¡Leed y emancipaos! Anarquismo extremeño y prensa libertaria

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adonis
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¡Leed y emancipaos! Anarquismo extremeño y prensa libertaria

Mensaje por adonis » 06 Ago 2020, 14:55

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Me lo dijo en cierta ocasión un buen amigo de León, acogido en tierras extremeñas como profesor de Lengua y Literatura: hace un siglo, en cuanto se juntaban dos anarquistas, hacían un periódico.

De esa certeza da fe el libro de Ángel Olmedo Alonso, El anarquismo extremeño frente al poder. Estudio de un periódico libertario: El amigo del pueblo. Azuaga 1930-1933, publicado por la Diputación de Cáceres, Institución Cultural El Brocense, en 1997.

A pesar de que está descatalogado, el libro se encuentra ahora a disposición de los lectores y lectoras digitalizado por la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL).

El libro de Olmedo Alonso es mucho más que un estudio sobre un periódico libertario. Su publicación, a finales del siglo XX, supuso romper un silencio que se había mantenido en la historiografía extremeña sobre el papel desempeñado por el anarquismo en el movimiento obrero de estas tierras desde el inicio del Internacionalismo hasta el final de la Guerra Civil, con episodios olvidados o acallados como el asesinato de cenetistas y ugetistas en Cabeza del Buey en noviembre de 1936, a manos de autoridades republicanas. El autor recorre la geografía extremeña de la mano de los primeros internacionalistas obreros, tales como Agustín Cervantes del Castillo, hasta las vicisitudes del Batallón Pío Sopena durante la Guerra Civil, con las narraciones de Olegario Pachón Núñez, jornalero nacido en Bienvenida en 1907 y fallecido en Llerena en 1996. Entre esos dos momentos, Olegario fue miembro de la CNT y de la FAI, luchó contra el franquismo, estuvo preso en los campos de concentración, se exilió a Francia, volvió a España como enlace de la CNT en la clandestinidad y narró sus vivencias en Recuerdos y consideraciones de los tiempos heroicos. Testimonio de un extremeño, publicado en 1979.

Precisamente Olegario, en ese libro y en referencia a su infancia en tierras extremeñas de Bienvenida, dice: “El deseo de saber se había apoderado de los campesinos de tal forma, que cuando iban al campo se llevaban consigo libros para leer en los momentos de descanso. Muchos de ellos leían hasta montados en las caballerías, como si quisieran desquitarse del retraso cultural. ¡Había que ver con qué rapidez y facilidad asimilaban lo que leían aquellos labriegos!”.

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Este afán por la cultura entre campesinos de ideas ácratas es corroborado por Ángel Olmedo Alonso. Las referencias a la obra de Juan Díaz del Moral (Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Alianza Editorial, 1967) nos llevan a conocer de primera mano aquel afán por la lectura. No importaba si se era analfabeto: se buscaba a quien supiera las primeras letras para que, en corrillo y mientras se echaba el cigarro, se leyeran en voz alta los periódicos como El rebelde, La Anarquía, El Productor, Tierra y Libertad, El corsario, o revistas como La Revista Blanca, que hablaban de la emancipación social y del nuevo mundo que habría de venir, donde reinaría el apoyo mutuo, la libertad, la igualdad y la fraternidad.

El periódico analizado por Ángel Olmedo, El Amigo del Pueblo, estudiado en el período que va desde 1930 a 1933, tomaba su nombre de L´Ami du peuple, creado y redactado casi en su totalidad por el revolucionario francés Jean-Paul Marat, homónimo de tantos otros periódicos de tintes libertarios que seguirían su estela. El de Azuaga, en su primer número señalaba:

“Yo soy un periódico del pueblo, entro en los hogares humildes, en los talleres y fábricas; el obrero campesino me lleva a los cortijos y al calor de la lumbre me leen en corro gañanes y aprenden de memoria los versos de Villarrubia, el poeta del terruño extremeño”.

El reflejo del germen extremeño en la prensa libertaria había aparecido mucho antes. A finales del siglo XIX surgió en la ciudad de Badajoz la sociedad obrera “Germinal”, de carácter anarquista, que publicaba el periódico El Obrero (Ángel Olmedo Alonso en Cien imágenes para un centenario, CNT 1910-1920, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2010). El primer número del periódico Solidaridad Obrera, publicado en Barcelona el 19 de octubre de 1907, cuya cabecera es el dibujo de tres querubines moviendo el globo terrestre con una palanca (con nombre del periódico grabado) sobre un fulcro en el que figura la palabra “Cultura”, da noticia en su cuarta página de la intención de la Sociedad obrera de Fuente de Cantos de constituir una “Federación Regional Extremeña de Sociedades de Resistencia”, para lo cual convoca al resto de sociedades extremeñas a hacer un encuentro en Mérida.

Pocos días después, en el Solidaridad Obrera nº 7, de 30 de noviembre de 1907, la Sociedad obrera La Productora dirige un llamamiento a los trabajadores de Mérida, manifestando tener, textualmente, “el alto honor de dirigirnos al noble aunque apático elemento obrero de esta culta e importante ciudad”, al que convoca a asistir a un mitin el 23 del corriente, a las 7 de la noche, en La Tercia, donde se encontraba el Liceo de Artesanos, en la antigua calle Bastimento, hoy día calle Los Maestros. Como dato curioso cabe decir que en ese número del periódico se razona sobre la pertinencia o no de dar propina a los camareros, que se considera como un signo de humillación burguesa, mientras se reivindica un jornal digno que supla la necesidad de las propinas.

