Los doce cadáveres, abandonados el 8 de mayo de 1937 por una ambulancia en la carretera de Cerdanyola a Bellaterra, eran miitantes anarquistas que habían sido detenidas en las cercanías del cuartel Carlos Marx, durante las Jornadas de Mayo.
Los cadáveres presentaban señales de haber sido torturados bárbaramente y posteriormente rematados con tiros en la sien o en la cara, único medio de ocultar el salvajismo practicado. Diez de los doce asesinados fueron finalmente identificados.