El primer desahucio, es el despido

Me piden que hable de sindicalismo, ya que yo soy una eminencia. Que explique cómo veo yo el percal. El problema es que yo suelo ver las cosas desde un punto de vista muy concreto. Así que voy a contar el caso de… Por ejemplo… A ver. Pedro Luengo.

Pedro Luengo es un trabajador que se apunta a la Bolsa de Trabajo del Ayuntamiento de Badajoz. Y el Ayuntamiento lo contrata para suplir una reducción de jornada por jubilación. Así que estamos en el ámbito de la Administración Pública, caracterizado por la defensa de la Ley, el control sindical de la contratación y mayores derechos laborales que los que obran en la empresa privada. 

El titular se termina jubilando, y a Pedro no le comunican que se acaba su contrato de sustituto (por error según la concejala encargada)… Por lo que sigue trabajando 2 semanas más, ya sin contrato. Por si no lo sabéis, trabajar sin contrato convierte la relación laboral en indefinida. Pero el Ayuntamiento pasa por alto este detalle y lo despide. Pedro acude al juzgado, el juez le da la razón y declara el despido improcedente. El Ayuntamiento no le readmite y le dice que a la calle con la indemnización correspondiente. Estos son los hechos.

El lío viene porque en otras ocasiones, ante una sentencia de despido improcedente, el Ayuntamiento siempre opta por la readmisión, y luego explico por qué. 

Por eso Pedro, mujer, dos hijas, con las deudas habituales de cualquier familia, y sin otros ingresos (carece de tierras, de ganado bravo o de cuentas en Panamá), se plantó ante el Ayuntamiento en el mes de mayo de 2016 como protesta. ¿A otros los readmites y a mí no? ¿Por qué? Su sindicato, pasa del tema, el Comité de Empresa igual. Luego lo cuento.

Pedro empieza a peregrinar, a hablar con todos los sindicatos (un montón) y cada uno de los concejales y responsables… En un pleno municipal de ese mes, día 20 de mayo, la oposición saca adelante una moción (por 14 frente 13) que pide se de una "solución" al tema. El alcalde se compromete a ello, todo con muy buenas palabras y deseos. Pedro levanta la acampada y una semana después Pedro se da cuenta que le han tomado el pelo. Lo suyo está más parao que el barco de Chanquete.

En septiembre de 2016 empieza de nuevo la protesta, e inicia una huelga de hambre de 22 días, que deja por consejo de todos los que le apoyan. Al hilo de esta movida se empiezan a mover denuncias contra el PP pacense y a filtrarse documentos del nepotismo y malversación de los dineros. Este tema salpica a los partidos de la oposición porque llevan dos años sin hacer ni el huevo. Son personas anónimas quienes a través de Facebook están haciendo verdaderamente la oposición al PP, sacando documentación fea a la luz. Tiene guasa el wikileaks de Badajoz.

Así que –en resumen– si Pedro llega a ser del PP o familiar, vecino o algo cercano al poder, o con buen enganche en la oposición, o destacado familiar de sindicalista en el comité…, en vez de optar el Ayuntamiento por la indemnización hubiese optado por la readmisión. Es decir: los ciudadanos de Badajoz que tengan relación laboral con el ayuntamiento son de 1ª o de 2ª dependiendo de su afinidad. Los que no tienen relación, no existen.

¿Que porqué la oposición no hace nada? Pues por la teoría del suelo de cristal. Los partidos de oposición, o los que gobiernan otros ámbitos (como la Comunidad Autónoma), hacen exactamente lo mismo que el PP. La jugada es la siguiente. Para enchufar a alguien, cometen alguna irregularidad en el contrato. El trabajador es despedido, va a los tribunales, el juez dicta despido improcedente. Y a continuación opta el Ayuntamiento por la readmisión, haciéndole un contrato indefinido. Sin necesidad de Bolsa, de Oposición, de Baremo o de Hostias en Vinagre. Los sindicatos, que están bien incrustados, no dicen ni pío porque tienen sus propias cuotas, o sus propios intereses, y todos contentos. 

¿Qué se consigue con eso? La insolidaridad de los trabajadores. Todos en algún momento tienen cosas que callar (suelo de cristal), y si se rompe la pista, no voy a decir que vayan a caer…, pero (ay) se sentirían muy molestos, tendrían que mentir más de lo que ya lo hacen, sería incómodo fingir sin podérselo creer. 

Por lo tanto, entre el funcionariado se acaba estableciendo una especie de visión espiritual inefable, en la que consideran el chiringuito en el que están (puesto de trabajo, cargo o sindicato), como algo que han de conservar de por vida, una fuente inagotable de leche y miel de la que beber, mientras los demás pencan como capullos por un desierto árido e inabarcable. Y al que intenta despuntar, palo y tententieso.

