¿Otro sindicalismo es posible?
Re: ¿Otro sindicalismo es posible?
Estoy de acuerdo con el matiz.azahuria escribió: Uno de esos organismos, la XARXA DEL BAIX LLOBREGAT, afirma: « Es mentira que estemos ante una crisis. Lo que hay es una "crisis" fabricada por la empresa que sólo busca reducir costes laborales. En SEAT no hay pérdidas sino grandes beneficios (que enmascaran como "gastos" por el uso de patentes y que van a parar a la casa matriz en Alemania). Por lo tanto, no hay motivos para que ningún compañero pierda su puesto de trabajo». El que la empresa no estaría en crisis. ¡Es decir: sí la empresa estuviera en crisis habría que tragar con los despidos!
Bueno, en las diversas crisis de astilleros, cuando se han pedido alternativas a los sindicatos, la respuesta de la CNT ha sido siempre que los trabajadores no tienen por qué hacer planes alternativos a los de las empresas. Que la crisis es un problema de la empresa, y que la única preocupación de los trabajadores ha de ser el batir a la empresa. No debemos buscar salidas capitalistas a la crisis del capitalismo. Quien firma 20 despidos en lugar de doscientos —como mal menor—, tal vez mañana firme como mal menor veinte fusilamientos. Cuando les proponían en 1987 a la SS de CNT en Astilleros de Puerto Real un plan de reflote, respondían:
He sacado este documento, porque viene al pelo comprobar cómo no ha sido esta posición la de un sindicato oportunista, sino que la ha mantenido en estos últimos 20 años con bastante dignidad y en franca minoría. Ese, es un sindicalismo alternativo. La respuesta de Mariano Baquedano, Gobernador Civil era que:Hablemos y actuemos como sindicato anarcosindicalista; lo demás es hacer lo que ya hacen UGT, CCOO y el CAT. Dejemos en sus manos el revisionismo. Lo nuestro es otra cosa: la transformación de la sociedad. Dondequiera que desarrollamos nuestra proyección estratégica, generamos una corriente de simpatía y acción que deja al descubierto las miserias del sistema. [Informe de la SS de CNT en AESA Puerto Real. 1987.
Simpático gobernador.son [la CNT] una banda de terroristas. Estoy deseando el Estado de Excepción. En Cádiz hay 108.000 parados y sólo protestan violentamente 500, qué sería si lo hicieran los 108.000. [Diario de Cádiz, 25/3/87]
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Yo también tengo los suficientes años como para distinguir cuando alguien discute con buena intención y cuando sólo tira respuestas al voleo para evitar responder responsablemente.Jorge. escribió:Al topic me he atenido. Ya que este es un foro moderado, invoco la presencia de un moderador de alasbarricadas. No me parece bien que seas arte y parte Paul Mattick.
Son muchos años de asambleas.
Invoca al espíritu santo si quieres. O hablas sobre el sindicalismo o sigues poniéndote en evidencia.
Ni partidos ni sindicatos, ni siglas ni dirigentes: ¡autonomía proletaria!
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
cica_web@yahoo.com
http://www.geocities.com/cica_web
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Diferencia entre lucha obrera y lucha sindical
Sí aquí en un animada discusión, una serie de compañeros nos devanamos los sesos sobre el dilema Sindicalismo o Autoorganización de los trabajadores, no lo hacemos por casualidad o porque seamos unos discutidores empedernidos, sino porque los trabajadores están cada vez más hartos de CCOO y UGT y ante ello se plantea un primer dilema: ¿hay una alternativa sindical a CCOO y UGT? O ¿la alternativa está en romper con toda forma de sindicalismo? En este contexto, la lucha de SEAT con la experiencia de los golpes bajos de CCOO y UGT, pero también de CGT, hace el dilema mucho más acuciante.
Tenemos que ver la diferencia entre la lucha obrera y la lucha sindical y dentro de esta última la diferencia entre el sindicalismo moderado y el sindicalismo radical.
Para contribuir al debate vamos a distribuir la intervención en dos bloques: uno de primero de reflexión general y un segundo de respuesta a algunas intervenciones.
1) ¿”Para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir” o “para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debería cambiar”?
Las luchas obreras son necesariamente defensivas en el terreno económico pues enfrentan un capitalismo adonde el desempleo más o menos coyuntural se transforma en crónico y estructural; el trabajo fijo en trabajo precario; la semana de 40 horas en semanas de 45, 48 y más horas; los salarios son devorados por una inflación abierta o enmascarada; las pensiones tienden a caer por debajo del límite de supervivencia. Esto pasa en prácticamente todos los países del mundo
Sin embargo, el sindicalismo parte de la ficción de que sería posible una mejora permanente y regular de las condiciones de vida obreras. Mientras el sindicalismo moderado de CCOO-UGT lo plantea a través de reivindicaciones moderadas; el sindicalismo radical plantea reivindicaciones más exigentes. Por ejemplo, propone la semana de 35 o incluso de 30 horas. Sin embargo, ambos coinciden en que es posible una mejora de la vida obrera al interior de las relaciones capitalistas de producción. Así pues, mientras la lucha obrera tiende a desarrollarse sobre la base de “para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir”; el sindicalismo en todas sus variantes parte de que “la humanidad podría vivir en un capitalismo más o menos reformado”
2) ¿Pedir lo que necesitamos como seres humanos o pedir lo que el capitalismo nos podría dar?
La lucha obrera tiende a plantear de forma más o menos embrionaria el conflicto que existe entre las necesidades de los trabajadores como seres humanos y las necesidades de la reproducción del capital.
En cambio, el sindicalismo parte de borrar o diluir este conflicto: trata de encontrar otra forma de gestionar la empresa o la economía nacional que podría ser favorable a los trabajadores. Frente a los despidos, trata de demostrar que no están justificados pues otra forma de gestionar la empresa o la economía nacional permitiría supuestamente evitarlos. La diferencia entre sindicatos moderados y sindicatos radicales es que los primeros aceptan los despidos mientras que los segundos los rechazan porque según ellos no estarían justificados para la reproducción global del capitalismo.
Todas las formas del sindicalismo subordinan las necesidades de los trabajadores a las necesidades del capital. Mientras la lucha obrera plantea algo muy sencillo: pedir lo que necesitamos; el sindicalismo en todas sus formas plantea pedir lo que el capitalismo nos podría o nos debería dar. En esto último, la diferencia entre sindicalismo moderado y radical estriba en que el primero se adapta sin más al capitalismo mientras que el segundo protesta hablando de un capitalismo que podría dar mucho más.
3) ¿Unificarse como clase o someterse a la división capitalista de la producción?
La lucha obrera tiende a unirse por encima de las barreras que imponen las relaciones de producción capitalistas: la empresa, el sector, la nacionalidad, las diferencias hombre – mujer etc.
En cambio, el sindicalismo se organiza sobre la base misma de la división del trabajo que impone el capitalismo: por empresas, por sectores, por naciones. Divide a los trabajadores según estas divisiones. Es cierto, que el sindicalismo radical pide la unión a escala intersectorial o incluso internacional, pero esta petición, pese a las buenas intenciones, es puramente platónica pues cada organización de empresa, sector o nación tiene como ámbito de acción esas estructuras de división y competencia.
Con ello necesariamente subordinan los trabajadores a la competencia feroz que el capitalismo impone como condición primera de su reproducción: competencia entre empresas y competencia entre naciones. Por esta razón hemos visto que en la lucha de SEAT todos los sindicatos, incluidos los más radicales, han planteado la cuestión en términos de ¿cómo puede ser SEAT competitiva? La diferencia entre moderados y radicales estaba en que los primeros decían que había que aceptar “algunos despidos” (660) mientras los segundos decían que podía ser competitiva sin necesidad de ellos.
Mientras que la lucha obrera tiende a oponer la SOLIDARIDAD DE CLASE a la competitividad natural y destructora propia del capitalismo, el sindicalismo lo que plantea es la solidaridad con esa competitividad bien de forma abierta y descarada (sindicalismo moderado) bien de forma indirecta o condicional (sindicalismo radical).
4) ¿Lucha como clase obrera contra el conjunto del Capital y su Estado o lucha de presión sobre tal o cual capital o tal o cual gobierno?
Las luchas obreras tienden a extenderse, a buscar la solidaridad y la unidad de clase. Con ello tienden a responder a un Estado que actúa en nombre de todos los capitalistas. La lucha no consiste en hacer presión sobre tal o cual capitalista individual o sobre tal o cual sector capitalista sino en afirmarse como clase unida y opuesta al Capital y su Estado.
El sindicalismo en cambio plantea acciones de presión sobre tal o cual empresa, sobre tal o cual sector o sobre tal o cual gobierno. Plantean una oposición, que en realidad no existe, entre tal o cual capitalista y el conjunto del capital, entre tal o cual Gobierno y las necesidades generales del Capital (presentadas como “necesidades de la sociedad”). Pide que los trabajadores opongan el interés de la empresa a la gestión particular de tal o cual directivo. Pide que el Estado intervenga frente a la mala gestión, la arbitrariedad o la avaricia de tal o cual capitalista particular. La diferencia entre sindicalismo moderado y sindicalismo radical es que el primero solicita la implicación de los organismos estatales mientras que el segundo moviliza a los obreros para obligarles a que se impliquen.
5) ¿Organización por y para la lucha u organización previa y fuera de la lucha?
La organización de la lucha obrera se crea en la lucha misma y se disuelve con su finalización. Frente al Estado, los obreros en lucha se representan colectivamente a través de las Asambleas Generales y los Comités Elegidos y Revocables salidos de estas. La organización está vinculada única y exclusivamente al enfrentamiento abierto de los obreros con el Capital y su Estado. Cuando la lucha decae o es derrotada, la organización es disuelta.
El planteamiento sindical es el inverso: una minoría organizada actúa en nombre de los obreros, bien sea de forma autoproclamada (sindicalismo convencional) o de forma “provisional” hasta que sea legitimada por la Asamblea General (sindicalismo radical). Por eso, los sindicatos buscan ser reconocidos como interlocutores válidos bien promoviendo una legislación adecuada (sindicalismo moderado) bien mediante la “imposición directa” (sindicalismo radical). Con ello su organización se integra en el Estado de forma directa o indirecta, por “derecho” o de “hecho”.
