su práctica, la mera cognición o el simple idealismo, es algo necesario pero no suficiente. El individuo, como señaló hace más de un siglo Bakunin, está atravesado en su totalidad por la forma de vida dominada y dominadora de la sociedad burguesa. Los individuos se ven sometidos a un proceso de socialización en donde todas sus capacidades e impulsos vitales son absorbidos y desarrollados, organizados y dirigidos, en aras de una funcionalización de su pensamiento, voluntad y conducta que satisfaga los intereses sociales de los propietarios de los medios de producción, y de los ejecutores políticos de los intereses de tal clase. El Estado, y cualquier forma sociopolítica autoritaria, no es más que ideas y mecanismos de comportamiento interiorizados por los individuos, quienes, a su vez, sustentan la estructura social, en un círculo vicioso por el cual los individuos se producen a sí mismos -coronado por los varios centralismos y jerarquías políticas y económicas.
Intrincados en el carácter individual de los oprimidos, existen factores de tipo comportamental, intelectual y volitivo, que resultan la adecuación de éste al engranaje del sistema social opresivo y de dominio. En la sociedad burguesa se moldea al individuo a través del hábito y desde su más tierna infancia, para que sea un ser sumiso, dependiente y egoísta, atando con fuertes lazos todas sus capacidades e impulsos vitales, alienándolas a aquéllas y satisfaciendo o reprimiendo a éstos a fin de mantener el dominio. La subjetividad de los individuos queda así configurada a merced de las clases sociales opresoras. El sistema social dominador socava los pensamientos, la moralidad de las acciones sociales, y lo que la gente practica y considera una buena vida. Transformar al individuo, en este contexto, quiere decir que éste ha de realizar un proceso práctico de deconstrucción y construcción de la organización interna y dirección de sus capacidades e impulsos vitales, que culminaría en la autonomía y en la moralidad -durante el período prerrevolucionario del cambio social cualitativo. A través de esta emancipación y moralización prácticas, practicando el “modo individual y social de vida anarquista” -léase Malatesta-, la sociedad dominadora y opresiva puede ser invertida, desde dentro, desde el interior de los individuos. Reestructurando y reorientando los impulsos vitales y capacidades por los cuales la sociedad dominadora y opresiva -presente y futura- se nutre.
Eliseo Reclus, entre otros, hablaba de la necesidad de una evolución social del “corazón y la cabeza” -paulatina y permanente- previa a la revolución social como condittio sine qua non para lograr por y para los oprimidos la forma de vida individual y colectiva emancipada. En el mismo sentido Malatesta proclamaba la necesidad de una coherencia de la acción social de los oprimidos, encaminada a la instauración de la Anarquía, con estos sus fines, y, Severino Campos, demostraba la necesidad de promover la cultura, encaminada a la consecución de la autonomía y la moralidad en los individuos, a la par que la lucha social por el control de los medios de producción. ¿Y de dónde podría explayarse en la población un discurso que pretendiera la íntegra transformación de los individuos sino desde individuos que ya se han puesto a ello? El anarquista, solo se hace, desde la práctica vital del modo individual y social de vida anarquista, asumiendo práctica y vitalmente las creencias libertarias. Inmerso en la aptitud indispensable para llevar a cabo la concienciación social. El anarquista, como exigió de nuevo Bakunin, ha de manifestar en la vida privada, además de en la pública, su condición. Éste seria el campo adecuado para discernir su condición al ser donde se muestra de forma más veraz, inmediata y concisa, las creencias practicadas en la vida por parte de los individuos.
Es obvio que el individuo que no se muestre en su práctica vital como una encarnación de las creencias libertarias, poseerá una mentalidad contaminada de pensamientos pertenecientes al modo de vida de la sociedad burguesa que ha asumido, estará guiado en sus relaciones interpersonales por un ‘instinto de poder’ que interferiría cotidianamente en la actividad de un grupo libertario, o tendrá una actitud sumisa en la cotidianidad militante, por lo que la asociación con éste no tendría sentido, y además su pertenencia al grupo fomentaría su carácter sumiso y dependiente. En su vida privada deformaría el discurso libertario o deslegitimaría la veracidad de los anarquistas, al actuar en contradicción con respecto a su supuesto pensar.
El cultivo de la moralidad, y la autorrealización de las capacidades individuales, así como la lucha interior contra nuestro alter ego, forjado por la sociedad burguesa. Ese “extranjero en nosotros” -como lo llamó Freud-, que, escondido en cualquier recóndito lugar de nuestra personalidad, retiene a la vida libre y mina la moral, acechando siempre el momento en que las circunstancias sean propicias para proceder en favor del dominio y la opresión. Constituyen los principios normativos hacia los cuales la sociedad lenta, pero firmemente, ha de ir aproximándose hacia la Anarquía, y a la luz de los cuáles debe ser juzgada la actitud de un individuo como anarquista. Únicamente sabiendo de la práctica vital individual, de lo que hacen o no hacen los individuos en su vida, podrá saberse en qué medida un individuo se acerca realmente a las creencias libertarias, y la calidad libertaria de un militante.
En este marco individual y social, la motivación que llevaría a la rebelión social debería ser fruto de la experiencia de la opresión al respecto de la realización particular del modus vivendi anarquista por parte de los individuos -garantizando así esta experiencia espiritual del modo de vida dominador y opresivo la puesta en práctica de las creencias libertarias.
Como anarquistas hemos de tener presente en todo momento, que el hito de una revolución social verdaderamente emancipadora de todos y cada uno de los oprimidos, debe ir precedido de un período de concienciación y reaprendizaje que provoque la ruptura con los juicios infundados que el sistema de dominio ha insertado en la racionalidad de los oprimidos, y enmascaran y justifican el sistema social. Que genere la apropiación de conocimientos, tanto teóricos como prácticos, a fin de conseguir la independencia racional, que haga innecesaria la dirección de la reorganización social y del pensamiento, por parte de una élite, así como una moralidad de los individuos que se base en la libertad individual y colectiva. Y respecto a la felicidad, hemos de conseguir la autorrealización de las capacidades, talentos y aptitudes de cada individuo, que emancipe a éstos de las prácticas ilusorias de felicidad, combatiendo así la sumisión y la dependencia conativas.
Es éste, pienso, el camino que nosotros, como anarquistas, debemos estar en condiciones de narrar… y el que hemos de procurar que la sociedad camine. Evidentemente dentro de la sociedad burguesa esta evolución tiene sus límites, pero no por ello esta vía dejará de ser la única que nos lleve a la Anarquía.
