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El rompecabezas de la CAI

Enviado por anonerror (no verificado) en Lun, 10/11/2014 - 06:10

El rompecabezas de la CAI

Por Leo Var­gas, miem­bro del movimiento veci­nal zaragozano

Muchas pre­gun­tas quedan abier­tas estos días a la vista de la pre­sentación de las con­clu­siones sobre la gestión de la primero fusion­ada y luego absorbida Caja de Ahor­ros de la Inmac­u­lada. Una gestión que pre­cip­itó el hundimiento de la caja desde el año 2000. Todo ello parece ser que al calor del ladrillo y la inver­sión suicida. En Aragón también hemos tenido nuestro caso Bankia, aunque se ha hablado realmente poco de él.

Este 6 de noviem­bre, la comisión de inves­ti­gación de las Cortes Aragone­sas sobre la gestión de la CAI ter­minaba su labor y, a la vista de las con­clu­siones, no ha hecho sino poner por escrito lo que era evi­dente, aunque queda la sen­sación de que fal­tan piezas por enca­jar.
Que la segunda caja aragonesa, que goz­aba de plena sol­ven­cia, o eso nos con­ta­ban, y con­taba hasta con la ben­di­ción celes­tial (no olvidemos que fue fun­dada por un patronato católico) pase a ser rescatada en 10 años y acu­mule un ingente pat­ri­mo­nio inmo­bil­iario invendible es como poco chocante. A ojos de cualquier ciu­dadano debería resul­tar ver­gonzoso, porque detrás de una gestión cat­a­stró­fica se esconde la mis­e­ria para muchas per­sonas y el engaño generalizado.

De ahí mi per­ple­ji­dad., pro­ducida no solo por los resul­ta­dos de la comisión, más que esper­a­dos, sino por el rel­a­tivo silen­cio mediático en torno a un tema como este, que bien pudiera ser el escán­dalo económico más grande de Aragón en décadas.
Por supuesto las cul­pas hay que repar­tir­las. No hubo un solo actor sino muchos. Desde las más altas instan­cias (pres­i­dentes y ejec­u­tivos) hasta trabajadores/as que vendían humo a sabi­en­das de lo que esta­ban haciendo. Sí, humo y basura, aunque la pal­abra suene fea.
Porque pura bazofia eran los crédi­tos con­ce­di­dos a miles de per­sonas que se vieron asfix­i­adas por la deuda o, aún peor, perdieron sus casas, muchas de las cuales ter­mi­naron en desahu­cio. Se con­cedieron crédi­tos de riesgo hasta por encima del valor de com­pra a famil­ias que han ter­mi­nado endeu­dadas de por vida con unos cri­te­rios más pare­ci­dos a la usura que a otra cosa, ges­tion­a­dos a través de una suerte de caja en para­lelo, la lla­mada CAI inmuebles.

Mov­i­lización anti-desahucios en la sede cen­tral de CAI. Fuente: arainfo [1]

Apes­tan tam­bién las rela­ciones enve­ne­nadas con toda suerte de aven­tureros de la espec­u­lación y el ladrillo, que lle­varon a opera­ciones tan deli­rantes como urban­iza­ciones con cam­pos de golf con cien­tos de vivien­das, como las Mar­gas Golf, en Sabiñánigo donde se han ter­mi­nado tirando pre­cios con tal de quitarse la ladrillada de encima. Todo ello de la mano de la familia Noza­leda y su empresa Nozar, que empezó como una de las empre­sas estrella de la Expo 2008 y ter­minó como estrellada.

Aunque no fueron las úni­cas pro­mo­ciones que se estrel­laron. Aquí y allá uno se encuen­tra con vivien­das nuevas y vacías de con­struc­toras desa­pare­ci­das que fueron aval­adas por la CAI. En el mismo Zaragoza sobre todo, pero tam­bién en su entorno (Cuarte, Zuera…), en Calatayud, Zuera, Huesca o el Pirineo.