La organización directa de los obreros por y para la lucha les permite controlarla de principio a fin o, al menos, desarrollar un combate por su control. Es en el momento de la lucha cuando el conjunto de los obreros (y no simplemente una minoría) pueden comprobar su fuerza como clase y es entonces cuando están más movilizados y controlar enteramente su organización. Por eso, obreros que en la vida normal estaban pasivos y frustrados, en la lucha se atreven a hacer cosas que jamás habían pensado, como decía Rosa Luxemburgo, «el prudente padre de familia se transforma en un revolucionario romántico».
Pero el sindicalismo actúa de una forma opuesta. Ve la organización como un fin en si mismo pues solo puede concebir la lucha como resultado de una organización previa. El sindicalismo moderado lo proclama abiertamente diciendo que los obreros deben dejar sus asuntos en manos de especialistas. El sindicalismo radical habla de movilización y participación y muchos de sus militantes tratan sinceramente de impulsarlas. Sin embargo, al plantear la organización como algo previo a la lucha, están actuando en nombre del resto de compañeros, los están impulsando a la pasividad y a la desmovilización.
2º El sindicalismo en el periodo histórico de ascenso del capitalismo y en el periodo histórico de decadencia del capitalismo
Este punto ya lo hemos desarrollado en anteriores respuestas por eso lo vamos a resumir de forma breve.
La clase obrera creó los sindicatos como organismos de defensa de sus intereses inmediatos al interior de las relaciones capitalistas de producción. Mientras el capitalismo podía desarrollarse y objetivamente podía dar salida a la mejora de las condiciones de vida obrera, jugaron un papel favorable a los intereses de los trabajadores.
Estas condiciones cambiaron con la entrada del capitalismo en su época de decadencia, es decir, cuando este sistema se volvió una traba al desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. Bajo esas condiciones el propio sindicalismo se volvió una traba para los intereses de los trabajadores. Los sindicatos se burocratizaban, firmaban acuerdos vergonzosos, rompían huelgas, no convocaban a la lucha aduciendo que podían ser ilegalizados etc. Todo ello fue respondido por sectores obreros con el sindicalismo revolucionario y, a su interior, las tendencias anarcosindicalistas (aunque ambas no son lo mismo). El sindicalismo revolucionario trataba de mantener la vieja función de los sindicatos pero dándoles al mismo tiempo una orientación de lucha por la revolución. No podemos realizar aquí un análisis histórico de por qué este intento fracasó (ver en otra respuesta en este foro los enlaces a los artículos que hemos escrito sobre ello). Del mismo modo, también fracasó la tentativa de las organizaciones las Uniones Obreras en Alemania que intentaban concebirse como gérmenes provisionales de los Consejos Obreros pero sin poner en cuestión una organización minoritaria y separada propia del sindicalismo.
Sin embargo, la respuesta general de la clase obrera vino de la experiencia de la revolución rusa de 1905: los obreros se daban otra organización diferente del sindicalismo no solo en la forma sino en el contenido, las Asambleas y los Consejos Obreros. Esta nueva organización volvió a aparecer en los intentos revolucionarios de 1917-23 en Rusia, Alemania, Hungría, Austria, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, China etc.; en 1956 en Hungría y Polonia; y desde 1968 en numerosos países: Italia, Francia, España, Polonia etc.
Tenemos que ver la diferencia entre la lucha obrera y la lucha sindical y dentro de esta última la diferencia entre el sindicalismo moderado y el sindicalismo radical.
Para contribuir al debate vamos a distribuir la intervención en dos bloques: uno de primero de reflexión general y un segundo de respuesta a algunas intervenciones.
1) ¿”Para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir” o “para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debería cambiar”?
Las luchas obreras son necesariamente defensivas en el terreno económico pues enfrentan un capitalismo adonde el desempleo más o menos coyuntural se transforma en crónico y estructural; el trabajo fijo en trabajo precario; la semana de 40 horas en semanas de 45, 48 y más horas; los salarios son devorados por una inflación abierta o enmascarada; las pensiones tienden a caer por debajo del límite de supervivencia. Esto pasa en prácticamente todos los países del mundo
Sin embargo, el sindicalismo parte de la ficción de que sería posible una mejora permanente y regular de las condiciones de vida obreras. Mientras el sindicalismo moderado de CCOO-UGT lo plantea a través de reivindicaciones moderadas; el sindicalismo radical plantea reivindicaciones más exigentes. Por ejemplo, propone la semana de 35 o incluso de 30 horas. Sin embargo, ambos coinciden en que es posible una mejora de la vida obrera al interior de las relaciones capitalistas de producción. Así pues, mientras la lucha obrera tiende a desarrollarse sobre la base de “para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir”; el sindicalismo en todas sus variantes parte de que “la humanidad podría vivir en un capitalismo más o menos reformado”
2) ¿Pedir lo que necesitamos como seres humanos o pedir lo que el capitalismo nos podría dar?
La lucha obrera tiende a plantear de forma más o menos embrionaria el conflicto que existe entre las necesidades de los trabajadores como seres humanos y las necesidades de la reproducción del capital.
En cambio, el sindicalismo parte de borrar o diluir este conflicto: trata de encontrar otra forma de gestionar la empresa o la economía nacional que podría ser favorable a los trabajadores. Frente a los despidos, trata de demostrar que no están justificados pues otra forma de gestionar la empresa o la economía nacional permitiría supuestamente evitarlos. La diferencia entre sindicatos moderados y sindicatos radicales es que los primeros aceptan los despidos mientras que los segundos los rechazan porque según ellos no estarían justificados para la reproducción global del capitalismo.
Todas las formas del sindicalismo subordinan las necesidades de los trabajadores a las necesidades del capital. Mientras la lucha obrera plantea algo muy sencillo: pedir lo que necesitamos; el sindicalismo en todas sus formas plantea pedir lo que el capitalismo nos podría o nos debería dar. En esto último, la diferencia entre sindicalismo moderado y radical estriba en que el primero se adapta sin más al capitalismo mientras que el segundo protesta hablando de un capitalismo que podría dar mucho más.
3) ¿Unificarse como clase o someterse a la división capitalista de la producción?
La lucha obrera tiende a unirse por encima de las barreras que imponen las relaciones de producción capitalistas: la empresa, el sector, la nacionalidad, las diferencias hombre – mujer etc.
En cambio, el sindicalismo se organiza sobre la base misma de la división del trabajo que impone el capitalismo: por empresas, por sectores, por naciones. Divide a los trabajadores según estas divisiones. Es cierto, que el sindicalismo radical pide la unión a escala intersectorial o incluso internacional, pero esta petición, pese a las buenas intenciones, es puramente platónica pues cada organización de empresa, sector o nación tiene como ámbito de acción esas estructuras de división y competencia.
Con ello necesariamente subordinan los trabajadores a la competencia feroz que el capitalismo impone como condición primera de su reproducción: competencia entre empresas y competencia entre naciones. Por esta razón hemos visto que en la lucha de SEAT todos los sindicatos, incluidos los más radicales, han planteado la cuestión en términos de ¿cómo puede ser SEAT competitiva? La diferencia entre moderados y radicales estaba en que los primeros decían que había que aceptar “algunos despidos” (660) mientras los segundos decían que podía ser competitiva sin necesidad de ellos.
Mientras que la lucha obrera tiende a oponer la SOLIDARIDAD DE CLASE a la competitividad natural y destructora propia del capitalismo, el sindicalismo lo que plantea es la solidaridad con esa competitividad bien de forma abierta y descarada (sindicalismo moderado) bien de forma indirecta o condicional (sindicalismo radical).
4) ¿Lucha como clase obrera contra el conjunto del Capital y su Estado o lucha de presión sobre tal o cual capital o tal o cual gobierno?
Las luchas obreras tienden a extenderse, a buscar la solidaridad y la unidad de clase. Con ello tienden a responder a un Estado que actúa en nombre de todos los capitalistas. La lucha no consiste en hacer presión sobre tal o cual capitalista individual o sobre tal o cual sector capitalista sino en afirmarse como clase unida y opuesta al Capital y su Estado.
El sindicalismo en cambio plantea acciones de presión sobre tal o cual empresa, sobre tal o cual sector o sobre tal o cual gobierno. Plantean una oposición, que en realidad no existe, entre tal o cual capitalista y el conjunto del capital, entre tal o cual Gobierno y las necesidades generales del Capital (presentadas como “necesidades de la sociedad”). Pide que los trabajadores opongan el interés de la empresa a la gestión particular de tal o cual directivo. Pide que el Estado intervenga frente a la mala gestión, la arbitrariedad o la avaricia de tal o cual capitalista particular. La diferencia entre sindicalismo moderado y sindicalismo radical es que el primero solicita la implicación de los organismos estatales mientras que el segundo moviliza a los obreros para obligarles a que se impliquen.
5) ¿Organización por y para la lucha u organización previa y fuera de la lucha?
La organización de la lucha obrera se crea en la lucha misma y se disuelve con su finalización. Frente al Estado, los obreros en lucha se representan colectivamente a través de las Asambleas Generales y los Comités Elegidos y Revocables salidos de estas. La organización está vinculada única y exclusivamente al enfrentamiento abierto de los obreros con el Capital y su Estado. Cuando la lucha decae o es derrotada, la organización es disuelta.
El planteamiento sindical es el inverso: una minoría organizada actúa en nombre de los obreros, bien sea de forma autoproclamada (sindicalismo convencional) o de forma “provisional” hasta que sea legitimada por la Asamblea General (sindicalismo radical). Por eso, los sindicatos buscan ser reconocidos como interlocutores válidos bien promoviendo una legislación adecuada (sindicalismo moderado) bien mediante la “imposición directa” (sindicalismo radical). Con ello su organización se integra en el Estado de forma directa o indirecta, por “derecho” o de “hecho”.
La organización directa de los obreros por y para la lucha les permite controlarla de principio a fin o, al menos, desarrollar un combate por su control. Es en el momento de la lucha cuando el conjunto de los obreros (y no simplemente una minoría) pueden comprobar su fuerza como clase y es entonces cuando están más movilizados y controlar enteramente su organización. Por eso, obreros que en la vida normal estaban pasivos y frustrados, en la lucha se atreven a hacer cosas que jamás habían pensado, como decía Rosa Luxemburgo, «el prudente padre de familia se transforma en un revolucionario romántico».
