BONOS DE CARBONO: PAGAR PARA CONTAMINAR.
Desde hace un tiempo, hemos sido testigo de cambios drásticos en el clima, estos se manifiestan de diversas maneras: aumentos graduales en las temperaturas, crecimiento alarmante de los mares, precipitaciones en períodos que son normalmente secos; anomalías climáticas que causan desaparición de grandes áreas agrícolas, y peor aún, extinción de especies de animales y plantas. El origen de este fenómeno es conocido y comentado por muchos: la emanación de gases invernadero y otras formas de contaminación ambiental, esto como consecuencia de la continua actividad industrial que se desarrolla principalmente en los países más desarrollados. Ante esto, debido a una probable escasez de recursos naturales para explotar (lo que significaría un obstáculo para seguir acumulando capital por parte de los poderosos), se han desarrollado algunas estrategias, muy poco efectivas por cierto, para frenar el cambio climático global, una de ellas es la que analizaremos a continuación: el Protocolo de Kyoto en diciembre de 1997. El Protocolo de Kyoto, es un tratado en el que los países más desarrollados del mundo acuerdan reducir las emanaciones de gases invernaderos en un 5% respecto al año 1990, esto en un período de compromiso entre los años 2008 - 2012. Para clasificar los gases invernaderos, se estandarizaron ocupando como referencia al más conocido de todos (CO2), es así como otros gases se representan como el equivalente a una medida de CO2, esto se denota como CO2e, para aclarar el tema se presenta la siguiente tabla de equivalencias:
Gases de efecto invernadero y su respectiva equivalencia en CO2 de una medida de gas(CO2e):
Dióxido de Carbono (CO2): 1
Metano (CH4): 21
Óxido Nitroso (N2O): 310
Hidrofluorocarbonos (HFC): 740
Perfluorocarbonos (PFC): 1.300
Hexafluoruro de azufre (SF6): 23.900
Este acuerdo entró en vigencia el 16 de febrero del año 2005, siendo la Unión Europea, una de las potencias que se comprometió a reducir el 5% de la emanación de gases invernadero respecto al año 1990, porcentaje que equivale a 424 millones de toneladas de CO2, y teniendo como plazo máximo el año 2012. Por el contrario, otra gran potencia mundial, Estados Unidos (que genera el 36% de gases invernadero del total de países desarrollados), no aceptó tal acuerdo, por lo que no reduciría su emanación de estos gases, simplemente se excusa argumentando que los países en vías al desarrollo también deberían estar comprometidos en el acuerdo.
El gran problema ocurre cuando este tipo de acuerdo se transforma en una maquinación política, que finalmente conlleva a que este acuerdo sea un mero negocio. Lo que sucede, es que los países desarrollados pueden financiar proyectos de captura o abatimiento de estos gases en otros países, con el fin de lograr sus metas propuestas en el acuerdo, y luego se acreditan estas reducciones como si hubiesen sido en su propio territorio, con lo que se abaratan los costos significativamente. En otras palabras, esto quiere decir que una empresa chilena puede por voluntad propia reducir sus emanaciones de gas invernadero y vender esa reducción a los países más “desarrollados”, a esto se le conoce como bono de carbono. Entonces, lo que realmente hacen los poderosos, dueños de grandes fortunas, es adquirir un derecho a mantener o aumentar sus niveles productivos, con los costos ambientales y sociales que esto conlleva, a un precio que mantenga el negocio “viento en popa”. Con esta transacción de bonos de carbono, se crea lo que hoy se conoce como mercado del carbono, el cual se basa en dos ridículas aseveraciones:
- No interesa en que parte del mundo se reduce la emanación de gases invernaderos, ya que el efecto global es el mismo; esto es evidentemente falso, sabemos que no sólo existen problemáticas ambientales globales, si no que también se dan en un sector determinado y el efecto es distinto, ejemplo de ello son los distintos agujeros de la capa de ozono, los cuales en algunos lugares son más agudos que en otros.
- Ambientalmente hablando, no importa el tiempo en que se reduzcan los gases invernadero en el medio, lo importante es que realmente se reduzcan; este argumento es tan débil como el anterior, existe certeza de que hoy nos encontramos en un momento donde las medidas para acabar con la contaminación ambiental se requieren con urgencia, prueba de esto es el tan comentado calentamiento global, el cual ya está dejando sus estragos.
Como podemos ver, el Protocolo de Kyoto no es más que otra herramienta con la que los grandes capitalistas del mundo buscan mantener a la sociedad “calmada”, bajándole el perfil a la problemática ambiental y continuando con su descarada sobreexplotación de recursos naturales.
Entonces, ¿cómo se podría reducir el efecto invernadero y otros tipos de contaminación del medio ambiente?, para responder esta pregunta tenemos que buscar el origen de todo este problema: la explotación de recursos por sobre lo niveles adecuados. Y si seguimos buscando causas, encontramos que esta explotación descarada del medio se da por dos contradicciones básicas del capitalismo:
- La acumulación de capital, los dueños de los medios de producción no se basan en el trabajo de sus empleados y su respectivo salario para fijar un límite al explotar un recurso; lo que realmente les importa es generar cada vez más ganancias, que a la larga se transforman en dinero utilizable para comprar otro medio de producción con el que lucran más y por ende, sobreexplotan el medio ambiente.
- Las empresas no explotan recursos en relación a lo que la sociedad necesita para subsistir, sino que en relación a la acumulación de ganancias que se pretenden obtener.
Nos encontramos entonces, con otro argumento que es claro al señalar que el sistema capitalista es imposible de sostener un medio ambiente sustentable en el tiempo.
Extraído de http://www.el-radical-libre.tk, http://www.el-radical-libre.blogspot.com