[Egipto] El germen de la huelga de masas

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Cenetista
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[Egipto] El germen de la huelga de masas

Mensaje por Cenetista » 08 Jun 2007, 01:49

Egipto ha vivido importantes luchas que muestran que la región Oriente Medio hay otros movimientos diferentes de la guerra y la barbarie perpetradas por todos los bandos capitalistas: Israel, Irán, Al Fatah, Hamas, Hizbollah, las grandes potencias etc. Sin embargo, la burguesía mundial ha silenciado las luchas.

A principios de año se ha desencadenado en Egipto una oleada de huelgas, con más de 35000 trabajadores implicados, en diferentes sectores (muchos de ellos estatales): cementero, minero, ferroviario, autobuses, granjas avícolas, sanidad y sobre todo la industria textil [1]. Los trabajadores han llevado a cabo una serie de huelgas ilegales en contra de la pérdida de capacidad adquisitiva de sus salarios, que se deteriora rápidamente, y contra los recortes en las prestaciones sociales. El carácter combativo y espontáneo de estas luchas puede vislumbrarse en esta descripción de cómo estalló la lucha en Diciembre del año pasado en el gran complejo textil de hilatura Misr de Mahalla al-Kubra’s, al norte de El Cairo, que fue el epicentro del movimiento. Publicamos una traducción de un extracto del artículo «Egyptian textil workers confront the new economic order» [2] (Joel Beinin y Osma el-Hamalawy), publicado en Middle East Report o­nline y libcom.org, y basado en entrevistas a dos trabajadores de la fábrica, Muhammed Attar y Sayyid Habib.

«Los 24000 trabajadores del complejo textil de hilatura de Mahalla al-Kubra’s Misr estuvieron encantados de recibir noticias el 3 de Marzo de 2006, de que el Primer ministro Ahmad Nazif había decretado un aumento de la paga extra anual concedida a todos los trabajadores manufactureros del sector público, de 100 libras egipcias (17$) fijas a un plus salarial equivalente a la paga de dos meses. La última vez que aumentaron las pagas fue en 1984, de 75 a 100 libras.

“Leímos el decreto, y empezamos a darlo a conocer en la fábrica”, dijo Attar. “Irónicamente, incluso los dirigentes del sindicato progubernamental daban publicidad a la noticia como uno de sus logros”. Y continuó diciendo: “Diciembre (cuando se recibe la paga extra) llegó y todos estábamos ansiosos. Entonces descubrimos que nos habían timado. Sólo nos pagaron las mismas 100 libras de antes; realmente 89 para ser más precisos, puesto que hay deducciones (por impuestos)”

En el ambiente había espíritu de lucha. Los dos días siguientes, grupos de obreros se negaron a aceptar sus salarios en señal de protesta. Luego el 7 de Diciembre, miles de obreros del turno de la mañana comenzaron a
reunirse en Mahalla’s Tal’at Harb Square, delante de la entrada a la fábrica. El ritmo de trabajo del complejo ya se había hecho más lento, pero la producción llegó a pararse cuando 3000 mujeres, trabajadoras de la sección de ropa, abandonaron sus puestos y fueron en manifestación a las secciones de hilatura, donde sus compañeros aún no habían parado máquinas. Las trabajadoras entraron furiosas gritando: “¿Dónde están los hombres? ¡Aquí estamos las mujeres!”. Avergonzados, los hombres se sumaron a la huelga.

Alrededor de 10000 obreros se juntaron en la plaza gritando: “¡Dos meses! ¡Dos meses!”, reivindicando los pluses que les habían prometido. Cuerpos especiales de la policía antidisturbios se desplegaron rápidamente alrededor de la fábrica y a través de la ciudad, aunque no actuaron para sofocar las protestas. “Estaban impresionados de ver cuántos éramos”, dijo Attard. “Esperaban que nos esfumásemos por la noche o la mañana siguiente”. Con el apoyo de la seguridad del Estado, la patronal ofreció una paga de 21 días. Pero como recordaba Attar sonriendo, “las mujeres (trabajadoras) casi destrozan a los representantes de la patronal que vinieron a negociar”

Cuando cayó la noche, dijo Sayyid Habib, para los hombres fue “muy difícil convencer a las mujeres de que fueran a casa. Querían quedarse a dormir. Nos llevó horas convencerlas de que fueran a casa con sus familias y volvieran el día siguiente”. Riéndose, Attard añadió, “Las mujeres fueron más combativas que los hombres. Las fuerzas de seguridad las amenazaron y trataron de intimidarlas, pero ellas aguantaron”.

Antes de los rezos del amanecer, la policía antidisturbios se precipitó contra las puertas del recinto fabril. Setenta obreros, incluyendo a Habib y Attar, estaban durmiendo dentro de la fábrica, donde se habían encerrado. “Los miembros de las fuerzas de seguridad nos dijeron que éramos pocos y haríamos mejor saliendo”, dijo Attar. “Pero no sabían cuántos estábamos dentro. Mentimos y les dijimos que éramos miles”. Attard y Habib despertaron deprisa a sus camaradas, y juntos, los obreros empezaron a golpear con fuerza los barriles de hierro haciendo ruido. “Despertamos a todo el mundo en el complejo y en la ciudad. Nos quedamos sin saldo en los móviles llamando a las familias y los amigos para pedirles que abrieran las ventanas e hicieran ver a las fuerza de seguridad que estaban observando. Llamamos a todos los obreros que conocíamos para pedirles que acudieran deprisa a la fábrica”

A esas alturas, la policía había cortado el agua y la electricidad de la fábrica. Agentes estatales corrieron a toda prisa a las estaciones de tren para decir a los obreros que venían de fuera de la ciudad que la fábrica se había cerrado debido a una avería eléctrica. La mentira no coló.

