mmm, sí, y no. En uno de los comentarios lo pone (el tercero):
No me parece nada correcto contraponer el cooperativismo al socialismo como si no tuvieran nada que ver: por la misma podríamos contraponer empresa pública al socialismo, etc., ya que en condiciones capitalistas todos estos formatos van a tener que funcionar, más o menos, en parámetros capitalistas. Pero si vamos a los experimentos del “socialismo real”, en realidad cooperativas y empresas públicas son los formatos productivos adoptados y, honestamente, a mí no se me ocurre ningún otro.
De acuerdo con Aitor Mena, en que el problema de Fagor (y Mondragón en general), se debe (al menos en la parte que le toca), al abandono de los valores del cooperativismo. No todo se reduce a detentar parte de la propiedad de una sociedad, sino cuál es tu poder de decisión en la misma, y cuáles son los valores que mueven al colectivo de trabajadores. Si abandonas la gestión (luego
¿estaríamos ante cooperativas no-autogestionarias?), y además, los valores te los da la directiva técnica, que te los trata de inculcar al estilo del toyotismo japonés... al final el asunto acaba
degenerando como en muchas otras partes, en que la cooperativa se ve como una entidad jurídica más.
Además, aparte de la contradicción de separar a los trabajadores entre socios y empleados (y que éstos últimos sean mayoría), está el que los cooperativistas están en régimen de autónomos: la Seguridad Social no los cubre. Básicamente, en el régimen jurídico actual, el cooperativista puede combinar lo peor de ser empresario (pequeño, sea autónomo con o sin empleados) y trabajador, sin ninguna de las (posibles) ventajas.
- Si quieres tener una visión del futuro, imagina una bota pisoteando un rostro humano... para siempre.