Moral propia y ajena
Kant diferencia entre moral autónoma, aquella que surge de uno mismo fruto de su imperativo por el deber cumplido, y la moral heterónoma que viene impuesta desde fuera por las instituciones de la sociedad.
Yo quisiera hacer otra dicotomía dentro de la moral, entre la moral propia que es fruto de la reflexión sobre aquello que a uno le acaece de forma trascendente, más allá de uno mismo y fuera de si pero con implicaciones en lo personal; y la moral ajena que es la que se trata de imponer a los demás desde el punto de vista del beneficio moral personal; siempre y cuando no le imponga ni suponga al moralista ajeno ningún inconveniente en su propio quehacer y le permita moralizar sobre lo ajeno. Así la moral ajena es interesada y circunstancial, y es la que llena las instituciones que M. Focault diría «del control» de lo que constituye la periferia de la sociedad, que construye el discurso del quehacer cotidiano en todos los niveles y en todos los lugares, desde su interés o perjuicio por la moral ajena que viene impuesta de forma ejemplarizante y que más que una moral supone un conjunto taimado de opiniones que van y vienen conforme el interés personal de los que gustan de criticar vidas ajenas o piensan que esa es la forma adecuada de ganarse el trabajo y conseguir el pan en una sociedad donde se hace patente y visible que el adocenamiento es la forma virtuosa de prosperar, aunque sea más un espejismo que una realidad factible.
Kant en su crítica del juicio afirma que el ejemplo de lo ajeno es una forma positiva de educar, mientras que Nietzsche critica ese uso de la moral ejemplificante, que crea el ejemplo y al mismo tiempo educa sobre él. Algún límite debe de tener ese uso interesado del ejemplo fabricado por los psicopompos de la sociedad y es positivo pensar que el provecho de la moral ajena es más bien nulo y que ha de ser el trabajo propio y la moral autónoma el que nos lleve más lejos manteniendo nosotros el timón de nuestros propios destinos. Conceptos fantasmagóricos como «subconsciente colectivo» y otras categorías de las pseudociencias del espíritu dan de comer a los aquejados de carácter propio que aplauden como palmeros los vaivenes del devenir del espíritu, pero de nulo provecho, si no de pesada losa punitiva, suponen al que vive del propio esfuerzo. Una sociedad anarquista pondrá a estos fantasmas en el lugar que les corresponde por naturaleza.
Moral pròpia i aliena
Re: Moral pròpia i aliena
Hoy leía la noticia de que en un colegio elitista francés, regentado por religiosos, los alumnos recibían una serie de castigos físicos, vejaciones sexuales y violaciones, y que la cosa duró desde 1950 (que esté documentado) hasta el dos mil y pico, el caso salió a la luz a cuenta de que uno de los alumnos...
Y yo me preguntaba... ¿Cómo es posible que en cincuenta años, en más de cincuenta años, ni un solo alumno de miles y miles cogiese un cuchillo cebollero de la cocina y le sacase las asaduras a algún tipo de esos? ¿Una piedra gorda, un clavo, un martillo...? Es que ni uno solo. Ni uno.
Por supuesto el peso de una organización piramidal, con figuras carismáticas y de autoridad, estigmas de vergüenza, seguridad en no ser creídos, males mayores para los que denunciasen, castigos sociales, profesionales, sicológicos..., normalización de la violencia sistémica, etc., explican esas conductas que se dan en colegios, centros deportivos, universidades, partidos políticos, casas reales, etc.
No es eso lo que me daba que pensar. Pensaba en los individuos, en su capacidad de resistir, aun en soledad, a pesar de todos los castigos, en su capacidad para decir "no". Y sin embargo nadie dijo nada. De hecho se averigua por una cuestión "casual" y a partir de ahí empiezan a hablar hombres de más de cincuenta años de "lo que les pasó".
¿Puede alguien, en soledad, a través de la reflexión, llegar a la conclusión de que algo está mal, y oponerse a ello? Da la impresión de que las figuras individuales que aparecen en películas, o están idealizadas, o ficcionalizadas, o son figuras excepcionales que confirman la regla. En la literatura y la tele un héroe muestra el conflicto moral, resiste, denuncia y cambia el sistema. En realidad el coste suele ser descomunal: aislamiento, descrédito, degradación social.
Muchas veces pienso que ética y moral no son más que meras palabras, como qué sé yo, esperanza, empatía...
Al parecer en los abusos, violencias y violaciones, participaban religiosos, laicos, y lo hacían en secuencia... Quierp decir que los nuevos contratados o llegados, adoptaban inmediatamente esos hábitos, o se callaban lo que estaba ocurriendo.El hijo de Martine no dijo nada sobre los abusos (1987), pero ella (la madre) se dio cuenta de su extrema angustia... Diez años después, el hijo de Martine fue detenido en 1997 por exhibicionismo. Tenía 21 años. Durante el interrogatorio policial se derrumbó y habló por primera vez de los repetidos abusos sexuales sufridos en Bétharram. Se abrió una investigación policial por violación y agresión sexual contra un menor. A Silviet Carricart (un sacerdote), que negaba las acusaciones, lo encarcelaron en prisión preventiva. Para sorpresa del investigador principal del caso, dos semanas después Silviet Carricart fue puesto en libertad. Luego se le permitió un traslado a Roma. Allí fue donde se suicidó cuando la policía francesa se puso en contacto con él para interrogarle sobre una segunda denuncia en el año 2000.
Y yo me preguntaba... ¿Cómo es posible que en cincuenta años, en más de cincuenta años, ni un solo alumno de miles y miles cogiese un cuchillo cebollero de la cocina y le sacase las asaduras a algún tipo de esos? ¿Una piedra gorda, un clavo, un martillo...? Es que ni uno solo. Ni uno.
Por supuesto el peso de una organización piramidal, con figuras carismáticas y de autoridad, estigmas de vergüenza, seguridad en no ser creídos, males mayores para los que denunciasen, castigos sociales, profesionales, sicológicos..., normalización de la violencia sistémica, etc., explican esas conductas que se dan en colegios, centros deportivos, universidades, partidos políticos, casas reales, etc.
No es eso lo que me daba que pensar. Pensaba en los individuos, en su capacidad de resistir, aun en soledad, a pesar de todos los castigos, en su capacidad para decir "no". Y sin embargo nadie dijo nada. De hecho se averigua por una cuestión "casual" y a partir de ahí empiezan a hablar hombres de más de cincuenta años de "lo que les pasó".
¿Puede alguien, en soledad, a través de la reflexión, llegar a la conclusión de que algo está mal, y oponerse a ello? Da la impresión de que las figuras individuales que aparecen en películas, o están idealizadas, o ficcionalizadas, o son figuras excepcionales que confirman la regla. En la literatura y la tele un héroe muestra el conflicto moral, resiste, denuncia y cambia el sistema. En realidad el coste suele ser descomunal: aislamiento, descrédito, degradación social.
Muchas veces pienso que ética y moral no son más que meras palabras, como qué sé yo, esperanza, empatía...
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.