Reproducción cotidiana de la miseria “revolucionaria”

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Anton FDR via Santiago

Reproducción cotidiana de la miseria “revolucionaria”

Mensaje por Anton FDR via Santiago » 01 May 2005, 14:54

La museística de la Izquierda.

El movimiento anarcosindicalista y el marxista-leninista, desde los 1980, sufre la última fase de una ideología condenada a convertirse en folclore museístico y de coleccionista. Mucho de esto ya se puede ver en no pocas "federaciones" sindicales que, cuando desaparezca la generación de activistas de los 1970-1980, posiblemente correrán parecida suerte esos sindicatos o se dedicarán –por impotencia- a recoger reliquias de la historia obrera: de sindicalistas a taxidermistas. En espacios grises, personas grises, disecando el cadáver del movimiento obrero. De sindicatos a salas de autopsia.

La fase en la que se encuentra el anarco-sindicalismo (y el marxismo, por cierto) es la de lenta agonía donde el tiempo histórico de la idea y la causa transcurre apesadumbrado. Se desarrolla cansinamente como las uñas y pelos de un animal después de muerto. Se parapeta tras los dogmas, sin ninguna aportación nueva. Un proceso similar a la defunción de una estrella de segundo orden: su momento más esplendoroso es el que marca el principio del fin; en su decadencia la convertirá en una enana blanca que dará paso a la enana negra; esto es, el repliegue hacia adentro hasta verse vuelta menos que un agujero negro… una bagatela por fin en el mundo de la vitrina.

El anarco-sindicalismo y el marxismo leninismo ya están hoy repletos de “las contradicciones internas” que darán al traste con sus sistemas: estos son, los tipos sociológicos representados por las clases sociales que se identifican con el perfil del coleccionista y que actúan en el sindicato, todavía hoy, como una mezcla de político y comisario de museo. El anarcosindicalismo está así hoy formado por funcionarios e historiadores pro y amateur, perdidos entre papeleos burocráticos e histórico-mohosos.

Esto mismo –formación por clase social y repliegue museístico- ocurre exactamente igual en otros movimientos modernos en descomposición, como el marxismo leninismo o la masonería liberal (con la excepción de las logias de magnates, que siguen muy, muy vivas). En todas ellas son las profesiones liberales y los funcionarios del estado quienes nutren las organizaciones; la presencia obrera –de andamio o de tractor y arado- en las organizaciones obreristas es, paradójicamente y a pesar de la retórica, más que mínima.

Pero hay otra clase social que, tanto en el marxismo-leninismo como en el anarco-sindicalismo, es de muy especial relevancia: los jóvenes (ya sean estudiantes o precarios con su/s primer/os trabajo/s). Los jóvenes entran a estas organizaciones y causas en decadencia con una misma ansia museística; con un fuerte apego e idolatrización de las grandes gestas de la causa en putrefacción (Rusia 1917 o Cuba 1959 para los Marxistas, 1936 España para los otros). Pero en los jóvenes se combina este carácter con el del guerrillero: los jóvenes que entran no son desencantados, cansados o hastiados, como los funcionarios-historiadores del museo revolucionario.

Es por esto –para conservar el orden y la tradición- que los jóvenes nada más entrar son iniciados en las prácticas del comisariado del museo anarco-sindical y marxista. Se les enseña cómo debe ser la postura de la organización ante cada acto; cómo debe ser una asamblea y cómo su participación en ellas; cómo debe seguir funcionando la burocracia y estratificación sindical o de partido; cómo deben ser las relaciones con las diferentes organizaciones; cuál debe ser el discurso, cuáles los lemas a machacar, desde qué punto de vista debe ser vista la vida y la lucha (reduciendo ambas a lo economicista laboral), etc. La transmisión de la tradición cumple un papel normativo, de identificación, adoctrinador, rutinizante, legitimador (las formas de actuar y pensar encuentran su justificación en la tradición) y hermenéutico (que define los métodos para el análisis e interpretación de los textos clásicos de la ortodoxia).