Corolarios
Viendo que no se inicia un debate sobre lo expuesto en el texto, voy a explicitar algunas consecuencias que se desprenden de él para valorar la calidad del Movimiento Libertario, en la actualidad. Como digo en el primer párrafo, el texto se dirige, en una gran medida, contra aquellos individuos que reducen el 'ser anarquista' al 'ser militante'. Podemos hablar de cómo, en ciertos grupos sociales, el anarquismo ha sido interpretado falsamente, no asumiéndolo como modus vivendi. Ésta falaz aceptación del anarquismo, explica muchos fenómenos tipo "guetto" que acontecen en la cotidianidad del Movimiento Anarquista. Lo que digo ya ha sido expuesto por algunos militantes, por ejemplo puede leerse el artículo "Folklore en el Movimiento Libertario" publicado en el Jake Libertario, nº 16.
Grosso modo, se trata de una satisfacción de determinadas necesidades de tipo psicológico por parte de muchos individuos, a través de una apropiación del anarquismo, que convierte a éste en un puro fenómeno estético, y en grupo social cerrado, que vive ensimismado en una realidad propia, que construyen los individuos mismos que lo conforman.
Los valores que guían a estos individuos pueden resumirse en los siguientes. Mantener las relaciones interpersonales que existen entre ellos, reafirmar su identidad personal a través de la práctica en la militancia, y evitar toda crítica que podría poner en peligro la cohesión del grupo. Este fenómeno social se da tanto entre "anarquistas" de una misma organización, como entre "anarquistas" de distintas organizaciones, o entre personas de distintas organizaciones consideradas de "izquierda". Y, en menor grado, en grupos no militantes que se identifican con determinados movimientos de carácter izquierdista -por ejemplo lel antiglobalización, o el estudiantado. Luego hay una serie de actitudes que se desprenden, precisamente, de esas motivaciones vitales que nada tienen que ver con las creencias que, superficialmente, se asumen. Éstos individuos se caracterizan por su poca capacidad de crítica y autocrítica, su inmoralidad, su sumisión o afán por dominar -esto varía en grados en cada individuo, y pueden darse mezclas proporcionales o mezclas en las que predomina uno de los dos factores-, etc.
La consecuencia más notoria de este fenómeno, es la de un movimiento aparentemente con las características que presume, pero que, en la práctica, se contradice a sí mismo.
Obviamemente, con individuos así es imposible razonar y progresar tanto en la teoría como en la práctica revolucionaria. Creo que puede hablarse, para entender el problema en su amplitud, de enfermos mentales. Los más enfermos llegan a hablar, casi exclusivamente, del Movimiento. No tienen otro tema de conversación, su vida se reduce a su militancia, en su afán, y necesidad, de autoafirmar su identidad. Consiguen satisfacer su necesidad de relacionarse a través de la subcultura, que se crea en el ámbito lúdico y ocioso, conformada por los militantes. Satisfacen su necesidad de tener un marco de orientación y sentido a través de la ideología -y sus bipolaridades bueno/malo. Realizan prácticas de devoción tales como salir por la noche a ciertos bares, realizar actos festivos, conferencias, conmemoraciones, manifestaciones... Y consiguen seguridad a cambio del conformismo con la estructura del movimiento tal y como se la encuentran, y a través de sus relaciones interpresonales, y sus extremistas bipolarizaciones ideológicas. En muchos casos construyen un lenguaje propio, entendible sólo por ellos mismos. Con lo que pierden la capacidad de comunicarse con el resto de la sociedad. De este modo, todas sus capacidades e impulsos vitales, son proyectados en esa subcultura que los mantiene vivos, y a la que, a la vez, mantienen ellos mismos. Se llega a transformar los medios de acción, y la lucha social, en fines en sí mismos.
Evidentemente, parten de un rechazo al sistema social, pues la forma de vida que asumen se debe a su represión en otros grupos sociales.
La esclerosis que producen al Movimiento es patente.
El peligro que se avecina es terrible. Cuando lleguen a ocupar todas las áreas del Movimiento, y sean éllos los únicos militantes, el Movimiento estará muerto.
Estos individuos llegan casi a lo impensable. Llegan a criticarse a sí mismos, como prueba el texto "Ad nauseam". Sin embargo, no llegan ni a vislumbrar donde está la raíz de todo el asunto. Éste arraiga en la práctica vital, o modo de vida, de cada uno; ahí es donde se verifica lo que dicen y piensan, o, por contra, se refuta. Deben transformarse personalmente, prácticando verdaderamente el anarquismo en sus vidas, para podérseles considerar coherentes y veraces. "Ad nauseam" viene a ser la manifestación de un subgrupo dentro del mismo grupo social al que me refiero. Si no fuera así, en su práctica vital, estos individuos serían coherentes con lo que piensan y con lo que dicen; y no es el caso. Por lo que, tras esas palabras enrevesadas, reductoras, y dogmáticas, subyace, a todas luces, un fanatismo similar al que critican. Un ansia desmedida de conseguir una identidad propia -que se diferencie del resto del grupo- es lo que impulsa a los creadores de "Ad nauseam" a realizar el texto. Y éstos forman, paradójicamente, su propio "guetto".
Los problemas psico-individuales que producen este aberrante fenómeno social, son fruto de los problemas que la sociedad posmoderna genera -léase Lyotard y Erich Fromm. Los que podamos demostrar nuestra coherencia, debemos combatir esta distorsión y vaciamiento de contenido del discurso crítico-social y de la militancia. Empezando por nosotros mismos, por preguntarnos honestamente qué es lo que realmente nos impulsa a tener nuestras ideas y a llevar a cabo una praxis para el cambio social emancipador. Y, tras ello, refutar la pretensión de aquéllos que se llaman a sí mismos "revolucionarios" o "anarquistas", propagando el origen y la autenticidad de las palabras, desde nuestro ejemplo, y a través de medios que difundan nuestras ideas. Si no, no hay futuro.
Grosso modo, se trata de una satisfacción de determinadas necesidades de tipo psicológico por parte de muchos individuos, a través de una apropiación del anarquismo, que convierte a éste en un puro fenómeno estético, y en grupo social cerrado, que vive ensimismado en una realidad propia, que construyen los individuos mismos que lo conforman.
