Grandes Relatos y buenos relatos

He pasado un mes de retiro, meditando, con los chamanes de la Curruca Amarilla del Delta de Guatemala, intentando perfeccionar un silbido que emplean para forzar cerraduras. La vibración sostenida desmanganilla los mecanismos y hace innecesario el taladro de punta de diamante y el ariete. Tras un mes dale que te pego, puedo asegurar que me sale a la perfección la partitura de "El bueno, el feo y el malo".

Como digo, parece que habrá elecciones, etc. En Madrid, en Cataluña, donde sea. Lo primero que me gustaría señalar, es que está muy claro que esos políticos necesitan mucha ayuda, mucha comprensión, y todos esos votantes abnegados que votaron para detener al fascismo, deberían visitar los despachos, oficinas, locales, y centros de sus partidos favoritos, para ponerse a las órdenes de los que vayan en las listas. ¡Claro que sí! ¡Votantes! ¡apoyad a vuestros diputados de  circunscripción! Darles buenos consejos, masajes en la espalda y en el cuello, o hacerles una buena paja. Esa es la actitud para que el voto sea activo. Porque echar la papeleta sin más, es voto pasivo.

Pero no quería hablar de eso, si no de lo que llaman ahora "El Relato". Lo escuchado en diversas partes, que "hay que crear Relato". El Relato viene a ser una especie de narración simplificada, con la que el político de turno explica a sus votantes, los hábiles movimientos tácticos de sus dirigentes, por supuesto todos justificadísimos. El PSOE, Unidas Podemos, el Partido Popular, Ciudadanos, Vox, ERC, Bildu… Todos tienen un Relato.

El Relato, en mi opinión, no es más que lo que antiguamente se llamaba "vender la burra", o más modernamente "vender la moto". Una moto vieja, cara, y que no anda. 

Yo también tengo este relato que ofreceros. Atentos: en España hay un montón de empresas y de empresarios, juntas de accionistas, especuladores, banqueros… En esas empresas, una vez se descuentan los gastos e inversiones, quedan los beneficios. El reparto de beneficios se hace del siguiente modo: el 48% se da a los trabajadores en forma de salario; el 52% se lo quedan los empresarios. Mi propuesta es la siguiente. Aquel partido que se comprometa en la legislatura, a conseguir que el 60% vaya a salarios y el 40% a beneficios empresariales, con un programa creíble, yo voy y le voto. Este relato mío no es ninguna locura. Es puro reformismo matemático. Los empresarios aún saldrían ganado muchísimo, y los trabajadores mejorarían notablemente sus salarios, con lo cual podrían cotizar más para las pensiones… Puede que haya algún economista que prediga un incremento de la inflación con ese alza de salarios. Pero entonces pregunto… ¿Por qué? Al fin y al cabo los beneficios son los mismos. Lo único que cambian son las manos que las manejan. Es decir, ¿por qué un incremento salarial del 10% es malo para la inflación, y en cambio que los empresarios se embolsen año tras año esa misma millonada, es una bendición del cielo?

Ya tenéis Relato. Y del bueno. Podéis construirlo, ustedes solitos.

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