Pero el sindicalismo actúa de una forma opuesta. Ve la organización como un fin en si mismo pues solo puede concebir la lucha como resultado de una organización previa. El sindicalismo moderado lo proclama abiertamente diciendo que los obreros deben dejar sus asuntos en manos de especialistas. El sindicalismo radical habla de movilización y participación y muchos de sus militantes tratan sinceramente de impulsarlas. Sin embargo, al plantear la organización como algo previo a la lucha, están actuando en nombre del resto de compañeros, los están impulsando a la pasividad y a la desmovilización.
2º El sindicalismo en el periodo histórico de ascenso del capitalismo y en el periodo histórico de decadencia del capitalismo
Este punto ya lo hemos desarrollado en anteriores respuestas por eso lo vamos a resumir de forma breve.
La clase obrera creó los sindicatos como organismos de defensa de sus intereses inmediatos al interior de las relaciones capitalistas de producción. Mientras el capitalismo podía desarrollarse y objetivamente podía dar salida a la mejora de las condiciones de vida obrera, jugaron un papel favorable a los intereses de los trabajadores.
Estas condiciones cambiaron con la entrada del capitalismo en su época de decadencia, es decir, cuando este sistema se volvió una traba al desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. Bajo esas condiciones el propio sindicalismo se volvió una traba para los intereses de los trabajadores. Los sindicatos se burocratizaban, firmaban acuerdos vergonzosos, rompían huelgas, no convocaban a la lucha aduciendo que podían ser ilegalizados etc. Todo ello fue respondido por sectores obreros con el sindicalismo revolucionario y, a su interior, las tendencias anarcosindicalistas (aunque ambas no son lo mismo). El sindicalismo revolucionario trataba de mantener la vieja función de los sindicatos pero dándoles al mismo tiempo una orientación de lucha por la revolución. No podemos realizar aquí un análisis histórico de por qué este intento fracasó (ver en otra respuesta en este foro los enlaces a los artículos que hemos escrito sobre ello). Del mismo modo, también fracasó la tentativa de las organizaciones las Uniones Obreras en Alemania que intentaban concebirse como gérmenes provisionales de los Consejos Obreros pero sin poner en cuestión una organización minoritaria y separada propia del sindicalismo.
Sin embargo, la respuesta general de la clase obrera vino de la experiencia de la revolución rusa de 1905: los obreros se daban otra organización diferente del sindicalismo no solo en la forma sino en el contenido, las Asambleas y los Consejos Obreros. Esta nueva organización volvió a aparecer en los intentos revolucionarios de 1917-23 en Rusia, Alemania, Hungría, Austria, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, China etc.; en 1956 en Hungría y Polonia; y desde 1968 en numerosos países: Italia, Francia, España, Polonia etc.
1. Hay un sindicalismo revolucionario que considera la conquista de una reforma, no como la conquista de una mejora, sino como un punto al que se llega para ser superado. Todos estamos de acuerdo en que las reformas son necesarias, por ejemplo:
Por lo tanto, si hay que luchar por las reformas, necesitamos organizaciones reformistas, o reformadoras que decía Malatesta. En esto estamos de acuerdo.
2. A la hora de pedir, los sindicatos no piden lo que «pueden dar», que dice azahuría, sino lo que los patrones están «dispuestos a dar», que es algo completamente diferente. Hay en la petición un cálculo implícito que no busca un enfrentamiento radical. Pedir «lo que pueden dar», sería en la actualidad algo totalmente revolucionario, porque lo siguiente sería conquistar lo que no pueden dar. Hablando de sindicalismo alternativo, hay sindicatos que no buscan gestionar las crisis del capitalismo, sino superarlas. El caso de CNT en astilleros que he mencionado me parece interesante.
3. Las divisiones de clase, las diversas fracciones que el capitalismo impone en el proceso que está llevando a cabo de individualización de las condiciones de trabajo, pueden superarse dentro de un sindicato que emplee la asamblea como ógano de toma de decisiones. En un sindicato las diferencias de categoría, salario, sexo-género, edad, contrato, turno... son superadas en la asamblea, en la que discuten en pie de igualdad los técnicos, los de mono azul, los de administración... Es un fenómeno que lo he observado dentro del sindicalismo asambleario y de acción directa.
4) Hay un sindicalismo que propugna el enfrentamiento directo entre obreros y empresarios sin intermediación del Estado. Es el sindicalismo de acción directa, que aunque haya tenido momentos mejores no pide la intervención del Estado. Y hay una situación en la que el Estado domina casi todos los ámbitos del la vida, y aunque se piense que el Estado es un elemento extraños que sobra, no va a dejar de meter la nariz en nuestros asuntos.
5) Organizar un movimiento asambleario —dice azahuría—, es una cuestión que se produce en momentos puntuales, de necesidad. Pero la necesidad dentro del capitalismo, siempre existe, porque el trabajador está en situación de perpetua agresión. Por eso hay militantes, personas más inquietas, que se organizan de forma más o menos permanente y que dentro de un sindicalismo alternativo, no se representan más que a sí mismas. Actúa por sí y para sí.
En estos términos se manifestaba Angel Pestaña, en el sentido de afirmar que CNT era parte del movimiento obrero. Ni su totalidad, ni su dirección. El militante que se encuadraba en ella lo hacía como respuesta a su necesidad individual de acción, haya o no conflictos generales.
paul_mattick escribió:... Siempre que criticamos radicalmente el reformismo, l@s reformistas nos acusan de que negamos la necesidad de luchar por reformas. Eso es mentira, y demuestra la estrechez de pensamiento de l@s reformistas. L@s revolucionari@s no negamos la necesidad de luchar por reformas a favor de las masas explotadas y oprimidas.
Por lo tanto, si hay que luchar por las reformas, necesitamos organizaciones reformistas, o reformadoras que decía Malatesta. En esto estamos de acuerdo.
2. A la hora de pedir, los sindicatos no piden lo que «pueden dar», que dice azahuría, sino lo que los patrones están «dispuestos a dar», que es algo completamente diferente. Hay en la petición un cálculo implícito que no busca un enfrentamiento radical. Pedir «lo que pueden dar», sería en la actualidad algo totalmente revolucionario, porque lo siguiente sería conquistar lo que no pueden dar. Hablando de sindicalismo alternativo, hay sindicatos que no buscan gestionar las crisis del capitalismo, sino superarlas. El caso de CNT en astilleros que he mencionado me parece interesante.
3. Las divisiones de clase, las diversas fracciones que el capitalismo impone en el proceso que está llevando a cabo de individualización de las condiciones de trabajo, pueden superarse dentro de un sindicato que emplee la asamblea como ógano de toma de decisiones. En un sindicato las diferencias de categoría, salario, sexo-género, edad, contrato, turno... son superadas en la asamblea, en la que discuten en pie de igualdad los técnicos, los de mono azul, los de administración... Es un fenómeno que lo he observado dentro del sindicalismo asambleario y de acción directa.
4) Hay un sindicalismo que propugna el enfrentamiento directo entre obreros y empresarios sin intermediación del Estado. Es el sindicalismo de acción directa, que aunque haya tenido momentos mejores no pide la intervención del Estado. Y hay una situación en la que el Estado domina casi todos los ámbitos del la vida, y aunque se piense que el Estado es un elemento extraños que sobra, no va a dejar de meter la nariz en nuestros asuntos.
5) Organizar un movimiento asambleario —dice azahuría—, es una cuestión que se produce en momentos puntuales, de necesidad. Pero la necesidad dentro del capitalismo, siempre existe, porque el trabajador está en situación de perpetua agresión. Por eso hay militantes, personas más inquietas, que se organizan de forma más o menos permanente y que dentro de un sindicalismo alternativo, no se representan más que a sí mismas. Actúa por sí y para sí.
En estos términos se manifestaba Angel Pestaña, en el sentido de afirmar que CNT era parte del movimiento obrero. Ni su totalidad, ni su dirección. El militante que se encuadraba en ella lo hacía como respuesta a su necesidad individual de acción, haya o no conflictos generales.
Sin querer sentar cátedra, en mi empresa hay cuatro sindicatos representados en el comité de empresa (órgano unitario de representación de los trabajadores). Las funciones a que se dedican son:
1.— Funciones de información. Se realizan mediante carteles, folletos, boletines, cartas, boca a boca presencial y telefónico, y asambleas.
2.— Funciones de asesoramiento y atención individualizada. Se efectúan en el local del comité (pagado por la empresa) al que acuden los trabajadores con problemas y conflictos.
3.— Funciones de representación, negociación y emisión de opiniones y mensajes ante los cuadros directivos de la empresa. Normalmente se desarrollan en reuniones que pueden estar normativizadas, o ser informales.
4.— Funciones de gestión de servicios sindicales e institucionales. Se refieren a la organización de los cursos de formación, del disfrute de residencias de tiempo libre y uso de la asesoría jurídica principalmente.
5.— Funciones movilizadoras y dinamizadoras de energías colectivas, o viceversa (convocatorias de asambleas, manifestaciones, huelgas, conferencias... o desconvocatorias).
Yo y los cuatro o cinco que nos juntamos en un sindicato no representativo, no hacemos ninguna de esas funciones. Cuando algún trabajador viene con problemas individuales (cuadrantes, cambios de puesto, uniformes...), lo remitimos al comité. Bastante trabajo tenemos ya para liarnos a arreglar cuentas. Ni realizamos cursillos puntuables. Ni nos reunimos con la empresa. Ni podemos informar de gran cosa, pues lo que hay ya se sabe, y lo que no sabemos no nos lo cuentan. Dadas las características de nuestra empresa, no pretendemos afiliar de momento. Si alguien desea actuar con nosotros, sabe que tendrá que hacer él mismo montones de cosas, porque yo solo le daré mi apoyo. No gestionaré su conflicto.
¿Qué hacemos? Por ejemplo. Hará unos dos años nos dimos cuenta de que la dirección aplicaba una jornada laboral diferente a los contratados que a los indefinidos. Iniciamos una campaña dedicada a obstruir este plan, basándonos en pequeños sabotajes cuya naturaleza no voy a explicar. Mientras tanto el comité (cuyos sindicatos habían firmado la jornada laboral), denunciaban como injusta la interpretación que la dirección hacía de su propio acuerdo y convocaban asambleas que eran de risa... Cuarenta trabajadores de las que la mitad eran liberados sindicales concentrándose ante la dirección.