“Aparecieron más de 20000 trabajadores”, dijo Attard, “Hicimos una manifestación masiva y escenificamos un simulacro de funerales por nuestros patronos. Las mujeres nos trajeron comida y cigarrillos y se unieron a la marcha. Las fuerzas de seguridad no se atrevieron a intervenir. Los alumnos de los colegios y los estudiantes de los institutos y Facultades tomaron la calle en apoyo a los huelguistas”. Al cuarto día de ocupación de la fábrica, funcionarios del gobierno embargados por el pánico hicieron una oferta de paga de 45 días y dieron todo tipo de garantías de que la empresa no sería privatizada. La huelga se suspendió; la federación sindical controlada por el gobierno quedó humillada por el éxito de la huelga salvaje de los obreros de la hilatura Misr».

La victoria en Mahalla fue una inspiración que hizo entrar en lucha muchos otros sectores, y el movimiento está lejos de haberse agotado. En Abril, el conflicto entre los obreros de Mahalla y el Estado salió de nuevo a la palestra. Los obreros decidieron enviar una amplia delegación a El Cairo a negociar (¡!) con la dirección de la Federación General de los sindicatos sobre las reivindicaciones salariales y a proceder a la destitución del comité sindical de la fábrica de Mahalla por haber apoyado a los patronos en la huelga de Diciembre. La respuesta de las fuerzas de Seguridad del Estado fue poner la fábrica en estado de sitio. Ante eso, los trabajadores fueron a la huelga y otras dos grandes empresas textiles declararon su solidaridad con Mahalla: Ghazl Ahebeen y Kafr el-Dawwar. La declaración de esta última fue particularmente lúcida.

Los obreros de Kafr el-Dawwar en la misma trinchera que Ghazl el- Mahalla

«Nosotros, obreros del textil de Kafr el-Dawwar, declaramos nuestra plena solidaridad con ustedes, para conseguir sus justas reivindicaciones, que son las mismas que las nuestras. Denunciamos rotundamente las medidas extraordinarias de seguridad que impidieron viajar a El Cairo a la delegación de obreros de Mahalla, para manifestarse pacíficamente en el cuartel general de la Federación General de los sindicatos. También condenamos la declaración de Said el-Gohary a Al-Masry Al-Youm el domingo pasado, en la que describió su movilización como un “sinsentido”. Seguimos con atención lo que les está sucediendo y declaramos nuestra solidaridad con la huelga de anteayer de los trabajadores de tejidos, y con la huelga parcial de los obreros de la seda.

Queremos que sepan que nosotros, obreros de Kafr el-Dawwar y ustedes, obreros de Mahalla, vamos por el mismo camino, y tenemos un solo enemigo. Apoyamos su movimiento, porque tenemos las mismas reivindicaciones. Desde el fin de nuestra huelga, la primera semana de febrero, nuestro comité sindical de empresa no se ha movido para conseguir las reivindicaciones que instigaron nuestra huelga. El comité sindical de empresa ha perjudicado nuestros intereses…. Expresamos nuestro apoyo a vuestras reivindicaciones para reformar los salarios. Como ustedes, esperamos el fin de abril para ver si la Ministra de trabajo dará satisfacción a nuestras reivindicaciones al respecto o no. No ponemos demasiadas esperanzas en la Ministra, puesto que no hemos visto ningún movimiento de su parte, o del comité sindical de empresa. Aún dependemos de nosotros mismos para conseguir nuestras reivindicaciones.

Así destacamos que:

1. Navegamos con ustedes en el mismo barco y embarcaremos juntos en el mismo viaje

2. Declaramos nuestra plena solidaridad con sus reivindicaciones y les aseguramos
que estamos dispuestos a
llevar a cabo acciones de soli-daridad si ustedes deciden organizar movilizaciones.

3. Nos desplazaremos para informar a los trabajadores de la seda artificial de El-Beida Dyes y a los de la Química Misr de su lucha y para crear puentes que expandan el frente de la solidaridad. Todos los obreros somos hermanos en tiempos de lucha.

4. Tenemos que crear un amplio frente para consolidar nuestra batalla con los sindicatos gubernamentales. Tenemos que echar esos sindicatos ahora,
no mañana».

(Traducción de Arabawy website y publicado en inglés en primicia en libcom.org; traducido del inglés por nosotros)

Esta es una declaración ejemplar, porque muestra las bases fundamentales de la solidaridad de clase genuina por encima de las divisiones de sector y empresa, la conciencia de pertenecer a una misma clase y de luchar contra el mismo enemigo. También es rotundamente clara sobre la necesidad de luchar contra los sindicatos estatales.

Durante este periodo también estallaron otras luchas en diferentes lugares: los basureros de Giza irrumpieron en las oficinas de la empresa en protesta por el impago de sus salarios; 2700 obreros del textil en Monofiya ocuparon una fábrica textil; 4000 trabajadores textiles fueron a la huelga por segunda vez en Alejandría, cuando los empresarios intentaron deducirles el sueldo por la primera huelga. También ha habido huelgas ilegales, salvajes.

En el curso de este movimiento se han producido otros intentos de aplastar las luchas por la fuerza. Las fuerzas de seguridad clausuraron, o amenazaron con hacerlo, los “Centros sindicales y de servicios obreros” en Nagas, Hammadi, Helwan y Mahalla, a los que acusaron de fomentar “una cultura huelguística”.

La existencia de estos centros indica que hay claramente esfuerzos en dirección a la formación de nuevos sindicatos. Inevitablemente en un país como Egipto, donde los trabajadores sólo han sufrido la experiencia de sindicatos que actúan abiertamente como policías a pie de fábrica, los obreros más combativos son susceptibles de convencerse de la idea de que la respuesta a sus problemas está en la creación de verdaderos sindicatos “independientes”, igual que les pasó a los obreros polacos en 1980-81. Pero lo que destaca muy claramente de la forma en que se llevó a cabo la huelga en Mahalla (manifestaciones espontáneas, delegaciones masivas y asambleas a las puertas de la fábrica) es que los obreros son más fuertes cuando toman directamente su lucha a cargo, sin entregar su fuerza a nuevos aparatos sindicales.

