La Vanguardia
Una huelga colapsa Nueva York
El sindicato del transporte amenaza con paralizar la ciudad hasta Navidad
Nueva York está sin metro ni autobús y los automovilistas, a instancias del Ayuntamiento, invitan a los peatones a subir para superar la huelga del sindicato del transporte, que exige la financiación de los planes de pensiones. El alcalde y el gobernador del estado se enfrentan a un líder sindical fuerte.
- Bajo su carismático líder caribeño, Roger Toussaint, los 46.000 trabajadores del sindicato del transporte de Nueva York (TWU) se declararon en huelga en la madrugada de ayer y paralizaron los servicios de metro y autobús que transportan a diario millones de trabajadores a la isla de Manhattan desde los barrios de Queens, Brooklyn y Staten Island. Toussaint calificó la huelga como una medida necesaria para "no traicionar a los no nacidos", en referencia al plan de la empresa de transporte metropolitano (MTA) de recortar los derechos de pensiones y jubilación para nuevas generaciones de trabajadores.
Pero era el presente lo que preocupaba a unos siete millones de ciudadanos, la mayoría de ellos de bajos ingresos, afectadas por una huelga que amenaza con prolongarse hasta Navidad. Para paliar el impacto de la huelga, el Ayuntamiento forzó a los automovilistas a llevar pasajeros y redujo la tarifa de los taxis. A fin de cumplir con las nuevas normas y cruzar los controles policiales, los automovilistas bajaban de sus coches y, en una extraña inversión de papeles, instaban a peatones a subir. Aunque las calles colindantes con las entradas a la isla fueron colapsadas, la mayoría de los negocios en Manhattan operaban con normalidad. Para los turistas navideños en la Gran Manzana, el cierre del metro desde el aeropuerto JFK no resultó desastroso, ya que el servicio de tren de Long Island desde el aeropuerto hasta la estación Penn, en Manhattan, funcionaba.
El Ayuntamiento de Nueva York calcula que el coste económico de una huelga que coincide con los días más lucrativos de las compras navideñas de una semana rondaría los 1.600 millones de dólares. Pese a ser ilegal - pues contraviene la llamada ley Taylor, que prohíbe paros de trabajadores de los servicios públicos- y no contar con el apoyo de la central de la TWU en Washington, el paro ha sido secundado por todos los trabajadores del sindicato, una muestra poco habitual de fuerza sindical en Estados Unidos sólo un mes después de la derrota de los famosos sindicatos del automóvil en su propia lucha por defender las pensiones. La MTA se ha negado a usar un superávit de 1.000 millones de dólares para financiar los programas de pensiones porque prevé que en el 2009 registrará un déficit. Los trabajadores del transporte en Nueva York con antigüedad superior a 19 años pueden jubilarse a los 55 años.
Tanto el alcalde, potenciado por una victoria contundente en las elecciones el mes pasado, como el gobernador del estado de Nueva
40 años en Port of Spain, Trinidad, es un contrincante intelectual formidable, la nueva encarnación del brillante líder obrero irlandés Michael Quill, que fundó el TWU en 1934. Desde entonces, un sindicato casi exclusivamente irlandés y blanco se ha ennegrecido y la mayoría de sus miembros ya son afroamericanos y caribeños. El hermanastro de Toussaint, Arnold Rampersad, catedrático de Literatura de la Universidad de Stanford y biógrafo del poeta negro Langston Hughes, dijo que "Roger podría haber sido académico también, pero optó por hacer algo útil". York, George Pataki, arremetieron contra el sindicato del trasporte. Pataki, candidato republicano en las presidenciales de 2008 y último responsable de la MTA, dijo que "los huelguistas serán castigados severamente", en referencia a las multas: dos días de sueldo por cada uno de huelga. Trabajadores de TWU entrevistados en la entrada de Brooklyn Bridge dijeron ayer que Pataki "quiere romper el sindicato para afianzar sus aspiraciones presidenciales".
