Mensaje
por _nobody_ » 23 Jul 2007, 21:56
Uso recreativo de la droga
Una similitud todavía más chocante entre rusos y americanos es la propensión a automedicarse. Aunque los rusos se han dedicado solo de corazón a la búsqueda de vodka, los americanos probablemente no sólo han probado el cannabis. La cocaína también ha tendo un gran efecto en la cultura americana, como los opiáceos. Hay diferencias también: el ruso es más probable que beba solo, o que le dé aprehensión beber o estar borracho en público. Para un ruso estar borracho es casi un derecho sagrado; para un americano es un placer culpable. Muchos de los americanos más infelices se ven forzados por las circunstancias a beber y conducir; esto no les hace, ni a los otros conductores, más felices.
El ruso puede verse furiósamente borracho en público, cantar balbuceando canciones patrióticas, caerse en un banco de nieve, y o congelarse hasta la muerte o ser enviado a un tanque de borrachos. Todo esto le producirá poco o ningún remordimiento. Basándome en mi lectura de H. L. Mencken, Norteamérica fue una vez una tierra de borrachos felices, en la que se pasaba una botella de whisky al comienzo de un juicio, y en la que un jurado borracho daba un veredicto borracho, pero la prohibición lo arruinó todo. La prohibición en Rusia duró solo unos pocos años, cuando Gorbachov trató de salvar a la nación de sí misma, y fracasó miserablemente.
Cuando la economía se colapse, la gente que bebe mucho en todas partes encontrarán más razones para emborracharse, pero menos medios para procurarse bebida. En Rusia, se improvisaron rapidamente soluciones de mercado, que fue mi privilegio observar. Era verano, y estaba en una locomotora de un tren eléctrico en San Petersburgo. Estaba de pie en el vestíbulo del vagón, y observaba el arcoiris (acababa de llover) a través de la ventana si cristal. De pronto, una actividad en el vestíbulo llamó mi atención: en cada parada, abuelas con jarras de licor ilegal se aproximaban a la puerta del vagón y ofrecían un trago al ansioso cliente que esperaba dentro. El precio y la calidad se discutían rápidamente, se daba una cantidad a cambio de unos cuantos billetes, jarra a vaso y el tren volvía a seguir. Era una atmósfera tensa, por que junto con los clientes que pagaban había otros que simplemente esperaban cola para entrar en el vagón, pero esperaban su trago de todas formas. Tuve que hacer una salida precipitada, por que los que se colaban pensaban ya que estaba ocupando un espacio valioso.
Deben de quedar unos cuantos productores de alcohol ilegal en partes rurales de los Estados Unidos, pero la mayoría del país parece más adicto a latas y botellas de cerveza, o a jarras, de plástico o cristal, de licor. Cuando esta fuente se seque debido a los problemas con el tráfico interestatal, no dudemos que las destilerías locales continuarán funcionando, e incluso expandiendo su producción, para cumplir con la demanda vieja y la nueva, pero quedará mucho sitio para la improvisación. También esperaría que el cannabis se extendiera incluso más que ahora; hace a la gente menos propensa a la violencia que el licor, lo que es bueno, pero también estimula el apetito, lo que es especialmente malo cuando no hay mucha comida. Por lo menos es mucho más barato de producir que el alcohol, que requiere o grano o gas natural y una complicada química.
De todas formas, espero que las drogas y el alcohol se conviertan en una de las oportunidades empresariales del post-colapso en los Estados Unidos, junto con el desmantelamiento y la seguridad.
Seguridad
La seguridad en la Unión Soviética del post-colapso era, digamos, laxa. Salí indemne, pero conozco a mucha gente que no. Una amiga de la infancia y su hijo fueron asesinados en su piso por la suma de 100 dólares. Una señora mayor que conozco fue dejada inconsciente y su mandíbula rota por un ladrón que la esperaba fuera de su casa, para asaltarla, coger sus llaves y saquear su vivienda. Hay una fuente infinita de estas historias.
Los imperios se mantienen unidos a través de la violencia o de la amenaza de la violencia. Tanto EE.UU como Rusia estaban, y están, servidos por una legión de sirvientes cuya sabiduría es en el uso de la violencia: soldados, policías, carceleros y empleados de la seguridad privada. Ambos países tienen un exceso de hombres curtidos en batallas que han matado, y que están psicológicamente traumatizados por la experiencia, y que no tienen pudor en tomar una vida humana. En ambos países, hay mucha, mucha gente cuyo valor en el mercado es por el uso de la violencia, ofensiva o defensiva. No importa lo que pase, que ellos estarán empleados, o auto-empleados; preferiblemente lo último.
