Dilemas de pensionistas

Paseando en las manifestaciones de jubilados de estos días, estaba echando cuentas con un amigo de lo que le va a quedar con la subida de Rajoy. El colega tiene una pensión de cuatrocientos ochenta y ocho euros, y cobra el complemento a mínimos hasta los seiscientos cinco. Si se le aplicase el 3% de subida, la pensión se pondría en poco más de quinientos euros, se le seguiría completando el complemento a mínimos hasta seiscientos cinco…, y ¡Tachán! se quedaría igual que está. Cuando le he mostrado el percal, se ha puesto a reír como un loco y aún tiene espasmos como convulsivos, y una especie de delirio en el que aparece muchas veces, la palabra "putas", como si esas señoritas tuvieran la culpa de algo. Luce el solecito, tras tanto día nublado. Vuelve el optimismo. Pero empeora la cosa cuando le explico que igual no se va a quedar, porque la vida, los impuestos, los precios y los ascensores, suben.

Hablan en la tele, en la prensa, en el Congreso, de las pensiones, y de que no se puede sostener el Sistema…,  cuando en realidad el problema es de reparto. Hablan de la disminución de nacimientos y del incremento de la esperanza de vida, como si ese fuese el obstáculo. ¿Acaso la productividad por hora trabajada no se ha incrementado por diez mil desde la revolución industrial? ¿No es verdad, que un tractor, una cosechadora, una excavadora, un robot o un ordenador, sustituyen a miles de trabajadores, sin crear problemas ortostáticos? ¿Qué necesidad hay de producir obreros depauperados, cuando una máquina puede remplazarnos cómodamente? Si no nace tanta gente como antes, yo lo veo positivo. Morirán menos personas, y siempre podemos fabricar máquinas más eficaces y productivas que nos paguen las pensiones. Sin contar con los beneficios del sexo sin contagio.

Entonces, el dilema no es económico. La cuestión social de la supervivencia de ancianos, trabajadores, viudas, estudiantes…, es política, ideológica. La gente que manda y que infla sus cuentas corrientes, no podría soportar vernos contentos, ociosos y felices. Reventarían como un abceso lleno de pus verde amarronada y pestilente, si no nos hicieran padecer. Para la ética protestante y calvinista que impera, es necesario sufrir, pero que a base de bien, para que se cumpla la maldición bíblica. El problema no es de dinero, si no de maldad. Creedme: el Mal, existe, es racional. Y domina el planeta como si tal cosa, mientras nos manifestamos por el dos, el tres o el cuatro por ciento, dejando que esos tipos sigan llevando las cuentas. ¿Qué es lo que hace que esa gente tan vulgar, tenga tanta prominencia o preeminencia? ¿Drogas?

Recemos para que si nos suben un puntillo, no nos quiten el complemento a mínimos.

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