Los valores que guían a estos individuos pueden resumirse en los siguientes. Mantener las relaciones interpersonales que existen entre ellos, reafirmar su identidad personal a través de la práctica en la militancia, y evitar toda crítica que podría poner en peligro la cohesión del grupo. Este fenómeno social se da tanto entre "anarquistas" de una misma organización, como entre "anarquistas" de distintas organizaciones, o entre personas de distintas organizaciones consideradas de "izquierda". Y, en menor grado, en grupos no militantes que se identifican con determinados movimientos de carácter izquierdista -por ejemplo lel antiglobalización, o el estudiantado. Luego hay una serie de actitudes que se desprenden, precisamente, de esas motivaciones vitales que nada tienen que ver con las creencias que, superficialmente, se asumen. Éstos individuos se caracterizan por su poca capacidad de crítica y autocrítica, su inmoralidad, su sumisión o afán por dominar -esto varía en grados en cada individuo, y pueden darse mezclas proporcionales o mezclas en las que predomina uno de los dos factores-, etc.
La consecuencia más notoria de este fenómeno, es la de un movimiento aparentemente con las características que presume, pero que, en la práctica, se contradice a sí mismo.
Obviamemente, con individuos así es imposible razonar y progresar tanto en la teoría como en la práctica revolucionaria. Creo que puede hablarse, para entender el problema en su amplitud, de enfermos mentales. Los más enfermos llegan a hablar, casi exclusivamente, del Movimiento. No tienen otro tema de conversación, su vida se reduce a su militancia, en su afán, y necesidad, de autoafirmar su identidad. Consiguen satisfacer su necesidad de relacionarse a través de la subcultura, que se crea en el ámbito lúdico y ocioso, conformada por los militantes. Satisfacen su necesidad de tener un marco de orientación y sentido a través de la ideología -y sus bipolaridades bueno/malo. Realizan prácticas de devoción tales como salir por la noche a ciertos bares, realizar actos festivos, conferencias, conmemoraciones, manifestaciones... Y consiguen seguridad a cambio del conformismo con la estructura del movimiento tal y como se la encuentran, y a través de sus relaciones interpresonales, y sus extremistas bipolarizaciones ideológicas. En muchos casos construyen un lenguaje propio, entendible sólo por ellos mismos. Con lo que pierden la capacidad de comunicarse con el resto de la sociedad. De este modo, todas sus capacidades e impulsos vitales, son proyectados en esa subcultura que los mantiene vivos, y a la que, a la vez, mantienen ellos mismos. Se llega a transformar los medios de acción, y la lucha social, en fines en sí mismos.
Evidentemente, parten de un rechazo al sistema social, pues la forma de vida que asumen se debe a su represión en otros grupos sociales.
La esclerosis que producen al Movimiento es patente.
El peligro que se avecina es terrible. Cuando lleguen a ocupar todas las áreas del Movimiento, y sean éllos los únicos militantes, el Movimiento estará muerto.
Estos individuos llegan casi a lo impensable. Llegan a criticarse a sí mismos, como prueba el texto "Ad nauseam". Sin embargo, no llegan ni a vislumbrar donde está la raíz de todo el asunto. Éste arraiga en la práctica vital, o modo de vida, de cada uno; ahí es donde se verifica lo que dicen y piensan, o, por contra, se refuta. Deben transformarse personalmente, prácticando verdaderamente el anarquismo en sus vidas, para podérseles considerar coherentes y veraces. "Ad nauseam" viene a ser la manifestación de un subgrupo dentro del mismo grupo social al que me refiero. Si no fuera así, en su práctica vital, estos individuos serían coherentes con lo que piensan y con lo que dicen; y no es el caso. Por lo que, tras esas palabras enrevesadas, reductoras, y dogmáticas, subyace, a todas luces, un fanatismo similar al que critican. Un ansia desmedida de conseguir una identidad propia -que se diferencie del resto del grupo- es lo que impulsa a los creadores de "Ad nauseam" a realizar el texto. Y éstos forman, paradójicamente, su propio "guetto".
Los problemas psico-individuales que producen este aberrante fenómeno social, son fruto de los problemas que la sociedad posmoderna genera -léase Lyotard y Erich Fromm. Los que podamos demostrar nuestra coherencia, debemos combatir esta distorsión y vaciamiento de contenido del discurso crítico-social y de la militancia. Empezando por nosotros mismos, por preguntarnos honestamente qué es lo que realmente nos impulsa a tener nuestras ideas y a llevar a cabo una praxis para el cambio social emancipador. Y, tras ello, refutar la pretensión de aquéllos que se llaman a sí mismos "revolucionarios" o "anarquistas", propagando el origen y la autenticidad de las palabras, desde nuestro ejemplo, y a través de medios que difundan nuestras ideas. Si no, no hay futuro.
-
Gallamont du Sot
- Mensajes: 112
- Registrado: 31 Ene 2002, 01:00
Sinceramente creo que hay que hacer distinciones dentro del movimiento anarquista.
Como joven, veo a mucha gente que está entrando en este mundillo, y que entra de manera errónea, desde mi punto de vista, pues entra desde un radicalismo estúpido y calimochero.Este tipo de individuos son fácilmente desenmascarables. Su falta de ideas, se suple con una violencia extrema más propia del vandalismo estúpido que de una verdadera violencia revolucionaria. En ciertas ocasiones sus actitudes pueden ser violentas.Quizás se deba a que en su vida diaria, en su subguetto, en su semi-ficticia lucha contra el fascismo,se vean obligados a recurrir a la violencia.El ejemplo más claro es el típico prototipo de punky o peor aún, de sharpero. Desgraciadamente suelen ser gente que busca en la forma de vestir, de hablar, la música etc etc, un mundillo que les acepte, y que en ocasiones les proporcione cierto prestigio dentro de otros mundillos.
Por ejemplo, alguna gente se cree más "guay" por ser punky radical...
Esto no tendría ningún problema sino fuera porque está ligado con el movimiento anarquista, ya que esta gente se reviste de anarcoide y lanza proclamas estúpidas como:"anarkía y birra fría" o similares.
Por otro lado, vemos a gente obsesionada realmente con el anarquismo y la militancia.De hecho, conozco gente que se pasa el día hablando de política, y que realmente acaban resultando cansinos.Yo no sé si esto será o no patológico, pero es evidente que el hecho de refugiarse en algo, quiere decir que algo va mal.
Lo que más me fastidia de este tipo de gente, es ciertos comportamientos, que creo que derivan del estar pensando todo el día en la revolución. Esta obsesión, que muchas veces lleva al desencanto, muchas veces hace que estos sujetos se conviertan en megadogmátic@s, y acaben por estar más sólos que la una, en su mundo anarquista idílico.
Este tipo de anarquista también es rechazable.
Por ahora es sólo esto.
Venga, un abrazo.