En una situación de post-colapso, todos estos hombres violentos caerán en la categoría de seguridad privada. Tienen una forma de crear suficiente trabajo como para mantener a toda la tribu ocupada: si no les contratas, harán el trabajo de todas formas, pero contra ti antes que por ti. Proliferan bandas de varios tamaños y formas, y si tú tienes alguna propiedad que proteger, o quieres que se haga algo, tienes que dedicar mucho tiempo y energías a mantener tu organización de seguridad privada contenta y eficaz.
Para completar esta parte violenta de la población, hay también muchos delincuentes. Cuando sus condenas expiran, se los libera, y vuelven a una vida de crímenes violentos, pero esta vez no habrá nadie para encerrarlos otra vez por que la maquinaria de la ley se ha averiado debido a la falta de fondos. Esto exacerba todavía más la necesidad de seguridad privada, y pone a quien no se la puede permitir en un riesgo adicional.
Hay todo un abismo entre los que pueden dar seguridad y los simples matones. Aquellos que pueden proveer de seguridad también tienden a conocer cómo emplear o aprovecharse de los matones. Así, desde el punto de vista de un consumidor de seguridad sin experiencia, es muy importante trabajar con una organización antes que con individuos. Para ser justos, la necesidad de seguridad es enorme: con un gran número de gente desesperada por todas partes, cualquier cosa que no esté vigilada será robada. El rango de actividades relacionadas con la seguridad es enorme: desde las inagotables abuelas que se sientan a vigilar las huertas de pepinos a los que cuidan los aparcamientos a los que se sientan en las puertas de las casas, y hasta los convoys armados con francotiradores en el techo.
Según el gobierno, con sus funciones políticas y de policía, se atrofien, las medidas privadas y mejoradas de seguridad cubrirán el hueco de seguridad que quede detrás. En Rusia, hubo un período de años durante el que la policía básicamente no funcionaba: no tenían equipo, ni presupuesto, y sus salarios no eran suficientes para sobrevivir. Los asesinatos quedaban sin resolver, los atracos y los robos ni siquiera eran investigados. La policía solo podía sobrevivir mediante el soborno. Había una buena cantidad de entendimiento entre la policía y el crimen organizado. Cuando la economía volvió a resurgir, esto se cortó de alguna manera. En un caso en el que no hay razón para esperar que la economía se recupere, se debe aprender a hacer nuevos amigos, y a mantenerlos de por vida.
La pérdida de la normalidad
Una temprana víctima del colapso es la sensación de normalidad. La gente está al principio descolocada, pero pronto olvidan que tal cosa existió alguna vez, excepto una vaga punzada de nostalgia. La normalidad no es exactamente normal: en una economía industrial, el sentido de normalidad es un objeto artificial y manufacturado. Podemos estar yendo de cabeza hacia un apocalipsis medioambiental, y nunca llegar gracias al declive de la fuente de recursos, pero mientrastanto, las luces siguen encendidas, hay tráfico en las calles y, incluso si las luces se van durante un apagón, volverán en un rato, y las tiendas volverán a abrir. Continuan los negocios.
Se seguirán sirviendo a tiempo suntuosos buffets, para que los gurús puedan continuar discutiendo los pasos que todos tenemos que dar para evitar cierto desastre. La comida no se sirve; entonces se va la luz. En algún momento, alguien dice que todo esto es una farsa, y los gurús se callan, para siempre. En Rusia la normalidad se rompió en varios pasos. Primero, la gente dejó de tener miedo de decir lo que pensaba. Luego, dejaron de tomarse en serio a las autoridades. Por último, las autoridades dejaron de tomarse en serio a sí mismas.
En la Unión Soviética, esta cosa llamada normalidad era estrecha debido a las tablas en Afganistán, al desastre de Chernobyl, y el estancamiento económico general, aún continuaba siendo reforzada a través de una cuidadosa gestión de los mass media. En los Estados Unidos, cuando la economía no pueda crear suficientes empleos durante varios años seguidos, y toda la economía vaya hacia la bancarrota, continuan los negocios siendo lo básico, o eso nos hacen creer. La normalidad norteamericana alrededor del 2005 se parece enormemente a la normalidad soviética de 1985.
Si hay alguna diferencia entre la forma de mantener la sensación de normalidad soviética y americana, es este: los soviéticos trataron de mantenerla por la fuerza, mientras que los americanos mantienen la suya por el miedo. Tiendes a sentir como más normal si tienes miedo de caerte del trapecio y te agarras por que tu vida depende de ello, que si alguien te clava a él.