¿Qué conseguimos? Nada hasta ahora efectivo. La aplicación del acuerdo se ha impuesto a los contratados y ahora van por los indefinidos. Los sabotajes realizados pusieron nerviosísima a la dirección, pero se mantuvo firme y aumentó la vigilancia (con gran mosqueo por los gastos y tiempo perdido), con lo cual andamos con tiento y vamos a cambiar de estrategia, que tampoco voy a comentar. Procuramos no estar a la defensiva, sino ir por delante de los planes de estos cabrones.
Todo esto lo hacemos porque nos da la gana. No somos vanguardia de nada. Si la gente quiere imitarnos, pues bien. Y si no quieren, pues también. Eso es hacer sindicalismo, y eso es —modestamente—, hacer algo alternativo. Es un caso muy concreto y mal explicado por necesidad. Ni pretendo que sea extensivo, ni dar consejos a nadie, ni que sea factible en todas las empresas. Habrá lugares en los que se puedan hacer otras cosas desde un punto de vista sindical.
1.— Funciones de información. Se realizan mediante carteles, folletos, boletines, cartas, boca a boca presencial y telefónico, y asambleas.
2.— Funciones de asesoramiento y atención individualizada. Se efectúan en el local del comité (pagado por la empresa) al que acuden los trabajadores con problemas y conflictos.
3.— Funciones de representación, negociación y emisión de opiniones y mensajes ante los cuadros directivos de la empresa. Normalmente se desarrollan en reuniones que pueden estar normativizadas, o ser informales.
4.— Funciones de gestión de servicios sindicales e institucionales. Se refieren a la organización de los cursos de formación, del disfrute de residencias de tiempo libre y uso de la asesoría jurídica principalmente.
5.— Funciones movilizadoras y dinamizadoras de energías colectivas, o viceversa (convocatorias de asambleas, manifestaciones, huelgas, conferencias... o desconvocatorias).
Yo y los cuatro o cinco que nos juntamos en un sindicato no representativo, no hacemos ninguna de esas funciones. Cuando algún trabajador viene con problemas individuales (cuadrantes, cambios de puesto, uniformes...), lo remitimos al comité. Bastante trabajo tenemos ya para liarnos a arreglar cuentas. Ni realizamos cursillos puntuables. Ni nos reunimos con la empresa. Ni podemos informar de gran cosa, pues lo que hay ya se sabe, y lo que no sabemos no nos lo cuentan. Dadas las características de nuestra empresa, no pretendemos afiliar de momento. Si alguien desea actuar con nosotros, sabe que tendrá que hacer él mismo montones de cosas, porque yo solo le daré mi apoyo. No gestionaré su conflicto.
¿Qué hacemos? Por ejemplo. Hará unos dos años nos dimos cuenta de que la dirección aplicaba una jornada laboral diferente a los contratados que a los indefinidos. Iniciamos una campaña dedicada a obstruir este plan, basándonos en pequeños sabotajes cuya naturaleza no voy a explicar. Mientras tanto el comité (cuyos sindicatos habían firmado la jornada laboral), denunciaban como injusta la interpretación que la dirección hacía de su propio acuerdo y convocaban asambleas que eran de risa... Cuarenta trabajadores de las que la mitad eran liberados sindicales concentrándose ante la dirección.
¿Qué conseguimos? Nada hasta ahora efectivo. La aplicación del acuerdo se ha impuesto a los contratados y ahora van por los indefinidos. Los sabotajes realizados pusieron nerviosísima a la dirección, pero se mantuvo firme y aumentó la vigilancia (con gran mosqueo por los gastos y tiempo perdido), con lo cual andamos con tiento y vamos a cambiar de estrategia, que tampoco voy a comentar. Procuramos no estar a la defensiva, sino ir por delante de los planes de estos cabrones.
Todo esto lo hacemos porque nos da la gana. No somos vanguardia de nada. Si la gente quiere imitarnos, pues bien. Y si no quieren, pues también. Eso es hacer sindicalismo, y eso es —modestamente—, hacer algo alternativo. Es un caso muy concreto y mal explicado por necesidad. Ni pretendo que sea extensivo, ni dar consejos a nadie, ni que sea factible en todas las empresas. Habrá lugares en los que se puedan hacer otras cosas desde un punto de vista sindical.
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Es totalmente falso que para realizar reformas se necesiten organizaciones reformistas porque es totalmente falso que la lucha por reformas implique una actividad reformista.
No has leído nada de lo que dije, Jorge. Citas sólo las partes de mis textos que te convienen para "responder" de manera que todo encaje según tu ideología.
Sigues hablando de la organización como algo separado de la acción. Sigues tomando como equivalente la lucha por reformas con reformismo. Rehuyes a cualquier respuesta a la crítica al reformismo.
Para que se vea lo falso de tu respuesta (porque no respondes a lo que yo digo sino a una mutilación de lo que yo digo), tengo que citarme en mi mensaje anterior:
"¿Niego yo la necesidad de luchar por arrancar mejores condiciones de vida al capital? No, pero dejo en claro que las luchas salariales no cuestionan a la explotación, y por lo tanto no son revolucionarias.
Por las dudas: ¿estoy diciendo que las luchas salariales o toda lucha por reformas tienen que estar prohibidas por no ser revolucionarias? No, estoy diciendo que esas luchas no son revolucionarias y que decir que lo son es extremadamente dañino para la concientización revolucionaria de l@s explotad@s. Y aquí nos acercamos al eje de la crítica al reformismo.
Para que quede bien claro y no se distorsione lo que digo: El eje de mi crítica no es la lucha por reformas dentro de este sistema, sino el reformismo. Criticar al reformismo no es criticar la lucha por reformas, es criticar la creencia que dice que la acumulación de reformas lleva a la revolución y/o que la acumulación de luchas reformistas lleva a una lucha revolucionaria. Cualquier estrategia para destruir la sociedad de clases basada en una actividad reformista es necesariamente reformismo. Por lo tanto, todo tipo de sindicalismo es necesariamente reformismo, aunque sea bajo una "ideología revolucionaria" y promueva la autoorganización."
Además, para que quede bien claro como mutilaste lo que yo dije, cito el párrafo completo que se encuentra en http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... hp?t=12673 del cual tu sólo has citado las primeras frases que te permiten justificar el reformismo:
"Siempre que criticamos radicalmente el reformismo, l@s reformistas nos acusan de que negamos la necesidad de luchar por reformas. Eso es mentira, y demuestra la estrechez de pensamiento de l@s reformistas. L@s revolucionari@s no negamos la necesidad de luchar por reformas a favor de las masas explotadas y oprimidas, sino que criticamos la ilusión (y el comportamiento que se basa en esa ilusión y a la vez la alimenta) que dice que la acumulación de reformas lleva a la revolución y/o que la acumulación de luchas por reformas lleva a una lucha revolucionaria. L@s revolucionari@s decimos que la lucha por reformas debe ser dada al mismo tiempo y de forma consciente (sin ningún tipo de trucos ni política de jefe) que la lucha revolucionaria*. La lucha por reformas debe situarse explícitamente en un proceso de avance sin retroceso hacia la destrucción de la sociedad de clases. Si luchamos por reformas es para resistir mientras luchamos por la revolución, no para "vivir mejor". "
De manera, Jorge, que si vas a continuar en este debate, y me respetas como oponente, al menos ten la seriedad de responder a lo que digo, y no a una mutilación de lo que digo.
Si no tienes ganas de continuar este debate, o no quieres hacerlo seriamente, pues entonces esto se acaba aquí.
No has leído nada de lo que dije, Jorge. Citas sólo las partes de mis textos que te convienen para "responder" de manera que todo encaje según tu ideología.
Sigues hablando de la organización como algo separado de la acción. Sigues tomando como equivalente la lucha por reformas con reformismo. Rehuyes a cualquier respuesta a la crítica al reformismo.
Para que se vea lo falso de tu respuesta (porque no respondes a lo que yo digo sino a una mutilación de lo que yo digo), tengo que citarme en mi mensaje anterior:
"¿Niego yo la necesidad de luchar por arrancar mejores condiciones de vida al capital? No, pero dejo en claro que las luchas salariales no cuestionan a la explotación, y por lo tanto no son revolucionarias.
Por las dudas: ¿estoy diciendo que las luchas salariales o toda lucha por reformas tienen que estar prohibidas por no ser revolucionarias? No, estoy diciendo que esas luchas no son revolucionarias y que decir que lo son es extremadamente dañino para la concientización revolucionaria de l@s explotad@s. Y aquí nos acercamos al eje de la crítica al reformismo.
Para que quede bien claro y no se distorsione lo que digo: El eje de mi crítica no es la lucha por reformas dentro de este sistema, sino el reformismo. Criticar al reformismo no es criticar la lucha por reformas, es criticar la creencia que dice que la acumulación de reformas lleva a la revolución y/o que la acumulación de luchas reformistas lleva a una lucha revolucionaria. Cualquier estrategia para destruir la sociedad de clases basada en una actividad reformista es necesariamente reformismo. Por lo tanto, todo tipo de sindicalismo es necesariamente reformismo, aunque sea bajo una "ideología revolucionaria" y promueva la autoorganización."
Además, para que quede bien claro como mutilaste lo que yo dije, cito el párrafo completo que se encuentra en http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... hp?t=12673 del cual tu sólo has citado las primeras frases que te permiten justificar el reformismo:
"Siempre que criticamos radicalmente el reformismo, l@s reformistas nos acusan de que negamos la necesidad de luchar por reformas. Eso es mentira, y demuestra la estrechez de pensamiento de l@s reformistas. L@s revolucionari@s no negamos la necesidad de luchar por reformas a favor de las masas explotadas y oprimidas, sino que criticamos la ilusión (y el comportamiento que se basa en esa ilusión y a la vez la alimenta) que dice que la acumulación de reformas lleva a la revolución y/o que la acumulación de luchas por reformas lleva a una lucha revolucionaria. L@s revolucionari@s decimos que la lucha por reformas debe ser dada al mismo tiempo y de forma consciente (sin ningún tipo de trucos ni política de jefe) que la lucha revolucionaria*. La lucha por reformas debe situarse explícitamente en un proceso de avance sin retroceso hacia la destrucción de la sociedad de clases. Si luchamos por reformas es para resistir mientras luchamos por la revolución, no para "vivir mejor". "
De manera, Jorge, que si vas a continuar en este debate, y me respetas como oponente, al menos ten la seriedad de responder a lo que digo, y no a una mutilación de lo que digo.
