Tenemos un buen puñado de revistas de análisis capitalizadas por cuatro o cinco popes del antidesarrollismo. Bien parapetados desde la torre de marfil del teoricismo, prefieren inmovilizar(se) desde la pulcritud dialéctica, antes que enfrentar la contradicción que implica hacer, estar, ser con la gente. Ay, lxs anarquistas refractarios (que dicen ser, claro).
Abjurar de la Revolución porque lo importante es no remar en pos de nada. No dar el paso porque detrás unx, todxs podemos abismarnos en la innoble contradicción del/de la que construye. Mantener la apariencia intachable de un movimiento que no está o que si está, está donde menos hacer puede. El nicho de mercado de lxs abandonadxs, de lxs que ya han pasado por todo, de lxs que ya poco tienen que ver con la gente que empieza a ilusionarse con las posibilidades positivas de la organización social, no solo anarquista, sino popular. Porque mejor hacer poco o nada, antes de avanzar en demasía en el frente de lxs que todavía están dentro, de lxs que las están pasando canutas en su pelea por la supervivencia, en su lucha por una vida digna en esta mierda, sí, de sociedad industrial. Pero luego se nos llena la boca de luchas de barrio... No es activismo, señores, es pelear con lxs de al lado y aprender en el camino, mancharse, cagarla, seguir hacia delante a pesar de todo.
Un movimiento de “decenas” de personas con constantes llamamientos a la organización vehicular, cooperativa y no directiva, sospechamos que poco fructíferos debido a la falta de tiempo para el debate, el ajuste de posiciones unívocas, no voluntaristas... En fin. Nada que ver con los lideratos individuales y las peleas de mentes.
Dicen: "¡ASÍ NO VAMOS A NINGÚN LADO!". Qué obsolescente su asumida superioridad moral. Ya sé que a ellos le da igual, pero a la mayoría no tanto. Su autoimagen de agoreros íntegros, preclaros adalides del hipercriticismo militante, sulfura su producción cultural. Qué lástima. Ni siquiera saben que también bailan en la pista de baile del resto: el ascua a su sardina y el prestigio inatacable en la banda de lxs cuatro gatxs de siempre. Imagen.
En el terreno de la pelea política, sin embargo, su arsenal dialéctico juega con el utillaje de lxs pequeñxs: que si “plataformistas”, que si “sindicaleros”, que si “reformistas”… Todo muy fino, todo muy XIX, como la simple idea de la toma de postura ante lo que pasa a su lado y se les escapa, porque, oye, ¿habrá que mojarse en esto del anarquismo organizado y social, no? Porque, oye, ¿algo está pasando, no? Porque, oye, ¿cómo es posible que tengan casi mil nombres detrás?
Con un nivel de discurso incapaz de acoplarse a la realidad palpable de las luchas de abajo, pretender convencer al/a la que se está fogueando con la verborrea del maestro me parece, como poco, una contradicción con su deseo de apelar a los valores de las comunidades orgánicas. No se lo creen ni ellos. Su permanente decepción será ignorada por lxs que, con el tiempo justo para pensar sobre el hacer, sabrán reconocerlos como “hijos de la farandula grupuscular”. Pero, claro, somos nosotrxs, lxs “anarquistas de derechas”, lxs elegidos por ellos para, así como si nada, ponernos la etiqueta de enemigxs del pueblo.
Como el/la enemigx real queda lejos, mejor la guerra dentro –deben pensar-. Qué pena. La historia, de la que tanto hablan y que tanto usan para sus propios intereses, los pondrá en su sitio, al igual que a todxs, claro, unxs más manchadxs que otros, otrxs con las manos en la panza de tanto mirar de lejos, otrxs incapaces de saber por qué dijeron ser lo que no han sido nunca.
Anarquista refractario de los que participa en los movimientos sociales “ciudadanistas”, “reformistas”, “no finalistas “ de la gente, y no para radicadizarlos, sino para emfrentarme al sistema desde abajo y con lxs demás.