¿Otro sindicalismo es posible?

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Ricardo Fuego
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Re: Para Paul Mattick, continuando el debate

Mensaje por Ricardo Fuego » 17 Ene 2006, 18:05

azahuria escribió:En primer lugar, rechazar algunas intervenciones que son agresivas contra ti y expresarte la más sincera solidaridad. Sin embargo, precisar que las intervenciones de Jorge no participan de esas actitudes sino que intentan comprender y argumentar.
No lo creo, para mí es puro teatro de su parte, lo cual lo hace peor que el resto. Quien intenta comprender y argumentar no habla como él lo hace. Pero continuemos...
azahuria escribió:Entrando directamente en el tema que plantea tu respuesta, es preciso partir de una diferencia que existe entre la sociedad feudal y la sociedad actual, capitalista.
En la sociedad feudal la división en clases era visible y evidente. Los individuos se topaban con ella desde que se levantaban hasta que se acostaban, desde que nacían hasta que morían. Algunos ejemplos:
1º Se nacía noble o se nacía siervo y resultaba muy difícil –prácticamente imposible- que un individuo pudiera cambiar su estamento de origen;
2º La división en clases de la sociedad se plasmaba en innumerables signos externos: la vestimenta del señor feudal era totalmente diferente a la del siervo; el señor feudal iba en caballo o en carroza, el siervo generalmente andando; el trato al señor feudal era de respeto y sumisión, el trato al siervo era de desprecio y aplastamiento…
3º La división en clases estaba inscrita abiertamente en la propia constitución del Estado: la realeza, la nobleza y el clero, ocupaban la posición privilegiada y tenían un derecho consagrado a ejercer el poder absoluto.
Estas manifestaciones formales de la división en clases de la sociedad han sido barridas por las revoluciones burguesas dando lugar a la libertad y la igualdad formales: todos los individuos son iguales ante la ley, todos los individuos pueden cambiar de condición social en virtud del principio de igualdad de oportunidades; la constitución del Estado no consagra ningún privilegio vinculado al origen social u otros factores.
En apariencia, la sociedad burguesa sería una suma de individuos libres e iguales. Los gobernantes serían elegidos en virtud de la decisión libre de los ciudadanos y así se dice que sí Estados Unidos está gobernado por Mister Bush es por culpa de los ciudadanos que así lo han querido. Las organizaciones (sindicales, políticas, sociales) harían lo que sus afiliados deciden soberanamente y se suele afirmar que sí CCOO hace una política anti-obrera es por culpa de los obreros que así lo han decidido. Etc.
Excepto en sus formas más obtusas y reaccionarias, la ideología burguesa admite que la sociedad estaría dividida en clases. Los individuos pertenecientes a las clases desfavorecidas estarían en ellas porque así lo habrían querido, porque serían unos fracasados o unos incompetentes, pues –como se dice corrientemente- “habrían perdido las oportunidades que les ofrece la vida”.
Tal es la imagen que la ideología burguesa proporciona de la sociedad actual: una comunidad nacional de individuos ciudadanos que, aunque divididos en clases pueden decidir libremente su propio destino. Cuando votan, cuando compran en las grandes superficies, cuando van al fútbol, cuando encienden el televisor o cuando se afilian a un sindicato lo hacen siempre “por que quieren”.
Esta visión deformada y mistificada ha sido denunciada por la lucha histórica de la clase obrera que es integral pues va más allá de una simple lucha económica abarcando las esferas política, social, ideológica y moral. Las obras teóricas que han nacido en este combate han demostrado que la sociedad burguesa no ha abolido las divisiones y diferencias de clase sino que las ha llevado hasta sus expresiones más extremas. Los hombres son iguales formalmente pero en la realidad las desigualdades de clase entre ellos son mucho más fuertes e insuperables que bajo el feudalismo. Tras la máscara ideológica de una explotación “libremente consentida” subyace la realidad cotidiana de una explotación forzada por unas condiciones sociales que no se pueden obviar. El contrato de trabajo no es un acuerdo entre iguales sino una imposición que el obrero no puede eludir. La producción y, alrededor de ella, las demás actividades sociales (desde el arte hasta la enseñanza, la justicia etc.) no tienen como objetivo satisfacer las necesidades de los individuos y proporcionarles la felicidad personal, sino someter todas las vidas a las leyes implacables de la mercancía, el interés nacional y la guerra imperialista.
Así pues no hay individuos libres y soberanos, hay una división de la sociedad en clases antagónicas. Burguesía y proletariado son las dos clases fundamentales.
De acuerdo.
azahuria escribió:Dices « Por otra parte, yo no creo que la clase obrera en este momento sea revolucionaria. Ser explotado no es sinónimo de ser revolucionario». La clase obrera no ha adquirido la conciencia, la confianza en si misma, la solidaridad, la fuerza colectiva, necesarias para afirmarse como clase revolucionaria. Pero eso no significa que no pueda llegar a ello. Es verdad que toda clase explotada no es necesariamente revolucionaria. Los siervos o los esclavos eran explotados pero no formaban una clase revolucionaria. En cambio, el proletariado es la primera clase explotada de la historia que constituye a la vez una clase revolucionaria.
Estamos hablando de cosas distintas. Yo sí digo que la clase obrera, por las relaciones sociales que produce cuando la lucha por su supervivencia la empuja a luchar por su autonomía plena, es la clase revolucionaria. Pero esto es potencialmente.