Más al grano: en una sociedad consumista, cualquier cosa que evita que la gente siga comprando es peligrosamente molesto, y todos los consumidores sienten esto. Cualquier expresión de la verdad sobre la falta de propósito para que siga habiendo una sociedad industrial altamente desarrollada y próspera es molesta para el inconsciente colectivo consumista. Hay un instinto de manada que la rechaza, y por lo tanto fracasa, no por ninguna acción abierta, sino fracasando de convertirse en beneficiosa, porque es impopular.
A pesar de esta pequeña diferencia de cómo se protege o se protegía la normalidad, estaba, y está siendo desarrollada, tanto en la antigua Unión Soviética como en los Estados Unidos contemporáneos, a través de medios idénticos, aunque con diferente tecnología. En la Unión Soviética, había algo llamado samizdat, o auto-publicación: con la ayuda de máquinas de escribir y papel carbón, los disidentes rusos se las arreglaron para hacer circular suficiente material como para neutralizar los efectos de la normalidad forzosa. En los Estados Unidos de hoy, tenemos websites y blogs: distinta tecnología, mismo efecto. Son escritos para los que la normalidad forzosa ya no es la norma; es la verdad – o al menos la mejor aproximación a ella.
¿Entonces qué fue de estos excéntricos soviéticos, algunos de los cuales llegaron a prever el colapso inminente con bastante precisión? Para ser breve, desaparecieron. Tanto trágica como irónicamente, aquellos que se hicieron expertos en explicar las fallas del sistema y en predecir el curso de los hechos son hoy casi todos parte del sistema. Cuando el sistema desaparece, también lo hace su área de experiencia, y su audiencia. La gente deja de intelectualizar sus discursos y comienza a tratar de escapar de ellos – a través de la bebida o las drogas o creatividad o la astucia – pero no tienen tiempo para apreciar un contexto más grande.
Apatía política
Antes, durante e inmediatamente después del colapso soviético, hubo gran actividad política por grupos que veríamos como progresistas: liberales, ambientalistas, reformistas pro-democráticos. Crecieron de los movimientos disidentes de la era soviética, y tuvieron un impacto significativo durante un tiempo. Una década más tarde la “democracia” y el “liberalismo” son consideradas palabrotas en Rusia, comúnmente asociadas con la explotación de Rusia por extranjeros y otra gentuza. El estado ruso es centralista, con tendencias autoritarias. La mayoría de los rusos desconfían y no les gusta su gobierno, pero tienen miedo de la debilidad, y quieren mano dura.
Es fácil ver porqué el idealismo político fracasa en animar el limitado ambiente político del post-colapso. Hay un fuerte giro hacia la derecha por los nacionalistas que quieren encontrar cabezas de turco (inevitablemente, extranjeros y minorías étnicas), un fuerte giro hacia el centro de los miembros del “antiguo régimen” que tratan de mantener sus restos de poder, y un gran aumento de la indecisión, la confusión y debate inconcluyente en la izquierda, de aquellos que intentan hacer el bien, y no consiguen hacer nada. A veces los liberales consiguen alguna oportunidad para hacer algún experimento o dos. Yegor Gaidar pudo probar algunas reformas económicas liberales bajo Yeltsin. Es una figura tragicómica, y muchos rusos ahora les da grima cuando recuerdan sus esfuerzos.
Los liberales, reformistas y progresistas en los Estados Unidos, ya sean autodenominados o auténticos, han tenido tiempos duros para cumplir sus programas. Incluso sus victorias a medias, tales como la Seguridad Social, pueden ser desmanteladas. Incluso cuando han conseguido que se elija algún presidente de su gusto, los efectos fueron, para los estándares occidentales, reaccionarios. Se hizo la doctrina Carter, según la cual los Estados Unidos protegerán el petróleo por medios militares si hiciera falta. También estuvo la reforma de bienestar de Clinton, la que forzaba a las madres solteras a trabajar en puestos de hombres mientras sus hijos se quedaban en guarderías poco preparadas para tener acceso a los servicios sociales.
La gente en los Estados Unidos tienen una actitud bastante similar hacia la política que la gente de la Unión Soviética. En los EE.UU., esto a menudo se le llama “apatía del votante”, pero es mejor describirlo como disgusto con los políticos. La Unión Soviética tenían un solo intrincado y sistemáticamente corrupto partido político que tenía el monopolio del poder. Los EE.UU. tienen dos intrincados y sistemáticamente corruptos partidos políticos, cuyas posiciones son a menudo indistinguibles, y que juntos tienen el monopolio del poder. En cualquier caso hay, o había, una sóla élite gobernante, pero en los Estados Unidos se organizaba en dos equipos opuestos para hacer de su gestión del poder parezca más deportiva.