Como joven, veo a mucha gente que está entrando en este mundillo, y que entra de manera errónea, desde mi punto de vista, pues entra desde un radicalismo estúpido y calimochero.Este tipo de individuos son fácilmente desenmascarables. Su falta de ideas, se suple con una violencia extrema más propia del vandalismo estúpido que de una verdadera violencia revolucionaria. En ciertas ocasiones sus actitudes pueden ser violentas.Quizás se deba a que en su vida diaria, en su subguetto, en su semi-ficticia lucha contra el fascismo,se vean obligados a recurrir a la violencia.El ejemplo más claro es el típico prototipo de punky o peor aún, de sharpero. Desgraciadamente suelen ser gente que busca en la forma de vestir, de hablar, la música etc etc, un mundillo que les acepte, y que en ocasiones les proporcione cierto prestigio dentro de otros mundillos.
Por ejemplo, alguna gente se cree más "guay" por ser punky radical...
Esto no tendría ningún problema sino fuera porque está ligado con el movimiento anarquista, ya que esta gente se reviste de anarcoide y lanza proclamas estúpidas como:"anarkía y birra fría" o similares.
Por otro lado, vemos a gente obsesionada realmente con el anarquismo y la militancia.De hecho, conozco gente que se pasa el día hablando de política, y que realmente acaban resultando cansinos.Yo no sé si esto será o no patológico, pero es evidente que el hecho de refugiarse en algo, quiere decir que algo va mal.
Lo que más me fastidia de este tipo de gente, es ciertos comportamientos, que creo que derivan del estar pensando todo el día en la revolución. Esta obsesión, que muchas veces lleva al desencanto, muchas veces hace que estos sujetos se conviertan en megadogmátic@s, y acaben por estar más sólos que la una, en su mundo anarquista idílico.
Este tipo de anarquista también es rechazable.
Por ahora es sólo esto.
Venga, un abrazo.
Sólo hay un sentimiento más fuerte que el amor a la libertad, el odio a quien te la quita.
-
Invitado
-
Invitado
La critica de la ideologia psiquiatrica de autores como Thomas Sasz, Laing, Foucault, o incluso de muchos "enfermos" y encerrados en manicomios, es bastante heterogenea. Pero creo que coincide en negar el concepto de "enfermedad mental"; se puede saber como debe funcionar el riñon correctamente, pero pretender saber como debe funcionar la personalidad correctamente...eso es nazismo puro, que puede dar lugar a la lobotomia y otros crimenes. Otra cosa es que haya gente con problemas, tarados peligrosos, o lo que sea; de todos modos, entre los grandes genios hay una proporcion mucho mayor de las personalidades consideradas "enfermas" por la psicopatologia que entre los "normales", una prueba mas de que esa teoria de las "enfermedades mentales" es un disparate
-
Invitado
Estimado compañero proudhon:
Intervengo en este debate, no tanto para comentar tu primer artículo, que suscribo palabra por palabra y por el cual te felicito, sino para incidir en algunos aspectos de tu segunda intervención, esa en la que sacas conclusiones de tu propio escrito.
Estoy plenamente de acuerdo en la descripción que haces de esos “militantes”, y con respecto a eso yo lo único que podría añadir sería nuevas descripciones de características que tal vez se han quedado en el tintero, insistir sobre otras apuntadas y decir que, a pesar de estar de acuerdo con eso de que “se trata de una satisfacción de determinadas necesidades de tipo psicológico por parte de muchos individuos, a través de una apropiación del anarquismo, que convierte a éste en un puro fenómeno estético, y en grupo social cerrado, que vive ensimismado en una realidad propia, que construyen los individuos mismos que lo conforman.”, me parece muy exagerado calificarlos de “enfermos mentales”.
Lo que me parece importante recalcar es que “la raíz del asunto” o la solución al problema no está en que estos individuos asuman un modus vivendi verdaderamente ácrata o combatirlos mediante “refutar la pretensión de aquéllos que se llaman a sí mismos "revolucionarios" o "anarquistas", propagando el origen y la autenticidad de las palabras, desde nuestro ejemplo, y a través de medios que difundan nuestras ideas”
Como tú mismo has dicho, “los problemas psico-individuales que producen este aberrante fenómeno social, son fruto de los problemas que la sociedad posmoderna genera -léase Lyotard y Erich Fromm”, y por lo tanto, lo que tú propones, en el caso de que tuviera éxito sería como achicar agua del barco que tiene una vía abierta y que se hunde, en vez de reparar el agujero.
Porque la raíz del asunto es que estos individuos con las características que describes y que vienen a satisfacer sus necesidades psicológicas a través de la apropiación del anarquismo llegan al movimiento libertario, y una vez en él sobreviven y prosperan, porque el movimiento libertario se encuentra sumido en el pozo de la marginalidad.
El anarquismo sufrió una pérdida de apoyo popular por una serie de causas externas e internas que no trataré aquí y que tuvieron como consecuencia terrible hundirlo en la marginalidad, con todo lo que ello supone. Esos militantes entran en el movimiento y se apropian de él porque se lo encuentran semi-abandonado, porque de otra manera nunca hubieran podido ejercer la nefasta influencia que ejercen por dos grandes razones: porque numéricamente no son muchos (nunca pueden serlo, por las propias características mentales que reflejan) y por lo tanto por mera cuestión de mayorías nunca tendrían demasiada incidencia, y porque encontrarse con una doctrina con gran apoyo popular haría que el movimiento libertario no les agradara (aunque esto no lo reconozcan conscientemente) ya que estos individuos buscan, como apuntaste, un afán de diferenciación muy acentuado.
Una prueba más de que lo que digo es cierto es que el fenómeno que describes no es exclusivo del anarquismo, y podemos encontrarlo en toda la llamada izquierda radical o revolucionaria que ha perdido el apoyo popular (si es que alguna vez lo tuvo).
Algunos dirán que esos individuos a los que tanto critico por lo menos han tenido la virtud de mantener vivo el anarquismo, pero sostengo que son más los daños que hacen que los beneficios que aportan. Al crear un submundo muy rígido, cerrado, simple y vacío (al menos para los altos objetivos a los que aspiran), enquistan al anarquismo, no dejándolo crecer. Además, ni su aportación numérica, cuantitativa, al movimiento los justifica, ya que con ellos o sin ellos la incidencia en la sociedad es la misma: insignificante.
Como no somos ni queremos ser como los marxistas que mediante purgas podamos expulsar, valiéndonos de cualquier medio, a estas personas del movimiento libertario, lo que debemos conseguir a toda costa es sacar al movimiento libertario de la marginalidad, y así, estos seres mediocres serán arrinconados poco a poco, si no se van ellos antes por sus propios medios al comprobar que ya no parten el bacalao.