En Egipto se pueden detectar los gérmenes de la huelga de masas, no sólo en la capacidad de los obreros para llevar a cabo acciones espontáneas masivas, sino también en el alto nivel de conciencia de clase que expresa la declaración de Kafr el-Dawwar.

Todavía no hay una conexión consciente entre estos acontecimientos y otras luchas que se desarrollan en diferentes partes de la división imperialista en Oriente Medio: en Israel, los portuarios, los empleados públicos y más recientemente los maestros, que reivindicaban aumentos salariales, y los estudiantes, que se enfrentaron a la policía en manifestaciones contra la subida de las tasas universitarias; en Irán, donde el 1º de Mayo miles de obreros rompieron la disciplina de las manifestaciones gubernamentales coreando consignas contra el gobierno, o participaron en manifestaciones ilegales que se enfrentaron a una severa represión policial. Pero la simultaneidad de todos esos movimientos surge de un mismo origen: las tentativas del capital de reducir las condiciones de vida de la clase obrera a la pobreza en todo el mundo. En ese sentido, estas luchas contienen los gérmenes de la futura unidad internacionalista de la clase obrera por encima de los muros del nacionalismo, la religión y la guerra imperialista.


Amos, 01.05.2007

World Revolution nº 303, publicación de la CCI en Gran Bretaña

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[1] Hemos informado de estas luchas en nuestra publicación en Gran Bretaña, World Revolution nº 302:«Middle East, despite war, class struggle continues».

[2] «Los obreros egipcios del textil confrontan el nuevo orden económico» http://libcom.org/library/egyptian-text ... omic-order
"Queremos personas capaces de destruir, de renovar sin cesar los medios y de renovarse ellas mismas; personas cuya independencia intelectual sea su mayor fuerza, que jamás estén ligados a nada... aspirando a vivir vidas múltiples en una sola vida".

Francisco Ferrer i Guardia

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Manu García
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Mensaje por Manu García » 07 Sep 2007, 19:32

Aquí va la traducción al castellano del artículo del enlace anterior:

El sector obrero egipcio hace frente al Nuevo Orden Económico

Muhammad Attar, de 36 años de edad, ha trabajado durante los últimos 10 años en el departamento de acabado del complejo Misr Spinning and Weaving Company en Mahalla al-Kubra, en medio del Nilo Delta. Lleva a casa un salario base de aproximadamente 30 dólares (poco más de 19 euros). Con reparto de beneficios e incentivos, su salario neto es de casi 75 dólares al mes. Su esposa de 33 años, Nasra ‘Abd al-Maqsoud al-Suwaydi, gana cerca de 70 dólares al mes trabajando en la división de ropa terminada de la misma firma.

Estos ingresos no alcanzan para alimentarse, vestirse, cubrir los gastos del hogar ni pagar por las lecciones obligatorias privadas tras terminar la escuela para sus tres hijos: Magdi (12 años), ‘Umar (10 años), y ‘Ali (5 años). El ingreso de la familia ‘Attar es casi el doble del de la línea de pobreza absoluta de 975 dólares anual (624 euros) por cada familia de cinco miembros en una zona urbana del Nilo Delta, pero muy por debajo de las líneas más altas y más bajas de pobreza internacional establecidas por el Banco Mundial.[1]

Sayyid Habib empezó a trabajar en Misr Spinning and Weaving Company en 1964, cuando tenía 18 años de edad. Luego de 44 años de servicio gana el salario básico de cerca de 40 dólares mensuales, más participación en los beneficios e incentivos. Trabajadores como ‘Attar y Habib toleran esos salarios tan bajos porque la firma Misr es parte del gran sector público egipcio. El sector obrero y de oficina que trabaja en el sector público tiene empleo de por vida y el derecho a una pensión equivalente al 80% de su salario al momento de retirarse. Sin embargo, desde el 2004 el gobierno egipcio ha vuelto a insistir en sus esfuerzos por privatizar la industria textil.

Los trabajadores temen que los nuevos inversionistas, muchos de ellos de la India, no les provean la seguridad laboral o los beneficios que ellos y otros trabajadores del sector público han disfrutado desde que la mayoría de empresas textiles, junto con otras grandes y medianas empresas de todos los sectores de la economía, fueran nacionalizadas a principios de los 60 bajo el mandato de Gamal Abdel Nasser. Estos temores han provocado una ola de huelgas salvajes sin precedente, que desde finales del 2004 se han centrado en el sector textil, y también se han expandido a otras industrias. A finales del 2006 y en el 2007, la ola de huelgas alcanzó un clímax particular. Desde la promulgación de la Ley de Trabajo Unificada de Egipto en el 2003, técnicamente se legalizó la huelga para el sector obrero, pero sólo si la aprueba la directiva de de la Federación General de Sindicatos. Desde que la Federación, así como demás comités sindicales y empresariales, están firmemente enganchados al Partido Democrático Nacional (NDP), que actualmente está en el poder, todas las huelgas desde el 2003 han sido "ilegales".

Muhammad 'Atar y Sayyid Habib fueron parte de los líderes de la huelga de diciembre de 2006 en Mir Spinning and Weaving, una de las protestas más significativas militante y políticamente en la actual ola de huelgas. Este incremento de acción laboral colectiva se da en medio del fermento político que empezó en diciembre de 2004 con manifestaciones que rompieron el silencio hacia el Presidente Husni Mubarak, exigiéndole que no se lanzara como candidato a las elecciones en el 2005 (aunque lo hizo), y que su hijo Gamal no lo sucediera como presidente. La enmienda constitucional que permitió la primera elección presidencial con varios candidatos, generó expectativas de que las elecciones presidenciales y parlamentarias fueran justas y democráticas, pero no fue así. Aunque un gran sector del público, generalmente absorto en tratar de ganar algo para poder vivir, empezó a darse cuenta de la política.

