Firme partidario de la Monarquía Sin Burocracia


Monarcas sin disfraz

Estos días sostengo una resistencia pasiva con los vecinos que van a votar para que no triunfe la ultraderecha. Cuando me reitero en no votar –por tradición, porque sí, porque no–, se indignan, lo cual me divierte. Me recuerdan lo de Hitler, etc. Y yo les digo que con miedo no puedo votar, porque el voto del miedo, nunca será democrático. Y sin miedo sí que podría votar, pero no me da la gana. 

En fin, que ahí vamos y todo se lía, porque en un debate de esos que con la calor y la cerveza a las tres de la tarde, a 44º y viva el Cambio Climático, me he visto defendiendo la institución tradicional de la monarquía frente a la republicana. He de decir que lo hago un poco porque me gusta la polémica, y otro poco porque me agrada pinchar a quienes se dicen marxistas, comunistas, etc. Os aporto el argumento por si os da la risa.

Los reyes tradicionales de pueblos muy muy lejanos, del año 10.000 y anteriores, encarnaban siempre un principio superior a la Ley, porque eran los que la traían del Cielo. En relación directa con los dioses, el rey proporcionaba un código universal de conducta a los humanos, siempre colocándose al margen de esa Ley (ya que es superior a ella). Por eso la persona real es inviolable, porque (al igual que los dioses que abren la tierra y se tragan a mil personas) el rey carece de moral. De esta manera congruente, el rey legisla en contra del robo y el asesinato, y arbitrariamente puede robar y asesinar.

No hay más que acordarse de que casi todas las historias de las dinastías monárquicas, comienzan con algún asesinato horrible. El aspirante mata a su hermano, se casa con su hermana, saca de la tumba los huesos de sus ancestros, los pulveriza, hace tisana, se la bebe y recibe una visión. Muchas dinastías de casas reales actuales europeas comienzan –no hace tanto tiempo– con un asesinato y un casamiento de parientes cercanos.

Estos hombres violentos, sin embargo, tenían varias limitaciones. La primera, la de la distancia. Como carecían de un aparato eficaz de funcionarios, y no disponían de un Estado eficiente, la gente –sencillamente– se alejaba del rey. Un rey absoluto podía mandar tan solo allí donde estaba su cuerpo. Fuera del alcance de, pongamos cien metros, ese poder se iba desvaneciendo. Otra limitación era la del respeto. Evidentemente una persona descendiente de dioses, o que recibía la gracia de Dios, o que era el mismo Dios, tenía que ser tratada con sumo respeto. Es algo que todos los tipos violentos exigen: ¡respeto!, como Marlon Brando. Si te los encuentras tienes que inclinarte, gemir, y con la mirada baja caminar hacia atrás antes de salir zumbando. Esa barrera al rey a través del respeto va creciendo con el protocolo, de manera que para poder interactuar ante el rey, que suele estar confinado en un palacio y en unas habitaciones concretas de las que no sale ni pa cagar, hay que someterse a unos disparatados rituales solo conocidos por algunos criados y guardaespaldas íntimos, de forma que el rey queda más aislado que un microbio en una probeta. Más aún porque su cuerpo de fieles y esposas, una vez muere el rey, suelen acompañarlo al Más Allá de buen grado, sometiéndose a estrangulamientos rituales para seguir sirviéndole en el Cielo. Y los súbditos, felices, podían hacer y deshacer a su antojo, hoy me levanto, ahora me acuesto, disfrutando de la presencia del monarca para algunas fiestas y rituales, o para la guerra o el deporte y para de contar. Borrón y cabrón nuevo. 

Todo eso se ha perdido con los Estados modernos republicanos, con su retorcida Administración y su Terrorismo Burocrático, que para hacer una instancia, tienes que pedirle la cita con certificado digital a un robot insertando el código que te mandan por sms, y si no te llega, disculpa y prueba otra vez o regístrate en Clave y ve en cuerpo presente pidiendo cita previa y vuelve a empezar. 

Por eso soy un firme partidario de la Monarquía Tradicional sin Administración. Y por eso mis amigos me insultan diciéndome que «contigo no se pué habrá de ná en zerio». Pos como que no.

Comentarios

No existe monarquía sin burocracia, aunque no se le llame así. En el antiguo Egipto existían todo tipo de "funcionarios" (escribas, sacerdotes...) No hay monarquía sin su estructura piramidal y no me imagino que el acceso a esas figuras "i-rreales"que se creían desendientes de dios o los dioses, fuesen más accesibles que cualquier institución de estso Estados modernos, que dicho sea de paso, algunos también son monarquías. Las repúblicas tampoco están exentas de burocracias y trabas. Las instituciones de poder son más complejas que una pequeña empresa en la que te puedes cruzar con el "jefe" o dueño de la empresa. Sin embargo, a medida que la empresa se hace más grande, también se rodea de una estructura y cadena de mando en la que hay que seguir el conducto reglamentario antes de llegar a un responsable mayor que tu encargado, jefe de sección o responsable local...

La monarquía actual no es diferente a la retorcidas administraciones de las repúblicas de los Estados modernos. Monarquías como la española también te atiende un bot o te piden certificado digital on line con código por sms y toda su enrevesada burocracia que, en muchas ocasiones no funciona, porque la red virtual tiene más cortes que una res de ganado vacuno. República y monarquía, son parte de la misma porquería...

¿Qué voto es democrático...? En estas democracias, con o sin miedo, se imponen las mayorías y sus discursos.

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