No lo creo, para mí es puro teatro de su parte, lo cual lo hace peor que el resto. Quien intenta comprender y argumentar no habla como él lo hace. Pero continuemos...azahuria escribió:En primer lugar, rechazar algunas intervenciones que son agresivas contra ti y expresarte la más sincera solidaridad. Sin embargo, precisar que las intervenciones de Jorge no participan de esas actitudes sino que intentan comprender y argumentar.
De acuerdo.azahuria escribió:Entrando directamente en el tema que plantea tu respuesta, es preciso partir de una diferencia que existe entre la sociedad feudal y la sociedad actual, capitalista.
En la sociedad feudal la división en clases era visible y evidente. Los individuos se topaban con ella desde que se levantaban hasta que se acostaban, desde que nacían hasta que morían. Algunos ejemplos:
1º Se nacía noble o se nacía siervo y resultaba muy difícil –prácticamente imposible- que un individuo pudiera cambiar su estamento de origen;
2º La división en clases de la sociedad se plasmaba en innumerables signos externos: la vestimenta del señor feudal era totalmente diferente a la del siervo; el señor feudal iba en caballo o en carroza, el siervo generalmente andando; el trato al señor feudal era de respeto y sumisión, el trato al siervo era de desprecio y aplastamiento…
3º La división en clases estaba inscrita abiertamente en la propia constitución del Estado: la realeza, la nobleza y el clero, ocupaban la posición privilegiada y tenían un derecho consagrado a ejercer el poder absoluto.
Estas manifestaciones formales de la división en clases de la sociedad han sido barridas por las revoluciones burguesas dando lugar a la libertad y la igualdad formales: todos los individuos son iguales ante la ley, todos los individuos pueden cambiar de condición social en virtud del principio de igualdad de oportunidades; la constitución del Estado no consagra ningún privilegio vinculado al origen social u otros factores.
En apariencia, la sociedad burguesa sería una suma de individuos libres e iguales. Los gobernantes serían elegidos en virtud de la decisión libre de los ciudadanos y así se dice que sí Estados Unidos está gobernado por Mister Bush es por culpa de los ciudadanos que así lo han querido. Las organizaciones (sindicales, políticas, sociales) harían lo que sus afiliados deciden soberanamente y se suele afirmar que sí CCOO hace una política anti-obrera es por culpa de los obreros que así lo han decidido. Etc.
Excepto en sus formas más obtusas y reaccionarias, la ideología burguesa admite que la sociedad estaría dividida en clases. Los individuos pertenecientes a las clases desfavorecidas estarían en ellas porque así lo habrían querido, porque serían unos fracasados o unos incompetentes, pues –como se dice corrientemente- “habrían perdido las oportunidades que les ofrece la vida”.
Tal es la imagen que la ideología burguesa proporciona de la sociedad actual: una comunidad nacional de individuos ciudadanos que, aunque divididos en clases pueden decidir libremente su propio destino. Cuando votan, cuando compran en las grandes superficies, cuando van al fútbol, cuando encienden el televisor o cuando se afilian a un sindicato lo hacen siempre “por que quieren”.
Esta visión deformada y mistificada ha sido denunciada por la lucha histórica de la clase obrera que es integral pues va más allá de una simple lucha económica abarcando las esferas política, social, ideológica y moral. Las obras teóricas que han nacido en este combate han demostrado que la sociedad burguesa no ha abolido las divisiones y diferencias de clase sino que las ha llevado hasta sus expresiones más extremas. Los hombres son iguales formalmente pero en la realidad las desigualdades de clase entre ellos son mucho más fuertes e insuperables que bajo el feudalismo. Tras la máscara ideológica de una explotación “libremente consentida” subyace la realidad cotidiana de una explotación forzada por unas condiciones sociales que no se pueden obviar. El contrato de trabajo no es un acuerdo entre iguales sino una imposición que el obrero no puede eludir. La producción y, alrededor de ella, las demás actividades sociales (desde el arte hasta la enseñanza, la justicia etc.) no tienen como objetivo satisfacer las necesidades de los individuos y proporcionarles la felicidad personal, sino someter todas las vidas a las leyes implacables de la mercancía, el interés nacional y la guerra imperialista.