Con la elección de los 88 miembros de los Hermanos Musulmanes en el 2005, el parlamento egipcio normalmente adormecido adquirió un bloque de oposición substancial que ejerce una continua presión sobre el régimen. El gobierno, novato en participar en debates públicos serios, ha empezado de manera enfermiza a tomar fuertes medidas contra los disidentes – desde los Hermanos Musulmanes, hasta bloggers y periodistas. La aprobación en marzo del 2007 de una segunda ronda de enmiendas constitucionales hace más difícil para grupos independientes y para los Hermanos Musulmanes postularse como candidatos políticos y los obligará a aceptar prácticas policíales abusivas que han sido nominalmente ilegales o admisibles sólo bajo el estado de emergencia “temporal” vigente desde 1981.

Incluso antes de que el régimen tomase estas fuertes medidas hubo una notable disminución en la actividad del conocido movimiento de izquierda Kifaya y de otras formas de oposición extraparlamentarias. Pero la ola de huelgas y otras formas de acciones colectivas del sector obrero continúan sin disminuir. Eso representa la forma de resistencia mas substancial y externa ante el régimen, que debe ser manejada de manera muy delicada si Hosni Mubarak insite en mantener la “estabilidad” que necesita para pasarle la presidencia a su hijo, como la mayoría del pueblo egipcio está convencido que intenta lograr.

Espíritu de lucha

Los 24.000 trabajadores del Mahalla al Kubra, del complejo Misr Spinning and Weaving, estuvieron encantados de recibir la noticia del 3 de marzo del 2006, de que el primer ministro Ahmad Nazif, había decretado un aumento de 100 libras egipcias (17 dólares) a dos meses de salario en los bonos anuales que recibe el sector manufacturero. La última vez que se había aumentado el bono anual, había sido en el año 1984, de 75 a 100 libras. "Leímos el decreto, y empezamos a difundir la propuesta en la fábrica", dijo 'Attar. "Irónicamente, hasta los oficiales de los sindicatos pro gubernamentales, publicitaron la noticia como uno de sus logros". Continua: "Cuando llegó diciembre (mes en el que se pagan los bonos), estábamos esperándolo, pero descubrimos que fuimos estafados, sólo nos dieron el mismo monto de 100 libras, que para ser más precisos, son realmente 89 libras, ya que hay deducciones por impuestos". [2]

En el ambiente había un espíritu de lucha. Durante los dos días siguientes, en protesta, algunos grupos del sector obrero rehusaron a aceptar sus salarios. Luego, el 7 de diciembre, se empezaron a reunir miles de trabajadores del turno de la mañana, en Mahalla's Tal 'Harb Square, en dirección hacia la entrada de la fábrica. El ritmo de trabajo de la fábrica era lento, pero la producción se detuvo totalmente cuando cerca de 3.000 mujeres costureras dejaron sus puestos de trabajo y marcharon hacia las secciones de hilado y tejido, donde sus colegas hombres aun no habían parado sus máquinas, y les gritaron furiosas, consignas como "¿Donde están los hombres? Aquí están las mujeres!" y los hombres, apenados, se unieron a la huelga. Cerca de 10.000 trabajadores y trabajadoras se reunieron en la sede de la empresa gritando "¡dos meses! dos meses!" para reclamar por los bonos que se les había prometido. Los escuadrones antimotines fueron desplegados rápidamente alrededor de la fábrica y por toda la ciudad, pero no actuaron para sofocar la protesta.

"Se sorprendieron por la cantidad de gente", dijo 'Atar, "esperaban que nos esfumáramos en la noche o al día siguiente". Con el impulso de la seguridad del estado, la administración ofreció un bono de pago de 21 días. Pero, como recordó 'Atar sonriente, "las mujeres trabajadoras, casi despedazaban a cada representante de la administración que venía a a negociar". Al caer la noche, dijo Sayyid Habib, "fue muy difícil para los hombres, convencer a las mujeres para que regresaran a sus hogares. Ellas querían quedarse y dormir ahí. Nos tomó horas convencerlas para que volvieran con sus familias y regresaran al día siguient ". 'Atar agregó, sonriente, "las mujeres eran más militantes que los hombres.

Resistieron a pesar de haber sido sometidas a intimidaciones y amenazas de parte de la seguridad". Antes del momento de la oración del alba, la policía antimotines irrumpió en la fábrica donde dormían setenta trabajadores que se habían encerrado ahí, incluyendo 'Atar y Habib. "Los oficiales de la Seguridad del Estado nos dijeron que éramos pocos, y que lo mejor era que saliéramos de ahí", dijo 'Atar. "Pero no sabían realmente cuántos de nosotros había dentro, así que mentimos y les dijimos que éramos cientos de trabajadores". 'Atar y Habib despertaron rápido a sus camaradas, y todos los trabajadores juntos empezaron a golpear fuertemente los barriles de hierro y hacer ruido. "Despertamos a todos en la empresa y en la ciudad. Gastamos todo el crédito de nuestros teléfonos móviles, porque llamamos a nuestros familiares y amistades de afuera para pedirles que abrieran sus ventanas y les hicieran saber a la seguridad que todos estaban viendo lo que pasaba. También llamamos a todos los trabajadores que conocíamos para que vinieran a la fábrica rápidamente". Ya en ese momento la policía había cortado el servicio de agua y electricidad en la fábrica. Y agentes del estado corrieron a las estaciones del tren para decirles a los trabajadores que venían de fuera de la ciudad que la fábrica había cerrado por un problema de electricidad., pero su intento fracasó.

"Acudieron más de 20 mil trabajadores", dijo 'Atar. "Tuvimos una manifestación masiva, e hicimos simulacros del funeral de nuestros jefes. Las mujeres nos trajeron comida y cigarros y se unieron a la marcha. La seguridad no se atrevió a intervenir. Alumnos de las escuelas cercanas de primaria y secundaria tomaron las calles en apoyo a los manifestantes". El cuarto día de la toma de la fábrica, los oficiales del gobierno, ya entrados en pánico, ofrecieron un bono de 45 días y nos aseguraron que la compañía no seria privatizada. Entonces se suspendió la huelga, y el sindicato de trabajadores controlado por el gobierno fue humillado por el éxito de las acciones "no autorizadas".