Si no tienes ganas de continuar este debate, o no quieres hacerlo seriamente, pues entonces esto se acaba aquí.
Ni partidos ni sindicatos, ni siglas ni dirigentes: ¡autonomía proletaria!
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
cica_web@yahoo.com
http://www.geocities.com/cica_web
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Yo estoy debatiendo seriamente e intentando entender el galimatías que te traes. Tú puedes hacer lo que te plazca, contestarme o pasar de mí. Y no mutilo tus textos. Los cito, que para una vez que te cito vaya tela. Creía que te había entendido, pero parece que no.
Lucha reformista y lucha revolucionaria (¿hay luchas?), han de hacerse al mismo tiempo. ¿Cómo? No me digas que me salgo de tema porque eres tú quien lo ha dicho.
No alcanzo a entender como una lucha por reformas tiene que ser realizada por organizaciones no reformistas. ¿Es la lucha revolucionaria la que consigue las reformas?
Si luchar por reformas es normal, es deseable, lo normal es que lo hagan las organizaciones reformistas. Vamos, me parece.

Lucha reformista y lucha revolucionaria (¿hay luchas?), han de hacerse al mismo tiempo. ¿Cómo? No me digas que me salgo de tema porque eres tú quien lo ha dicho.
No alcanzo a entender como una lucha por reformas tiene que ser realizada por organizaciones no reformistas. ¿Es la lucha revolucionaria la que consigue las reformas?
Si luchar por reformas es normal, es deseable, lo normal es que lo hagan las organizaciones reformistas. Vamos, me parece.
Algo absolutista, ¿no te parece? Me ha recordado a aquello que decías de lo subjetivo y lo objetivo.Es totalmente falso que para realizar reformas se necesiten organizaciones reformistas porque es totalmente falso que la lucha por reformas implique una actividad reformista.
De todas maneras lo que dices deja intacto el mensaje mío en el que explicaba mis actividades reformistas. Así que creo que al menos he dejado claro que hay un sindicalismo alternativo. El de mucha gente que no se mete a gestionar conflictos de los demás, etc.
Y el anterior ¿tampoco vale pa ná? Me refiero al que va numerao del uno al cinco.
Y el anterior ¿tampoco vale pa ná? Me refiero al que va numerao del uno al cinco.
Lo he leído todo. Cité ese párrafo, porque si no niegas la validez de la lucha reformista, es porque sí afirmas su validez. ¿Qué es que lo que tú haces sea mejor que lo que hace un sindicato?paul_mattick escribió:No has leído nada de lo que dije, Jorge. Citas sólo las partes de mis textos que te convienen para "responder" de manera que todo encaje según tu ideología.
- Ricardo Fuego
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Esto ya lo respondí en el otro link.Jorge. escribió:Lucha reformista y lucha revolucionaria (¿hay luchas?), han de hacerse al mismo tiempo. ¿Cómo? No me digas que me salgo de tema porque eres tú quien lo ha dicho.
Otra vez, sigues separando la organización de la acción. Para tí parece que lo único que propongo es reemplazar organizaciones reformistas por organizaciones revolucionarias.Jorge. escribió:No alcanzo a entender como una lucha por reformas tiene que ser realizada por organizaciones no reformistas. ¿Es la lucha revolucionaria la que consigue las reformas?
Por centésima vez: NO.
Por las dudas, una vez más: NO.
Estoy diciendo que la lucha por reformas debe ir unida a la lucha revolucionaria. Deben ser dos aspectos de una misma cosa, y no dos cosas separadas. Estoy hablando de realizar la lucha por reformas de modo no reformista.
Bueno, si tu pensamiento es tan lineal entonces porque no nos dejamos de joder con destruir el capitalismo, ya que "es lo normal" que la gente quiera ganar dinero y vivir sin importarle un comino l@s demás, ¿no?Jorge. escribió:Si luchar por reformas es normal, es deseable, lo normal es que lo hagan las organizaciones reformistas. Vamos, me parece.
Al contrario, tú eres el que recurre al absolutismo diciendo que las únicas organizaciones que pueden luchar por reformas son las reformistas y que lucha por reformas es igual a lucha reformista.Jorge. escribió:Algo absolutista, ¿no te parece? Me ha recordado a aquello que decías de lo subjetivo y lo objetivo.Es totalmente falso que para realizar reformas se necesiten organizaciones reformistas porque es totalmente falso que la lucha por reformas implique una actividad reformista.
Entonces no te has molestado en comprenderlo, porque sigues repreguntando cosas que ya están contestadas. Y acá abajo está la prueba.Jorge. escribió:Lo he leído todo.
Por centésima vez: lo que yo no niego es la validez de la lucha POR REFORMAS. La lucha reformista y la lucha por reformas no son lo mismo. Se puede luchar por reformas de otro modo que el reformista.Jorge. escribió:Cité ese párrafo, porque si no niegas la validez de la lucha reformista, es porque sí afirmas su validez.
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Por lo que creo haber entendido, tal lucha por las reformas puede ser realizada en cualquier parte, individualmente o en cualquier tipo de organización ¿sí? Con que se haga de modo no reformista...paul_mattick escribió:Estoy diciendo que la lucha por reformas debe ir unida a la lucha revolucionaria. Deben ser dos aspectos de una misma cosa, y no dos cosas separadas. Estoy hablando de realizar la lucha por reformas de modo no reformista.
¿Se puede actuar de manera no reformista para conquistar una reforma? y ¿cuándo se sabe que una acción es no reformista?, ¿cuando consigue la reforma?
Creo que es algo alambicado todo esto.
La lucha no reformista es la autoorganizada, creativa, liberadora y tal. Esa lucha no reformista puede conseguir reformas, de acuerdo.
Bueno, eso lo hago yo en mi sindicato, digo yo que será entonces un sindicalismo alternativo, ¿no? Yo siempre pensé que el sindicato era reformista por buscar reformas, pero ahora resulta que no, que puede conseguir las reformas siendo no reformista... No me digas que no, yo te garantizo que llevo años haciendo lo que predicas. En el mensaje ese que te explicaba lo que hacíamos mis colegas y yo te lo dejo bien claro.
Luego dices que no me molesto en entender. Ya ves que lo intento.
- Ricardo Fuego
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Listo, he hecho todo lo que he podido por explicarte mi punto de vista de manera que cualquiera que desee entenderlo puede hacerlo, aun si no lo comparte.
También he hecho todo lo posible por señalarte pacientemente las falencias de tu punto de vista, pero vuelves una y otra vez sobre los mismos temas, desconociendo lo que ya te fue respondido anteriormente, y quejándote de que te lo señale.
Ahora depende de tí.
También he hecho todo lo posible por señalarte pacientemente las falencias de tu punto de vista, pero vuelves una y otra vez sobre los mismos temas, desconociendo lo que ya te fue respondido anteriormente, y quejándote de que te lo señale.
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Lo de «listo» que me dices sobra Paul. Cada uno es como es y no tengo culpa de no poseer tanto caletre como tú para ver las cosas.
A lo largo de esta discusión has dicho, en resumen, según he entendido, que la forma organizativa «sindicato», es insalvable para cualquier tipo de proyecto emancipador. Para ti, ni la propaganda ni el activismo van a generar ningún tipo de conciencia, ya que esta es producto de la sociedad y de la lucha de clases. Dices que los sindicatos son «intrínsecamente» organizaciones reformistas, imposibilitadas para ir más allá de su «praxis reformista». A su vez afirmas que no estás negando la necesidad de luchar por las «reformas», pero siempre que sea de una manera «no reformista». Niegas el papel del «activista», preso en su «ideología», y afirmas el de una persona que actúa por sí misma, para sí, que responde a su propia necesidad de lucha ejerciendo una «praxis no reformista» de manera «no autoritaria ni en sus fines ni en sus medios, creativa y autotransformadora», no fragmentada, fuera de partidismos o sindicatos, y no ideologizada». La praxis ha de ser mirada desde un punto de vista «de los hechos, de lo que es real», dejando a un lado la ideología, todo ello buscando lo «objetivo», que es lo que está fuera de control de uno mismo, siendo lo subjetivo «aquello que uno controla», términos «objetivo y subjetivo» que han de ser mirados de manera «relativa». Esto es lo que has dicho Paul Mattick.
Pues no, no estoy de acuerdo contigo. Pero no porque esté ideologizado, o porque mi práctica de décadas me haya determinado el pensamiento, sino proque no has puesto ni un sólo ejemplo práctico de praxis, y te has visto imposibilitado de criticar el que yo he ofrecido, y porque veo abundantes contradicciones en tu discurso, por ejemplo cuando sostienes la pretensión de objetividad fuera de ideología. Tal pretensión, a estas alturas, en el momento de desarrollo de las ciencias sociales actual, suena fatal Paul Mattick. Esa contradicción, sostenida una y otra vez, me ha hecho pensar que no te entiendo. Es la más amable de las posibilidades. Por lo tanto, vuelvo a emplazarte para que te expliques mejor —si quieres—, criticando el sindicalismo actual en lo concreto, y exponiendo tus ejemplos de praxis fuera de teoría.
Siguiendo el tema, repito que para mí el anarcosindicalismo es un modelo sindical válido, en el que no se pretende ni gestionar el conflicto, ni dirigir a los trabajadores. Responde a una lógica de unir a las personas que quieren procurar cambios sociales, realiza la conquista de reformas, es parte del movimiento obrero... Ofrecí el ejemplo de CNT en astilleros y el mío propio, que no han sido tenidos en cuenta. El anarcosindicalismo puede ser —además— sometido a una fuerte crítica en sus debilidades. Pero hasta ahora no han sido mostradas en este tema.
La terminología que emplean los anarquistas es distinta de la de los marxistas, y tal vez por eso haya dificultades en la comprensión mutua, y tal vez por eso los intentos de compaginarlas suenen tan mal.
