Por todo eso llegó un momento en que tuve que ponerme de acuerdo con mi forma de ver las cosas, y así empecé a dejar primero la carne, luego el pescado, después leche y huevos, finalmente la miel, productos testados, etc. No tuve ningún guía ni apoyo, lo hice por mi mismo sin apenas información, por pura coherencia con lo que iba entendiendo.
Un día conocí a unas personas que se denominaban así mismos veganos, y me dieron a conocer eso que llamaban veganismo, un concepto nuevo para mí, aunque yo ya cumplía sus requisitos antes de conocer ni siquiera la palabra, ni ningún movimiento o asociación relacionado. Tampoco es que me hiciera falta, simplemente intentaba aliviar un poco todo el dolor de este planeta y de este modo quitar algo de mierda de la mucha que ya existe. Pese a todo, me alegró saber que había personas como yo, sensibles con los animales, que formaban parte de grupos de ayuda y concienciación.
Me hice la ilusión de que en eso del veganismo encontraría a gente afable, comprometida y solidaria hacia todos los seres vivos, hacia la misma existencia, en contra de todo lo vil y ponzoñoso, trabajando unida por un objetivo común: un mundo mejor para todos, sin dejar fuera a los animales. Sin embargo la realidad parecía una caricatura de lo que yo me había imaginado: personas enfrentadas por diferencias de planteamiento, grupos animalistas desunidos pujando por preponderar, reproches y apelación a la culpa de unos a otros, comeduras de tarro interminables y de lo más variadas, desprecio hacia las plantas y otros organismos vivos incluidos los humanos, etc, etc.
Fue una verdadera decepción descubrir que muchos de esos veganos tenían los mismos defectos que la gente habitual, sólo que posicionados ideológicamente en el polo opuesto. Aunque tampoco ha de extrañarme mucho, teniendo en cuenta la habitual estupidez humana. No es que me considere una lumbrera, pero yo cuando decidí no participar del uso de animales lo hice por compasión (una palabra que, por cierto, está prohibida dentro del movimiento), porque intuía que está mal causar daño a los demás. Las razones sobraban. Cuando di el paso lo hice sin conocer ninguna teoría filosófica, ni saber nada del veganismo o los principios que lo acompañan. Lo hice avalado por un sentimiento de solidaridad, de generosidad y apoyo. No hay razones, se trata de empatía.
Así que en honestidad, una vez más decidí ser fiel a mis motivaciones, a lo que sentía en un principio, y después de un breve periodo como vegano dejé de asociarme con ese sistema de pensamiento. Ahora simplemente actúo, hablo y vivo de forma natural, sin estar sujeto a otras normas que las que me dicta mi corazón. No quiero ser un militante de nada, me basta con ser quien soy. No encuentro necesidad de ponerme ninguna etiqueta o enarbolar ninguna bandera que defina y acote lo que se siento o pienso. Claro que algunos dirán todavía que yo soy vegano por mi modo de vida. Bueno, la iglesia también piensa que soy católico por estar bautizado. Que cumpla unos determinados requisitos no significa que esté afiliado a un grupo.
Creo que cada uno ha de ser quien es, sin más, sin necesidad de pertenecer a ninguna tribu, colectivo o partido. Claro que allá cada cual, es normal que a la gente le guste sentirse integrada en un grupo, pero yo personalmente no lo necesito. Simplemente, no participo en cosas que impliquen uso de animales, sin necesidad de otros adornos ni etiquetas. No necesito afiliarme a nada. Soy un ser humano, un animal, un ser vivo. Con eso tengo suficiente. Cuando alguien me pregunta o saco el tema de porqué no como animales lo explico con mis palabras, conforme a lo que siento. No necesito decir “soy vegano” o “esto es el veganismo”, no hace falta ni veo en qué beneficia. Me basta recordar mis motivaciones originales y expresarlas tal cual. Luego, quien lo haya recibido que haga lo que quiera con la información, eso ya no está en mi mano. Al menos he sido honesto conmigo mismo y con la otra persona.
Tampoco soy antiespecista, ni abolicionista, ni bienestarista, ni llevo ninguna otra etiqueta. No me interesa descubrir si los animales somos diferentes o iguales, ni qué significa eso, o cual es la mejor estrategia si es que es posible saberlo. Visto lo visto prefiero guiarme por mi intuición y mis buenos sentimientos, sin artificios ni cosas raras. Ya hay muchas facciones y grupos enfrentados como para encima hacer también del respeto a los animales otro grupo lleno de subgrupos con nombres y requisitos de pertenencia.
Particularmente no sé cual es la mejor manera de difundir el respeto a los animales, pero desde luego si hay alguna no tiene nada que ver con esto que se presenta como veganismo. Esto no puede triunfar, no puede cumplir las pretensiones para las que está diseñado mientras esté planteado como una serie de dogmas de carácter sobre todo publicitario, en lugar de ser un movimiento abierto de libre interpretación, sin más normas que lo que uno considere más adecuado para ayudar a los animales.
A los que se llaman a si mismo veganos les invito en honestidad a que se quiten la etiqueta y se decidan a vivir al margen de patrones de pensamiento y conductas de dudosa utilidad. No veo que pase nada por llevar ropas de lana o cuero si son recicladas, ningún animal va a sufrir ya por ello. Es probable que comiendo una lechuga del supermercado estemos participando en la muerte de más animales que comiendo huevos o leche de una granja extensiva. Palabras como “animales no-humanos” dan imagen de friki animalista y lo que es peor ponen al ser humano como medida de los demás animales... En resumen, muchos de los usos y costumbres de los veganos sólo sirven para reafirmar esos mismos usos, sin la menor certeza de si son tan relevantes para ayudar a los animales como se presentan.
No digo que haya vestir lana reciclada, ni tomar huevos o leche, o decir “animales” en lugar de “animales no-humanos”, no va por ahí la cosa. Lo que quiero decir es que son decisiones personales en base a lo que uno crea oportuno. La teoría vegana es en gran parte una teoría estratégica, y esa estrategia se puede compartir o no. Yo personalmente no la comparto, o al menos dudo de ella, sobre todo viendo la desunión que existe en el movimiento, las discusiones y broncas que genera, los inverosímiles sacrificios que exige en pos de la “coherencia”, y un montón de planteamientos asociados muy difíciles de consensuar (que sólo cuenta la capacidad de sentir por ejemplo, y que por lo tanto las plantas no valen nada), etc... son cosas que llevan a dar de cara al exterior una imagen negativa, tan negativa que yo, que respeto a los animales en lo más profundo, he decidido no asociarme por más tiempo con esta ideología, a la vista de que las cosas no parece que vayan a cambiar. Así pues ya no soy vegano, simplemente intento perjudicar a los animales lo menos posible.
Un saludo a todos los animales de este foro, de parte de otro simple animal