Actualmente, la clase obrera no es revolucionaria porque no se comporta de manera revolucionaria.

Tú hablas de una verdad teórica comprobada por la historia, yo hablo de la realidad empírica que es observable hoy. Una cosa no quita la otra.
azahuria escribió:Dices «Lo que no coincido es que l@s obrer@s como clase estén luchando en este momento contra la explotación. Están luchando por una explotación "más justa", en todo caso. No quieren dejar de ser esclav@s asalariad@s, sino recibir una mayor paga». ¿En qué nos basamos para afirmar que no quieren dejar de ser esclavos asalariados?
En que no quieren dejar de ser esclavos asalariados. O, en algunos casos, quieren ser dueños de su pequeño negocio o incluso patrones.

Actualmente, el nivel de lucha de la clase (reformista) demuestra que no tiene como objetivo consciente la abolición de la esclavitud asalariada.
azahuria escribió:No es una cuestión de simple voluntad pues sí así fuera caeríamos en la misma óptica de la ideología burguesa que dice que los obreros lo son porque no quieren aprovechar las oportunidades de tener otra vida mejor. Tú mismo reconoces que « sin la voluntad no podemos hacer nada, pero con la voluntad sola no basta: tenemos que desarrollar nuestro pensamiento de una forma no alienada de la realidad práctica».
En la clase obrera, a través de la lucha histórica y mundial de sus sucesivas generaciones, se desarrolla un pensamiento no alienado que es una fuerza de sus luchas. No podemos ver a los obreros como una suma de individuos. Sí es así lo que estaremos viendo es una fotografía en un momento dado que no hace sino reflejar el individualismo, la competencia y los prejuicios que engendra sobre cada uno de nosotros la presión de la ideología burguesa. Pero esos individuos pertenecen a una clase histórica con más de dos siglos de lucha contra el capital y, por consiguiente, pueden transformarse, a partir de sus experiencias y de las posiciones de la clase a la que pertenecen, de individuos dominados por la ideología burguesa y sometidos a la presión de la competencia y del individualismo, en seres totalmente diferentes que luchan como parte de una clase revolucionaria. ¿Cómo te explicas que el obrero miedoso, dubitativo, encerrado en sí mismo, se transforme dentro de una situación de grandes luchas en un ser solidario, combativo, capaz de impulsar acciones y pensar cosas que, unos días antes, jamás hubiera imaginado?
No es cuestión de voluntad (tampoco es una cuestión de conciencia), sino de actividad. Qué tipo de actividad es necesaria para superar la alienación.

Lo que la clase obrera históricamente debe ser y hacer ya lo tengo claro. Pero no podemos obviar la realidad empírica actual en nombre de esa verdad teórica.