Así pues no hay individuos libres y soberanos, hay una división de la sociedad en clases antagónicas. Burguesía y proletariado son las dos clases fundamentales.
Estamos hablando de cosas distintas. Yo sí digo que la clase obrera, por las relaciones sociales que produce cuando la lucha por su supervivencia la empuja a luchar por su autonomía plena, es la clase revolucionaria. Pero esto es potencialmente.azahuria escribió:Dices « Por otra parte, yo no creo que la clase obrera en este momento sea revolucionaria. Ser explotado no es sinónimo de ser revolucionario». La clase obrera no ha adquirido la conciencia, la confianza en si misma, la solidaridad, la fuerza colectiva, necesarias para afirmarse como clase revolucionaria. Pero eso no significa que no pueda llegar a ello. Es verdad que toda clase explotada no es necesariamente revolucionaria. Los siervos o los esclavos eran explotados pero no formaban una clase revolucionaria. En cambio, el proletariado es la primera clase explotada de la historia que constituye a la vez una clase revolucionaria.
Actualmente, la clase obrera no es revolucionaria porque no se comporta de manera revolucionaria.
Tú hablas de una verdad teórica comprobada por la historia, yo hablo de la realidad empírica que es observable hoy. Una cosa no quita la otra.
En que no quieren dejar de ser esclavos asalariados. O, en algunos casos, quieren ser dueños de su pequeño negocio o incluso patrones.azahuria escribió:Dices «Lo que no coincido es que l@s obrer@s como clase estén luchando en este momento contra la explotación. Están luchando por una explotación "más justa", en todo caso. No quieren dejar de ser esclav@s asalariad@s, sino recibir una mayor paga». ¿En qué nos basamos para afirmar que no quieren dejar de ser esclavos asalariados?
Actualmente, el nivel de lucha de la clase (reformista) demuestra que no tiene como objetivo consciente la abolición de la esclavitud asalariada.
No es cuestión de voluntad (tampoco es una cuestión de conciencia), sino de actividad. Qué tipo de actividad es necesaria para superar la alienación.azahuria escribió:No es una cuestión de simple voluntad pues sí así fuera caeríamos en la misma óptica de la ideología burguesa que dice que los obreros lo son porque no quieren aprovechar las oportunidades de tener otra vida mejor. Tú mismo reconoces que « sin la voluntad no podemos hacer nada, pero con la voluntad sola no basta: tenemos que desarrollar nuestro pensamiento de una forma no alienada de la realidad práctica».
En la clase obrera, a través de la lucha histórica y mundial de sus sucesivas generaciones, se desarrolla un pensamiento no alienado que es una fuerza de sus luchas. No podemos ver a los obreros como una suma de individuos. Sí es así lo que estaremos viendo es una fotografía en un momento dado que no hace sino reflejar el individualismo, la competencia y los prejuicios que engendra sobre cada uno de nosotros la presión de la ideología burguesa. Pero esos individuos pertenecen a una clase histórica con más de dos siglos de lucha contra el capital y, por consiguiente, pueden transformarse, a partir de sus experiencias y de las posiciones de la clase a la que pertenecen, de individuos dominados por la ideología burguesa y sometidos a la presión de la competencia y del individualismo, en seres totalmente diferentes que luchan como parte de una clase revolucionaria. ¿Cómo te explicas que el obrero miedoso, dubitativo, encerrado en sí mismo, se transforme dentro de una situación de grandes luchas en un ser solidario, combativo, capaz de impulsar acciones y pensar cosas que, unos días antes, jamás hubiera imaginado?
Lo que la clase obrera históricamente debe ser y hacer ya lo tengo claro. Pero no podemos obviar la realidad empírica actual en nombre de esa verdad teórica.
No podemos adaptar la realidad a la teoría o mirarla únicamente a través de sus postulados. Es al revés: la teoría sirve a la práctica.
Tenemos que la clase obrera está sujeta a relaciones sociales que la convierten en objeto pero a la vez el capitalismo decadente la empuja a luchar cada vez más radicalmente, y es en la lucha donde la clase se convierte en sujeto.
Lo que digo es, simplemente, que todavia la clase obrera sigue siendo objeto y no sujeto. Esto hay que tenerlo en cuenta para cualquier acción en la actualidad.