En los EE.UU., hay una industria de comentaristas políticos y listillos, que se dedica en cuerpo y alma a inflamar pasiones políticas, tanto como sea posible, y especialmente antes de las elecciones. Se parece mucho a lo que hacen los comentaristas deportivos, para llamar la atención de su partido. Parece que la única fuerza importante detrás del discurso político en los EE.UU. es el aburrimiento: se puede hablar del tiempo, del trabajo, de la hipoteca y como se relaciona con los valores actuales y proyectados de la propiedad, de los coches y la situación del tráfico, de los deportes, y mucho detrás que de los deportes, de política.
Aunque la gente lamente la apatía política como si fuera una enfermedad social grave, me parece que es como debería ser. ¿Porqué la gente sin poder esencialemente debería meterse en la farsa humillante diseñada para demostrar la legitimidad de aquellos que ostentan el poder? En la Rusia de la era soviética, la gente inteligente hacía lo que podía para ignorar a los comunistas: al prestarles atención, ya fuera mediante críticas o halagos, sólo sirve para darles comodidad y ánimos, les hace sentir como si importaran algo. ¿Para qué los americanos deberían actuar diferente con respecto a los Republicanos y los Demócratas? ¿Por el amor a los elefantes y los burros?
Disfunción política
Como dije antes, implementar “nuestros” proyectos que traten de mitigar la crisis, ya impliquen guerras por el acceso a los recursos, construcción de centrales nucleares, molinos de viento o sueños de hidróneno, no es probable que sean implementadas, porque esta entidad “nosotros” ya no será funcional. Si antes del colapso no somos capaces de poner en práctica nuestros proyectos, luego con lo que nos quede es incluso menos probable que lo hagamos. No hay razón para organizarse políticamente si tratas de hacer algo útil. Pero si quieres prepararte para aprovecharte de una situación mala -bien, esto es otra historia!
La política tiene un gran potencial para convertir una situación mala en una peor. Puede causar guerra, limpieza étnica y genocidio. Cuandoquiera que la gente se junta en organizaciones políticas, ya sea voluntariamente o a la fuerza, es señal de problemas. Estuve en la reunión anual del jardín comunitario hace poco, y entre el grupo de jardineros normalmente plácidos y tímidos había un par de estos “activistas”. En poco tiempo, uno de estos estaba sacando el tema de expulsar gente. “La gente no viene a las asambleas anuales y no aparece para hacer limpieza y compostaje y tal - ¿porqué se les deja?” Bien, algunos de estos “elementos pícaros” a los que se refería este activista eran rusos mayores, que, debido a su extensa experiencia con estas cosas durante la era soviética, es bastante probable que nunca se impliquen en trabajos comunales o que participen en reuniones comunitarias. Francamente, preferirían la muerte. Pero también aman el jardín.
La razón por la que a este “elemento” se le permite existir en este jardín comunitario en particular es por que la mujer que lleva el lugar les permite seguir con su vida. Es su decisión: ejerce un liderazgo, y ella no se mete en política. Ella hace funcionar el jardín, y permite a los activistas hacer su ruido, una vez al año, sin efectos perjudiciales. Pero si la situación fuera a cambiar y la huerta se convirtiera de pronto en una fuente de sustento en vez que en un hobby, ¿cuanto tardarían los activistas en pedir más poder y ejercer su autoridad?
El liderazgo es ciertamente una cualidad valiosa en una crisis, que son poco propicias para largas deliberaciones y debates. En cualquier situación, alguna gente está mejor equipada para sobrellevarla que los demás, y puede ayudar a otros al darles algún rumbo. Ellos naturalmente acumulan cierta cantidad de poder para sí mismos, y esto está bien en cuanto a que la gente se beneficie de esto, y en tanto que nadie resulte dañado u oprimido. Tal gente surge espontáneamente en una crisis.
Una cualidad igualmente útil en una crisis es la apatía. La gente rusa es excepcionalmente paciente: incluso en los peores tiempos del post-colapso, no se levantaron, y no hubo protestas significativas. Lo llevaron lo mejor que pudieron. El grupo más seguro de gente con la que estar en una crisis es el que no comparte fuertes convicciones ideológicas, no se meta en discusiones, y no posea un sentido de identidad sobredesarrollado.