Toda esta situacióndemierda, se convierte pues, en indenunciable. Hay una conspiración de silencio. El periódico local, el Hoy, da más publicidad a la caída de una rama que  a una huelga de hambre de 22 días. La suciedad de la estatua de Zurbarán, es más interesante que uno de los conflictos laborales más largos de la historia de Badajoz, que está sacando una cantidad de heces a la luz que te cagas. Pero, todo el mundo mira a otra parte. Y si se expone alguna noticia del huelguista en un diario digital, los comentarios de los trabajadores clientes del Partido Popular, son de traca: aprovechado, egoísta, sinvergüenza, exhibicionista…

En resumen: Un espanto. 

Así que en ese terreno, tienen que lidiar los sindicalistas que se llaman revolucionarios y anarcosindicalistas. Un ambiente hostil en el que además, hay que señalar, buf, que como te muevas más de la cuenta, no es que no salgas en la foto, es que te van a freír a multazos, detenciones, palizas y juicios.

Y añado que como vayan mal las cosas, los propios dominados a quienes intentas organizar, pueden revolverse y echarte a ti la culpa de sus desgracias. Se ve cada cosa…

Pero, en fin, no nos vamos a deprimir, porque aquí las dificultades nos estimulan a seguir insistiendo. Así que recapitulo.

Lo único que está pidiendo ese trabajador, es que ante un despido improcedente, el empresario tenga que optar por la readmisión. Algo que debería ser un Derecho Fundamental amparado por la Constitución: el derecho a trabajar, a tener un ingreso, el derecho –en definitiva– al bienestar.

Veo también que hay una cantidad amplia de personas muy señaladas, en el Ayuntamiento, en la Diputación, en la Junta, en los sindicatos, que habría que preguntarse ¿cómo cuernos hemos dejado que esos tipos acumulen tanto poder, que pueden dar o quitar lo más elemental? Y una vez se lo sacuden de encima, si el despedido deja de tener ingresos, y si le mandan a un escuadrón de antidisturbios con un ariete a poner a dos niñas en la calle… Les importa un carajo. Y tengo que decir que ese es el imperio de la ley, el orden y los derechos sindicales democráticos.

Pues esta es mi aportación al tema sindical. Una historia de la que podéis extraer grandes enseñanzas, una persona a la que seguir de cerca y a la que deseo lo mejor, y una reflexión muy simple: el primer desahucio, es el despido.

Especial: 
Debate Sindicalismo Revolucionario

Comentarios

El mismo día de esta publicación Pedro Luengo abandonó la acampada, sin que tenga que ver una cosa con la otra, :-), víctima de un día desastroso para él ya que tenía una cierta confianza en que los partidos de la oposición (PSOE, C's y Podemos) harían alguna cosa, por pequeña que fuese, en su defensa; solo Podemos lo hizo pero en plan blandibluf, sin sangre ni muchas ganas. Eso más problemas graves familiares le aconsejaron abandonar la acampada. Ahora empezará una nueva vía judicial, más cómoda, contra los responsables de su despido.

Esto en cuanto a la situación actual. Lo otro, el artículo y su contenido, como casi siempre, muy bueno y atinado y, sobre todo, una certeza en la que mucha gente no cae: el primer desahucio, y el peor, es el despido.

Aciertas, Acracio, a ponerlo de relieve porque los que nos movemos en estas arenas movedizas del sindicalismo sí que sabemos lo que es estar de forma permanente con el "desahucio" rondándonos.

Imagen de Octavio Alberola

Para mí son dos: 

La primera es que, en el contexto actual de la sociedad, el sindicalismo "mayoritario" solo se ocupa de proteger a los allegados y abandona a su suerte a los otros.

Y, la segunda, es que, en ese contexto de la sodiedad, el sindicalismo "minoritario", aunque quiera y lo intente, poco puede hacer por los trabajadores desprotegidos del sistema.

Ahora bien, estas enseñanzas nos interrogan sobre la capacidad del sindicalismo actual a promover el cambio social y el por qué ha dejado de ser revolucionario... Una interrogación que deberían hacerce -por lo menos- "los sindicalistas que se llaman revolucionarios y anarcosindicalistas" si quieren sacar al sindicalismo de su actual impotencia transformadora y hasta reinvindicativa. 

Imagen de Acratosaurio rex

Bueno, cuando la dictadura no estaban las cosas mejor, y se intentaba organizar un poco el cotarro. Las preguntas que hay que hacerse están claras: ¿de qué forma podemos romper la dinámica, cómo podemos organizarnos mejor, cuál es la forma de aglutinar a los sectores más radicales y combativos de los dominados...? Las respuestas, si se piensa friamente, son las complicadas.