El Gran Golpe

Poco después, activistas como 'Attar y Habib resolvieron dar lo que podría ser el golpe más grande a toda la federación. Lanzaron una campaña para impugnar a los oficiales de sindicatos locales que se habían opuesto a la huelga y que, según los activistas, disfrutan de vínculos estrechos con los servicios de seguridad. Para finales de enero de 2007, cerca de 12.800 empleados habían firmado una petición dirigida al Sindicato General de Trabajadores Textiles, en la que pedían impugnar al sindicato local de Mahalla y realizar nuevas elecciones. Los trabajadores de Misr dieron como limite al Sindicato General hasta el 15 de febrero para despedir a los oficiales del sindicato local, si no, enfrentarían renuncias masivas en la Federación General.

Este fue el primer paso de los trabajadores hacia la construcción de un Sindicato independiente. La directiva de la Federación se opuso firmemente a la demanda de impugnación por temor a que desencadene una oleada de iniciativas similares en otros lugares. En cambio, los negociadores del Sindicato General asomaron la idea de un "comité de representantes" que trabajarían mano a mano con el comité que los trabajadores trataban de impugnar. Este Comité de Representantes incluiría cerca de 105 obreros electos directamente desde la planta. Uno de los trabajadores activistas que asistió a la reunión dijo que representantes de la Federación implicaba que el viejo Comité seria "marginalizado" y que el Comité de representantes eventualmente tendría "más derecho de opinión en la manera en la que se llevarían las cosas en la planta". Sin embargo, la Unión General no quiso dejar nada por escrito. Los trabajadores, explicó 'Attar "tenían el presentimiento de que los representantes serían realmente los conserjes de los funcionarios del sindicato". Desde que fracasaron estas negociaciones, los obreros han estado enviando diariamente sus renuncias al Sindicato General de Trabajadores Textiles, explicaron 'Attar y Habib. Estiman que a principios de marzo se habrían enviado 6.000 renuncias. Hubo un enfrentamiento entre los trabajadores y la directiva a finales de marzo, porque para entonces el sindicato tuvo que dejar de descontar de sus salarios la afiliación al sindicato.

Repercusiones

El resultado de esta batalla podría determinar perfectamente el curso de los movimientos de trabajadores en los próximos años. La victoria alcanzada por los huelguistas de Mahalla ha tenido repercusiones en el sector textil. Durante los tres meses luego del paro de diciembre de 2006, cerca de 30.000 trabajadores de más de diez empresas textiles en el Nilo Delta y Alejandría participaron en protestas que iban desde paros y disminuciones del ritmo de trabajo, hasta amenazas de acciones colectivas si no se les daba lo que consiguieron los huelguistas de Mahalla. Prácticamente en todos los casos el gobierno perdió la batalla. Al igual que en Mahalla al-Kubra, los escuadrones antimotines fueron desplegados alrededor de las textileras y rodearon los recintos, pero en ningún caso cumplieron sus amenazas de romper la huelga a la fuerza. En la mayoría de los casos, la directiva de los sindicatos locales se oponía a las huelgas e intentaban hacerlas fracasar. En las textileras de Misr en Kafr al-Dawwar los manifestantes "detuvieron" a la directiva del sindicato dentro de la fábrica para obligarlos a unirse a la huelga.

Aunque prevalece la hostilidad hacia la burocracia de los sindicatos en todos lados, sólo los huelguistas de Kafr al-Dawwar y de la empresa Shibin al-Kum Spinning han presionado con la demanda de Mahalla de impugnar a la directiva de los sindicatos locales. Se habló de esta demanda en otras regiones, pero hasta ahora no se ha materializado. En un caso, los obreros desecharon la demanda luego de finalizar la huelga; en otro, incoaron una demanda [3], pero no hubo movilización para apoyar tal acción legal. Según trabajadores activistas de Kafr al Dawwar, Mahalla al-Kubra y El Cairo, la mayoría de los líderes de la huelga no pertenecen a ninguna organización política, más bien desconfían de ellas. Tampoco hay evidencia de una coordinación logística entre las tiendas, aunque los manifestantes reciben con entusiasmo las noticias de triunfo en cualquier parte. De acuerdo con un reporte desde Kafr al-Dawwar, "al recibir las noticias de sus colegas en Zifta, (los manifestantes) celebraron su victoria sosteniendo "Huelga hasta la muerte!, Huelga hasta el pago!"[4]

La huelga de Misr Spinning and Weaving ha hecho eco en los esfuerzos de los trabajadores fuera del sector textil, aunque no ha habido una coordinación activa. En diciembre de 2006, empezaron huelgas en fábricas de cemento de Helwan y Tura. Al mismo tiempo, trabajadores de Mahalla al-Kubra simularon una huelga y una manifestación pacifica. En enero de 2007, ingenieros del ferrocarril empezaron una huelga bloqueando las áreas de primera clase del tren Turbini del Cairo a Alejandría, que transporta principalmente profesionales y personas de negocios. Luego amenazaron con un paro nacional, hasta que el gobierno aceptó la mayoría de sus demandas y prometió consentir en otras. Durante la huelga del ferrocarril, los conductores del metro del Cairo disminuyeron la velocidad de sus trenes, de 55 a 20 millas por hora, en solidaridad. Los huelguistas del ferrocarril hablaron de cómo "les animó la victoria de Mahalla". También hubo huelgas de parte de conductores de camiones y microbuses, granjeros avícolas, colectores de basura, jardineros públicos y trabajadores de sanidad. Hay señales de que los trabajadores textiles militantes están impulsando un mecanismo de cooperación nacional. Un mes después de la victoria de la huelga en Kafr al-Dawwar, se distribuyó en la fábrica una declaración firmada por "los Trabajadores por el Cambio en Kafr al-Dawwar", en la que se hacía un llamado a "expandir la coordinación entre los trabajadores de las empresas que estuvieron en huelga junto a nosotros, para crear alianzas de solidaridad necesarias e intercambiar experiencias."