Estoy de acuerdo.azahuria escribió:Dices que «no creo que los sindicatos se opongan a la lucha reivindicativa en sí, sino a la unidad de la lucha reivindicativa con la lucha revolucionaria (de nuevo, unos de forma más consciente que otros). Hay sindicatos tan vendidos a la patronal que hasta se oponen a la lucha reivindicativa y la boicotean, pero hay sindicatos "duros" o "intransigentes" (como les llama la prensa) que promueven la lucha reivindicativa de forma radical». Cuando el capitalismo era un sistema social ascendente capaz de desarrollar las fuerzas productivas, el sindicato servía de cauce para la lucha reivindicativa de la clase obrera aunque en sí mismo no era el medio adecuado para la lucha revolucionaria. Cuando el capitalismo entra, desde la primera guerra mundial, en la era de las guerras y las revoluciones, convirtiéndose en un peligro para la supervivencia de la humanidad, las luchas reivindicativas expresan el antagonismo irreconciliable entre las necesidades humanas y las necesidades de una sociedad que lo subordina toda a la obtención de plusvalía y la guerra. Señalas que « No creo que toda lucha reivindicativa sea inevitablemente derrotada, de hecho no lo son. Muchas luchas reivindicativas que no aspiran a ningún fin revolucionario tienen éxito». Sin embargo, la realidad es que la inmensa mayoría de luchas reivindicativas no tienen éxito o, sí lo tienen, es meramente temporal pues, como tú mismo dices, el capitalismo, forzado por la crisis, vuelve a la carga con nuevos ataques a la condición obrera.
La clave está en que, como tú muy bien dices, el sindicalismo rompe la unidad entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria, cuando lo único que es consecuente para los obreros es partir de esa unidad, asumiendo en el plano político revolucionario el conflicto que existe entre la supervivencia del capitalismo y la supervivencia de la humanidad.
El sindicalismo amarillo de CCOO-UGT en muchas ocasiones se enfrenta abiertamente a las reivindicaciones obreras. Pero el sindicalismo “radical” al romper la unidad necesaria entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria lo que hace en realidad es una caricatura, una deformación, de la lucha reivindicativa. Sus tablas de reivindicaciones parten siempre de la suposición de que el capitalismo las puede otorgar y empujan a los obreros a verse “como esclavos asalariados”, a pedir una “explotación más justa”, los encierran en las jaulas del sector, la empresa, la economía nacional; les plantean meras acciones de presión sobre tal o cual empresario, sobre tal o cual gobernante. No se puede confundir lucha sindical con lucha reivindicativa. La primera ata a los obreros a las estructuras del capital, la segunda es el principio de un enfrentamiento con el capital que o bien es asumido conscientemente por los obreros en la perspectiva revolucionaria, o bien, conduce a la derrota. Esta derrota puede ser enmascarada a veces con una aparente y engañosa victoria económica.
La consecuencia de una derrota no es la reaparición de la lucha “reformista” sino una situación de humillación, de desmoralización, de pérdida de la solidaridad y del compañerismo, de atomización, de la cual sólo se recupera el proletariado tras numerosas luchas, numerosas experiencias, numerosas reflexiones, que vuelven a abrir la perspectiva de una lucha revolucionaria.
Saludos
Sintezando.
Tenemos una verdad teórica (históricamente, la clase obrera es la clase revolucionaria) pero también tenemos una realidad empírica de la cual no nos conviene abstraernos (actualmente la clase obrera tiene objetivos reformistas y lucha de manera reformista).
Yo no niego la verdad teórica, pero digo que no es saludable olvidarnos de la realidad empírica en nombre de esa verdad teórica. Ninguna teoría es verdadera o falsa independientemente de su comprobación en la práctica. En el momento en que la teoría se independiza de la práctica, se convierte en ideología.
Para l@s que queremos conscientemente destruir la sociedad de clases, l@s que por propia voluntad hacemos nuestros los objetivos históricos de la clase obrera, se trata de cómo hacer para contribuir a ese fin revolucionario, cómo hacer para que nuestra praxis individual y grupal contribuya a la autoemancipación de la clase.
Contribuir a que la lucha reivindicativa supere los límites sindicalistas y sea una con la lucha revolucionaria debe formar parte de nuestra praxis.