Imagen de Octavio Alberola

 

Sí, por supuesto acrato, hay que intentar... y los hay que lo están intentando. De eso no cabe la menor duda. Unos por aquí... otros por allí... Pese a que, como dices, las respuestas a lo que se debe hacer son "complicadas", y pese, como dice Jon, a que nos enfrentamos a "enemigo grande y aliados de boquilla".

De ahí el interés y mi insistencia en interrogarnos sobre el por qué estamos en una situación tan difícil para enfrentarnos al Capital y al Estado. Pues me parece obvio que estaríamos en mejor posición, para actuar, sabiedo las causas que nos han conducido a la actual situación de impotencia frente al Capital y el Estado. Y una de las causas, además de los sectarismos que nos dividen y enfrentan absurdamente, es la falta de solidaridad entre los explotados por habernos dejado colonizar nuestro imaginario por el individualismo capitalista.

Por lo que paree obvio también que lo más urgente es intentar, entre los que se siguen considerando revolucionarios, actitudes y comportamientos más solidarios y menos egoistas.  Y que, para que esto sea posible, es fundamental (afortunadamente en eso coincidimos casi todos los participantes en este debate) dejar de lado los dogmatismos (considerarnos poseedores de la verdad) e intentar apoyarnos mutuamente en las diferentes actuacciones que tengamos frente al Capital y el Estado.

Por eso me parece que en el terreno sindical es conveniente contribuir a que todas las organizaciones que se declaran anticapitalistas (y más las que se proclaman anarcosindicalistas) se encuentren y colaboren en las luchas laborales y sindicales.  No solo por una cuestión de eficacia sino también porque eso refuerza la salidaridad y descoloniza el imaginario del nefasto individualismo capitalista. 

Me parece pues que, puestos a intentar, vale la pena que intentemos este encuentro...

  

Imagen de Acratosaurio rex

Una de las causas, es lo sacrificado que es el sindicalismo. Hay que dedicarle muchas horas, tomar graves decisiones muchas veces casi en solitario, conocer muy bien el campo. Quien anda metido en esos berengenales, en el momento que empieza a conocer el terreno, tiene la oportunidad de pasar al sector público, donde le van a pagar (horas sindicales, liberaciones) y va a disponer de una estructura potente. O, sencillamente, se coge una depresión de camello y pasa a hacer cosas más gratas y con mayor reconocimiento.  Se puede estar en un sindicato de forma pasiva, o dedicado a hacer cosas culturales, o a ir a alguna concentración. Pero tener delante a gente concreta, con problemas gordísimos, planificar las acciones, tener empatía y mantener algo de distancia para no volverte loco, tener la responsabilidad de acciones durante 24 horas al día... Eso no lo aguanta cualquiera, y menos en plan "sin cobrar" como se hace en la CNT.

Y encima, hay que estar a aguantar críticas.

Por eso yo pienso que tanta gente abandona.

Imagen de Acratosaurio rex

Por ejemplo: sindicalista se hace 50 km para visitar trabajadores en conflicto por despido colectivo tras su jornada laboral. Él se paga la gasolina y los gastos. Llega al sitio, estudia la jugada con el personal, plantea estrategias y tácticas, levanta los ánimos, se reparten las tareas...

Al poco tiempo ve que la mitad de los compromisos no se cumplen, así que empieza a tapar brechas y a asumir cada vez más y más enredos en su tiempo libre, pagando de su bolsillo, tomando graves decisiones casi que en solitario, porque reunir una asamblea, tiene su tarea. Y entre tanto ha de sufrir críticas de:

- Medios de comunicación.

-Trabajadores desafectos que buscan otros apaños.

- Traiciones y cagadas varias de trabajadores que están de tu parte.

- Críticas y maniobras de los otros sindicatos que te ponen a parir, porque sectarismo, enhuagues e intereses, los hay por un tubo. Almirantes sin flota, los hay a puñados chupando cámara y planeando espectáculos.

- Críticas de compañeros que opinan sobre lo que deberías de haber hecho.

- Las de los familiares, que te acusan de ser imbécil, mala madre, que es insoportable que estés todo el día liado para nada...

- Policías y jueces que hacen la ronda.

- Otros imprevistos no nombrados.

Todo eso hay que aguantarlo sin acer ni puto caso, con serenidad, conservando la energía.

Eso dura semanas, o meses, y entonces se gana, o se pierde. Si se gana, victoria colectiva, poco a poco se va olvidando. Si se pierde, eres un matao, un sinvergüenza, un cabronazo, en el mejor de los casos, no has sabido hacerlo mejor. 

Y vuelta a empezar, con desinterés, empleando tu tiempo, tu vida, en la noble tarea de la defensa de la clase obrera. 

Otra cosa es estar en un sindicato. De forma pasiva, sin implicarte demasiado, es más sencillo.

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