La historia familiar de la militancia

La compañía Misr Spinning and Weaving en Mahalla al-Kubra cuenta con una larga historia de militancia de la clase trabajadora desde 1930, incluyendo una feroz huelga entre septiembre y octubre de 1947, en la que se demandaba un sindicato independiente.[5] Las victorias ganadas por los trabajadores frecuentemente tenían repercusiones mucho mas allá de Mahalla. Desde que se estableció en 1927, la textilera de Misr ha sido considerada como la piedra angular del esfuerzo de industrialización de Egipto. Ha contratado a generaciones de campesinos de las comunidades de los alrededores y los ha convertido en trabajadores "modernos", mientras procesaban algodón, primer producto agrícola de Egipto, para producir vestimenta terminada. No es por accidente que el conglomerado de Misr, cuya empresa principal era la textilera Spinning and Weaving, haya sido la primera en ser nacionalizada bajo el régimen de Gamal Abdel Nasser en 1960, cuando se empezaba a adoptar el "Socialismo Árabe".

Algunos de los manifestantes de hoy día, cuentan con una herencia de activismo en sus propias familias. El padre de Sayyid Habib, después de casarse, dejo su pueblo Tala, para trabajar en el departamento de tejido de la empresa Misr Spinning and Weaving, justo el año en que esta abrió sus puertas. Su sueldo mensual inicial era de 90 piastres (un piastre es un centésimo de una libra). Después de la nacionalización de la empresa, las pensiones estaban sujetas al incremento del costo de la vida, por lo que su último sueldo, al morir en 1996, era de 182 libras. El padre de Habib, solía contarle a sus hijos historias de las luchas de los trabajadores de antaño. "Hizo un buen trabajo", dijo 'Attar sonriendo. Justo luego de que fuera nacionalizada la firma Misr, todas las textileras de más de 200 trabajadores pasaron al sector público. La nacionalización era como una ola que crecía cada vez más. Los empleados con mayores beneficios ganaban 7,5 libras al mes. (Hasta hace poco, la libra egipcia había estado altamente sobrevaluada, y no se podía cambiar libremente en el mercado monetario internacional, por lo que resulta difícil establecer una cifra equivalente en dólares).

"(Cuando empecé a trabajar) las condiciones de trabajo eran mejores que las de hoy día", dijo Sayyid Habib. "Solía ganar 2'05 libras al mes, por una jornada diaria de 8 horas. Los trabajadores apoyaron la nacionalización, porque aumentaba el salario y se garantizaba el seguro social. Otro logro de la nacionalización fue la fundación de una cafetería para los trabajadores. Para ese entonces un desayuno costaba un piastre, y contenía una taza de te, un plato de abas (granos), ensalada y una rueda de pan. El almuerzo, que consistía en dos trozos de carne o un cuarto de pollo, mas arroz, vegetales y frutas, costaba 2 piastres". A mediados de los 60, recuerda Habib con una sonrisa, "mi madre iba al mercado a comprar todo lo que hacia falta en la casa por 20 piastres al día". La cafetería de los trabajadores se cerró en 1994, dijo Habib. Y añadió 'Attar con amargura, que "todavía esta abierta, pero sólo para la elite" – gerentes y sus amiguetes.

Para finales de los 60, los sueldos empezaron a quedarse por debajo del costo de la vida. Esa tendencia se exacerbó a finales de los 70, cuando el presidente Anwar al-Sadar sucedió a Nasser, y los recursos eran destinados a la preparación militar para la guerra de 1973. Sin embargo, Habib sintió que "cuando Sadat anunció la política económica de "puertas abiertas" (en 1974), la situación estaba mejorando. La compañía tenía 184 clientes internacionales; la materia prima y la mano de obra eran económicas, y había cerca de 40.000 trabajadores en la textilera". En respuesta al decadente salario, en 1975 Habib participó en una manifestación pacífica, que terminó en un incremento del salario de 9 a 15 libras diarias para todo el sector público de producción en Egipto. Los trabajadores de Mahalla tenían sentimientos encontrados con respecto a Sadat. Tenían dudas sobre la política de las puertas abiertas, a pesar del progreso que veían en la textilera. Apreciaban los bonos que Sadat distribuía cuando estaba de visita, y cansados de las sucesivas guerras con Israel, tuvieron que aceptar el acuerdo de paz de 1979, el Camp David. Pero seguían desconfiando de Israel, y la conclusión del acuerdo no le dió popularidad a Sadat.

Habib relató una anécdota de su colega Gabr, quien "preparó una jarra de sharbat ponche" para sus compañeros de trabajo cuando Sadat fue asesinado en 1981. "Fue detenido por la Seguridad". "Cuando Nasser murió, las mujeres trabajadoras se vistieron de negro; cuando murió Abd al-Halim Hafiz (cantante legendario), también se vistieron de negro. Pero cuando murió Sadat, nadie se vistió de negro". En octubre de 1985, Habib fue arrestado y detenido por 12 días por planificar una huelga para demandar incremento de las bonificaciones homogéneas de trabajo y los incentivos de pago. Después de dos meses y medio, participó en una huelga que logró que se pagaran los días festivos semanales y que se pagara el doble por trabajar los viernes. Estas medidas también se aplicaron a todos los trabajadores del sector público.