No podemos adaptar la realidad a la teoría o mirarla únicamente a través de sus postulados. Es al revés: la teoría sirve a la práctica.

Tenemos que la clase obrera está sujeta a relaciones sociales que la convierten en objeto pero a la vez el capitalismo decadente la empuja a luchar cada vez más radicalmente, y es en la lucha donde la clase se convierte en sujeto.

Lo que digo es, simplemente, que todavia la clase obrera sigue siendo objeto y no sujeto. Esto hay que tenerlo en cuenta para cualquier acción en la actualidad.
azahuria escribió:Dices que «no creo que los sindicatos se opongan a la lucha reivindicativa en sí, sino a la unidad de la lucha reivindicativa con la lucha revolucionaria (de nuevo, unos de forma más consciente que otros). Hay sindicatos tan vendidos a la patronal que hasta se oponen a la lucha reivindicativa y la boicotean, pero hay sindicatos "duros" o "intransigentes" (como les llama la prensa) que promueven la lucha reivindicativa de forma radical». Cuando el capitalismo era un sistema social ascendente capaz de desarrollar las fuerzas productivas, el sindicato servía de cauce para la lucha reivindicativa de la clase obrera aunque en sí mismo no era el medio adecuado para la lucha revolucionaria. Cuando el capitalismo entra, desde la primera guerra mundial, en la era de las guerras y las revoluciones, convirtiéndose en un peligro para la supervivencia de la humanidad, las luchas reivindicativas expresan el antagonismo irreconciliable entre las necesidades humanas y las necesidades de una sociedad que lo subordina toda a la obtención de plusvalía y la guerra. Señalas que « No creo que toda lucha reivindicativa sea inevitablemente derrotada, de hecho no lo son. Muchas luchas reivindicativas que no aspiran a ningún fin revolucionario tienen éxito». Sin embargo, la realidad es que la inmensa mayoría de luchas reivindicativas no tienen éxito o, sí lo tienen, es meramente temporal pues, como tú mismo dices, el capitalismo, forzado por la crisis, vuelve a la carga con nuevos ataques a la condición obrera.
La clave está en que, como tú muy bien dices, el sindicalismo rompe la unidad entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria, cuando lo único que es consecuente para los obreros es partir de esa unidad, asumiendo en el plano político revolucionario el conflicto que existe entre la supervivencia del capitalismo y la supervivencia de la humanidad.
El sindicalismo amarillo de CCOO-UGT en muchas ocasiones se enfrenta abiertamente a las reivindicaciones obreras. Pero el sindicalismo “radical” al romper la unidad necesaria entre lucha reivindicativa y lucha revolucionaria lo que hace en realidad es una caricatura, una deformación, de la lucha reivindicativa. Sus tablas de reivindicaciones parten siempre de la suposición de que el capitalismo las puede otorgar y empujan a los obreros a verse “como esclavos asalariados”, a pedir una “explotación más justa”, los encierran en las jaulas del sector, la empresa, la economía nacional; les plantean meras acciones de presión sobre tal o cual empresario, sobre tal o cual gobernante. No se puede confundir lucha sindical con lucha reivindicativa. La primera ata a los obreros a las estructuras del capital, la segunda es el principio de un enfrentamiento con el capital que o bien es asumido conscientemente por los obreros en la perspectiva revolucionaria, o bien, conduce a la derrota. Esta derrota puede ser enmascarada a veces con una aparente y engañosa victoria económica.
La consecuencia de una derrota no es la reaparición de la lucha “reformista” sino una situación de humillación, de desmoralización, de pérdida de la solidaridad y del compañerismo, de atomización, de la cual sólo se recupera el proletariado tras numerosas luchas, numerosas experiencias, numerosas reflexiones, que vuelven a abrir la perspectiva de una lucha revolucionaria.
Saludos
Estoy de acuerdo.


Sintezando.

Tenemos una verdad teórica (históricamente, la clase obrera es la clase revolucionaria) pero también tenemos una realidad empírica de la cual no nos conviene abstraernos (actualmente la clase obrera tiene objetivos reformistas y lucha de manera reformista).