A lo largo de esta discusión has dicho, en resumen, según he entendido, que la forma organizativa «sindicato», es insalvable para cualquier tipo de proyecto emancipador. Para ti, ni la propaganda ni el activismo van a generar ningún tipo de conciencia, ya que esta es producto de la sociedad y de la lucha de clases. Dices que los sindicatos son «intrínsecamente» organizaciones reformistas, imposibilitadas para ir más allá de su «praxis reformista». A su vez afirmas que no estás negando la necesidad de luchar por las «reformas», pero siempre que sea de una manera «no reformista». Niegas el papel del «activista», preso en su «ideología», y afirmas el de una persona que actúa por sí misma, para sí, que responde a su propia necesidad de lucha ejerciendo una «praxis no reformista» de manera «no autoritaria ni en sus fines ni en sus medios, creativa y autotransformadora», no fragmentada, fuera de partidismos o sindicatos, y no ideologizada». La praxis ha de ser mirada desde un punto de vista «de los hechos, de lo que es real», dejando a un lado la ideología, todo ello buscando lo «objetivo», que es lo que está fuera de control de uno mismo, siendo lo subjetivo «aquello que uno controla», términos «objetivo y subjetivo» que han de ser mirados de manera «relativa». Esto es lo que has dicho Paul Mattick.
Pues no, no estoy de acuerdo contigo. Pero no porque esté ideologizado, o porque mi práctica de décadas me haya determinado el pensamiento, sino proque no has puesto ni un sólo ejemplo práctico de praxis, y te has visto imposibilitado de criticar el que yo he ofrecido, y porque veo abundantes contradicciones en tu discurso, por ejemplo cuando sostienes la pretensión de objetividad fuera de ideología. Tal pretensión, a estas alturas, en el momento de desarrollo de las ciencias sociales actual, suena fatal Paul Mattick. Esa contradicción, sostenida una y otra vez, me ha hecho pensar que no te entiendo. Es la más amable de las posibilidades. Por lo tanto, vuelvo a emplazarte para que te expliques mejor —si quieres—, criticando el sindicalismo actual en lo concreto, y exponiendo tus ejemplos de praxis fuera de teoría.
Siguiendo el tema, repito que para mí el anarcosindicalismo es un modelo sindical válido, en el que no se pretende ni gestionar el conflicto, ni dirigir a los trabajadores. Responde a una lógica de unir a las personas que quieren procurar cambios sociales, realiza la conquista de reformas, es parte del movimiento obrero... Ofrecí el ejemplo de CNT en astilleros y el mío propio, que no han sido tenidos en cuenta. El anarcosindicalismo puede ser —además— sometido a una fuerte crítica en sus debilidades. Pero hasta ahora no han sido mostradas en este tema.
La terminología que emplean los anarquistas es distinta de la de los marxistas, y tal vez por eso haya dificultades en la comprensión mutua, y tal vez por eso los intentos de compaginarlas suenen tan mal.
Respuesta a algunas intervenciones
Estimados compañeros:
A continuación y tal como comentamos en el post anterior aquí van algunas respuestas a algunas intervenciones con ánimo de seguir el debate.
Intentando comprender las preocupaciones que expresan los compañeros y con el mayor respeto posible he aquí unas breves respuestas a algunas cuestiones planteadas por 3 compañeros: Luis Nuevo, Jorge y Paul Mattick
a) A Luis Nuevo:
1ª cuestión: «Desde luego no todo movimiento asambleario es anarcosindicalista, pero el anarcosindicalismo utiliza también las asambleas » (LN)
El problema no es elegir entre dos formas concurrentes de organización como sí estuviéramos en un supermercado y tuviéramos que elegir entre 2 marcas de detergentes. Como dice Paul Mattick «Concebir que cambiando la forma de organización cambiamos el contenido de la lucha es producto de ese fetichismo organizativo». El problema es de función. El sindicalismo no puede poner en cuestión ni el trabajo asalariado ni la división capitalista del trabajo. De otra forma dejaría de ser sindicalismo. Por ello, aunque la organización sea asamblearia y ponga todo tipo de medios para impedir la burocratización, el sindicato se ve obligado a actuar contra los intereses de los trabajadores y de la mayoría de sus miembros. Esta contradicción aparece claramente en situaciones de conflicto abierto entre Capital y obreros.
2ª cuestión: «El asambleísmo puro también tiene sus peligros: Manipulación del movimiento por grupos organizados, caer en luchas economicistas, integrarse en las estructuras que ofrece el estado, no recoger experiencias previas ni guardar las conclusiones propias para el futuro, dificultad de coordinación entre distintas asambleas, paralización de la actividad en tiempos de "calma"». (LN)
El Estado ataca las luchas obreras a través de la policía, los llamados medios de “comunicación” (en realidad, de in-comunicación), los sindicatos y los partidos del Capital. Por otro lado, la ideología dominante penetra en todos los trabajadores incluidos los más revolucionarios. Por eso muchas luchas fracasan y el fracaso se expresa, entre otras cosas, en que la Asamblea vota acuerdos que van contra el interés de los propios trabajadores como el ejemplo que pones del IMOP. Pero el problema no está en las Asambleas en sí mismas sino en que los obreros tienen que aprender a asumir colectivamente su propia lucha sabiendo que a través de un combate encarnizado contra la ideología burguesa y contra las organizaciones del capital, acabarán llevando su lucha adelante y, con ello, harán realmente soberanas las Asambleas. En esa capacitación de los obreros para asumir colectivamente su lucha un factor crucial es lo que dices «hay que añadir la preocupación por aumentar la comprensión del mundo en el que vivimos formando un movimiento cultural entrelazado con la lucha de clases». En contra de lo que se cree, el movimiento del proletariado no se limita ni a la política ni a la economía, es un movimiento global que integra una moral coherente con el mundo de fraternidad, solidaridad y libertad al que aspira –la Comunidad Humana Mundial- y asume de manera crítica todo el aporte cultural de la historia de la humanidad.
Ves otro tipo de inconveniente: el que tras el final de la lucha “no quede nada”: «Hay quien opone a organizaciones estables, que se mantienen aunque no haya ningún conflicto el crear organizaciones para cada conflicto y que éstas desaparezcan cuando el conflicto no de más de sí. Parece que cuando el conflicto está únicamente latente y la organización continúa existiendo el camino a la burocratización está marcado ». Por las razones dadas en la Respuesta anterior, la Asamblea debe desaparecer cuando la lucha termina porque ya no representa a nadie. Pero eso no impide que compañeros más conscientes se reúnan en grupos revolucionarios, en círculos de discusión etc., para sacar lecciones y generalizarlas al resto de la clase. Ahora bien, se trata de organizaciones que no pretenden representar al conjunto de los obreros ni de actuar en su nombre, sino tomar conciencia de las experiencias vividas, ligarlas a la experiencia histórica y mundial del proletariado y extenderlas al resto de la clase. Es lo que dice Paul Mattick: « Si algun@s explotad@s nos concientizamos antes que otr@s, nuestro papel es ayudar a que l@s demás también lo hagan, no guiarl@s ni protegerl@s ».
3ª cuestión: «algunos creemos que es luchando por objetivos reformistas, pero con herramientas revolucionarias (acción directa, autoorganización,...) cuando es más probable que se sienta la necesidad y se vislumbre la posibilidad de destruir este sistema».
Existe una coherencia entre los medios y los fines. De la misma forma que es imposible una lucha revolucionaria conducida por un partido estado mayor o sometida a un jefe carismático (como dijo la Primera Internacional “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores o no será) tampoco es posible una lucha que no pone en cuestión el sistema llevada a través de medios radicales.
b) A Jorge:
1ª cuestión: «La actividad sindical es reformista. Y cualquier actividad que implique una acción en esta sociedad, es reformista (…) El anarcosindicalismo implica a trabajadores asociados en la solución de sus problemas que convergen en una organización que llaman sindicato. No hay más misterio» (J)
Luchar por reformas era totalmente válido en el periodo histórico en el que el capitalismo podía desarrollarse y por tanto creaba las condiciones generales para su obtención. Pero no es válido porque se vuelve inútil cuando el capitalismo entra en su periodo histórico de guerras y convulsiones. La lucha ya no puede ser por reformas sino de resistencia en una perspectiva revolucionaria.
Dices que el anarcosindicalismo implica a trabajadores asociados en la solución de sus problemas. De acuerdo. Pero la cuestión es ¿puede solucionar sus problemas con una herramienta que los ata a la división capitalista del trabajo, a las reglas del trabajo asalariado, a una organización atomizada por empresas y sectores etc.? La cita que das de Emile Pouget responde: «Rol del sindicato: 1). Oponerse constantemente al explotador [mediante] modificaciones que, a pesar de referirse únicamente a detalles, son, sin embargo, ataques eficaces contra los privilegios capitalistas, ya que logran atenuarlos; 2). El sindicato tiende a preparar una coordinación creciente de las relaciones de solidaridad, de manera a hacer posible, en el lapso de tiempo más corto, la expropiación, única base que pueda servir de punto de partida a una transformación integral de la sociedad». La propia CGT –a la que pertenecía Pouget- fracasó en el momento decisivo: cuando vino la 1ª Guerra Mundial apoyó la Barbarie de la guerra imperialista. Desde entonces, puede modificar “detalles” y puede atenuar efectivamente tal o cual privilegio de un capitalista particular, pero los problemas más significativos y que más influyen en la vida obrera y humana: salarios, contrato laboral, despidos, guerras etc., no sólo son impotentes sino que son cómplices activos de ellos.
Señalas que el sindicato no se limita a las luchas “reformistas” sino que aspira a controlar todo el proceso productivo: «el interés del sindicato, de esa asociación de trabajadores, es controlar la producción, la distribución, el abastecimiento y el consumo, es decir, todo el proceso productivo». (J)
En esta definición se ve igualmente cómo el sindicato no pone en cuestión la sociedad capitalista. La cuestión no es controlar el proceso productivo capitalista sino destruirlo reemplazando la producción de de mercancías (valores de cambio, plusvalía) por la plena satisfacción de las necesidades humanas (producción de valores de uso); sustituyendo el trabajo asalariado por la libre actividad de los productores; aboliendo las divisiones por naciones, empresas y sectores y constituyendo la comunidad humana mundial que trabaja para sí misma. La cuestión no es el control del proceso productivo sino su transformación radical, de arriba abajo, el paso del reino de la necesidad (el imperio de la economía) al reino de la libertad (la organización consciente y colectiva de la vida humana).