En un principio todo esto es aceptado por el joven deslumbrado por la novedad y su mistificación de la lucha. Éste otorga gran autoridad a los Comisarios del museo. El joven no cuestiona nada; de esta manera obedece sin necesidad de ser mandado –esta propia invisibilidad del autoritarismo refuerza la justificación de la sumisión a la autoridad-. La opinión de los Comisarios museísticos prevalece porque el joven adopta una postura de sumiso espectador y chico de los recados, tanto en la calle en la lucha como en el mantenimiento del local de la organización y de su
maquinaria. Esto es así porque el joven idolatra indirectamente al veterano museístico. El carcamal de partido o sindicato es, para el joven, el representante de la gestas gloriosas que él idolatra (1917, 1936, etc.) y la expresión de esas luchas en el presente. Además, el carcamal cuenta con otro factor a su favor: lleva muchos años en la “lucha”. Este hecho refuerza su autoridad por dos cuestiones: 1) Por el supuesto de que el que lleva más tiempo sabe más y que el que sabe más está en posesión de La Verdad. Éste es uno de los principios a través de los cuales se reproduce la tradición (socialmente hablando). Por supuesto, cada generación añade
sus pequeños cambios, nunca es igual que lo anterior. Como decía Woody Allen, y tantos otros, “la tradición es la invención en el tiempo.” Y (2), el joven, en una sociedad donde la mayoría de la gente traga con la dominación, la explotación y la destrucción, al pasar a la lucha desarrolla un sentimiento de rechazo a quien –como él ahora- no es activo contra el sistema. Para el iniciado es un honor y muestra de superioridad (aunque sea moral o intelectual) estar en un movimiento de lucha; quien lleve desde más tiempo esa trayectoria, más honorable es. El carcamal ve así reforzada su autoridad, aun a pesar de que posiblemente lleve años sin hacer nada que se pueda considerar “lucha”, a parte de remover papeles, pagar cuotas y escribir cartas a la prensa.

Además de esto, en el refuerzo de la autoridad del veterano museístico, hay que tener en cuenta la fuerza en el imaginario (del joven y del viejo) de lo llamado “estar organizado”. Y es que para los jóvenes y viejos ortodoxos este simple hecho significa ya en sí “estar en lucha”, una muestra de superioridad sobre los “apolíticos.” Es la Organización la que legitima su sentimiento de superioridad y es, a través de La Organización (CNT, PC, etc.), como se participa de la gloria de esas Santas Cruzadas de la causa que han sido inspirados por los Patriarcas santificados en el dogma (Marx, Bakunin, Kropotkin, Che Guevara, etc.). No es de extrañar que La Organización, “la causa”, “la idea”, “el movimiento”, sean aupados por encima de las personas, que gustosamente pierden su personalidad (su cara y delimitación física) en la organización de masas (sin rostro y amorfa). Así se efectúa una militarización de las personas a través de la divinización de La Organización: cuando La Organización está antes que, y por encima de las personas la disciplina militar hace posible la interiorización de la máxima “Todo por la Patria” o “Por el triunfo de la
Organización”, en un “a las barricadas” enajenado. En este contexto no puede sino operar una rígida jerarquía. En la cúspide estaría La Organización –el dios-, más abajo los veteranos hoy museísticos –la casta sacerdotal- y abajo de todo, los principiantes en el movimiento, normalmente jóvenes; los feligreses que comulgan y toman las hostias.

