Ser español/a y el imaginario colectivo impuesto

Por El Rincón de Martinico.

Como libertario siempre he tenido especial interés en la construcción de las identidades colectivas, temática que por desgracia, no se ha analizado con el suficiente interés desde el anarquismo. Pues bien, el objetivo de este texto es intentar trazar un relato en el que el vehículo principal sea el “españolismo” entendido como fenómeno socio-político, que no como una realidad humana concreta definida sobre un mapa. Es decir, son muchos/as los y las vascas que por ejemplo no tienen ninguna duda en que del Ebro para abajo comienza “España”, pero…, seguramente ese imaginario colectivo se convierte en más que dudoso si le preguntamos a ciudadanos vascos como Santiago Abascal ( presidente de VOX). El mismo caso es extrapolable a ciudadanos catalanes como Albert Rivera o a gallegos como Nuñez Feijo.

En definitiva, tenemos que intentar abandonar las explicaciones dualistas donde se confronta a España contra Catalunya, a España contra Galiza o España contra Euskal Herriak, ya que considero que dicha lógica lleva a legitimar a España como sujeto sociocultural. Del mismo modo y a renglón seguido, me gustaría recalcar que no es más español un habitante de Madrid que uno de Catalunya por el mero hecho de ser madrileño; pese a que existe una mayoría de la población madrileña que acepta dicha acepción, existe también una minoría que no. Por el contrario, en el caso de Catalunya hay una gran parte de la población que se considera española y otra gran parte profundamente catalana, por lo que…¿ No sería más adecuado hablar de pueblos del Estado español y entender a este como una estructura de poder ,en vez de ver al mismo, como un sujeto socio-cultural de pleno derecho?Sintetizando todo lo anterior, lo que intento esbozar es que aquellos que se sienten españoles defienden un proyecto socio-político concreto, el cual desde mi punto de vista, no se corresponde con ninguna comunidad humana culturalmente definida .

Si por algo se ha caracterizado la historia ha sido por la mezcla sociocultural y por la conquista de unas comunidad humanas sobre otras, ahora bien, si hay algo cierto es que no se vive ni se vivirá igual-por mucho que se empeñe el capitalismo- en un lugar del trópico que en un pueblo de Castilla; condicionantes como la meteorología o la orografía afectan a aspectos como la alimentación en el primer caso o a la construcción en el segundo, ambos dos, elementos fundamentales en la conformación de las culturas populares. Pues bien, en lo que se refiere al “caso español” podemos decir que poco tiene que ver el clima o las construcciones de Cádiz o su gastronomía con la de Nafarroa. Muchos y muchas dirán que en este tipo de motivos es donde radica la belleza de España como país, a lo que yo les replicaré, que dicha belleza se ha construido mediante la imposición y no mediante la anexión mutua como hemos visto en otras conformaciones nacionales. No podemos olvidar en consonancia con lo que he comentado anteriormente, que existen similitudes culturales no impuestas entre pueblos con idiomas y culturas lejanas debido a que comparten elementos naturales ,como por ejemplo el Mar Mediterráneo, este hecho, es una de las bellezas que pueden darse de manera natural entre diferentes pueblos del mundo.

Dicho lo cual y siempre desde mis anteojos analíticos, la conformación de las culturas populares que existen en la actualidad en la Península Ibérica las deberíamos de comenzar a trazar y datar a partir del siglo XI en adelante. Evidente es que son muchas las comunidades culturales que ya existían antes de esta época, pero igual de cierto es que es imposible hablar de realidades sociopolíticas actualmente existentes como la extremeña, la andaluza o la castellana, si no establecemos unos marcos temporales concretos para construir la historiografía de los pueblos de Iberia.

