La entrevista después deriva a otros temas algunos interesantes pero sin relación con el título del hilo, de todas formas dejo un enlace por si a alguien le interesa: http://articulosclaves.blogspot.com/200 ... hiano.htmlFui a una escuela gandhiana donde aprendí que la disciplina que te impones a ti mismo es la medida de tu libertad.
¿En qué sentido?
Cuantas más necesidades te cubras tú mismo, más libertad tienes. Los niños allí nos lavábamos y hacíamos la ropa; cocinábamos y limpiábamos la clase.
¿No es mejor dedicarse sólo a estudiar?
Esa disciplina gandhiana era tan educación como los libros. En una India devastada por el colonialismo, reivindicar la dignidad del trabajo - incluso las tareas más humildes, que ejercía la mayoría de los indios-nos devolvía la autoestima a todos: ricos y pobres.
El principio de la entrevista me ha provocado una asociación de ideas, la posibilidad de ampliar la educación obligatoria hasta los 18 años, que hace poco el ministro de educación Gabilondo barajaba, en contradicción con el planteamiento inicial de la entrevista.
Desde la óptica libertaria siempre se ha abogado por un aprendizaje integral y poner gran énfasis en que la formación hace que el ser humano sea más libre.
En la sociedad occidental y en nuestro entorno más cercano, una persona pasa desde su más tierna infancia hasta que acaba la educación obligatoria, fácilmente 14 o 15 años de su vida, a los que en muchas ocasiones se añaden unos cuantos años más, que en teoría se utilizan para dar una capacitación profesional. El computo total puede ser que una persona pase más de veinte años de su vida recibiendo conocimientos y aprendizaje.
El resultado final de todos esos años, lejos de conseguir que los seres humanos adquieran conocimientos y aprendizaje que les haga ser personas más libres, conscientes de la libertad de los demás, autosuficientes y responsables. Es en la mayoría de los casos el contrario, una sociedad infantilizada, egoísta, insolidaria y dependiente.
Personas con 15, 20 años de formación que son incapaces de realizar tareas básicas, limpiar, cocinar, realizar pequeñas reparaciones, construir algo con sus manos, tener capacidad comunicativa y de análisis.
Después de pasar tantos años de teórico aprendizaje, ya integrado en el mundo laboral de la sociedad capitalista que nos toca vivir, nos hacen pasar nuestros años más fructíferos en trabajos en el que en el mejor de los casos nos permiten una existencia adocenada pero relativamente confortable, pero que en muchísimas ocasiones solo nos da acceso a una subsistencia disfrazada de bienestar por tener la posibilidad de consumir.
Lo más perverso es que una sociedad lo suficientemente rica, para permitir a una gran parte de la población vivir sin realizar ninguna labor productiva, obtenga como fruto un panorama tan desalentador.