2ª cuestión: «Cuando he dicho que los consejistas alemanes tenían un sindicato, ha sido porque me he leído los textos referidos a la conveniencia o no de agrupar a los obreros en una organización de ese tipo. Lo tuvieron, con miles de afiliados. O no eran consejistas el Partido Comunista Obrero Alemán (KAPD) y la Unión General Operaria (AAU). Supongo que no tendré que citar la Carta de Bergmann «sobre la cuestión sindical», que a mí me parece bastante reveladora». (J)
De acuerdo. No compartimos la opinión de Paul Mattick cuando dice «cualquiera que investigue la historia de las AAU sin filtros ideológicos se dará cuenta de que eran organizaciones unitarias, de lucha política y económica, y su objetivo era la formación de unos nuevos consejos obreros revolucionarios. No eran sindicatos. ». Es cierto que fueron un intento de romper con el sindicalismo pero en la práctica acabaron actuando como sindicatos pues pretendían unir en una misma organización la lucha económica y la lucha política como tú mismo dices, es decir, querían combinar una práctica sindical con la lucha revolucionaria. Desde la gran huelga de masas de 1905 la organización general de la lucha obrera no se crea previamente sino en la lucha, por y para ella, como puso en evidencia Rosa Luxemburgo en Huelga de masas, partido y sindicatos.
3ª cuestión: « No debemos buscar salidas capitalistas a la crisis del capitalismo». ¡Totalmente de acuerdo! Señalas que eso lo defendía una sección sindical en Puerto Real. Como hemos hecho siempre lucharíamos junto a ellos. Sin embargo, la conducta justa y proletaria de tal o cual afiliado o grupo de afiliados no cambia para nada el problema de la naturaleza objetiva del sindicalismo.
c) A Paul Mattick:
«Mi opinión es que el sindicalismo es por su esencia una actividad reformista (aun si es acompañada con métodos "radicalizados" y una fraseología revolucionaria). La crítica radical al sindicalismo no se detiene en la tendencia de los sindicatos a burocratizarse. (…) Se centra en la misma actividad sindical, sea vertical y horizontal, de base o dirigista, con ideología marxista o ideología anarquista. El sindicato es la asociación de l@s trabajadores/as como propietari@s privad@s de fuerza de trabajo que lucha contra la patronal por una porción mayor de la plusvalía, sin cuestionar la plusvalía misma».
De acuerdo en gran parte de lo que dices pero hay una afirmación con lo que no podemos estar de acuerdo y es muy importante: das a entender que la lucha reivindicativa sería por “tener una mayor porción de plusvalía”.
La plusvalía es trabajo no pagado, los obreros no luchan por aumentar la plusvalía sino por reducirla. Su aspiración no es participar en el reparto de la plusvalía sino reducir su cuantía (lucha contra la explotación) en la perspectiva de abolir las bases que permiten su extracción (lucha por la desaparición de la explotación).
Esta cuestión se ve más clara en dos afirmaciones tuyas: 1ª«Toda actividad destinada a la autoliberación integral de los seres humanos es revolucionaria. Toda actividad que se limita a vivir mejor dentro de este sistema es reformista»; 2ª «Hay luchas autoorganizadas que son reformistas, y ese es el caso de las huelgas salvajes. Las huelgas salvajes son en su mayor parte una actividad sindical de l@s explotad@s que, debido a la "traición" o ineptitud de sus organizaciones sindicales tradicionales, debe ser realizada fuera y contra de ellas. Su forma suele ser la autoorganización en comités de huelga con delegados revocables. Pero su contenido sigue siendo reformista, pues se limita a reivindicaciones laborales (salario, tiempo y condiciones de trabajo, reincorporación de despedid@s, etc.)».
Precisemos en primer lugar que la liberación a la que aspira la lucha del proletariado es integral en el sentido de que pretende abolir toda forma de explotación, toda división en clases y todo Estado. En ese sentido implica una liberación no solo económica, sino social, humana y moral.
En segundo lugar, la lucha reivindicativa no es una lucha por reformas, es una lucha de resistencia contra una explotación siempre en aumento. Sí no supera el estadio reivindicativo es inevitablemente derrotada, por lo que necesita, a través de sucesivos intentos, asumir el combate revolucionario contra el capitalismo que ella misma lleva en germen. No hay una oposición entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria. Ambas son dos momentos de una misma lucha de la clase obrera que es a la vez explotada y revolucionaria. Esos dos momentos pueden presentarse en forma separada, sobre todo cuando la dominación capitalista se impone con toda su fuerza. Sin embargo, cuando el proletariado empieza a romper la capa de plomo de la dominación capitalista, las luchas reivindicativas y las luchas revolucionarias se unen entre si, se refuerzan mutuamente. En el periodo histórico de la decadencia del capitalismo, los sindicatos no son los órganos de la lucha reivindicativa en oposición a las Asambleas y los Consejos Obreros que serían los órganos de la lucha revolucionaria. Los sindicatos se oponen tanto a la lucha reivindicativa como a la lucha revolucionaria.
Dices que «Una lucha de clases revolucionaria es cuando el contenido de la lucha de clases es incompatible con la sociedad de clases. Mientras el contenido de esa lucha sea compatible con la sociedad de clases esa lucha de clases es reformista». El proletariado es la clase revolucionaria de la sociedad actual es el productor colectivo de lo principal de las riquezas existentes y porque está privado de todo medio de producción: sí quiere sobrevivir tiene que pasar por el aro del trabajo asalariado. El capitalismo en su reproducción somete a los obreros a las necesidades de la ganancia y del interés nacional (la economía de guerra, ser competitivos). Sí sus intereses van bien permite que los obreros obtengan un nivel de vida más o menos equivalente al de su reproducción como fuerza de trabajo, pero sí la economía va mal o la guerra se impone, entonces la vida, la salud, la reproducción misma de los obreros y de la gran mayoría de la población, es inmolada en el altar de la supervivencia del capitalismo. Así pues, el capitalismo es una sociedad donde la vida humana es sacrificada a los dioses insaciables de la economía y la guerra. Cuando los obreros emprenden una lucha reivindicativa mínimamente consecuente están declarando que ellos no quieren sacrificarse como mansos corderos. Oponen sus necesidades humanas a las necesidades del capital. Su lucha inmediata lleva en germen un antagonismo irreconciliable con el Capital pero sí este antagonismo no es asumido entonces es derrotada y aplastada. Por eso la lucha de clase del proletariado no es “reformista” sino que o bien es derrotada y queda latente hasta una nueva explosión, o bien, acaba asumiendo su naturaleza revolucionaria.
A continuación y tal como comentamos en el post anterior aquí van algunas respuestas a algunas intervenciones con ánimo de seguir el debate.
Intentando comprender las preocupaciones que expresan los compañeros y con el mayor respeto posible he aquí unas breves respuestas a algunas cuestiones planteadas por 3 compañeros: Luis Nuevo, Jorge y Paul Mattick
a) A Luis Nuevo:
1ª cuestión: «Desde luego no todo movimiento asambleario es anarcosindicalista, pero el anarcosindicalismo utiliza también las asambleas » (LN)
El problema no es elegir entre dos formas concurrentes de organización como sí estuviéramos en un supermercado y tuviéramos que elegir entre 2 marcas de detergentes. Como dice Paul Mattick «Concebir que cambiando la forma de organización cambiamos el contenido de la lucha es producto de ese fetichismo organizativo». El problema es de función. El sindicalismo no puede poner en cuestión ni el trabajo asalariado ni la división capitalista del trabajo. De otra forma dejaría de ser sindicalismo. Por ello, aunque la organización sea asamblearia y ponga todo tipo de medios para impedir la burocratización, el sindicato se ve obligado a actuar contra los intereses de los trabajadores y de la mayoría de sus miembros. Esta contradicción aparece claramente en situaciones de conflicto abierto entre Capital y obreros.
2ª cuestión: «El asambleísmo puro también tiene sus peligros: Manipulación del movimiento por grupos organizados, caer en luchas economicistas, integrarse en las estructuras que ofrece el estado, no recoger experiencias previas ni guardar las conclusiones propias para el futuro, dificultad de coordinación entre distintas asambleas, paralización de la actividad en tiempos de "calma"». (LN)
El Estado ataca las luchas obreras a través de la policía, los llamados medios de “comunicación” (en realidad, de in-comunicación), los sindicatos y los partidos del Capital. Por otro lado, la ideología dominante penetra en todos los trabajadores incluidos los más revolucionarios. Por eso muchas luchas fracasan y el fracaso se expresa, entre otras cosas, en que la Asamblea vota acuerdos que van contra el interés de los propios trabajadores como el ejemplo que pones del IMOP. Pero el problema no está en las Asambleas en sí mismas sino en que los obreros tienen que aprender a asumir colectivamente su propia lucha sabiendo que a través de un combate encarnizado contra la ideología burguesa y contra las organizaciones del capital, acabarán llevando su lucha adelante y, con ello, harán realmente soberanas las Asambleas. En esa capacitación de los obreros para asumir colectivamente su lucha un factor crucial es lo que dices «hay que añadir la preocupación por aumentar la comprensión del mundo en el que vivimos formando un movimiento cultural entrelazado con la lucha de clases». En contra de lo que se cree, el movimiento del proletariado no se limita ni a la política ni a la economía, es un movimiento global que integra una moral coherente con el mundo de fraternidad, solidaridad y libertad al que aspira –la Comunidad Humana Mundial- y asume de manera crítica todo el aporte cultural de la historia de la humanidad.
Ves otro tipo de inconveniente: el que tras el final de la lucha “no quede nada”: «Hay quien opone a organizaciones estables, que se mantienen aunque no haya ningún conflicto el crear organizaciones para cada conflicto y que éstas desaparezcan cuando el conflicto no de más de sí. Parece que cuando el conflicto está únicamente latente y la organización continúa existiendo el camino a la burocratización está marcado ». Por las razones dadas en la Respuesta anterior, la Asamblea debe desaparecer cuando la lucha termina porque ya no representa a nadie. Pero eso no impide que compañeros más conscientes se reúnan en grupos revolucionarios, en círculos de discusión etc., para sacar lecciones y generalizarlas al resto de la clase. Ahora bien, se trata de organizaciones que no pretenden representar al conjunto de los obreros ni de actuar en su nombre, sino tomar conciencia de las experiencias vividas, ligarlas a la experiencia histórica y mundial del proletariado y extenderlas al resto de la clase. Es lo que dice Paul Mattick: « Si algun@s explotad@s nos concientizamos antes que otr@s, nuestro papel es ayudar a que l@s demás también lo hagan, no guiarl@s ni protegerl@s ».