Bloomberg, por su parte, trató de emular el gesto del ex alcalde Ed Koch, que rentabilizó políticamente la huelga de transporte de 1980 con el gesto de cruzar el puente de Brooklyn junto con miles de ciudadanos. Koch prolongó su alcaldía hasta 1989. Pero mientras Koch cruzó bajo el sol primaveral, Bloomberg, con cazadora de cuero y vaqueros en lugar de su traje habitual, cruzó en temperaturas próximas a cero y casi sin luz, y sólo habló con sus guardaespaldas.
En momentos en los que todos los trabajadores se preocupan por sus pensiones, puede resultarles más difícil a Bloomberg y Pataki demonizar al TWU que a Koch. Aunque algunos neoyorquinos entrevistados tacharon a los huelguistas de insolidarios - "qué más quisiera yo que un sueldo de 50.000 dólares y derecho a jubilarme a los 55", dijo un tendero indio en Manhattan-, la MTA tiene pocos amigos en Nueva York. Subió las tarifas a dos dólares el trayecto hace dos años pero no se han realizado grandes inversiones en la red.
El Mundo
El sindicato del transporte público de Nueva York pagará un millón de dólares por cada día de huelga
NUEVA YORK.- El juez estatal neoyorquino Theodore Jones ha impuesto al sindicato de los trabajadores del transporte (TWU, en sus siglas en inglés) una multa de un millón de dólares por cada jornada de huelga en la red de transporte público en Nueva York. El primer parón en este sector en los últimos 25 años afecta a unos siete millones de usuarios.
Cuando el sindicato anunció la convocatoria de la huelga, este juez de la Corte Suprema de Nueva York dictó un auto en el que prohibía la paralización del transporte si no llegaban a un acuerdo sobre su convenio colectivo con la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA), de titularidad pública. El magistrado pedía que se garantizasen los servicios mínimos.
Además, una ley del Estado de Nueva York prohíbe hacer huelga a los empleados públicos, por lo que podrían ser castigados con distintas sanciones que van desde la retención de dos días de salario por cada jornada de ausencia hasta una pena de prisión.
De ahí que el juez, ante la constatación de que el sindicato ha violado su prohibición, le haya impuesto una multa de un millón de dólares por cada día que dure la protesta.
El sindicato y la administración han estado batallando por el aumento de sueldos, los beneficios del sistema de salud, y los saldos y la edad para las pensiones de retiro. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha manifestado que la huelga es "ilegal y moralmente reprochable" y un "cobarde intento" de los trabajadores para ganar peso en la mesa de negociación.
Coches compartidos y bicicletas
Los neoyorquinos han hecho frente al parón y han llegado a sus puestos de trabajo a pie, en bicicleta y en vehículos compartidos con extraños. La Policía ha establecido puestos de control en las entradas de túneles y puentes, como parte de un plan para prohibir que los automóviles transporten a menos de cuatro personas desde las afueras al centro de Manhattan.
Durante la primera jornada de parón, el transcurrir de las horas dio paso a una huelga cada vez más secundada, que provocó el cierre total de los sistemas de autobuses y trenes subterráneos. La última huelga similar se registró en 1980 y duró once días.
Los conductores, desesperados por llenar sus vehículos, han invitado a extraños a subir a sus coches, mientras que los peatones intentaban llegar al Estadio Shea en Queen, donde las autoridades de la ciudad han organizado un centro provisional para organizar viajes en autos compartidos.
Otras personas han llegado en masa a la ciudad en autobuses proporcionados por sus empleadores o en los escasos trenes suburbanos que todavía se encontraban de servicio. Es el caso de numerosas empresas de Wall Street, que han puesto a disposición de sus trabajadores un servicio de autobuses para asegurarse que llegan a tiempo a la apertura de los mercados financieros, que han operado con normalidad.
La huelga en el sistema de transporte más grande de Estados Unidos se detuvo durante la temporada de compras y de turismo días antes de Navidad, por lo que la huelga podría costar más de 400 millones de dólares por día, según han advertido los funcionarios.
