Editoriales anarquistas que mantienen vivo el espíritu libertario en Colombia
Sin apoyo económico y apuntándole a la difusión de sus ideas, desde hace unos cinco años se han fortalecido estas editoriales en varias ciudades del país. Su labor, alejada de la industria literaria tradicional, es rescatar autores clásicos como Kropotkin o Malatesta y difundirlos sin pretensión de lucro. “Es mentira que en Colombia a la gente no le guste leer; no lee porque acá los libros son muy caros”, dicen.
“Tiene usted todo el derecho de copiar este libro de forma total o parcial, y por cualquier medio de impresión. Su contenido no está protegido por ningún monopolio cultural o comercial; ha sido un libro libre a lo largo de la historia. Nadie le va a culpar, a multar o a encarcelar por difundir o copiar; al contrario, estaremos muy agradecidos si lo hace. El conocimiento es para difundirlo de forma libre”. Pocas veces abre uno un libro y se encuentra con esta declaración, no restrictiva –como es la regla general- sino permisiva.
Esa ha sido la premisa bajo la cual intelectuales, poetas, estudiantes y seguidores del anarquismo han estado publicando, de manera independiente y en mayor medida desde hace uno cinco años, textos propios y ajenos. Estas editoriales lo han hecho metiéndole la ficha a una mejor presentación y apuntándole a la producción de tirajes más largos, a diferencia de los panfletos y fanzines publicados hace más de 20 años en las universidades y otros espacios libertarios.
Ensayos, de Emma Goldman. Publicado por Imprenta Comunera
Algunos libreros ubican el origen de estas editoriales anarquistas en la Feria de Libro Independiente y Autogestionada (FLIA), que arrancó en Buenos Aires (Argentina) y a partir de 2010 se trasladó a Bogotá. Desde la primera edición, los visitantes que llegaban a este evento literario empezaron a familiarizarse con una producción diferente, clandestina y artesanal, lo cual los animó a producir sus propios libros. Uno de ellos fue Fabián Serrano, miembro de la editorial bumanguesa Imprenta Comunera. “Lo bueno de tener una editorial independiente es que escapamos de la imposición de autores y figuras y nos concentramos solo en aquellos personajes que consideramos importantes”, dice Fabián, quien junto a otros dos compañeros ha sacado ocho publicaciones en apenas cinco meses.
Ellos, al igual que sus colegas en otras editoriales, no se preocupan por generar lucro sino por difundir sus pensamientos e ideas entre la mayor audiencia posible. Por eso todo el tiempo hacen rescates editoriales de anarquistas reconocidos pero poco comerciales como Emma Goldman, Piotr Kropotkin, Errico Malatesta, Uri Gordon, Henry David Thoreau y de personajes con más renombre pero con un lado libertario poco conocido como Oscar Wilde o Noam Chomsky. Para estas reediciones es más complicado conseguir el texto que publicarlo, por sus pocas copias existentes; los autores de esta corriente independiente difunden su obra sin ninguna restricción. “Sentimos que cuando creamos algo esto ya deja de pertenecernos, entonces que la gente lo asuma como propio es maravilloso”, explica Iván Darío Álvarez, escritor, pensador anarquista y titiritero, fundador del teatro La Libélula Dorada (lea también: ¿Qué hay en la biblioteca de un anarquista?).
Pie de Monte es una de las editoriales que hace estos rescates, pero que también le quiere apostar a los nuevos escritores. Actualmente trabajan con textos de amigos y conocidos, pero su objetivo es que después más gente se anime a publicar sus trabajos originales. “Hicimos esto porque la idea es que las personas se salgan de las dinámicas editoriales y los blogs y rescatemos el oficio del librero. Eso sí, lo único que no tiene discusión es que quien publique con nosotros debe dejar los derechos de la obra libres”, comenta Santiago López, miembro de esta editorial.
