[Italia] ¡Abolimos los ejércitos! ¡Detengamos las guerras! ¡Desenmascaremos los nacionalismos!

La Federación Anarquista Italiana – FAI reafirma su apoyo a la Asamblea Antimilitarista con el objetivo de construir un vasto movimiento antibélico, unitario e independiente de los partidos, contra las políticas belicistas de los sucesivos gobiernos. De ahí la importancia de apoyar las luchas contra la militarización de las escuelas y universidades, las luchas contra las instalaciones, la producción bélica y las bases militares desde Friuli hasta Sicilia, desde el Piamonte hasta la Toscana, las iniciativas de lxs trabajadorxs contra la producción y el tráfico de armas, la solidaridad con los desertores de todas las guerras.

El mundo se acerca una vez más a la catástrofe nuclear, un riesgo que ha vuelto a ser actual, anticipado por tantos conflictos y masacres que, si se producen a menor escala, no dejan de impresionar por su naturaleza trágica. Entre los muchos factores que han llevado a esta dramática situación, se destaca la creciente locura belicista de las clases dominantes "occidentales" y "orientales", compuesta por personajes cada vez más miserables e inverosímiles cuyo charlatán rivaliza y a veces supera sus ansias de poder y beneficio, estas últimas cada vez más basadas en la industria bélica.

Por un lado, en el llamado Occidente, estamos asistiendo a elaboraciones cada vez más explícitas por parte de políticxs e intelectuales del ámbito liberal, y no solo, que dibujan los escenarios potenciales de una nueva guerra mundial. Para ellxs, el llamado "mundo libre", expresión ya en uso en las décadas que vieron al mundo dividido en dos Bloques, estaría librando una batalla existencial contra las autocracias del resto del planeta, identificadas con los nuevos estereotipos orientalistas como lugar de origen de las amenazas que se cernían sobre nuestra "civilización".  En esta narrativa, tóxica y maniquea, las naciones aliadas que comparten los valores de la democracia liberal como Ucrania, Israel y Taiwán, o incluso la llamada oposición democrática en países como Myanmar, estarían librando la misma batalla global de los "buenos" contra los "malos". Siguiendo la misma lógica, incluso los fundamentalistas de HTS en Siria se han alistado en el bando de los "buenos".

El actual gobierno italiano está metido de lleno en esta carrera hacia el desastre, caracterizando su política exterior en un sentido agresivo. Este discurso sirve, en primer lugar, de pretexto para hacer pasar el aumento del gasto militar y la producción de muerte como algo incluso virtuoso en nombre de la supuesta necesidad de "defensa", y para descartar el pacifismo y el antimilitarismo como herramientas obsoletas e inadecuadas para resolver las nuevas urgencias "prácticas", claramente, según una sola narrativa. En todas las latitudes, la propaganda nacionalista alimenta los conflictos y envenena el debate público levantando muros entre las clases oprimidas.

En el caso de Palestina, esto implica una minimización constante de los crímenes de guerra israelíes y del genocidio en curso en Gaza, Cisjordania y Líbano hasta el punto de que incluso gobiernos europeos han relativizado la orden de detención de la Corte Penal Internacional contra el criminal Netanyahu después de aplaudir la del criminal Putin.

En lo que respecta a Ucrania, es evidente un diseño internacional destinado a enrolar al mundo de la izquierda y de los movimientos, incluidos libertarios o autodenominados tales, en el frente de guerra contra el "tirano". Esta narrativa se basa en la retórica de la resistencia nacional a la invasión, en la que el fin justifica cualquier medio (incluida la guerra nuclear en los casos más extremos), con el objetivo de dividir a las fuerzas pacifistas y antimilitaristas desactivando una de las herramientas de lucha que históricamente han sido más efectivas en los países occidentales: la oposición a las guerras y el gasto militar acompañado de la objeción y de la deserción en relación con las luchas sociales más amplias.

Una retórica belicista ha sido desplegada abundantemente en los últimos tres años por sectores autodenominados antifascistas y antiautoritarios cuyas consignas, análisis y documentos públicos no se desvían en modo alguno de la propaganda bélica occidental y liberal y de las narrativas nacionalistas locales, en ausencia total de cualquier punto calificativo en términos de lecturas clasistas o libertarias de la situación. Sin pretender, según nuestros principios fundacionales, ningún monopolio del anarquismo, es evidente para nosotros que derivas nacionalistas, militaristas y liberales de ese tipo no tienen ni pueden tener nada que ver con nuestra idea del anarquismo y, por lo tanto, deben ser enfrentadas como las de cualquier otra fuerza política opuesta a nosotros: en el reconocimiento de las diferentes posiciones,  sin ninguna confusión o asociación formal entre programas y proyectos políticos irreconciliables.

