[Caso Scala] Antonio Egea: "Sigo queriendo saber el por

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[Caso Scala] Antonio Egea: "Sigo queriendo saber el por

Mensaje por tek » 19 Jun 2007, 09:59

18/6/2007 Edición Impresa VÍCTIMAS DEL TERRORISMO/ 6

Antonio Egea: "Sigo queriendo saber el porqué"

El Periódico - 2

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NÚRIA NAVARRO

Su padre, Ramón Egea, era miembro del servicio de mantenimiento de la lujosa sala de fiestas Scala, propiedad de Antoni y Ramon Riba. Falleció, junto a otros tres empleados, el 15 de enero de 1978 a consecuencia de cuatro cócteles molotov que redujeron a cenizas el local barcelonés. Fueron condenados cuatro anarquistas y Joaquín Gambín, el infiltrado de la policía en la CNT y presunto inductor del atentado. Antonio Egea solo tenía 14 años.

--¿Está satisfecho con la explicación oficial?
--Tengo mi teoría. Aquello ocurrió durante los Pactos de la Moncloa. La CNT tenía entonces mucho poder de convocatoria y eso resultaba muy incómodo al Gobierno. Fue un palo para desestabilizar.

--¿Por qué lo cree?
--El mismo día del incendio pillaron a Joaquín Gambín, El Grillo, el policía infiltrado en la CNT, presunto inductor del atentado. Al día siguiente pescaron a una pareja, y en el aeropuerto, a otra más. Todo muy rápido. Martín Villa llamó por teléfono a mi madre, nos citó en un hotel de la Diagonal y nos entregó un talón de un millón de pesetas. En ese mismo hotel recibimos una llamada del Rey. Cuanto más ahondo en la historia, peor...

--Treinta años después, hay dolor.
--He superado el proceso de duelo, pero a veces creo que me voy a encontrar a mi padre... Todavía lo creo. El hecho es que me quedé sin él a los 14 años. Y que eso me cambió la vida. Mi madre se quedó con 18.000 pesetas de pensión.

--¿No tuvieron ayuda?
--Al principio recibimos mucho apoyo del alcalde de Santa Coloma de Gramenet y de los vecinos. Y los hermanos Riba, los dueños de la Scala, prometieron dar a mi hermano un empleo. Pero cuando reabrieron la sala, le ofrecieron trabajar de guardacoches... Yo tuve que estudiar y trabajar al mismo tiempo. Pero tuve la suerte de no caer en un ambiente de riesgo. (Se emociona)

--No solo se salió, sino que ha acabado ayudando a los demás.
--Me matriculé en Trabajo Social en la Universitat de Barcelona, y monté un proyecto de bienestar social ocupacional en la empresa en la que trabajaba. Me encargué de temas de conciliación, accidentes laborales, absentismo, problemas de adicciones, discapacidades... Incluso el 11-M me desplacé a Madrid.

--¿Cómo es eso?
--Mi empresa tenía delegación en Madrid. Me llamó el director de recursos humanos y me informó del atentado. Cogí un avión y presté allí servicio a los trabajadores que habían ayudado a sacar heridos de los trenes. Hice la primera intervención de contención social.

--Todo esto le ha hecho bien, imagino.
--Sí. También sentí ese beneficio cuando atendí a la cuñada de Juan Miguel Gervilla, el guardia urbano asesinado por ETA en el cruce de Numància con Diagonal. El ayudar a otros me ha servido. Ahora intento hacerlo desde la oficina de Salud Laboral del Ayuntamiento de Terrassa, en el área psicosocial.

--Su padre estará orgulloso. Él se pudo salvar, pero arriesgó la vida.
--Faltaba poco para acabar el turno. Eran casi las tres de la tarde del domingo. Él, mi primo Juan y un vecino estaban a punto de venir a casa en coche. Había paella. Mi padre y mi primo estaban en el hall, a pocos metros de la salida. Se oyó una explosión. En vez de ir hacia fuera, fueron a avisar a los compañeros que estaban arriba. Uno, por el escenario y el otro, por los camerinos.

--Una decisión fatal.
--A mi primo no lo encontraron hasta días después. Mi padre salió con vida, pero falleció en la ambulancia a consecuencia del humo que había inhalado. Nosotros, la familia, nos enteramos por la tele.

--¿Nadie les llamó?
--No. Oímos que la Scala se estaba quemando. Mi tío, mi hermano y yo salimos corriendo. Llegamos a la puerta de la Scala y nos dijeron que mi padre iba camino de Perecamps, con vida. Yo me desmayé.

--Aquello pasó por accidente laboral durante mucho tiempo.
--¡Hasta 1998! Ese año pregunté qué había pasado con el caso Scala. Robert Manrique, de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas, se puso en contacto conmigo. Me insistió en que yo era una víctima del terrorismo. Lo luchó. Yo al principio tenía miedo...

--¿Miedo de qué?
--No sé. Cuando me preguntaban cómo había muerto mi padre, yo contestaba: "Murió en el incendio de la Scala". Pero a partir de 1998 empecé a decir: "Murió en el atentado terrorista de la Scala". Eso me desahogó, la verdad. ¿Sabe? José Cuevas, uno de los autores, era de Santa Coloma y Rosa López, la encubridora, de Singuerlín. ¡Tenía a los asesinos cerca de mi casa!

--¿Están fuera?
--Cumplieron condena. Xavier Cañadas, otro de ellos, es educador social en Nou Barris.

--En 1978 esa gente tenía 20 años.
--Unos críos, sí, aunque la madurez política entonces era otra. Pero a mí no me sirve que digan que los manipularon. Mi hermano y yo hemos crecido sin padre.

--¿Cómo era ese padre?
--Era muy buena persona. Tenía 45 años. Uno más que yo ahora.

--¿Ha sacado algo en positivo de esta tragedia?
--Intento ponerle corazón a todo lo que hago. Pero sigo queriendo saber el porqué... ¿Por qué a mi padre?

--Es una pregunta que se formulan todas las víctimas.
--Mi padre, mi primo, el vecino y el amigo de La Paz habían salido de una empresa de Rubí y habían ido a la Scala como quien va al paraíso. Allí había artistas importantes, bailarinas hermosas, magos...

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