La coyuntura es otro factor importante en los rescates o escritos originales: muchos se publican en determinado momento para demostrar que las ideas anarquistas de hace varias décadas siguen vigentes. Así ocurrió con la última publicación de El Rey Desnudo, la editorial de Iván Darío y el poeta Juan Manuel Roca, USA nación de lunáticos, una recopilación de fragmentos de un ensayo que el novelista Henry Miller hizo tras el fracaso estadounidense en Vietnam, un texto que acaban de lanzar a manera de crítica al actual mandato de Donald Trump.
Portada e interna de USA nación de lunáticos, de El Rey Desnudo
Aunque los libros son el formato preferido por las editoriales anarquistas, los folletos, agendas y periódicos no han quedado relegados. El Aguijón, una editorial creada dentro de la Universidad Nacional de Medellín, en 2006, lanzó una selección de cuentos cortos y está alistando el segundo, pero ocasionalmente sacan el periódico El Aguijón – Klavando la duda, por el que reciben un apoyo económico para poder desarrollar sus otros proyectos. En su página los puede descargar gratis.
El dinero invertido se recupera la mayoría de veces, pero para abaratar costos o acelerar el proceso es común que algunas editoriales unan fuerzas. Rojinegro y Gato Negro han sacado en conjunto textos como Estrategia y tácticas en la práctica anarquista, de Errico Malatesta, y Anarquismo y poder popular: teoría y práctica suramericana, una compilación de teorías y opiniones sobre el anarquismo y el poder popular. El número de ejemplares varía y así como unos alcanzan las 300 copias, de otros solo salen unas 30.
Fotos cortesía de Oscar Vargas
Por el desconocimiento de los autores, o los prejuicios que hay hacia el anarquismo, son pocos los lugares que tienen estas publicaciones en sus estantes. En Bogotá, los más comunes son La Valija de Fuego, Rojinegro, La Libélula Dorada, Luvina, El Dinosaurio, Árbol de Tinta y La Madriguera del Conejo. Oscar Vargas, uno de los fundadores de Gato Negro, intentó llegar a otros espacios pero no le fue del todo bien. “Esto fue pegarse contra un muro porque en varias librerías nos cobraban entre un 30% y 40% sobre el precio de venta, entonces ellos tenían ganancias por algo que nosotros no. Solo con unos pocos pudimos hacer negocio”, explica Óscar.
Pero ni la clandestinidad, ni el bajo presupuesto que manejan, ha sido impedimento para que lleguen a otras partes del mundo. Por medio de conocidos o con trueques por kilos, las editoriales colombianas han llevado textos hasta Argentina, Chile, Ecuador, México, Perú, Uruguay, Brasil y España. Los libros que les envían desde afuera los comercializan para recuperar el dinero invertido o, como en el caso de Rojinegro, los incluyen en el Centro de Documentación Ácrata, una librería que se encuentra en su local y que cualquiera puede consultar o fotocopiar.
En los precios está la clave para llegarle a más gente: la mayoría de libros se venden entre siete mil y quince mil pesos, aproximadamente. “Hemos visto que en las ferias independientes los metaleros o punkeros sacrifican la plata del chorro porque se interesan en lo que hacemos. Es mentira que en Colombia a la gente no le guste leer; no lee porque acá los libros son muy caros”, explica Fabián.
Foto cortesía de Oscar Vargas
A las editoriales libertarias en Colombia les falta tener una mayor difusión, pero se sienten conformes con su situación actual y con que cada vez más personas quieran escapar de la realidad del comercio y se animen a publicar o piratear el trabajo de autores que incomoden a otras editoriales, o incluso al Estado. Su aceptación es cada vez mayor y este mes, por ejemplo, una traducción del libro de Iván Darío Álvarez y Juan Manuel Roca, Diccionario anarquista de emergencia, se empezó a distribuir en Francia.
Para Roca, esto es una señal del inconformismo latente que persiste en la humanidad. “El anarquismo es como Drácula, que en todos los finales de la película lo matan pero en cada encerrona despierta y está más vivo que los propios vivos. Cuántos años le han declarado su defunción y uno ve que todos los movimientos exploratorios de las juventudes y los que no hacen parte de un partido se canalizan de una manera tan vigorosa y sin formas”, afirma.
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