Pero hay que tener en cuenta que si vamos a intentar sacar al movimiento libertario de la marginalidad, los primeros que se opondrán serán esas gentes a las que criticamos, aunque esto jamás lo reconocerán, ya que es algo que harán en la mayoría de los casos inconscientemente. La razón de su oposición es obvia: estos individuos perderían todo el protagonismo en un movimiento libertario con un apoyo masivo como por ejemplo el de los años treinta, en el que, como seres mediocres que son, serían ignorados. Esta oposición consciente o inconsciente a salir de la marginalidad la podemos ver reflejada en esa apología de la ignorancia que hacen cada dos por tres, en el mantenimiento de actitudes de rechazo y desprecio por la sociedad en general para conseguir a su vez que la sociedad los rechace a ellos, adopción de muchas prácticas consideradas anti-sociales, sean estas o no coherentes con el ideal libertario, etc.
Una vez que tenemos claro que serán ellos mismos los que consciente o inconscientemente interpongan obstáculos al rescate del anarquismo del foso de la marginalidad, debemos hacernos, como es obvio, la pregunta clave ¿Cómo sacamos al anarquismo de la marginalidad?
Esto conecta con el tema abierto en otro debate que tú mismo abriste ¿cómo llegar a la gente? Como allí también expongo, en mi opinión una de los métodos sería hacer del anarquismo una alternativa seria, viable, creíble y posible al Capitalismo, con su propio sistema económico alternativo y sus respuestas a los problemas sociales, evitando por todos los medios quedarnos en abstracciones, indefiniciones y falta de profundización que repelen al ciudadano normal, que bajo ningún concepto dará un salto al vacío. Y todo aquel que diga que el anarquismo actual responde ya a esas cuestiones está, en mi opinión, mintiendo, o simplemente se conforma con vaguedades porque ya es un convencido, un creyente, porque tiene fe en el Anarquismo. La gente normal no tiene fe, y espero que nunca la tenga, en el anarquismo. La gente corriente se unirá a nosotros cuando seamos alternativa. Y cuanto antes nos pongamos manos a la obra, mejor.
A pesar de la gran labor teórica de los clásicos en torno a los principios filosóficos elementales, la posterior falta de adaptación a los nuevos tiempos y propia inmensidad de la titánica empresa en la que nos vemos embarcados (construir el Socialismo, el primer sistema que garantice la justicia social y la Libertad para toda la humanidad), han de hacernos ver una cruda realidad: no tenemos programa creíble. Siempre nos preguntamos por qué la gente no nos apoya pero ¿somos presentables ante el hombre normal? ¿Acaso le ofrecemos una alternativa al sistema económico capitalista, sin fisuras, que pueda asegurar que todos vamos a comer todos los días, que vamos a vivir, no sólo igual de bien, sino mejor que en la sociedad actual? ¿Cual es nuestro sistema económico (con todas las variante que queráis)? Cuando respondáis a esta última pregunta por favor no lo hagáis con palabras clave que saltan como un resorte en la mente de los anarquistas (autogestión, apoyo mutuo, etc...) porque por mucho que os emperréis, eso sólo convencerán a los creyentes, a los que tiene predisposición a ser convencidos, pero no al ciudadano normal, que quiere detalles, que le interesa saber cómo alimentará a sus hijos, cómo será su jubilación, cómo se llevarán los servicios públicos...
Los que no estén de acuerdo con la labor de construcción teórica, muchos de los cuales pertenecerán a ese grupo de militantes que proudhon y yo hemos criticado, que al menos nos respeten y nos dejen hacer. Llamadnos socialistas utópicos si queréis, o escritores de ciencia ficción, si lo preferís, que prefiero eso mil veces a dedicarme a mantener al Anarquismo en la pálida y tristísima sombra de lo que una vez fue.
Intervengo en este debate, no tanto para comentar tu primer artículo, que suscribo palabra por palabra y por el cual te felicito, sino para incidir en algunos aspectos de tu segunda intervención, esa en la que sacas conclusiones de tu propio escrito.
Estoy plenamente de acuerdo en la descripción que haces de esos “militantes”, y con respecto a eso yo lo único que podría añadir sería nuevas descripciones de características que tal vez se han quedado en el tintero, insistir sobre otras apuntadas y decir que, a pesar de estar de acuerdo con eso de que “se trata de una satisfacción de determinadas necesidades de tipo psicológico por parte de muchos individuos, a través de una apropiación del anarquismo, que convierte a éste en un puro fenómeno estético, y en grupo social cerrado, que vive ensimismado en una realidad propia, que construyen los individuos mismos que lo conforman.”, me parece muy exagerado calificarlos de “enfermos mentales”.
Lo que me parece importante recalcar es que “la raíz del asunto” o la solución al problema no está en que estos individuos asuman un modus vivendi verdaderamente ácrata o combatirlos mediante “refutar la pretensión de aquéllos que se llaman a sí mismos "revolucionarios" o "anarquistas", propagando el origen y la autenticidad de las palabras, desde nuestro ejemplo, y a través de medios que difundan nuestras ideas”
Como tú mismo has dicho, “los problemas psico-individuales que producen este aberrante fenómeno social, son fruto de los problemas que la sociedad posmoderna genera -léase Lyotard y Erich Fromm”, y por lo tanto, lo que tú propones, en el caso de que tuviera éxito sería como achicar agua del barco que tiene una vía abierta y que se hunde, en vez de reparar el agujero.
Porque la raíz del asunto es que estos individuos con las características que describes y que vienen a satisfacer sus necesidades psicológicas a través de la apropiación del anarquismo llegan al movimiento libertario, y una vez en él sobreviven y prosperan, porque el movimiento libertario se encuentra sumido en el pozo de la marginalidad.
El anarquismo sufrió una pérdida de apoyo popular por una serie de causas externas e internas que no trataré aquí y que tuvieron como consecuencia terrible hundirlo en la marginalidad, con todo lo que ello supone. Esos militantes entran en el movimiento y se apropian de él porque se lo encuentran semi-abandonado, porque de otra manera nunca hubieran podido ejercer la nefasta influencia que ejercen por dos grandes razones: porque numéricamente no son muchos (nunca pueden serlo, por las propias características mentales que reflejan) y por lo tanto por mera cuestión de mayorías nunca tendrían demasiada incidencia, y porque encontrarse con una doctrina con gran apoyo popular haría que el movimiento libertario no les agradara (aunque esto no lo reconozcan conscientemente) ya que estos individuos buscan, como apuntaste, un afán de diferenciación muy acentuado.