En un primer momento los jóvenes están imbuidos por la sensación de novedad, y sorprendidos gratamente por cada logro que van adquiriendo en el conocimiento de las técnicas de organización e ideológicas. Esto no es algo particular del anarco-sindicalismo o el marxismo de partido, se trata de la fase iniciatica en la entrada de cualquier subcultura. Pongamos de ejemplo la subcultura de los fumadores de cannabis. La persona entra en contacto con un grupo. Este grupo está formado por fumadores ya experimentados en este arte. El iniciado, en un principio, se ve defraudado y molesto por la experiencia de fumar –mareos, ganas de vomitar, o
simplemente no le “coloca”-, pero como quiere formar parte de esta comunidad estudia el comportamiento de los veteranos para conseguir adaptarse. Para ello aprende las técnicas de fumar cannabis (no es igual fumar tabaco que hachís), el lenguaje (“petas”, “una trompeta”, “pillar”, etc.), incluso a veces también imita los efectos que debería producirle (hambre, sensación de ralentización del tiempo, tendencia hacia la risa, etc). El individuo está ya adaptado, es un “porrero” cuando consigue placer del acto de fumar y ya no tiene que imitar. Cuando domina la técnica del fumador y así se convierte en profesor de las nuevas generaciones. En el caso del anarco-sindicalista o el marxista de partido pasa parecido… pero mucho más tedioso. El desagrado con respecto a la primera toma de contacto suele ser igual de general que con la experiencia cannábica (o de iniciación en el consumo de tabaco): el joven desfallece en asambleas aburridísimas si bien muy funcionales para la ortodoxia (enseñan el significado de “orden del día”, “actas”, “cargos”, burocracia, etc. Aquí aprende el iniciado a amar el orden, la organización, etc.). Ahora bien, a diferencia de los porreros, los otros al final ni siquiera obtienen placer, están siempre insatisfechos. Acaban convirtiendo el anarcosindicalismo o el partidismo marxista en su forma de vida, haciendo el sindicato o partido a imagen y semejanza de su museística forma de vida –esto le hace adoptar una posición paternal (tutelar) sobre su criatura, y reforzar su dogmatismo en la forma de llevar el sindicato/partido y enseñar a los jóvenes la tradición.

El rito iniciatico suele ser mucho más largo en los casos izquierdistas (dependiendo de la gente unos meses o incluso unos años) que en el de los porreros. Cuando esta primera fase desaparece, el joven se ve inclinado a tomar una decisión: perseverar en la organización pero redefiniendo su forma de participación, prioridades, etc., o irse de ésta (y dejar toda lucha o enfocarla desde otra perspectiva). Si opta por la primera opción, empieza a dar los primeros pasos para convertirse en el
carcamal-museístico e ingresar en la casta sacerdotal. En la actualidad del
anarco-sindicalismo y del marxismo-leninismo, los jóvenes optan más por irse que por proseguir. Al mismo tiempo, hay que advertir que este relevo generacional es menor; entran menos jóvenes que en los 80, pero más o menos como en los 90. El número de jóvenes es más bajo que el de viejos, y esta brecha se incrementa.

De esta manera el anarco-sindicalismo y el marxismo-leninismo sufren un problema de envejecimiento de población. Para subsanar esto la estrategia adoptada por anarco-sindicatos como CGT ha sido intentar atraer movimientos migratorios (de CCOO, comunistas, etc.) acomodándose a la lógica del sistema (subvenciones y demás). El problema es que, en el mejor de los casos, si esta táctica tiene éxito no puede desembocar en otra cosa que a la desaparición de CGT como organización anarco-sindical por superpoblación de no-anarquistas que además, pueden legitimar sus acciones e interpretaciones no–anarquistas en el huracán de las justificaciones desatado de las subvenciones, comités de empresa y demás. Este problema se ve agudizado por la cada vez mayor desilusión de los que son anarquista con el anarco-sindicalismo, que refuerza aún más el peso del sector no-anarquista (o anti-anarquista dentro de la organización). En el bando marxista algo parecido ha ocurrido con la formación buenrrollista de Izquierda Unida.

Es por esto que, tanto la opción que representa CGT como la que prefiere proseguir con una población envejecida (y que no puede repercutir sino en un descenso de afiliados, a medida que se “jubilan” las décadas prodigiosas de los 1970 y 1980), apuntan hacia un continuismo con la decadencia y el aburrimiento, y por tanto al repliegue museístico fruto de la derrota, la decepción, la impotencia y la automarginación, y la propia idiosincrasia del carácter burocrático, museístico y taxidermista de la reproducción de la casta sacerdotal antes analizada.

La única alternativa es un radical desafío a la tradición. Una ruptura que busque más lo cualitativo de la lucha que lo cuantitativo. Que se fomente en la autonomía y la coordinación en redes informal, sin paternalismos ni idolatrías. Se trata de combatir el autoritarismo allí donde se encuentre, ¡también en nuestras organizaciones!