Yo no niego la verdad teórica, pero digo que no es saludable olvidarnos de la realidad empírica en nombre de esa verdad teórica. Ninguna teoría es verdadera o falsa independientemente de su comprobación en la práctica. En el momento en que la teoría se independiza de la práctica, se convierte en ideología.

Para l@s que queremos conscientemente destruir la sociedad de clases, l@s que por propia voluntad hacemos nuestros los objetivos históricos de la clase obrera, se trata de cómo hacer para contribuir a ese fin revolucionario, cómo hacer para que nuestra praxis individual y grupal contribuya a la autoemancipación de la clase.

Contribuir a que la lucha reivindicativa supere los límites sindicalistas y sea una con la lucha revolucionaria debe formar parte de nuestra praxis.
Ni partidos ni sindicatos, ni siglas ni dirigentes: ¡autonomía proletaria!

Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
cica_web@yahoo.com
http://www.geocities.com/cica_web

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Mensaje por Jorge. » 17 Ene 2006, 18:59

Gracias a azahuría por la confianza que me ha dado al afirmar que me gusta entender y argumentar. Pero después de la última afirmación de Mattick, en la que me considera «el peor de todos» por teatrero, esto es, por mentiroso, descalificación personal que se suma a las anteriores, que incluyen dentro de lo peor lo de seguidor de Goebels el nazi, abandono este debate. Sin pena y sin agravio, solo por no irritar a nadie.

Solo te hago —azahuría— una observación, la misma que le hice a Mattick, de que hemos de procurar no ver a la clase obrera o a los trabajadores «desde afuera», como observadores externos. Nosotros somos trabajadores, formamos parte de eso que se dice que es el movimiento obrero, y por eso deberíamos hablar en primera persona. «Nosotros, los trabajadores y trabajadoras somos». No «los trabajadores son».

Salud.

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Siroco
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Mensaje por Siroco » 17 Ene 2006, 22:49

Yo estoy de acuerdo con todo, aunque es bastante largo, pero cual sería la propuesta concreta de actuación, para ir señalando los puntos.

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Luis Nuevo
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Mensaje por Luis Nuevo » 18 Ene 2006, 09:46

Infiltrado escribió: la mayoría, la gran mayoría, la brutal mayoría, hemos decido organizarnos de cierta forma, y establecer cierto orden, y que vosotros tenéis la oportunidad de integraros (que sé que conceptualmente no puede ser),


Esa es la teoría del Pacto Social de Rousseau, que es falsa, pues la democracia no viene de una situación de libertad pre-social de individuos libres que aceptan unas normas, sino de un sistema de opresión (y es la continuación del mismo).

No es que no queramos integrarnos, estamos integrados a la fuerza porque nacemos en él y queremos cambiarlo, de arriba a abajo porque es injusto.
Infiltrado escribió: deberíais respetarnos al menos o si no, fíjate, os podéis montar la sociedad que os dé la gana: nadie va a ponernos problemas por ello.
Es que es tan sencillo que no sé por qué seguís insistiendo en "liberarnos".
¿Carencias en la democracia? Por supuesto, pero no tengo modelo real para compararlo con un proyecto anarquista de ámbito nacional o provincial, sólo teorías sobre la autogestión, que está muy bien para recuperar zonas rurales en decadencia, pero nada más.
Saludos con simpatía.
Uno no se puede sarlir de esta sociedad, ya ha habido experiencias, intentos de hacerlo, desde los falansterios de Fourier, y te acaba absorviendo. No digo que rechace como negativos esos intentos, todo lo contrario, pero paralelamente hay que incidir en un cambio social.
---------------

Y ahora que continue el debate sin demócratas de por medio.
Siroco escribió:Yo estoy de acuerdo con todo, aunque es bastante largo, pero cual sería la propuesta concreta de actuación, para ir señalando los puntos.

azahuria
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Discusión en directo