Resquebrajando el régimen social de Nasser

La memoria colectiva de las mejorías en los salarios y condiciones de trabajo ha animado el activismo de los trabajadores, mientras que el régimen de Mubarak continua destrozando el compacto social establecido bajo el mandato de Nasser. Desde mediados de los 80, se ha intensificado la crisis estructural de la industria textil egipcia, a medida que se deterioran los salarios y las condiciones de trabajo. La proporción de trabajadores textiles con respecto a la fuerza de trabajo industrial, empezó a decaer en 1960; el numero total de trabajadores textiles empezó a decaer en 1976.[6] El índice de salarios reales de los trabajadores textiles bajo de 100 en 1986, a 61 en 1994, un declive aun mas precipitado que el de la fuerza de trabajo industrial. 7] . Debido a la falta de inversión de capital, la productividad de la industria textil egipcia era mas baja en 1999 que en 1985. Y ahora es mucho mas baja que la de los países vecinos como Tunes o Turquía. Un cuarto de la maquinaria es obsoleta y necesita ser renovada o remplazada.[8]

La guerra del Golfo de 1991 creó las condiciones para que Egipto firmara un acuerdo de "ajuste estructural" con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Este acuerdo abrió el camino hacia la privatización del sector público, paso en el que las instituciones financieras internacionales insistían desde más de una década. Después de resistir a la privatización desde 1974, la directiva de la Federación General de Sindicatos Egipcios terminó suscribiéndolo. Como consecuencia, varias firmas textileras del estado se vendieron a inversionistas egipcios y extranjeros a mediados de los 90, generando 12% de todos los fondos de la venta de las empresas del sector público. De 1992 al 2000 la participación de mercado del hilado de algodón en el sector privado aumento de 8% a 58%.[9] La privatización no mejoró la situación de los trabajadores. Los salarios de los trabajadores textiles egipcios están entre los más bajos en el mundo: 85% de los sueldos en Pakistán y 60% de los sueldos en la India. El oficio de tejer en una empresa privada bien administrada tiene un sueldo estipulado de cerca de 1.000 libras al mes; el de hilado, cerca de 880 libras al mes. Y las hiladoras peor pagas son en su mayoría mujeres.

Estos salarios son el doble de lo que ganan los trabajadores en los mismos oficios en el sector publico, pero los trabajadores del sector textil privado trabajan por turnos de 12 horas (a diferencia del sector publico, que trabaja 8 horas diarias) y casi nunca reciben seguro de salud o cualquier otro beneficio que les corresponda por ley 10] . Es difícil obtener información precisa de las condiciones de trabajo en las textileras privadas, así como pasar por las empresas de prendas de vestir. De acuerdo a Muhammad 'Attar, "los trabajadores del sector privado están bajo condiciones terribles; cuando ingresan a la empresa, deben firmar tres documentos: su carta de renuncia, sin fecha; un cheque en blanco, y una carta aceptando el empleo". El hijo de Sayyid Habib fue a trabajar en la Compañía al Maisiri en el 2005. "Yo le advertí", dijo Habib, "y cuando fue y vio la situación, (la cartas de renuncia sin fecha que debía firmar), se rehusó a trabajar en la textilera". Ya para 1999, 137 de 314 firmas del sector público que se habían declarado aptas en 1991, habían sido privatizadas. Y como la legislación de 1991 prohibía despidos masivos luego de que se privatizara la empresa, los gerentes de las firmas del sector público reducían la mano de obra para que sus empresas fueran más atractivas al momento de la venta.

Así, las preocupaciones sobre el desempleo y otras consecuencias posibles de la privatización provocaron la reanudación de las huelgas y acciones colectivas a mediados de los 90, siendo las huelgas de mayor trascendencia las de Misr Fine Spinning and Weavind en Kafr al-Dawwar en noviembre de 1994 y las de Misr Helwan Spinning and Weaving en agosto de 1998. El resultado de esta última fue que se le dio a toda la fuerza laboral (8.700 empleados) tres semanas de vacaciones. Los rumores decían que la empresa sería vendida a un inversionista privado. [11] Al principio de la actual ola de huelgas, en Qalyoub cerca de 4.000 empleados se manifestaron pacíficamente en su empresa desde febrero hasta junio del 2005 protestando por la venta de su firma a un inversionista privado porque ni el gobierno, ni el nuevo dueño, les iba a garantizar el nivel de sus salarios, beneficios y pensiones.

Pocas firmas del sector privado están sindicalizadas. Hubo intentos de organización de los trabajadores en dos textileras privadas en Mahalla. En el 2003 se estableció un sindicato en la compañía Samuli, de 3.500 empleados. El dueño al principio aceptó negociar con el sindicato, pero luego de varias confrontaciones despidió a 18 empleados, incluyendo a los tres representantes electos del sindicato. En la firma Abu al-Siba'i, de 1.500 empleados, el dueño intentó sobornar a los tres representantes del sindicato con pagos de 20.000 libras cada uno, pero fracasó. A pesar de los bajos salarios y la gran "flexibilidad" de los gerentes al privatizar las firmas, la industria textil egipcia continúa siendo incompetente en el mercado mundial. Las exportaciones empezaron a descender en 1990, exacerbadas por la recesión global textil del 91. Dada la falta de inversión, sea publica o privada, en el 2001 el valor de la producción total alcanzo el nivel mas bajo desde que se empezaron a archivar las estadísticas por el gobierno en 1996 – 1997.[12]

El panorama general de los manifestantes

Los trabajadores de Mahalla, junto a miles de otros trabajadores, aprovecharon la oportunidad de la apertura política lograda por las manifestaciones contra el régimen de Mubarak del 2004 – 2005 para presionar por sus reclamos. El régimen de Mubarak, a pesar de su compromiso con la privatización, no se puede dar el lujo de alienar a ese sector de la población tan grande e importante estratégicamente. El régimen es especialmente cauteloso con los trabadores de Mahalla, por su desafío a la directiva de la Federación General de los Sindicatos Egipcios, porque la federación es su principal medio para hacer movilizaciones de apoyo en las calles. Los "seguidores" del Partido Nacional Democrático que fueron movilizaron a las zonas de votación en las provincias para llenar las urnas de votación en las elecciones parlamentarias de noviembre del 2005, eran principalmente obreros del sector público con sueldos miserables, rodeados por burócratas del sindicato, afiliados al PND. Los jefes de los trabajadores también impulsan los saludos masivos "espontáneos" al presidente cuando visita pueblos, así como las "manifestaciones masivas", como la protesta aprobada por el régimen contra la guerra de Irak, en el Estadium del Cairo en febrero del 2003.