Renovarse o morir, este es el dilema que se cierne sobre estas organizaciones. La Izquierda se encuentra en una lenta agonía; como un viejo conectado a máquinas, encamado en un hospital. Pero, extrañamente, estas máquinas parecen poder mantenerlo con vida por el resto de la eternidad, con las pulsaciones vitales bajo mínimo. Una revolución contra la burocracia y el capitalismo, lúdica y pasional, contra la mecanización de la vida, contra la pavimentación de las conciencias y el desgarro de esa segunda piel que es la naturaleza, reclama formas nuevas de entender el mundo, la vida, la lucha. Grita por dar muerte a ese Pope autoritario y aburrido que es la Izquierda y sus dogmas ideológicos. O dicho de otra forma: la revolución ha de ser fruto de los herejes o no será. ¡“Trabajadores” del mundo, desprenderos de vuestra ortodoxia!

Antón F. D. R.

Invitado

Mensaje por Invitado » 01 May 2005, 16:42

Buen texto crítico con las organizaciones históricas revolucionarias y con ciertos dogmas que parece ser que se mantienen tanto en el anarquismo como en el marxismo.
Claro, a partir de aqui habra diferentes opiniones, lo cual esta bien pero mucha gente se sentira aludida y dolida...No se, creo que lo mejor es sacar los pros y contras y quedarse con la fuerza crítica que desprende el texto, es lo mejor para el debate. Aún asi creo que a veces cae un poco en el "nosotros" y "ellos" del que tanto acusa tanto a anarcosindicalistas como marxistas; aunque actualmente no me guste demasiado los anarcosindicatos, y ni por el forro los partidos "revolucionarios".
Totalmente de acuerdo con la revolución anti burocrática, lúdica y pasional (veo que el espirítu de Fourier aún sigue vivo!! :wink: )
_Piti_

Invitado

Mensaje por Invitado » 01 May 2005, 18:22

Creo que se tiene que tomar nota de esta critica, los que hemos vivido esto desde dentro de la Organización creo que podemos ver muchisimas cosas de lo que aqui se expone, los que todavia estan deslumbrados dentro de ella o agarradados a sus poltronas se revolveran y lanzaran mil culebras. Aunque creo que hacer esta autocritica antiburocratica y replantearse tanto teorica como practicamente lo que se esta haciendo no nos debe llevar a el informalismo mal entendido. De unos años para aqui se estan leyendo muy superficialmente muchos textos insurreccionalistas y estan siendo mal digeridos para llevarnos al mismo camino que teniamos dentro de los sindicatos pero con otras pieles. Hay que huir de la burocratización y del mantenimiento de estructuras inncesesarias pero sin caer en una informalidad del colegueo y de la irresponsabilidad. Solo planteo eso, paremonos a pensar que estamos haciendo y no nos dejemos llevar por esas "pasiones" ludicas que por aqui planteaba el/la compañero/a Invitado/a.

Invitado

Mensaje por Invitado » 01 May 2005, 19:46

El guru se revolvio en su choza y mando convocar a la tribu, tenia algo importante que comunicar. Habia estado tres dias en trance y ahora resurgia del profundo abismo de su conocimeniento, la verdad habia sido revelada. Todos sabian que la autoridad del guru no provenia de su edad sino de su cercania a las divinas musas, como ya le habia pasado a su padre y al padre de su padre.

Nadie tenia obligacion de acudir al concilio pero todos iban. Sabian que la palabra del guru era oro y mana, necesitaban escucharlo, necesitaban que hablara para poder aclarar sus ideas y ser uno con las ideas que el guru transmitia, directamente desde el abismo de su trance.

Todos se dispusieron alrededor de el, tratando de entender las palabras que lentamente comenzaron a surgir del sabio. Y hablo.