Mensaje por azahuria » 18 Ene 2006, 13:09

Quien sea de Barcelona y esté interesado /a en una discusión en vivo del tema puede a acudir a una reunión pública sobre el tema:
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... hp?t=12930
Saludos

azahuria
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Decadencia del capitalismo y sindicalismo

Mensaje por azahuria » 20 Ene 2006, 11:08

A JORGE:
Primero que nada animarte a que sigas en el Foro pues –aunque no compartamos la misma posición- aportas argumentos, tratas de comprender las posiciones opuestas.
A propósito del análisis sobre que el capitalismo está en decadencia planteas « Un axioma solo es válido para quienes lo aceptan, y yo no acepto tu afirmación. ¿Sobre qué bases se sustenta, qué estudios la demuestran?».
El análisis de que el capitalismo está en decadencia y que con ello cambian muchas de sus estructuras económicas, sociales y políticas, no es un invento de la CCI sino que ha sido desarrollado por diferentes corrientes históricas del movimiento obrero, incluídas las de tendencia anarquista.
Para no hacer un desarrollo largo y tedioso, se puede resumir en forma telegrámica algunas ideas básicas:
- La humanidad vivió durante muchos siglos bajo la forma de comunidades tribales, lo que se llama el comunismo primitivo. Su disolución llevó a la formación de las clases, el Estado y la explotación. Desde entonces (hace aproximadamente unos 10.000 años) la humanidad ha vivido bajo sucesivos modos de explotación: básicamente, el régimen esclavista, el régimen feudal y el régimen capitalista.
- Todo modo de producción o de explotación tiene una fase de desarrollo y un periodo histórico de decadencia que se produce cuando agota todas las posibilidades contenidas en su sistema de relaciones sociales, políticas, económicas etc., y se convierte en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas humanas.
- Como la humanidad vive bajo sociedades de clase, los periodos de decadencia dan lugar a graves convulsiones, violentas destrucciones, caos, luchas extremas… Ningún modo de producción es reemplazado de forma armoniosa y consciente sino a través de violentas luchas de clase.
Preguntas «¿Cuándo el capitalismo ha dejado de tener guerras y convulsiones?». Mientras la humanidad esté dividida en clases y sometida a la férula del Estado, habrá guerras y convulsiones. Eso es cierto. El capitalismo en su fase de desarrollo provocó enormes sufrimientos. Su triunfo fue el fruto de transformaciones sociales que causaron ríos de sangre. Podemos citar una sola de ellas: lo que Marx llamó la acumulación primitiva del Capital, proceso que describe basándose en la experiencia de Inglaterra y con cuya descripción numerosos autores anarquistas del pasado estaban completamente de acuerdo. Entre los siglos XV y XVII miles y miles de campesinos fueron arrancados de su terruño, convertidos en vagabundos y una vez en esa situación perseguidos, torturados, ahorcados a cientos, encerrados en casas de trabajo… De todo ese proceso de expropiación nació la clase obrera, es decir, seres humanos separados de todo medio de producción y de vida que no tienen para vivir más que sus manos y su cerebro.
Efectivamente, guerras ha habido siempre. Pero no todas las guerras son iguales. No son lo mismo las guerras napoleónicas o la guerra de liberación italiana en el siglo XIX que las dos guerras mundiales del siglo XX. Sin hacer un análisis demasiado extenso, podemos destacar dos diferencias fundamentales entre las primeras y las segundas. Las primeras contribuyen al desarrollo de las fuerzas productivas y a la liberación de amplios territorios de las asfixiantes trabas feudales. En cambio, las dos guerras mundiales del siglo XX son guerras entre Estados Capitalistas por el reparto del mundo no aportando el más mínimo desarrollo económico y social sino una fuerte regresión. Una segunda diferencia es que mientras las guerras del siglo XIX son en general de corta duración teniendo un coste relativamente bajo en vidas humanas y en destrucciones económicas, las guerras del siglo XX son de larga duración con un coste gigantesco en vidas humanas (70 millones de muertos entre las 2 guerras mundiales, ¡más que todos los muertos habidos en guerras desde los tiempos de Alejandro Magno!) y las destrucciones que provocan tienen graves consecuencias en vidas humanas, destrucciones económicas y, un aspecto nuevo en la historia, en la alteración negativa del equilibrio ecológico del planeta.
