El barrio de San Bernardo de Sevilla dice adiós a la ‘Sin Nombre’
Casi una década después de su ocupación, el Ayuntamiento de Sevilla puso fin ayer al Centro Social 'Okupado' y Autogestionado 'Sin Nombre'. Los vecinos piden ahora poder darle uso y temen una nueva época de abandono
Este año, en diciembre, se hubiera cumplido una década desde la ocupación del antiguo colegio de San Bernardo, situado en la calle del mismo nombre. Es un edificio majestuoso, un precioso rincón del antiguo arrabal que durante años estuvo encajado por las antiguas vías del tren. A primera hora de la mañana de este viernes, dos de mayo, un amplio dispositivo de la Policía Local, apoyado por agentes de la Policía Nacional, se presentaron en el barrio para hacer efectivo el desalojo. En el interior no había nadie. Solo la puerta puso algo de resistencia a dos operarios, que tardaron casi una hora en abrirla. Ahora los vecinos temen que de nuevo el edificio quede tapiado, cerrado a cal y canto, sin vida.
Pasadas las 9:30 horas de la mañana la puerta cedió. En el interior no había nadie. La asamblea del Centro Social ‘Okupado’ y Autogestionado (CSOA) ‘Sin nombre’ decidió ya que no se iba a hacer ninguna acción de resistencia. Tampoco por la vía judicial, que hubiera alargado el desalojo “al menos dos años, pero no han querido”, explicó un abogado del Grupo 17 de Marzo, que pasó por la calle San Bernardo para echar un vistazo al desalojo.
Solo un grupo de vecinos y periodistas, además del despliegue policial, fue testigo de la apertura de la puerta. “No te creas que los chavales que había ahí eran de estos…. que la mitad tenían hasta dos carreras. No eran tirados”, explicó una vecina, convencida que sin la entrada del movimiento ‘okupa’ hace ya casi diez años el edificio ya hubiera estado caído. “Habían tapado los bajantes para que el edificio se cayera”, aseguró. Después enumeró algunas de las actividades que a lo largo de casi una década se habían puesto en marcha en la ‘Sin nombre’ : “grupos de música, teatro….”. En ese momento un joven, con vaqueros ceñidos y polo blanco Fred Perry, interrumpió a la vecina: “y presentación de libros etarras”, exclamó.
“Esos son los que han creado problemas”, continuó la mujer, en referencia a los ataques sufridos en el edificio por parte de grupos ultraderechista. A lo largo de los últimos años violentos neonazis de Sevilla, como el joven del polito blanco, acudían de forma regular a San Bernardo para lanzar piedras al edificio. Incluso intentaron en más de una ocasión prenderle fuego, como recuerdan las marcas de tizne negra en la fachada y algunos vecinos.
En el interior del edificio, de nuevo cerrado por el Ayuntamiento, propietario del inmueble, no quedaba un alma. Pero parte de su historia estaba todavía reflejadas en las paredes, llenas de murales, viejos carteles de la infinidad de charlas, coloquios, festivales de música y talleres que la Sin Nombre albergó. El último evento que acogió el edificio entre sus paredes fue la V Feria del Libro Anarquista.
San Bernardo también fue el punto de encuentro, desde 2005, de los movimientos sevillanos de lucha por la vivienda. Desde la Asamblea por una Vivienda Digna, hasta la Intercomisión de Vivienda del 15-M, han celebrado sus asambleas en la ya desaparecida biblioteca. También durante años cientos de aficionados a la escalada pudieron disfrutar de uno de los mejores rocódromos de interior que han existido en la ciudad.
UN CSOA PARA EL BARRIO
“Jornadas contra la especulación”, fue la primera actividad que se organizó en el CSOA Sin Nombre “en un antiguo colegio de adultos, abandonado durante quince años por la administración local”, según recoge el profesor de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla Ibán Díaz en su libro Sevilla, cuestión de clase. Según Díaz, “gracias a los contactos previos” de la asamblea del CSOA “un nutrido grupo de vecinos del barrio, de edad avanzada y en situación precaria con respecto a sus viviendas” acudió a esas primeras jornadas.
La confluencia de vecinos de renta antigua, acosados por la especulación urbanística, y activistas del movimiento ‘okupa’ fue el germen para que el 24 de mayo de 2006 se ocupara un bloque de viviendas de VPO (construidas desde dos años antes pero cerradas) por parte de vecinos del barrio, en su mayoría mujeres de avanzada edad.
LOS VECINOS TEMEN EL ABANDONO
“No van a hacer nada porque el Ayuntamiento no tiene un duro. Ahora esto se queda vacío. Allí detrás está la antigua estación de trenes, al otro lado la Fábrica de Artillería, detrás del Puente de los Bomberos el antiguo mercado, también abandonado…”. De esta forma Manuel, vecino de toda la vida del barrio, y presidente de la asociación de Vecinos 144 botellines, enumeró los edificios que rodean al barrio y que esperan una remodelación, o que se les de algún uso para los vecinos. Manuel sí señaló que, fruto de los ataques de los neonazis, existía una sensación de inseguridad en la zona desde hace unos meses. “Yo he visto como se peleaban, incluso con bates de beisbol”, añadió. También explicó que unos jóvenes que sacan una cruz de mayo quisieron usar el centro y no se les permitió.
Manuel también explicó que desde hace más de diez años los vecinos han solicitado hacer uso del edificio al Ayuntamiento, pero que nunca han obtenido una respuesta positiva. “Me encantaría que pudiera ser una casa de encuentro para los antiguos vecinos que vienen al barrio en Miércoles Santo, que sale la cofradía de aquí. Ya quedamos muy pocos de toda la vida, de cuando esto era un arrabal rodeado y cercado por vías del tren”, señaló.
Precisamente un día como el de ayer, el 2 de mayo de 1991, pasó por última vez un tren por las antiguas vías, que dejaron paso a la nueva estación de Santa Justa, construida de cara a la Expo 92. La nueva situación urbanística provocó la expulsión masiva de los vecinos autóctonos, muchos de renta antigua, y convirtió al barrio en lo que se llegó a denominar ‘la milla de oro’ en los años de apogeo y desenfreno de la burbuja inmobiliaria.
Apoyada en una de las esquinas de la calle María Fernanda, de 64 años, observaba los trabajos para abrir la puerta. “Imagino que Zoido (el alcalde de la ciudad, del PP) tendrá muy claro lo que va a hacer con el edificio, y que mañana mismo hará algo de provecho para el barrio”, afirmó de forma irónica.
El director de Seguridad del Ayuntamiento de Sevilla, José Antonio de la Rosa, detalló que una vez finalizada una inspección técnica del edificio, para ver su estado de seguridad, “se le dará el uso que los vecinos quieran”, aunque sin fijar plazos para ello.
Por el momento ayer el consistorio cambió la cerradura y no sacó los enseres que pudieran quedar dentro. Solo dos agentes de la Policía Nacional, que cubrían su rostro con pasamontañas, sacaron una bolsa de deporte que llenaron con material requisado.
El desalojo de San Bernaro, anunciado desde diciembre, podía haber puesto fin a 23 años de centros sociales ‘okupados’ en Sevilla, pero la ocupación de la antigua Sala Endanza, en el pasado mes de febrero, ha permitido dar continuidad al movimiento ‘okupa’ de la ciudad.
- Inicie sesión o regístrese para comentar
- Imprimir
- 1825 lecturas
- Enviar a un amigo