En estos mítines se aprovechaba para repartir la prensa libertaria. Periódicos como El Amigo del pueblo, publicado en 1930, llegaría a tener una tirada de 1.500 ejemplares, que se distribuían a través de compañeros en sociedades afines de pueblos cercanos. Previo a esta propaganda escrita era necesaria, también, una propaganda oral.

Uno de quienes firmaban como secretario de la Sociedad Obrera La Productora que hemos visto antes era José Collado. Este jornalero emeritense participó en la Excursión Nacional de propaganda de carácter anarquista que recorrió España en 1902 primero y luego en 1904, dando un mitin en Mérida entre abril y junio de ese año (entrada en Enciclopedia del anarquismo ibérico, de Miguel Íñiguez, Asociación Isaac Puente). Estas excursiones estaban promovidas por la prensa libertaria: la de 1902 propuesta por La Revista Blanca (la revista de Teresa Mañé y Juan Montseny, madre y padre de Federica Montseny) y la de 1904 organizada por el periódico Tierra y Libertad. Un conjunto de hombres y mujeres recorrían España en ferrocarril propagando las ideas anarquistas y repartiendo prensa ácrata. La excursión (así llamada) estaba sufragada por una suscripción obrera, mientras que a la puerta de las salas donde se daban los mítines se situaba una bandeja en la que se pedía una aportación voluntaria para mantener a las familias de los oradores. La de 1904 dio comienzo en abril en Madrid, en el teatro Barbieri, presidida por Soledad Gustavo (Teresa Mañé), y en ella tomarían parte personajes de la talla de José Sánchez Rosa, cuyo perfil se menciona en el libro de Ángel Olmedo sobre el periódico de Azuaga, autor de libros de matemáticas, gramática y leyes explicadas de un modo muy sencillo y cercano para que los campesinos y obreros analfabetos adquirieran cultura.

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Ni qué decir tiene que muchos de aquellos mítines fueron impedidos por las autoridades locales. En Badajoz y Mérida, como decimos, se dieron entre mayo y junio de 1904, con la participación de José Collado. Posteriormente, en 1918, se haría otra nueva excursión de propaganda.

En aquellos encuentros los asistentes se hacían con ejemplares de la prensa anarquista. Como nos recuerda en su libro Ángel Olmedo, citando a Juan Díaz del Moral, “De regreso a su pueblo, el expedicionario leía el periódico a sus íntimos, los cuales, convencidos en el acto, divulgaban calurosamente el nuevo credo. A las pocas semanas el primitivo núcleo de diez o doce adeptos se había convertido en una o dos centenas; a los pocos meses, la casi totalidad de la población obrera, presa de ardiente proselitismo, propagaba frenéticamente el ardiente ideario”.

Ángel Olmedo recala en su libro en diversos aspectos del oficio de historiador, tales como el papel de la prensa como herramienta de trabajo en la historiografía y la crítica frente a cualquier forma de poder desde la perspectiva anarquista. En este último sentido, llama la atención el pronto desencanto y decepción experimentado por los campesinos extremeños y andaluces anarquistas tras el advenimiento de la Segunda República, contraria mediante sus sucesivos gobiernos a la ejecución de los mismos principios que había defendido antes de ser proclamada, llegando incluso a practicar la censura contra los periódicos libertarios editados a partir de abril de 1931.

Este desencanto de los grupos de campesinos anarquistas vivido en la Extremadura rural con respecto a la ansiada República estudiado por Ángel Olmedo, recuerda a lo expresado por Chris Ealham en su libro La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto, 1898-1937 (Alianza Editorial, segunda reimpresión de 2020, primera edición de 2005) en cuanto a la misma decepción sufrida por la otra sección del anarquismo ibérico, el eminentemente urbano de la ciudad de Barcelona y de Catalunya en general. Mecanismos de relaciones laborales como los jurados mixtos o la creación de brigadas policiales especializadas en la disidencia social decían mucho de la continuidad represiva de aquella “República de orden” y muy poco de la cultura democrática y de derechos que, supuestamente, debería haber defendido.

Ángel Olmedo Alonso ha aportado desde la publicación de este libro unos materiales imprescindibles para conocer la historia más reciente de Extremadura. En el año 2009 ganó el Premio de investigación Arturo Barea con su libro Llerena 1936. Fuentes orales para la recuperación de la memoria histórica (Diputación de Badajoz, 2009), al que han seguido otras publicaciones donde aparte del rigor del estudio de la Historia, se añade el componente emocional de alguien muy comprometido con la búsqueda de la Verdad, la Justicia y la Reparación.

Como miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEx) y director de numerosas excavaciones de fosas, ha recorrido la Extremadura de dolor que aún yace enterrada entre cunetas y campos del olvido, y ha compartido la pena –como quien comparte el pan- con cientos de familiares de desaparecidos.

Es de agradecer su oficio y el trabajo de sus días.

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