En la cuestión de la guerra podemos ver la diferencia entre aquellas que corresponden al ascenso de un sistema social y aquellas que corresponden a su declive y tendencia a la descomposición. En el siglo XIX tanto la tendencia anarquista como la tendencia marxista apoyaron la guerra de liberación italiana conducida por Garibaldi. En cambio, en el siglo XX, en 1919-20, la Internacional Comunista y la CNT coincidieron en la condena de la Primera Guerra Mundial viéndola como expresión del declive histórico del capitalismo.
A lo largo del siglo XX –y la tendencia sigue en el siglo XXI- la guerra se ha convertido en el modo de vida permanente de todo Estado Capitalista. Los gastos de armamento ocupan una porción importante del presupuesto de todo Estado Capitalista, grande o pequeño, esté gobernado por la derecha o por la izquierda, tenga un régimen dictatorial o democrático. Sí un Estado quiere hacerse respetar en la arena internacional debe acometer costosos esfuerzos de guerra y así vemos situaciones aberrantes como es que la India, Irán o Corea del Norte, someten al hambre a sus poblaciones mientras que el Estado posee el arma nuclear. Son 3 regímenes oficialmente diferentes en su ideología: democrático el primero, islamista el segundo y estalinista el tercero.
Otra característica del capitalismo del siglo XX y XXI es la omnipresencia del Estado en todos los aspectos de la vida económica, social, cultural etc. Es lo que se llama la tendencia general al capitalismo de Estado. El Capitalismo de Estado se desarrolla tanto en sociedades como la americana donde reina oficialmente la ideología “liberal” y el Estado apenas es propietario de nada como en otras como Cuba o China adonde el Estado es titular de amplias áreas de la producción. En ambos tipos de regímenes (el liberal-democrático y de partido único) se da un control totalitario del Estado sobre todos los aspectos de la vida humana y social.
¿Cómo ha evolucionado la situación económica de los trabajadores a lo largo del siglo XX y qué perspectivas hay para el siglo XXI? Desde la primera guerra mundial hay una caída continua pese a que se otorgan “mejoras” como los convenios colectivos y la institucionalización de los seguros sociales. Ese empeoramiento llega al abismo con los terribles sufrimientos causados con la segunda guerra mundial y la inmediata posguerra. Después, a partir de 1950 hay una relativa mejora (aunque con la contrapartida de una intensificación nunca vista de la productividad que conlleva una explotación que se podría llamar totalitaria pues engloba no solo la actividad física sino la actividad intelectual –el trabajador se ve obligado a “llevarse a casa el trabajo”). Pero desde 1980 hay un nuevo descenso a los infiernos.
Se trata de un descenso imparable: del trabajo fijo a la precariedad, caída de los salarios, despidos masivos e interminables, caída de las pensiones, caída del poder adquisitivo disfrazada por los mecanismos de crédito que provocan a término situaciones graves de endeudamiento, accidentes laborales que no paran de subir etc.
¿Permite esta situación un margen real para obtener reformas? La realidad es que no. El capitalismo no hace otra cosa que empeorar las condiciones de vida tanto de la clase obrera como de la inmensa mayoría de la humanidad oprimida.
Deterioro prácticamente irreversible de las condiciones de vida obrera y de la gran mayoría de la humanidad; Guerras Imperialistas incesantes; Capitalismo de Estado; Control Totalitario del Estado sobre el conjunto de la sociedad… añadamos otro fenómeno que se ha venido acelerando en los últimos 50 años: la destrucción del equilibrio ecológico que está alcanzando límites que ponen en peligro la supervivencia misma del planeta.
¿A qué corresponde todo esto? Es razonable atribuirlo a la senilidad y decadencia del sistema social capitalista.
Se podría objetar que el capitalismo “goza de buena salud” pues las cifras macroeconómicas son buenas o las empresas tienen más beneficios que nunca. Es lógico que en una economía drogada y adulterada por el control estatal las cifras sean siempre “buenas”. Es lógico que las empresas cuyos gestores viven de garantizar buenos dividendos a los accionistas los resultados sean eternamente “buenos”… Pero por debajo de esa apariencia deslumbrante, de ese mundo de rascacielos, de despachos de lujo, de recepciones elegantes… late una realidad mucho más sórdida y cruel que es la de la precariedad, los ritmos insoportables y su correlato los accidentes de trabajo etc. ¡Y todo eso se limita a una pequeña parte del planeta pues el resto del mundo se hunde en un caos y una barbarie fuera de control!
Hasta aquí una tentativa de respuesta breve a tus objeciones. Para no ocupar demasiado espacio del Foro cortamos aquí. En otro post intentaríamos desarrollar qué consecuencias tiene esa situación para la lucha de la clase obrera y para la actividad de los sindicatos.