El Periodico
Nueva York sufre un paro indefinido de metro y bus
- Colapsos de tráfico y largas caminatas marcan el primer día de la protesta
- Un tribunal multa al sindicato convocante con 842.000 euros por cada día no trabajado
IDOYA NOAIN
NUEVA YORK
La amenaza de una huelga en el transporte público de Nueva York, un sistema que utilizan a diario siete millones de personas, se hizo realidad ayer, cinco días antes de Navidad. A las tres de la madrugada, tras semanas de negociaciones fallidas, Roger Toussaint, presidente del sindicato Local 100, que agrupa a 30.000 trabajadores de metro y autobús, anunció el paro indefinido.
La protesta, la primera de esta envergadura en 25 años y cuyo coste diario para la ciudad se estima entre 340 y 560 millones de euros, abre una batalla legal. Mientras ésta se libra, millones de neoyorquinos llenaron las calles en bicicleta, patines, a pie o compartiendo taxis o coches bajo estrictas normas de ocupación. Muchos llegaron tarde al trabajo. Algunos que llegaron a la ciudad no sabían cómo regresarían. Todos demostraron su capacidad de adaptación.
PROTECCIÓN DE FUTUROS EMPLEOS
En la raíz de la protesta está el rechazo a las propuestas de la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA en sus siglas en inglés), que afectan, sobre todo, a futuros empleados. La MTA, alegando los costes de las pensiones, quería subir de los 55 a los 62 años la edad para acceder a la pensión completa y aunque luego accedió a mantenerla en los 55 años, los trabajadores rechazaron que los nuevos empleados contribuyan durante sus 10 primeros años un 6% de su salario. Los trabajadores se niegan a que se retire un 1% del salario a los nuevos contratados para su seguro médico. Tras los atentados de Madrid y Londres, piden también entrenamiento para desastres.
"Ésta es una batalla sobre si el trabajo duro será remunerado con una jubilación decente. Ésta es una batalla por la erosión y la posible eliminación de la cobertura médica para la clase trabajadora, una batalla por la dignidad y el respeto en el trabajo", dijo Toussaint. Tras sus palabras, empezaron a cerrar las estaciones de metro y dejaron de circular los autobuses, y se puso en marcha el plan de emergencia de la ciudad. Ningún coche puede cruzar los puentes de la isla de Manhattan ni circular por debajo de la calle 96 con menos de cuatro ocupantes entre las 5 de la madrugada y las 11 de la mañana y entre las 3 y las 8 de la tarde.
EN LOS TRIBUNALES
Las autoridades del transporte acudieron a los tribunales para tratar de impedir el paro. En Nueva York, los trabajadores públicos no pueden dejar su trabajo y una ley les multa con el salario de dos días por cada uno de paro. Al finalizar la jornada, un tribunal condenó al sindicato convocante a pagar una multa de un millón de dólares (unos 842.000 euros, unos 140 millones de las antiguas pesetas) por cada día que dure el paro.
El alcalde, Michael Bloomberg, no involucrado en las negociaciones, cruzó a pie con miles de personas el puente de Brooklyn. Más tarde, condenó con dureza la huelga que considera "egoísta e irresponsable".
Muchos ciudadanos, pese a los incovenientes, mostraron su solidaridad. "Los apoyo totalmente", decía Abdel, un taxista marroquí motivado por un día con más ganancias que de costumbre (y también con atascos de dos horas). "La MTA tiene beneficios de cientos de millones de dólares y se lo reparten los grandes. Los empleados merecen lo que piden".
En la sombra quedaban miles de trabajadores sin papeles como Juan Carlos, un mejicano que vive en Queens y trabaja en el turno de noche en un café en Manhattan. "El compañero que tenía que llegar a las siete de la mañana ha dicho que la policía está poniendo muchos problemas y no se va arriesgar a venir. Yo no sé cómo volveré a casa".