3ª cuestión: «algunos creemos que es luchando por objetivos reformistas, pero con herramientas revolucionarias (acción directa, autoorganización,...) cuando es más probable que se sienta la necesidad y se vislumbre la posibilidad de destruir este sistema».
Existe una coherencia entre los medios y los fines. De la misma forma que es imposible una lucha revolucionaria conducida por un partido estado mayor o sometida a un jefe carismático (como dijo la Primera Internacional “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores o no será) tampoco es posible una lucha que no pone en cuestión el sistema llevada a través de medios radicales.
b) A Jorge:
1ª cuestión: «La actividad sindical es reformista. Y cualquier actividad que implique una acción en esta sociedad, es reformista (…) El anarcosindicalismo implica a trabajadores asociados en la solución de sus problemas que convergen en una organización que llaman sindicato. No hay más misterio» (J)
Luchar por reformas era totalmente válido en el periodo histórico en el que el capitalismo podía desarrollarse y por tanto creaba las condiciones generales para su obtención. Pero no es válido porque se vuelve inútil cuando el capitalismo entra en su periodo histórico de guerras y convulsiones. La lucha ya no puede ser por reformas sino de resistencia en una perspectiva revolucionaria.
Dices que el anarcosindicalismo implica a trabajadores asociados en la solución de sus problemas. De acuerdo. Pero la cuestión es ¿puede solucionar sus problemas con una herramienta que los ata a la división capitalista del trabajo, a las reglas del trabajo asalariado, a una organización atomizada por empresas y sectores etc.? La cita que das de Emile Pouget responde: «Rol del sindicato: 1). Oponerse constantemente al explotador [mediante] modificaciones que, a pesar de referirse únicamente a detalles, son, sin embargo, ataques eficaces contra los privilegios capitalistas, ya que logran atenuarlos; 2). El sindicato tiende a preparar una coordinación creciente de las relaciones de solidaridad, de manera a hacer posible, en el lapso de tiempo más corto, la expropiación, única base que pueda servir de punto de partida a una transformación integral de la sociedad». La propia CGT –a la que pertenecía Pouget- fracasó en el momento decisivo: cuando vino la 1ª Guerra Mundial apoyó la Barbarie de la guerra imperialista. Desde entonces, puede modificar “detalles” y puede atenuar efectivamente tal o cual privilegio de un capitalista particular, pero los problemas más significativos y que más influyen en la vida obrera y humana: salarios, contrato laboral, despidos, guerras etc., no sólo son impotentes sino que son cómplices activos de ellos.
Señalas que el sindicato no se limita a las luchas “reformistas” sino que aspira a controlar todo el proceso productivo: «el interés del sindicato, de esa asociación de trabajadores, es controlar la producción, la distribución, el abastecimiento y el consumo, es decir, todo el proceso productivo». (J)
En esta definición se ve igualmente cómo el sindicato no pone en cuestión la sociedad capitalista. La cuestión no es controlar el proceso productivo capitalista sino destruirlo reemplazando la producción de de mercancías (valores de cambio, plusvalía) por la plena satisfacción de las necesidades humanas (producción de valores de uso); sustituyendo el trabajo asalariado por la libre actividad de los productores; aboliendo las divisiones por naciones, empresas y sectores y constituyendo la comunidad humana mundial que trabaja para sí misma. La cuestión no es el control del proceso productivo sino su transformación radical, de arriba abajo, el paso del reino de la necesidad (el imperio de la economía) al reino de la libertad (la organización consciente y colectiva de la vida humana).
2ª cuestión: «Cuando he dicho que los consejistas alemanes tenían un sindicato, ha sido porque me he leído los textos referidos a la conveniencia o no de agrupar a los obreros en una organización de ese tipo. Lo tuvieron, con miles de afiliados. O no eran consejistas el Partido Comunista Obrero Alemán (KAPD) y la Unión General Operaria (AAU). Supongo que no tendré que citar la Carta de Bergmann «sobre la cuestión sindical», que a mí me parece bastante reveladora». (J)
De acuerdo. No compartimos la opinión de Paul Mattick cuando dice «cualquiera que investigue la historia de las AAU sin filtros ideológicos se dará cuenta de que eran organizaciones unitarias, de lucha política y económica, y su objetivo era la formación de unos nuevos consejos obreros revolucionarios. No eran sindicatos. ». Es cierto que fueron un intento de romper con el sindicalismo pero en la práctica acabaron actuando como sindicatos pues pretendían unir en una misma organización la lucha económica y la lucha política como tú mismo dices, es decir, querían combinar una práctica sindical con la lucha revolucionaria. Desde la gran huelga de masas de 1905 la organización general de la lucha obrera no se crea previamente sino en la lucha, por y para ella, como puso en evidencia Rosa Luxemburgo en Huelga de masas, partido y sindicatos.
3ª cuestión: « No debemos buscar salidas capitalistas a la crisis del capitalismo». ¡Totalmente de acuerdo! Señalas que eso lo defendía una sección sindical en Puerto Real. Como hemos hecho siempre lucharíamos junto a ellos. Sin embargo, la conducta justa y proletaria de tal o cual afiliado o grupo de afiliados no cambia para nada el problema de la naturaleza objetiva del sindicalismo.
c) A Paul Mattick:
«Mi opinión es que el sindicalismo es por su esencia una actividad reformista (aun si es acompañada con métodos "radicalizados" y una fraseología revolucionaria). La crítica radical al sindicalismo no se detiene en la tendencia de los sindicatos a burocratizarse. (…) Se centra en la misma actividad sindical, sea vertical y horizontal, de base o dirigista, con ideología marxista o ideología anarquista. El sindicato es la asociación de l@s trabajadores/as como propietari@s privad@s de fuerza de trabajo que lucha contra la patronal por una porción mayor de la plusvalía, sin cuestionar la plusvalía misma».
De acuerdo en gran parte de lo que dices pero hay una afirmación con lo que no podemos estar de acuerdo y es muy importante: das a entender que la lucha reivindicativa sería por “tener una mayor porción de plusvalía”.
La plusvalía es trabajo no pagado, los obreros no luchan por aumentar la plusvalía sino por reducirla. Su aspiración no es participar en el reparto de la plusvalía sino reducir su cuantía (lucha contra la explotación) en la perspectiva de abolir las bases que permiten su extracción (lucha por la desaparición de la explotación).
Esta cuestión se ve más clara en dos afirmaciones tuyas: 1ª«Toda actividad destinada a la autoliberación integral de los seres humanos es revolucionaria. Toda actividad que se limita a vivir mejor dentro de este sistema es reformista»; 2ª «Hay luchas autoorganizadas que son reformistas, y ese es el caso de las huelgas salvajes. Las huelgas salvajes son en su mayor parte una actividad sindical de l@s explotad@s que, debido a la "traición" o ineptitud de sus organizaciones sindicales tradicionales, debe ser realizada fuera y contra de ellas. Su forma suele ser la autoorganización en comités de huelga con delegados revocables. Pero su contenido sigue siendo reformista, pues se limita a reivindicaciones laborales (salario, tiempo y condiciones de trabajo, reincorporación de despedid@s, etc.)».
Precisemos en primer lugar que la liberación a la que aspira la lucha del proletariado es integral en el sentido de que pretende abolir toda forma de explotación, toda división en clases y todo Estado. En ese sentido implica una liberación no solo económica, sino social, humana y moral.
En segundo lugar, la lucha reivindicativa no es una lucha por reformas, es una lucha de resistencia contra una explotación siempre en aumento. Sí no supera el estadio reivindicativo es inevitablemente derrotada, por lo que necesita, a través de sucesivos intentos, asumir el combate revolucionario contra el capitalismo que ella misma lleva en germen. No hay una oposición entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria. Ambas son dos momentos de una misma lucha de la clase obrera que es a la vez explotada y revolucionaria. Esos dos momentos pueden presentarse en forma separada, sobre todo cuando la dominación capitalista se impone con toda su fuerza. Sin embargo, cuando el proletariado empieza a romper la capa de plomo de la dominación capitalista, las luchas reivindicativas y las luchas revolucionarias se unen entre si, se refuerzan mutuamente. En el periodo histórico de la decadencia del capitalismo, los sindicatos no son los órganos de la lucha reivindicativa en oposición a las Asambleas y los Consejos Obreros que serían los órganos de la lucha revolucionaria. Los sindicatos se oponen tanto a la lucha reivindicativa como a la lucha revolucionaria.
Dices que «Una lucha de clases revolucionaria es cuando el contenido de la lucha de clases es incompatible con la sociedad de clases. Mientras el contenido de esa lucha sea compatible con la sociedad de clases esa lucha de clases es reformista». El proletariado es la clase revolucionaria de la sociedad actual es el productor colectivo de lo principal de las riquezas existentes y porque está privado de todo medio de producción: sí quiere sobrevivir tiene que pasar por el aro del trabajo asalariado. El capitalismo en su reproducción somete a los obreros a las necesidades de la ganancia y del interés nacional (la economía de guerra, ser competitivos). Sí sus intereses van bien permite que los obreros obtengan un nivel de vida más o menos equivalente al de su reproducción como fuerza de trabajo, pero sí la economía va mal o la guerra se impone, entonces la vida, la salud, la reproducción misma de los obreros y de la gran mayoría de la población, es inmolada en el altar de la supervivencia del capitalismo. Así pues, el capitalismo es una sociedad donde la vida humana es sacrificada a los dioses insaciables de la economía y la guerra. Cuando los obreros emprenden una lucha reivindicativa mínimamente consecuente están declarando que ellos no quieren sacrificarse como mansos corderos. Oponen sus necesidades humanas a las necesidades del capital. Su lucha inmediata lleva en germen un antagonismo irreconciliable con el Capital pero sí este antagonismo no es asumido entonces es derrotada y aplastada. Por eso la lucha de clase del proletariado no es “reformista” sino que o bien es derrotada y queda latente hasta una nueva explosión, o bien, acaba asumiendo su naturaleza revolucionaria.