azahuria
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8 razones

Mensaje por azahuria » 01 Feb 2006, 17:30

Siroco1 plantea cómo seguir el debate sobre la cuestión sindical. Todos los participantes se han manifestado claramente contra el sindicalismo de CCOO y UGT. A partir de ese punto han aparecido 3 posturas:
Una (Jorge, Luis Nuevo y otros compañeros) que defienden que un tipo de sindicalismo –el anarcosindicalismo- es una herramienta válida para los trabajadores
Otras dos posturas (las de Paul Mattick –CICA- y la de Azahuría –CCI-) que consideran –aunque con argumentos que no son totalmente coincidentes- que el sindicalismo EN TODAS SUS FORMAS actúa contra los trabajadores
Como respuesta a lo planteado por SIROCO, aportamos 8 razones que a nuestro juicio avalan nuestra posición:
1ª Razón: El capitalismo entró desde principios del siglo XX en su periodo histórico de decadencia. Este periodo acarrea una serie de cambios fundamentales en la lucha obrera: ya no es posible la distinción entre programa mínimo y programa máximo, la única lucha posible es la que se encamina hacia la Revolución Mundial; imposibilidad del reformismo; necesidad de la lucha directa de masas contra la máquina estatal burguesa… Estos cambios hacen que los sindicatos dejen de ser armas de la clase obrera y la impulsan a una organización directa y autónoma que tomó la forma en 1905 y 1917 de los Consejos Obreros pero que debemos estar abiertos a las formas concretas que se planteen en nuestra época. La argumentación la dimos en la respuesta de Azahuria a Jorge. Ver: http://es.internationalism.org/taxonomy/term/25/9/
2ª Razón: Los sindicatos nacieron con un fin específico: la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores al interior del trabajo asalariado y de las relaciones económicas que giran a su alrededor (mercancías, división en sectores y naciones). No pueden poner en cuestión por tanto el capitalismo y cómo este está en una crisis cada vez más grave no pueden oponerse con eficacia a los despidos y los ataques siempre peores que lanza contra los trabajadores. Desde principios del siglo XX, se desarrollaron tendencias sindicalistas revolucionarias, anarcosindicalistas y unionistas (AUU alemanas). Estos intentos de adaptar los sindicatos a una lucha revolucionaria fracasaron todos (Ver: http://es.internationalism.org/rint/2005/120_CGT.html)
3ª Razón: El interés de la empresa y el interés de la economía nacional exigen despidos, precariedad, baja de salario etc., para ser competitivos en un mercado mundial cada vez más saturado. El sindicalismo no puede oponerse a esos imperativos pues no puede romper con ese marco nacional y sectorial. Por ello se inventa una pretendida oposición entre el interés del Empresario y el interés de la Empresa dando a entender que ambos no coincidirían y que el interés de los trabajadores sería defender el “verdadero interés de la empresa” frente al egoísmo y la rapacidad del empresario. De la misma manera, habla de un interés general de la economía nacional que respondería a los intereses “de la mayoría” y que supuestamente sería conculcado por el gobierno de turno, las multinacionales y otros “vende patrias”. Con estos subterfugios el sindicalismo ata de pies y manos a los obreros al carro de la defensa de la economía nacional y la empresa.
4ª Razón: Aunque se envuelva con el disfraz ultraliberal, el Estado invade todos los aspectos de la vida económica y social, especialmente lo que se llama las “relaciones laborales” sometidas a una minuciosa reglamentación. Los sindicatos no pueden escapar a los imperativos legales que impone el Estado y por eso, incluso el anarcosindicalismo, acepta el marco legislativo. Una parte del sindicalismo participa en los Comités de Empresa y las elecciones sindicales. Sin embargo, el rechazo a estos tinglados y su reemplazo por la actividad de secciones sindicales “libres” no constituye una verdadera alternativa pues ningún sindicato puede soslayar el marco legal que le impone el Estado.