Y la cortina de humo se ha descor­rido ahora que se sabe que se prestaron nada menos que 3000 mil­lones de euros en opera­ciones inmo­bil­iarias. Una ter­cera parte de todo el vol­u­men cred­iti­cio de la enti­dad fue a este tipo de pro­mo­tores y no está claro cuanto de ese dinero se ha recu­per­ado y cuanto se va a poder recu­perar.
De camino aparecieron opera­ciones tan tur­bias como el lío del Bal­n­eario de Pan­ti­cosa y el Pan­ti­cosa Resort. Despi­dos, obras paradas durante años, quiebra téc­nica y todo ello tras una destroza impor­tante en el entorno pire­naico. Si miramos hacia los socios en esta aven­tura, entre ellos Nova Caixa Gali­cia y Bankia, poco más hay que añadir.

Ima­gen del Pan­ti­cosa Resort, uno de los nego­cios estrel­la­dos de la CAI

Claro, ahora viene la comisión de inves­ti­gación y nos dice que Caja Inmac­u­lada tuvo mala praxis, inefi­caz análi­sis de ries­gos, que no había con­troles ni audi­torías ade­cuadas y que la direc­ción tuvo un com­por­tamiento cod­i­cioso que pre­cip­itó lo que muchos veían como inevitable. real­mente se limita a poner en unas 240 pági­nas lo que muchos, igual demasi­a­dos, sabían. Por ello resulta extraño que protesten por las fil­tra­ciones a la prensa. Fil­tra­ciones de secre­tos a voces.

El asunto CAI, respecto al tema de las cajas de ahorro, tam­poco es nada nuevo en el Estado Español, solo habría que cam­biar el nom­bre: direc­tivos puestos más por sus amis­tades que por sus conocimien­tos económi­cos, caren­cia de órganos de con­trol reales, acu­mu­lación de poder en los cuadros direc­tivos y, como guinda, jubi­lación y despi­dos de oro para los respon­s­ables del desas­tre, de los que se lleva la palma Tomás Gar­cía Montes, que se embolsó en su paso por la enti­dad 4.200.000 euros.

Todo ello por supuesto con la impre­scindible inep­ti­tud del Banco de España, que avisó de los prob­le­mas cuando ya no tenían solu­ción viable. Total 7 añi­tos de nada, aunque el riesgo cred­iti­cio mul­ti­plic­aba por tres lo que se con­sid­era idóneo.

El Con­sejo de Admin­is­tración de la CAI en 2010, en plena cuesta abajo

Pero algu­nas cosas sí que lla­man la aten­ción en el pro­ceso. En primer lugar que la CAI no era un exper­i­mento reciente pre­cisa­mente, sino una enti­dad que llev­aba fun­cio­nando desde 1905. Nido de oli­gar­cas, como todas, pero que era percibida como estable por miles de aragone­sas que tuvieron durante años sus ahor­ros en la cuerda floja sin saberlo.

Pero, sobre todo, sor­prende el rel­a­tivo silen­cio mediático en torno a todo este lodazal económico. Igual tiene algo que ver con que el que se ha quedado el nada des­deñable pas­tel de ser la única caja aragonesa es el ver­dadero capo de esta tierra, sobre el que opera una tácita ley de silen­cio: Ibercaja.

Claro, la caja de cajas aragonesa es propi­etaria de una ter­cera parte de Her­aldo de Aragón, gasta mil­lones en pub­li­ci­dad en todos los medios y esos medios igual pre­fieren no mover mucho el cadáver, no vaya a ser que apeste.

Tam­poco hay que olvi­dar que por los con­se­jos de admin­is­tración de la caja pasaron muchas per­sonas, algu­nas bas­tante nota­bles y parte del empre­sari­ado zaragozano que ha optado por el calla­dito estoy más guapo, visto que callaron cuando la caja emprendió una huida hacia ade­lante que segu­ra­mente no ignoraban.

El des­tino de la Caja ha quedado reducido a una Fun­dación con un 4,85% de par­tic­i­pación, patrocin­ios deportivos y un informe remi­tido a fis­calía, que ya ver­e­mos en que se sus­tan­cia. Años después de la quiebra encu­bierta de momento en impunidad.

A la ciu­dadanía nos quedarán las pre­gun­tas y nos seguirán fal­tando muchas piezas del puz­zle, pero da la sen­sación de que tam­bién fal­tará quien las encaje en su sitio. Como ya he dicho, el hundimiento de la CAI no fue cosa ni de cua­tro per­sonas, ni de cua­tro días y lo que parece claro es que hubo muchos espec­ta­dores del pro­ceso que eludieron resolver el rompecabezas.

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