Hablo del pasado enq eu los seres humanso habian sufrido, de la muerte y a l guerra de la rabia encontra de la tecnologia. Muchos habian muerto en esas guerras y sus cadaveres eran reverenciados deaspues de convertirse en hueso. Todos sabian como habia empezado todo: primero matamos a los mas cercanos, por la espalda, porque sabiamos que estaban equivocados, despues a los de un poco mas lejos por ser diferentes y por fin el gran holocausto de limpieza por el que todos los impuros, todos los que habian luchado en organizaciones, todos los que habina lichado equivocadamente, todos los que tenian la razon, a diferencia de nosotros... Todos murieron y sus cadaveres abonaron los campor que crecieron permacologicamente.

DEspues estuvo mirando a todos los que estabn presentes. Tu, Samuel, tu debes ser expulsado proque se que sueñas con tocar la guitarra, porque se que has intentado contruir una con tusmanos. Eso no puede ser Samuel, quedas expulsado de la tribu. Eres malo porqyue amas la tecnologia.

Tu Barbara, tu debes ser expulsada. TE hemos dicho muchas veces que en unestra tribu todos os apareamos con todas y sabemos que quieres aun solo hombre y solo deseas estar con el. Tu seras expulsada porque crees en la monogamia, infausto recuerdo de un pasado peor.

Tu joaquin. tu seras expulsado proque sabemos que pretendes federar-te con la tribu de al lado para poder compartir con ellos nuestra comida. Tu seras expulsado por saltarte elñ augusto principio de la informadlidad. Asiq ue tambien debes ser expulsado.

Por ulrimo te he dejado a ti, mauricio. Tu eres el peor de todos. Tu debes ser expulsado porque has intentado contradecir mi palabra, que proviena de mi, que he estudiado y se colocar el infierno y el firmamento en el corazonb de lso hombres. Tu debes ser expulsado por ser feo y tener un corazon negro.

Y asi fue como los cuatro fueron expulsados y perseguidos por los siglos de los siglos. Y vosotros idolatras andaros con cuidado que vamos apor vosotros. He dicho.

Invitado

Mensaje por Invitado » 02 May 2005, 11:11

Que pena Antón. Venga, te voy a hacer la pregunta que estás deseando, que para eso precisamente has escrito ese peñazo de texto. Venga, empieza a espumear, que es lo que buscas.

LA pregunta que quieres y esperas: ¿Y porque pones vía Santiago?

Venga, no te muerdas la lengua, ecah por fuera, a mi me va a dar mucha risa. Si de verdad quisieses contribuir a una autocrítica sana del movimiento anarquista, no vendrías de esta manera. Venga, criminalízate un rato, que tambien te gusta bastante.

Invitado

Mensaje por Invitado » 02 May 2005, 11:40

¿?¿? Pues no entiendo muy bien lo que dices, pero pone VIA SANTIAGO, porque este texto lo he colgado yo, Santiago. Osea es un articulo de Anton que ha sido publicado aqui via Santiago.

Brutus
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Registrado: 21 Mar 2005, 11:47

Mensaje por Brutus » 02 May 2005, 14:51

Como trabajador que continía llevando un modesto uniforme encima cuando se dirige al antro donde se gana su salario (que es la forma moderna de mi esclavitud), coincido en que los sindicatos al uso se han acomodado al Estado y viven de él.

Pero como anarquista que en mi centro de trabajo hago lo que puedo para cambiar la conciencia de mis colegas, yo no me veo como una figura de cera. Cuando entramos en conflicto, saboteamos aparatos, publicamos panfletos, convocamos concentraciones y nos plantamos ante la policía, hacemos la representación de lo que es esta sociedad y su jerarquía. Y en esa foto que es dinámica, mucha gente se lee a sí misma tal como es. Y esa lectura no es bonita.

No veo en qué se parece un sindicato con sus secciones profesionales y de ramo, alejado del poder, planteando problemas, objetivos y soluciones, y dirigido por sus miembros, a un museo. Un sindicato así es algo dinámico. Un instrumento de lucha. Así lo empleo yo, así lo usamos nosotros.

A veces me da la impresión de que se le dan demasiadas vueltas a las cosas, y que más que avanzar, se contagia de desánimo.

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