5ª Razón: El sindicalismo en todas sus formas acepta la división capitalista del trabajo: por empresa, sector, región y nación. El anarcosindicalismo lo reconoce explícitamente al plantear que cada grupo sindical de empresa, de sector etc., es soberano en su ámbito específico (para coordinar a estos grupos preconiza el pacto federal). Pero esa división capitalista del trabajo constituye una potente fuente de división y atomización de los trabajadores que éstos tienen que romper mediante la lucha directa de masas que partiendo de un foco se extiende a los demás trabajadores bajo el planteamiento de la SOLIDARIDAD DE CLASE.
6ª Razón: Los métodos de lucha del sindicalismo están basados en huelgas largas encerradas en la empresa o en el sector teniendo como objetivo hacer presión sobre una empresa o grupo de empresas o proponiendo la intervención de las autoridades del Estado para “resolver el conflicto social” (acciones demostrativas o de presión). Estos métodos son totalmente inútiles en el periodo histórico de decadencia del capitalismo en el cual ante una crisis de sobreproducción más o menos crónica las acciones de presión sobre una empresa o las huelgas largas no le hacen ningún daño pues le sirven para reducir stocks no vendidos y, por otro lado, todos los empresarios están unidos contra la clase obrera a través del Estado vía las específicas organizaciones patronales. Esos métodos han sido reemplazadas en las auténticas luchas obreras por la acción directa de masas, la extensión de las luchas, la convergencia masiva en la calle, las asambleas, las concentraciones sin distinción de empresa o región. La fuerza de los trabajadores es lograr agruparse, manifestarse y organizarse como clase unida y autónoma que se enfrenta al conjunto del Estado burgués.
7ª Razón: La forma de organización sindical lleva necesariamente a la burocratización por muchas cataplasmas que se le pongan (asambleismo, rotación en los cargos, funcionarios no pagados). En primer lugar, se basa en que un grupo de trabajadores más o menos amplio se proclama previamente representante del conjunto. En segundo lugar, es una organización sectorial y por empresas que conduce a la división de los trabajadores. En tercer lugar –y esto es lo más importante- en la medida en que no es posible una lucha permanente por reformas o mejoras reales la actividad sindical carece de sentido para los intereses obreros y por eso –a diferencia del siglo XIX y principios del XX- los obreros tienden a abandonar los sindicatos. En oposición a todo ello la lucha obrera genera en su mismo curso una organización directa, salida de la lucha y para la lucha, que abarca a todos los obreros, donde todos pueden pensar, discutir y decidir juntos. Una organización que cuando la lucha se acaba se debe disolver hasta una próxima lucha.
8ª Razón: Que la organización general de los obreros se disuelva una vez acabada la lucha para que nadie hable en su nombre, no quiere decir que los compañeros más conscientes o combativos no se organicen. Pueden y deben organizarse pero no para representar al conjunto de los compañeros sino para sacar lecciones de las experiencias de lucha habidas, ligarlas a las experiencias históricas y mundiales del proletariado y hacer propaganda de las conclusiones que todo ello conlleva.

Yepa
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Mensaje por Yepa » 01 Feb 2006, 18:08

bufff azahuria aprende a sintetizar tus argumentos, tus post parecen mitines, son un poco infumables.

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