Allá por el siglo VIII surgiría el Reino de los Astures y de ahí en adelante comenzarían a crecer como hongos una serie de conformaciones políticas que irían mutando teniendo como origen el primer sujeto socio-político-el Reino de los Astures-, después se conformaría el Reino Astur-Leonés y seguidamente el Reino Leonés, con el tiempo y dentro de este Reino surgiría un condado, el de Bardulia, el cual se alzaría contra el Reino Leonés y acabaría convirtiéndose en el Reino de Castilla; el nombre de Bardulia hace gala a los pobladores preromanos que habitaban en su mayoría esa tierra, los várdulos. Sí miramos hacia el este de nuestra península, nos encontramos con la conformación del Reino de Navarra y el condado de Barcelona sobre el siglo IX, un poco más adelante en el tiempo, allá por el 1035 nace el Reino de Aragón. Pues bien, toda esta amalgama de Reinos repletos de diversidad étnica, lingüística y política es lo que va dando origen con el avance de estos Reinos hacia el sur de la Península, a lo que hoy podríamos denominar la realidad sociológica de nuestra Iberia, incluida la nación portuguesa. Esto sería en lo que a lo histórico se refiere, ahora bien, es destacable enunciar que de tal diversidad tanto interna- de cada Reino- como externa- entre los diferentes Reinos-, surge una idiosincrasía que nos lleva a decir que Extremadura tiene mucho que ver con los astur-leoneses aunque a su vez también con portugueses y castellanos, por lo que podríamos hablar de un sujeto socio-político único en la Península, al igual que lo erá en su momento el Reino de Navarra con su pluralidad lingüística.

Si continuamos con un análisis más pormenorizado y teniendo en cuenta las bioregiones actuales, podríamos hablar de las siguientes realidades histórico-colectivas en la Península: la Gallega con el Bierzo como hermano etnocultural , la Asturiana, el País leonés que iría desde León y englobaría a Zamora y Salamanca, la Cántabra -aunque muy ligada a la actual Castilla su situación geográfica y su pasado más tribal han construido un correlato que poco tiene que ver con el existente en el resto de Castilla-, la Castellana que cubriría toda Castilla -incluida la Mancha- y que además englobaría también los territorios de Madrid y la Rioja -dos conformaciones territoriales imaginarias que tienen más que ver con la economía y el Regimen del 78 que con una diferenciación real con el resto de Castilla-.Siguiendo con esta organización etnocultural podríamos hablar de Aragón, Euskal Herriak, los Países Catalanes, Portugal o la actual Extremadura -donde Las Hurdes al igual que el Valle de Arán dentro de Catalunya podría conformar una entidad propia por su orografía y diferencia cultural del resto de Extremadura-.

Por último y para finalizar este mapa organizacional si miramos más al sur, nos encontramos con uno de los territorios más ricos étnicamente y culturalmente, el andaluz. Junto con el andaluz y muy similar en cuanto a su diversidad nos topamos con Murcia; su tardía incorporación al Reino de Castilla y su enclave geopolítico la dotan de una realidad cultural e histórica bastante diferente a la que se da en el resto de Castilla. Quiero dejar claro por si surge alguna duda, que esta construcción etnocultural que aquí expongo no pretende para nada ensalzar lo anacrónico, simplemente intenta buscar una explicación a la crisis identitaria que se da en el Estado español, exponiendo y cuestionando el actual marco socio-cultural, territorial, político e histórico que a muchos y muchas nos han tratado de imponer.

Dicho lo cual, decir que defender las culturas populares frente al capitalismo es una necesidad que nos corresponde a todas las libertarias, no podemos ni debemos permitir que se viva igual en Canada que en León, al igual que no podemos tolerar que nos alimentemos igual en Nafarroa que en Holanda; la diversidad y el multiculturalismo es lo que nos ha hecho avanzar como sociedades, ahora bien, no confundamos esto con el liberalismo más salvaje y la homogenización de las formas de vida de las diferentes comunidades humanas ¿Qué sentido tendría viajar si podemos hacer, ver y comer lo mismo en nuestro territorio que en otro que se encuentra a 1000 km de distancia? Como bien decían los zapatistas y como ya he parafraseado en alguna ocasión, la globalización implica la desaparición de una gran parte de la humanidad con sus diversas formas de sembrar, alimentarse o relacionarse. Negar dicha diversidad es negar el principio máximo de nuestra raza humana.

Actualmente y durante siglos llevan vendiéndonos una idea de España donde los que más cómodos/as se han sentido han sido los territorios castellano-parlantes, unos territorios donde mayoritariamente y desgraciadamente se ha intentado negar la diversidad existente en el Estado español. Esta negación del diferente, ha contribuido en lugares como Castilla a perder nuestra propia cultura asumiendo en su lugar un españolismo rancio y reaccionario.