Una prueba más de que lo que digo es cierto es que el fenómeno que describes no es exclusivo del anarquismo, y podemos encontrarlo en toda la llamada izquierda radical o revolucionaria que ha perdido el apoyo popular (si es que alguna vez lo tuvo).
Algunos dirán que esos individuos a los que tanto critico por lo menos han tenido la virtud de mantener vivo el anarquismo, pero sostengo que son más los daños que hacen que los beneficios que aportan. Al crear un submundo muy rígido, cerrado, simple y vacío (al menos para los altos objetivos a los que aspiran), enquistan al anarquismo, no dejándolo crecer. Además, ni su aportación numérica, cuantitativa, al movimiento los justifica, ya que con ellos o sin ellos la incidencia en la sociedad es la misma: insignificante.
Como no somos ni queremos ser como los marxistas que mediante purgas podamos expulsar, valiéndonos de cualquier medio, a estas personas del movimiento libertario, lo que debemos conseguir a toda costa es sacar al movimiento libertario de la marginalidad, y así, estos seres mediocres serán arrinconados poco a poco, si no se van ellos antes por sus propios medios al comprobar que ya no parten el bacalao.
Pero hay que tener en cuenta que si vamos a intentar sacar al movimiento libertario de la marginalidad, los primeros que se opondrán serán esas gentes a las que criticamos, aunque esto jamás lo reconocerán, ya que es algo que harán en la mayoría de los casos inconscientemente. La razón de su oposición es obvia: estos individuos perderían todo el protagonismo en un movimiento libertario con un apoyo masivo como por ejemplo el de los años treinta, en el que, como seres mediocres que son, serían ignorados. Esta oposición consciente o inconsciente a salir de la marginalidad la podemos ver reflejada en esa apología de la ignorancia que hacen cada dos por tres, en el mantenimiento de actitudes de rechazo y desprecio por la sociedad en general para conseguir a su vez que la sociedad los rechace a ellos, adopción de muchas prácticas consideradas anti-sociales, sean estas o no coherentes con el ideal libertario, etc.
Una vez que tenemos claro que serán ellos mismos los que consciente o inconscientemente interpongan obstáculos al rescate del anarquismo del foso de la marginalidad, debemos hacernos, como es obvio, la pregunta clave ¿Cómo sacamos al anarquismo de la marginalidad?
Esto conecta con el tema abierto en otro debate que tú mismo abriste ¿cómo llegar a la gente? Como allí también expongo, en mi opinión una de los métodos sería hacer del anarquismo una alternativa seria, viable, creíble y posible al Capitalismo, con su propio sistema económico alternativo y sus respuestas a los problemas sociales, evitando por todos los medios quedarnos en abstracciones, indefiniciones y falta de profundización que repelen al ciudadano normal, que bajo ningún concepto dará un salto al vacío. Y todo aquel que diga que el anarquismo actual responde ya a esas cuestiones está, en mi opinión, mintiendo, o simplemente se conforma con vaguedades porque ya es un convencido, un creyente, porque tiene fe en el Anarquismo. La gente normal no tiene fe, y espero que nunca la tenga, en el anarquismo. La gente corriente se unirá a nosotros cuando seamos alternativa. Y cuanto antes nos pongamos manos a la obra, mejor.
A pesar de la gran labor teórica de los clásicos en torno a los principios filosóficos elementales, la posterior falta de adaptación a los nuevos tiempos y propia inmensidad de la titánica empresa en la que nos vemos embarcados (construir el Socialismo, el primer sistema que garantice la justicia social y la Libertad para toda la humanidad), han de hacernos ver una cruda realidad: no tenemos programa creíble. Siempre nos preguntamos por qué la gente no nos apoya pero ¿somos presentables ante el hombre normal? ¿Acaso le ofrecemos una alternativa al sistema económico capitalista, sin fisuras, que pueda asegurar que todos vamos a comer todos los días, que vamos a vivir, no sólo igual de bien, sino mejor que en la sociedad actual? ¿Cual es nuestro sistema económico (con todas las variante que queráis)? Cuando respondáis a esta última pregunta por favor no lo hagáis con palabras clave que saltan como un resorte en la mente de los anarquistas (autogestión, apoyo mutuo, etc...) porque por mucho que os emperréis, eso sólo convencerán a los creyentes, a los que tiene predisposición a ser convencidos, pero no al ciudadano normal, que quiere detalles, que le interesa saber cómo alimentará a sus hijos, cómo será su jubilación, cómo se llevarán los servicios públicos...
Los que no estén de acuerdo con la labor de construcción teórica, muchos de los cuales pertenecerán a ese grupo de militantes que proudhon y yo hemos criticado, que al menos nos respeten y nos dejen hacer. Llamadnos socialistas utópicos si queréis, o escritores de ciencia ficción, si lo preferís, que prefiero eso mil veces a dedicarme a mantener al Anarquismo en la pálida y tristísima sombra de lo que una vez fue.
Respuesta a Anarkasis
Hola de nuevo, compañero Anarkasis. Paso a responderte. En primer lugar quiero decirte que no entiendo bien tu argumento que relaciona la existencia de estos sujetos con la marginalidad del movimiento libertario. Mi experiencia en la militancia, así como las experiencias de otros militantes que he podido conocer, no corroboran lo que dices. Precisamente estos individuos pretenden aumentar en número, siempre y cuándo se trate de individuos con sus mismas características, claro. Uno de los mayores peligros sería que éstos encuentren un apoyo popular tal que dimane de esa propagación y definición tan falaz que hacen del anarquismo. De hecho, según lo que he podido observar y conocer, a medida que su subcultura se amplía, se sienten con mayor reconocimiento, y se satisfacen de mejor modo, sintiéndose, por consiguiente, más realizados. Por otra parte estoy de acuerdo en que estos individuos favorecen la marginalidad del Movimiento. Sin embargo no creo que el Movimiento esté semi-abandonado. El caso es que hay pocos militantes, alguna burocracia que sobra, y, si además tenemos en cuenta el fenómeno al que nos referimos, la verdadera militancia disminuye. No creo que deba dedicarse más tiempo a la militancia, cada uno hace lo que puede, según las particularidades de su vida. No creo que sea ni sano, ni que aumente la eficacia de la propagación del Movimiento, el convertirse en ultra-militantes. Si todos los militantes tenemos calidad libertaria, las cosas nos irán mejor, sin duda alguna, pues seremos eficaces aunque seamos lentos, lo que viene dado por la naturaleza misma del cambio social que pretendemos. A mi juicio los individuos a los que nos referimos, pueden apropiarse del Movimiento, porque la misma gente que se los encuentra no tiene las ideas claras, y no saben ni porqué ni cómo hacerles frente. Esto es precisamente lo que yo, con lo escrito, quería comenzar a hacer.
