Vangelis escribió:Ligas demasiado el veganismo a la religión cuando la cosa no tiene, per se, nada de espiritual. Es una pura cuestión de empatía.
Para mi si se trata de un sentimiento religioso y del mismo modo que el comentario de yoskan en tus ojos te daba la razón, tu comentario al pasar por mi retina se adaptaba a mi impresión sobre el veganismo.
No es religioso en relación a la divinidad, y también es dificil observar el caraceter religioso por que renuncia de entrada al hilemorfismo, es decir, el geganismo tiende a desactivar la dualidad de la esencia humana: cuerpo Vs. espiritu. Así pues la persona vegana elimenta al mismo tiempo su cuerpo y su alma de forma indistinguible, recatando para su cuerpo la unidad que busca para el mundo vivo en su ejercicio consciente de empatía. La persona vegana se alimenta de comida pura, que no ha producido sufrimiento a los seres animados, a los anilames (los vivientes con alma o anima,en un sentido etimologico).
Esa relación del equilibrio que genera en el individuo el nutrirse de un orden universal, de la empatiza y la convivencia libre con otros seres me parece religiosa, puesto que alcanza la paz mediante el cumplimiento de una doctrina que finalmente acaba por aportar un sentimiento no solo de tranquilidad y armonía a través de la empatía, si no también de elvación de la individualidad por encima del entorno contamindo. No me parecería un sentimiento tan religioso si no desenvocase con tanta frecuencia en ese sentimiento de superioridad, de persona que se ha elevado por encima de ese contexto en que unos seres se devoran a otros alimentandose de su sufrimiento, negandoles la libertad, vertiendo su sangre, rompiendo sus cuerpos.
Me suena a religión también porque la forma de vida vegana, al tiempo que se basa en una lógica aplastante, un discurso perfectamente comprensible y que cualquier persona debería poder compartir en buena medida, también desemvoca en comportamientos completamente irracionales. Ejemplo perverso absurdo: entre unn tomate y una chuleta de cordero u vegano consideraría a lo primero un alimento y a lo segundo un desgradable símbolo de la perversión de nuestra sociedad. Pudiendo ser el tomate producido en un agrobisnes murciano super chungo ultracontaminante y la chuleta en una explotación extensiva tradicional del pirineo catalán. Para una persona vegana el debate en torno a este supuesto solo conseguiría hacer de las dos cosas alimentos inmundos, puesto que la carne del cordero es fruto del asesinato, de la sangre vertida y el aliento perdido.
Por suerte para los veganos ese filete es un objeto mitológico y ese pseudodebate se despacharía en segundos. Pero sinceramente no tengo prefeencias entre una lógica que concibe el mundo viviente como una comuna en convicencia armónica y esa otra que, partiendo de la necesaria adaptación a la sostenibilidad ecológica de las actividades humanas, conciva el consumo esporadico de carne como un comportamiento aceptable y coherente con la logica observable en la naturaleza, en la que unos bichos se alimentan de otros sin aparentar sentir satisfacción moral, si no más bien apetito y satisfacción gástrica.