Del otro lado de esta línea del frente, el proyecto de un mundo "multipolar" que promueven algunos gobiernos dentro de los BRICS+, que no es más que otro programa imperialista, ha seducido fatalmente restos del bolchevismo y de sectores de la izquierda que han llegado a considerar como "camaradas" o casi a dictadores sanguinarios como Putin en Rusia, Maduro en Venezuela y varios asociados. De acuerdo con la misma lógica, hay quienes legitiman a los fanáticos religiosos, misóginos, homófobos y asesinos de grupos como Hamas y Hezbollah, o a los burócratas de autoridades corruptas más o menos "nacionales", como protagonistas de una supuesta resistencia a Israel. Si bien la miseria y las contradicciones de estos últimos discursos son evidentes, no podemos sino reafirmar con fuerza el principio fundamental de la coherencia de los medios y de los fines, según el cual nuestro antimilitarismo no puede separarse en ningún caso de nuestra inspiración antiautoritaria, anticlerical, antipatriarcal y anticapitalista.

En futuros escenarios internacionales, ciertamente no será la instalación de viejas herramientas reaccionarias como Donald Trump lo que traerá una alternativa a la locura belicista progresiva de su predecesor Joe Biden y de la mayor parte de la clase dominante occidental. Ni un posible éxito (o no fracaso) militar del mundo "no occidental" traerá más justicia o cuestionará al capitalismo, a la colonialidad del poder u al imperialismo.

No debemos olvidar, sin embargo, el otro centenar de conflictos que aún están en curso a nivel global, especialmente en el Sur Global, entre ellos, como nos recuerdan nuestras compañeras y compañeros de Brasil y América Latina, la guerra genocida que se libra desde hace más de 500 años en sus partes contra las mujeres, contra los pobres y contra las comunidades indígenas y afrodescendientes. Si bien reconocemos la necesidad todavía actual de una acción anticolonial y decolonial, es importante precisar que esto no debe conducir de ninguna manera a nuevas formas de nacionalismo, comunitarismo o esencialismo de la civilización. El concepto de individuo sigue siendo central contra cualquier deriva que conduzca a esencialismos étnicos, raciales y culturales, incluso si se basan en la idea de "pueblos", entidades estas últimas que siempre se caracterizan internamente por dinámicas de desigualdad y opresión en términos de clase, género y todas las formas posibles de discriminación y marginación.

A pesar de todas las dificultades, existen importantes espacios de acción y organización desde abajo en los que nuestro aporte puede ser decisivo para construir una oposición social a la guerra y al militarismo. Un punto central de nuestra acción ha sido nuestro apoyo a las huelgas generales del sindicalismo conflictivo y de base, que en los últimos años se han caracterizado por haber asociado las luchas sociales y salariales a un enfoque antimilitarista contra las guerras y la economía de guerra, coherente con nuestro supuesto que vincula estrechamente una perspectiva antimilitarista con una perspectiva de clase.

También es necesaria una gran iniciativa cultural que contrarreste la propaganda militarista que se sirve a diario, de manera más o menos explícita, en las escuelas y en la comunicación pública de manera cada vez más generalizada, y dispuesta a explotar los lugares de educación y formación para hacer más eficaz un discurso que presenta la supuesta "buena" cara de las fuerzas armadas del Estado como si fueran empresas humanitarias.

En este sentido, nuestro apoyo a la objeción, a la deserción, a la evasión del servicio militar obligatorio en todos los frentes de guerra y al derrotismo revolucionario sigue siendo fundamental, sobre todo en un momento en el que, por mencionar sólo uno de los frentes más conocidos, los propios mandos militares rusos y ucranianos reconocen la deserción como un problema real que dificulta sus respectivos programas de muerte. Este apoyo se desarrolla en el marco de nuestro compromiso internacionalista, en particular en el contexto de la Internacional de Federaciones Anarquistas, que debe desarrollarse promoviendo nuevas iniciativas para deconstruir fronteras y impugnar cualquier idea de nacionalismo y soberanía territorial del Estado-nación o de cualquier otra entidad que aspire a serlo, sustituyéndolo por nuevos mecanismos de solidaridad internacional y hermandad universal.

Necesitamos un diálogo, en el marco de acciones llevadas a cabo de manera consistente desde abajo y fuera de los partidos y desde el control de las instituciones, con todos aquellos grupos y movimientos que comparten nuestra intransigencia antimilitarista, construyendo alianzas funcionales sobre objetivos bien definidos y coherentes con todos los supuestos que hemos expresado en este documento. Solo desarrollando y generalizando acciones desde abajo basadas en estos supuestos será posible renovar verdaderamente la esperanza en un mundo de libertad e igualdad en lugar del mundo de muerte, destrucción y guerra permanente que el capitalismo y el Estado nos imponen cada vez más descaradamente.

XXXII Congreso de la Federación Anarquista Italiana - FAI, Carrara 3-6 de enero de 2025

Enlaces relacionados / Fuente: 
https://federazioneanarchica.org/archivio/archivio_2025/2025010306carrara.html
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