Estamos un poco en la cuestión de qué fue antes, si el huevo o la gallina. ¿Qué es primero la marginación que ellos crean para con el movimiento libertario? ¿O es la marginación la que genera el acercamiento de estos individuos al movimiento libertario? En mi opinión, desde un punto de vista sociológico, en este caso, la marginación empieza desde la automarginación. Y ésta, a mi entender, sólo puede explicarse del modo que yo lo he hecho. Y digo “en este caso” porque remontarnos a los avatares del movimiento libertario desde la “Transición Española”, y cómo se marginó a éste a través de –entre otras cosas- crear corrientes de opinión en la sociedad, no creo que sea útil para dilucidar el fenómeno al que ahora mismo nos enfrentamos.
Hablas de purgas y de expulsiones. Como tú, no creo que sean necesarias, por lo menos hasta cierto punto. Pero no comparto tu comparación a este respecto de nosotros con los marxistas. Una expulsión es una cosa muy seria, y debe hacerse antes de haber meditado profundamente sobre sus razones. Pero, hay casos en los que es totalmente necesaria y encuentra una justificación potente e indudable, por lo que en caso de no hacerse ello supondría contradicciones y males, tanto para la organización en sí como para los militantes, fatales. Pero bueno, ese es otro tema.
Estoy de acuerdo contigo, Anarkasis, en que aunar y definir rigurosamente la ideología anarquista es de crucial importancia. De hecho, es lo que pretendo en mis textos, entre otras cosas. Y éste es uno de los puntos principales que debemos abordar para combatir a estos individuos. Una vez que elaboremos un corpus teórico coherente, bien hilvanado, conciso, y en términos comprensibles para la población, en primer lugar, los anarquistas sabremos quienes somos realmente, qué queremos, y qué no. En segundo lugar, estos individuos dejaran de acercarse a las filas del Movimiento, o, mejor si pudiera ser, se acercarían a la militancia para convivir y evolucionar junto a nosotros en pos de la Anarquía. Con esto conecto con el último punto que quería tratar. Pienso que la vía que propongo para hacer frente a estos individuos, el definirnos bien, y propagar el origen y la autenticidad de las palabras después, no se contradice con el problema de fondo que señalo que causa este fenómeno. Y mucho menos con el hablar del anarquismo como modus vivendi. Te doy mis razones. Si el problema de base es conseguir una satisfacción adecuada de sus necesidades psicológicas, qué duda cabe de que el modo de vida anarquista es la mejor forma de satisfacerlas. Además si estos individuos han sido reprimidos, eso garantiza cierta predisposición crítica; bastante difusa y complicada de activar, eso es cierto. Por ejemplo, la identidad ha pasado de ser algo que el individuo ‘es’, a ser algo que los sujetos ‘tienen’, como decía Erich Fromm, y ello genera una constante insatisfacción. Esta verdad permanece en el inconsciente, y se les hace patente a las personas en determinados momentos de su vida. Cuando los sujetos comiencen a sentirse que son ellos mismos, y no el cantante de Operación Triunfo, el ganador de Gran Hermano, o el “anarquista revolucionario”, habrán empezado a andar el camino hacia la Anarquía. Apelando a esta instancia, en general al mundo de la fantasía -donde se halla lo reprimido- en un sentido de auténtica realización humana, podremos atraer a la gente hacia el movimiento anarquista. Pero esto también es meternos en otro tema, cuyo lugar es otro espacio, ya abierto, en este foro. Lo que quiero decir es que a estas personas debemos anarquizarlas, como al resto de la sociedad. Cuando seamos fuertes y afines en nuestras ideas, estos individuos quizás se nos pongan en contra nuestras, lo más seguro, pero si llevamos el timón del Movimiento no podrán con nosotros. Es una cuestión de supervivencia. Porque otra alternativa sería construir un nuevo movimiento libertario, auténtico, lo que supondría dejar lo que los anarquistas han conseguido en términos de infraestructura de la militancia e imagen en la sociedad hasta el momento. Hasta pronto.
Estamos un poco en la cuestión de qué fue antes, si el huevo o la gallina. ¿Qué es primero la marginación que ellos crean para con el movimiento libertario? ¿O es la marginación la que genera el acercamiento de estos individuos al movimiento libertario? En mi opinión, desde un punto de vista sociológico, en este caso, la marginación empieza desde la automarginación. Y ésta, a mi entender, sólo puede explicarse del modo que yo lo he hecho. Y digo “en este caso” porque remontarnos a los avatares del movimiento libertario desde la “Transición Española”, y cómo se marginó a éste a través de –entre otras cosas- crear corrientes de opinión en la sociedad, no creo que sea útil para dilucidar el fenómeno al que ahora mismo nos enfrentamos.
Hablas de purgas y de expulsiones. Como tú, no creo que sean necesarias, por lo menos hasta cierto punto. Pero no comparto tu comparación a este respecto de nosotros con los marxistas. Una expulsión es una cosa muy seria, y debe hacerse antes de haber meditado profundamente sobre sus razones. Pero, hay casos en los que es totalmente necesaria y encuentra una justificación potente e indudable, por lo que en caso de no hacerse ello supondría contradicciones y males, tanto para la organización en sí como para los militantes, fatales. Pero bueno, ese es otro tema.