En el pasado, la Federación General (junto a la Unión Socialista Árabe, organización predecesora del PND), suministró la infantería para los encuentros "masivos" pro – Nasser, luego de la derrota de Egipto en la guerra de 1967, y para los encuentros "populares" contra la "intifada del pan" de enero de 1977. En encuentros públicos y entrevistas privadas, los obreros activistas y líderes de huelgas del sector textil y ferroviario mencionan con frecuencia la frase: "sindicato nacional paralelo de trabajadores". Aunque hasta ahora no haya ningún acuerdo concreto, varias organizaciones de izquierda hablan de construir algo similar: los Revolucionarios Socialistas Trotskistas, el Partido Naserista Karama, lo que queda del Partido Comunista Egipcio, el Partido Socialista del Pueblo, El Centro de los Sindicatos y los Derechos de los Trabajadores, los Comités de Coordinación de los Trabajadores. Lla "izquierda legal", Partido Tagammu esta casi ausente de tal deliberación.

El éxito de tales esfuerzos dependerán de varias condiciones: si se mantiene la militancia en las industrias, si los activistas políticos pueden intervenir en las manifestaciones, y si los trabajadores pueden establecer una coordinación efectiva entre sí. Además, dependerá de si los trabajadores de Misr Weaving and Spinning realmente logran salirse de su sindicato dominado por el gobierno. Si logran la victoria contra la burocracia del sindicato, otros trabajadores se animarán a hacer lo mismo, porque no es un secreto que hay una tremenda frustración hacia los líderes de los sindicatos entre la gente común en los ferrocarriles y otros sectores.

Debido al alto precio del petróleo y los ingresos por las ventas de las firmas del sector público, el gobierno cuenta con significativas reservas de dinero para satisfacer las necesidas de "pan y mantequilla" de los obreros. Y lo ha hecho con la esperanza de que los trabajadores regresen felices a sus trabajos, pero algunos trabajadores, no está claro cuantos, han empezado a relacionar sus billeteras vacías con las circunstancias políticas y económicas de afuera – el afianzamiento de la aristocracia, la difundida incompetencia y corrupción del gobierno, el servilismo del régimen hacia los Estados Unidos y su inhabilidad para ofrecer un apoyo significativo a la población palestina, o una oposición significativa contra la guerra de Irak, el alto desempleo y la lamentable pero obvia brecha entre los ricos y pobres.

Muchos egipcios han empezado a hablar abiertamente sobre la necesidad de un cambio real, Los trabajadores del sector público están bien posicionados para jugar su papel si se pueden organizar en una base nacional.

Notas

[1] La pobreza absoluta se define como el ingreso inadecuado para proveer del alimento, cobijo y vestimenta necesaria para preservar la salud. La cifra que se da aquí, es específica de Egipto. El Banco Mundíal utiliza líneas de referencia de pobreza internacional establecidas en 1,08$ y 2,15$ en 1993 en términos de igualdad de poder adquisitivo. Lo que significarían 1,971$ y 3,924$ para la familia 'Attar.

[2] Los autores entrevistaron a a Muhammad 'Attar y Sayyid Habib en Mahalla al-Kubra el 9 de marzo del 2007, y están profundamente agradecidos por su disposición de compartir sus experiencias y puntos de vistas.

[3] Al-Masri al-Yawm, 10 de febrero de 2007.

[4] Ver “Díary of a Working Class,” (Diario de una Clase Trabajadora) Memorias recogidas por el Comité de Coordinación Nacional de Trabajadores el 6 de febrero de 2007. Disponible en el sitio: http://arabist.net/arabawy/2007/02/06/d ... ing-class/

[5] Ver Joel Beinin y Zachary Lockman, Workers on the Nile: Nationalism, Communism, Islam and the Egyptian Working Class, (Trabajadores en el Nilo: Nacionalismo, Comunismo, Islam y la Clase Trabajadora Egipcia) 1882-1954 (Cairo: Universidad Americana en Cairo Press, 1998).

[6] Tamer Abdel-Kader, “State, Capital and Workers’ Protests in Egypt” (Estado, Capital y Protestas de los Trabajadores en Egipto). (Tesis de maestría no publicada, Universidad Americana del Cairo, 1998), p. 79.

[7] Ibid., p. 84.

[8] Camara Americana de Comercio en Egipto, The Textile and Clothing Industry in Egypt (La industria Textil y de Ropa en Egipto) (Cairo, agosto 2004), p. 70.

[9] Jolynn Khamky, “Liberalization to Divestment: Egypt, 1960-2000” (Liberalizacion para el Deslinde: Egipto, 1960 – 2000) (Tesis no publicada, Departamento de Historia, Universidad de Stanford, 2003), pp. 50, 65.[10] Entrevista con el dueño de una empresa del sector privado textil, que desea permanecer anónimo, Cairo, 19 de marzo del 2005.

[11] Agnieszka Paczynska, “Globalization and Pressure to Conform: Contesting Labor Law Reform in Egypt,” University of Maryland, October 23, 2002.

* Joel Beinin es colaborador editor del Middle East Report y es director de Estudios del Medio Oriente en la Universidad Americana del Cairo.
*Hossam el-Hamalawy es periodista radicado en El Cairo y blogger.

3-IX-07.

Merip/CEPRID.

Traducido por Mey Cage
Última edición por Manu García el 07 Sep 2007, 19:39, editado 2 veces en total.
"No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos"

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Manu García
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Mensaje por Manu García » 07 Sep 2007, 19:48

Al-Yazeera en inglés entrevistaba hace unos meses a unas trabajadoras en huelga indefinida en una fábrica textil de Egipto http://es.youtube.com/watch?v=goQmvIygUAk

Tras varias semanas ganaron el conflicto.
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