Panfleto desperdigado en manifestación de CSI en La Felguera.
( ¿A quién quieren engañar? )
“El trabajo os hará libres” Auswitch
Por segunda vez y en un espacio reducido de tiempo, CSI y SUATEA, escienden del olimpo sindical gijonés con el objetivo de “salvar” a las cuencas en general y a los jóvenes cuencanos en particular. Nosotros, un escaso porcentaje de esos jóvenes, tan escaso como su afiliación en esta zona, nos sentimos empujados a contestar, a destapar las verdaderas intenciones de estos “señores”, a decir lo que opinamos de ellos y cual es nuestro posicionamiento.
“POR CADA PREJUBILADO, QUE SE META UN JOVEN”
Ante esta frase, digna de un decrepito demagogo izquierdista y vacía por completo de un análisis coherente, a ninguno de los convocantes se le cae la cara de vergüenza. Debemos recordar a este respecto que las prejubilaciones no son sino un parche a una industria minera absolutamente deficitaria, que no se prejubila a los mineros a los 42 años por su salud y bienestar, sino para terminar de una vez con un modelo productivo no competitivo, con condiciones laborales no asumibles por el capitalismo moderno. Entendido esto, es impensable que se mande para casa a un minero experto con una paga desmesurada para reemplazarlo por otro no cualificado. La lógica del capital es implacable, eso lo sabemos nosotros, lo saben los líderes barbudos de estas corporaciones sindicales y lo sabe Benedicto XVI. En este marco, cualquier ilusión que planté la vuelta a la edad de oro de la industria minera o utopía que proponga la creación de cuarenta mil puestos de trabajo en esta región, no deja de ser charlatanería hueca con una pretensión: hacer crecer el poder de estos sindicatos a la izquierda del SOMA, sin atacar realmente las prejubilaciones y aumentando la afiliación juvenil atraída por
un “sindicalismo radical”.
La reconversión industrial de los años 80 cayó como un puñal en el corazón de la Cuenca. Ante esta industria deficitaria, las ofertas y exigencias socialistas eran y son claras: mucho dinero para chanchullos sindicales y para acallar la rebeldía proletaria; guerra de exterminio dirigida por los empresarios del narcotráfico, consentida, aceptada y fomentada por las izquierdas en el poder; guerra sucia contra los elementos más conscientes del Proletariado, desde la represión policial a la delación por parte de los cuadros sindicales. Este trasvase de fondos mineros, de la UE a SOMA-CCOO sirve además para el lucro de socialistas, “comunistas” de IU y sus amigos constructores, levantando carreteras y colmenas de hormigón (viviendas) que como lápidas, se erigen sobre la “tumba” del movimiento obrero.
En este panorama desolador la salida de los jóvenes es la emigración masiva, el psiquiatra o el suicidio. Para llenar el espacio dejado por la emigración y el envejecimiento poblacional y no perder subvenciones, aumenta el número de guettos de minorías étnicas o mano de obra barata, con el traslado masivo de familias gitanas que a su vez sirven para justificar una abundante presencia de agentes del orden.
El crecimiento del capitalismo convierte a los sindicatos en organizaciones gigantescas que exigen de un “estado mayor” de profesionales y dirigentes: la burocracia, cuyo funcionamiento es similar al de cualquier empresa o estado, con sus propios intereses de clase, antagónicos a los del Proletariado. De esta tendencia natural del sindicalismo no se libran ni los llamados “minoritarios”, ya que no hay más sindicalismo que el existente. El ejemplo lo tenemos en CSI, como cualquier otro sindicato, su burocracia esta formada por desmovilizadores, con sus enfrentamientos pactados con policía y prensa (Naval Gijón), sus alianzas con los partidos de la socialdemocracia asturiana, (Andecha astur, BPA, PCPE...), fomentando de paso la ideología contrarrevolucionaria del nacionalismo; traidores, abandonando detenidos en pos de la “buena imagen” del sindicato, rompehuelgas, apagafuegos…
Este sindicato amparado en un discurso rancio pero con un toque macarra que lo hace “atractivo” intenta en vano atraer a los despojos desencantados del sindicalismo “mayoritario”, convirtiéndose en el apéndice natural de SOMA-CCOO, llegando a sectores sociales a donde estos no alcanzan.
Oponiéndonos a estas posiciones judeo-cristianas propias del izquierdismo trasnochado de reivindicar y mendigar trabajo, pan y vivienda a quien sabes que no te lo va a dar, por que ni quiere ni puede. Siendo conscientes de la crisis extrema en que vivimos, debemos plantear una salida real a esta caótica situación, que vaya mas allá del reformismo clásico de corte democrático- izquierdista y que rebase el muro de contención levantado por estos partidos y sindicatos adeptos a la dictadura mercantil. Cada crisis y cada contradicción particular del capitalismo no es más que la manifestación puntual de un problema global: los límites históricos alcanzados por el desarrollo del capital. Nuestro deber no es el de parchear las fisuras del régimen (labor llevada a cabo por el sindicalismo y los izquierdistas de cualquier calaña), sino el de agudizarlas, extenderlas y hacerlas irrecuperables. Por eso empezamos por la base, afirmando nuestra oposición radical al sindicalismo, máximo defensor de la paz social y del progreso de la economía. Afirmamos que la única salida posible a esta situación no es que nos atiborren de trabajo asalariado, sino la imposición de nuestras necesidades humanas ante las necesidades de la mercancía. La autonomía del Proletariado, sin representantes sindicales ni representados, mediante su autoorganización en sus propios órganos de lucha, siendo nosotros los únicos defensores de nuestros intereses, es el único medio que nos lleve a la salida de esta barbarie. No nos contentamos con las migajas de los ricos, ni con la tranquilidad de un “curro digno” de por vida, sino que queremos reventar la sociedad de clases, el trabajo asalariado y el Estado.
¡¡ Ni partidos ni sindicatos !!
!! Por la abolición del trabajo asalariado y la mercancía !!
COMUNISMO O BARBARIE
Ni mina…ni cocaína
Ronda de proletarios salvajes
Sindicalismo, crisis y desmovilización.
- René Vienet
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- Registrado: 28 Abr 2005, 21:50
Sindicalismo, crisis y desmovilización.
“Enfrentados al sabotaje, robos, absentismo, faltas de puntualidad, enfermedades supuestas y otras formas de resistencia de los obreros al trabajo y al lugar de trabajo, los sindicatos y colectividades cooperaron en el establecimiento de reglas estrictas y disposiciones que igualaban e incluso superaban el control capitalista de las empresas”