Estoy de acuerdo contigo, Anarkasis, en que aunar y definir rigurosamente la ideología anarquista es de crucial importancia. De hecho, es lo que pretendo en mis textos, entre otras cosas. Y éste es uno de los puntos principales que debemos abordar para combatir a estos individuos. Una vez que elaboremos un corpus teórico coherente, bien hilvanado, conciso, y en términos comprensibles para la población, en primer lugar, los anarquistas sabremos quienes somos realmente, qué queremos, y qué no. En segundo lugar, estos individuos dejaran de acercarse a las filas del Movimiento, o, mejor si pudiera ser, se acercarían a la militancia para convivir y evolucionar junto a nosotros en pos de la Anarquía. Con esto conecto con el último punto que quería tratar. Pienso que la vía que propongo para hacer frente a estos individuos, el definirnos bien, y propagar el origen y la autenticidad de las palabras después, no se contradice con el problema de fondo que señalo que causa este fenómeno. Y mucho menos con el hablar del anarquismo como modus vivendi. Te doy mis razones. Si el problema de base es conseguir una satisfacción adecuada de sus necesidades psicológicas, qué duda cabe de que el modo de vida anarquista es la mejor forma de satisfacerlas. Además si estos individuos han sido reprimidos, eso garantiza cierta predisposición crítica; bastante difusa y complicada de activar, eso es cierto. Por ejemplo, la identidad ha pasado de ser algo que el individuo ‘es’, a ser algo que los sujetos ‘tienen’, como decía Erich Fromm, y ello genera una constante insatisfacción. Esta verdad permanece en el inconsciente, y se les hace patente a las personas en determinados momentos de su vida. Cuando los sujetos comiencen a sentirse que son ellos mismos, y no el cantante de Operación Triunfo, el ganador de Gran Hermano, o el “anarquista revolucionario”, habrán empezado a andar el camino hacia la Anarquía. Apelando a esta instancia, en general al mundo de la fantasía -donde se halla lo reprimido- en un sentido de auténtica realización humana, podremos atraer a la gente hacia el movimiento anarquista. Pero esto también es meternos en otro tema, cuyo lugar es otro espacio, ya abierto, en este foro. Lo que quiero decir es que a estas personas debemos anarquizarlas, como al resto de la sociedad. Cuando seamos fuertes y afines en nuestras ideas, estos individuos quizás se nos pongan en contra nuestras, lo más seguro, pero si llevamos el timón del Movimiento no podrán con nosotros. Es una cuestión de supervivencia. Porque otra alternativa sería construir un nuevo movimiento libertario, auténtico, lo que supondría dejar lo que los anarquistas han conseguido en términos de infraestructura de la militancia e imagen en la sociedad hasta el momento. Hasta pronto.
-
Root
Pregunta a Prohudon
No comprendo por que desprecias a la gente que hizo el panfleto "Ad Nauseam". PAnfleto que a mi entender refleja perfectamente el problema que describis aqui. ¿No sera que te mosqueo que dijeran que la CNT merecia un analisis sociologico? 
Respuesta a Root
Hola Root, ¿qué tal? Mira, respecto a lo que he dicho de los creadores de “Ad nauseam”, no pretendia de ninguna manera reducirlos, cayendo en su misma equivocación. Sé que éste texto refleja cierta conciencia del problema que tratamos. Pero escribirlo no significa que se esté fuera del guetto. A mi juicio, en virtud de la información práctica de que dispongo, esta conciencia convive con factores contradictorios con la misma. Igual pasa con los individuos a los que me referí en el primer texto, incluidos, por supuesto, los que pertenecen a la CNT. No es que éstos sean la antítesis de los anarquistas, tienen conciencia de muchos problemas actuales, y, evidentemente, en sus creencias, están mucho más cerca de la Anarquía que otros individuos de la sociedad.
Por otra parte, querría matizar algunas cosas de mi último mensaje en el foro, que enlazan con esto último que digo. No es que prime a estos individuos en la concienciación de ideas. Una cosa no quita la otra. Se puede propagar el anarquismo hacia dentro del movimiento libertario y al mismo tiempo hacia fuera. Creo que no podemos saber suficientemente cuál de las dos opciones es más racional, a través de un cálculo, a fin de descartar a una de las dos totalmente. Algunos de los deformadores del anarquismo, se nos enfrentarán, pero otros modificarán sus posturas. Esto no es previsible ahora mismo, pues dependerá de las características de las personas en cada zona, y de contingencias que se nos escapan por la naturaleza misma de los individuos. Sabemos que en muchos sitios se da, que es una tendencia más o menos generalizada, pero no cuántos cambiarán de actitud o tomaran conciencia del problema. Quizás tras algún intento podremos tener más datos para discernirlo. Nuevos militantes que asuman el anarquismo autenticamente desde su primera aproximación, sacando al movimiento libertario de su marginalidad, por otro lado, fomentarían la propagación ideológica interna y externa. Además la clarificación interna de ideas en todo momento será necesaria, pues constantemente entran al movimiento militantes y anarquistas potenciales, si bien es cierto que ahora es más urgente que nunca.
Por otra parte, querría matizar algunas cosas de mi último mensaje en el foro, que enlazan con esto último que digo. No es que prime a estos individuos en la concienciación de ideas. Una cosa no quita la otra. Se puede propagar el anarquismo hacia dentro del movimiento libertario y al mismo tiempo hacia fuera. Creo que no podemos saber suficientemente cuál de las dos opciones es más racional, a través de un cálculo, a fin de descartar a una de las dos totalmente. Algunos de los deformadores del anarquismo, se nos enfrentarán, pero otros modificarán sus posturas. Esto no es previsible ahora mismo, pues dependerá de las características de las personas en cada zona, y de contingencias que se nos escapan por la naturaleza misma de los individuos. Sabemos que en muchos sitios se da, que es una tendencia más o menos generalizada, pero no cuántos cambiarán de actitud o tomaran conciencia del problema. Quizás tras algún intento podremos tener más datos para discernirlo. Nuevos militantes que asuman el anarquismo autenticamente desde su primera aproximación, sacando al movimiento libertario de su marginalidad, por otro lado, fomentarían la propagación ideológica interna y externa. Además la clarificación interna de ideas en todo momento será necesaria, pues constantemente entran al movimiento militantes y anarquistas potenciales, si bien es cierto que ahora es más urgente que nunca.
-
Zale
Yo creo que dentro de esa gente de la que hablais hay de todo, gente que es como vosotros tan acertadamente habeis definido, y gente que ama ante todo la libertad, que no tiene las ideas muy claras pero que ve en el movimiento (y muchas veces solo se ve del movimiento esa contracultura que criticais) el único movimiento cultural-económico-político existente que enarbole la libertad, la igualdad y la solidaridad como valores fundamentales. Pienso que hay gente muy válida dentro de ese submundo punk/sharp/ska/... , gente que no dudaria en sacrificar su ego o vivir realmente la anarquia como una actitud diaria y autentica con sus principios. Creo que en ese movimiento dentro del movimiento existe una gran fuerza revolucionaria, y que si este estado de cosas ha florecido dentro de nuestras filas es porque faltó esa actitud ácrata, esa conciencia de "ser" la revolución en todos los acontecimientos cotidianos. Tambien pienso que ese debe ser el primer frente de lucha: el revitalizar el movimiento, sacarlo de ese submundo de guettos oscuros, autodestructivos y violentos, e imprimirle un nuevo caracter purificador, auténtico, consecuente y por tanto peligroso para el poder.
Bueno, si podeis os aconsejo que escucheis o leais las letras de Sin Dios, o Astopituak por ejemplo.
SALUD.
Bueno, si podeis os aconsejo que escucheis o leais las letras de Sin Dios, o Astopituak por ejemplo.
SALUD.