Acabamos de abrir un nuevo local anarcosindical en Betanzos. Sí, ya lo sé, estoy muy pesadito con el asunto ¡Ni que fuese a hacerse la Revolución!- dirán ustedes-. Pues sintiéndolo mucho les diré que sí. Abrir un local sindical, como abrir un ateneo, publicar una revista, o darse un paseo por el monte sin tener que pedir una subvención a la Diputación, pues también son Revolución.
¿O que se esperaban ustedes que era? ¿Estar esperando a que vinieran otros y emulando a los del 36 instauraran el Comunismo Libertario? Pues anda que no se hizo revolución antes. Nuestros abuelos para hacer lo que hicieron en el 36, pues estuvieron unos 50 años abriendo locales, ateneos y periódicos. Diles tú que eso no era Revolución.
Además si no les gusta que haga publicidad del sindicato de mi pueblo, pues no me hubieran dejado escribir aquí. Que yo no les tengo culpa de que en mi cabeza mía tenga estas cosas metidas, que los asuntos del anarquismo virtual están bien, pero que Internet no me ha quitado a mí de levantarme todos los días a las 7 para eso tan vulgar de llevar las lentejas a casa.
Y que les voy a contar a ustedes que son capaces de llenar un foro de las cuestiones más transcendentales del mundo mundial. Viendo los titulares, uno se acojona- Después de discutir si admitimos o no a los Cátaros como antecedente del anarquismo internacional- introducir aquí la osadía de afirmar que la próxima revolución va a tener sus orígenes en la Villa de Betanzos – va a traer cola, rayando en la herejía y en el Cisma.
Pero a lo dicho pecho, y a ver quien es el guapo que me lo rebate, que afilada tengo la pluma dispuesto al combate, y a muerte si fuera proceder.
Así que amigos no tienen más que tres caminos. O seguir esperando a que otros les hagan su revolución perfecta, reconocer lo dicho en este escrito, o ponerse, y demostrarme a mí y a todos, que ustedes no solo pueden, sino que lo harían indudablemente mejor. La humanidad toda les estará agradecida. Hay tanto por hacer