Por otra parte, en relación con lo anterior y siendo conscientes de la actual crisis ambiental y el colapso civilizatorio en que nos encontramos, es importante enunciar que es de una necesidad incontestable la subdivisión de las actuales realidades políticas en sujetos organizativos más pequeños y autosustentables; ergo más democráticos, debido a que las estructuras humanas más pequeñas a nivel territorial y poblacional facilitan de manera clara la construcción de democracias directas. Esta propuesta socio-política que vierto sobre estas líneas encaja de igual manera con las bioregiones -enclaves generados por rasgos culturales, históricos y naturales- existentes en el Estado español, que no tanto, con la idea de España que nos quieren vender los grandes partidos españolistas o los sindicatos del Régimen del 78.

Vivimos tiempos de incertidumbre donde toca examinar la realidad sin miedo y luchar por la supervivencia de lo colectivo frente al asentamiento de las lógicas capitalistas y profundamente individualistas; como ya he dicho en varios de mis trabajos, es imperativo volver a conectar con el concejo abierto, el auzolan o la gestión comunitaria de la tierra que tanto se estilaba en el pasado más cercano en esta cárcel de pueblos llamada Estado español.

Creo con total honestidad y sin fisura alguna que los grandes bloques políticos llevan a la verticalidad, el militarismo, la burocracia y a la larga, a la imposición de la cultura mayoritaria frente a las minoritarias, es decir, exactamente lo que ha sucedido en el Estado español o en la Unión Soviética, por poner dos ejemplos de grandes Estados antagónicos ideológicamente. Por tales motivos, no me siento español ni compartiré nunca un proyecto político que tenga como sustrato el Estado español, ni que decir tiene el disparate que supone que dentro del mismo se sitúen territorios como las Islas Canarias o Ceuta y Melilla, dos enclaves claramente coloniales e imperialistas en pleno siglo XXI.

Para finalizar este artículo me gustaría remarcar las posibilidades existentes en el mundo actual para la articulación de alternativas locales con una clara perspectiva internacionalista, es decir, vivimos tiempos donde el pensamiento político libertario a nivel global se puede conjugar con las culturas populares y los proyectos políticos confederados y bioregionales. En este contexto de crisis integral la recuperación con su posterior revisión de ciertas prácticas de la cultura popular, supone un grito de resistencia frente a la apisonadora que representa la modernidad capitalista. Modernidad capitalista que no solo se alimenta del extractivismo o del productivismo, si no que también y de manera clara, apuesta por grandes bloques de poder institucional donde los Estados significan los principales puntos de gestión de los intereses de los grandes capitales.

De la mano de lo anterior y volviendo al título de este artículo- “ Ser español/a y el imaginario colectivo impuesto”-, es de crucial importancia enunciar que dicha construcción colectiva tiene como pilares fundamentales elementos tan absurdos como el deporte, un batiburrillo de diferentes platos gastronómicos, la venta del flamenco como corazón cultural de todo el “país” o la más flagrante presentación de nuestra nación de naciones como un lugar de sol y playa donde la precariedad y la turistificación más salvaje han sido las principales causas, entre otras, de un modelo de “desarrollo” que supone pan para hoy y hambre para mañana. De igual modo, me gustaría dejar claro en este escrito mi más profundo respeto por aquellas personas que se sientan españolas y que quieran pertenecer a dicho imaginario social, pero en lo que a mí respecta y pese a haber nacido en el corazón de la bestia, no me agacharé frente a unos símbolos y una identidad que me ha sido impuesta, o mejor dicho que se ha impuesto, con sangre y fuego y se ha querido meter con embudo a todas aquellas personas que no se sentían cómodas dentro de dicha clasificación humana. Es momento de cuestionar un marco político-el español- que desde mi punto de vista ha fracasado, de la misma forma y con esto termino, es tiempo de entender los nuevos contextos político-sociológicos, no tanto ligados a una justificación histórica o de antigüedad, si no que por el contrario, deberíamos entre otros factores analizar las posibilidades que suponen la construcción de nuevas estructuras políticas, sociales y económicas fuera las garras del Estado español.

Teñir de cultura y pluralidad el territorio ibérico que a todos y todas nos cobija; construir desde la diversidad y el apoyo mutuo ese mundo nuevo que todos y todas llevamos en nuestros corazones; filosofía libertaria, ética feminista y acción política ecosocial para reconstruir lo destruido por el españolismo excluyente y el capitalismo depredador.”

Enlaces relacionados / Fuente: 
https://elrincondemartinico.wordpress.com/2018/10/27/ser-espanol-a-y-el-imaginario-colectivo-impuesto/

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