Masas ignorantes que sienten que “hay que hacer algo” y pueden ser manipuladas por demagogos del tres al cuarto son malas, pero el grupo más peligroso, y uno de los que hay que huir, es un grupo de activistas políticos resueltos a organizar y promover un programa u otro; incluso si el programa es benigno, e incluso si es beneficioso, la manera de implementarlo puede no serlo. Como dice el refrán, las revoluciones se comen a sus hijos. Luego se vuelven contra el resto. La vida de un refugiado es una forma de supervivencia; quedarse y combatir a una masa organizada normalmente no lo es.
Los Balcanes son la pesadilla postcolapso con la que todo el mundo está familiarizado. Dentro de la antigua Unión Soviética, Georgia es el principal ejemplo de política nacionalista orientada a la desintegración nacional. Tras lograr su independencia, Georgia entró en un paroxismo de fervor nacional, resultando en un estado algo más pequeño, ligeramente menos poblado y permanentemente muerto con dos antiguas provincias estancadas en un limbo político, debido, aparentemente, a que el mundo ya ha perdido su capacidad de redibujar las fronteras políticas.
Los EE.UU. se parecen mucho más a los Balcanes que a Rusia, que está habitada por una poblacion bastante homogénea caucasiana[NdT. Blanca]/asiática. Los EE.UU. están mucho más segregados, normalmente por raza, a menudo por etnia, y siempre por nivel de ingresos. Durante los tiempos prósperos, se mantiene relativamente en calma teniendo un porcentaje de gente en la cárcel, lo que ha batido un récord mundial histórico. Durante tiempos menos prósperos, tiene un gran riesgo de explosión política. Las sociedades multiétnicas son frágiles; cuando se vienen abajo todos pierden.
Colapso en los EE.UU.
En los EE.UU., parecen haber pocas formas de hacer el escenario del colapso más suave para uno mismo y para su familia. Todo el lugar parece ir demasiado lejos en una dirección insustentable. Es un reto real y creativo, y deberíamos pensar seriamente en él.
Supongamos que vives en una ciudad grande, en un piso. Dependes de los servicios municipales para sobrevivir. Una semana sin electricidad, calefacción, o agua o gas o recogida de basura provoca un malestar. Sin cualquiera de dos de estos servicios es una calamidad. Sin tres es un desastre. La comida viene del supermercado, con ayuda del cajero automático o la tarjeta de crédito en la caja. La ropa limpia viene de la lavandería, que requiere electricidad, agua, y gas natural. Una vez que todos los comercios han cerrado y tu piso esté frío, a oscuras, huela a basura porque nadie la ha recogido y a excrementos porque el water no va, quizás es el momento de irte de acampada al exterior.
Así que consideramos el campo. Supongamos que tienes tu finca y tienes una minúscula hipoteca que es casi nada tras una buena escalada de la inflación, o que la tienes libre y clara. Si está en un barrio suburbano desarrollado, habrá todavía problemas con los impuestos, las leyes, con extraños del espacio exterior que se vengan a vivir a la casa de al lado, y otras movidas, que puedan hacer peor la situación. Los municipios arruinados pueden tratar primero de subir sus impuestos para cubrir sus gastos en vez de simplemente cerrar el chiringuito. En un erróneo esfuerzo para salvar el valor de la propiedad, también pueden tratar de aprobar leyes contra necesidades tales como pilas de compost, casetas, gallineros, y cultivos en tu jardín de delante de casa. Ten en cuenta, también, que los pesticidas y herbicidas que tienen los céspedes y campos de golf dejan residuos tóxicos. Quizás lo mejor que se puede hacer con los suburbios [NdT. urbanizaciones] es abandonarlos.
Una granja pequeña ofrece mejores posibilidades para cultivar, pero la mayoría de las granjas de los EE.UU. están hipotecadas hasta las cejas, y la mayoría de la tierra que ha estado bajo cultivos intensivos ha sido bombardeada sin piedad con fertilizantes químicos, herbicidas e insecticidas, haciéndola un lugar poco saludable, habitado por hombres de pocas luces. Las granjas pequeñas suelen ser sitios solitarios y muchos, sin acceso al diesel o a la gasolina, estarían peligrosamente remotos. Necesitarás vecinos con los que tratar, para que te ayuden, y para tener compañía. Incluso una granja pequeña va de sobra en términos de tierra disponible, porque sin la posibilidad de vender las cosechas en el mercado, o de tener una economía de mercado para venderlas, no hay razón para cultivar un excedente grade de comida. Decenas de acres son un desperdicio cuando todo lo que necesitas son unos pocos miles de pies cuadrados. Muchas familias rusas se hipotecaron para sobrevivir con la ayuda de un jardín estandard de un sotka, que es 100 metros cuadrados, o sin lo prefieres, 0,024710538 acres, o 1076,391 pies cuadrados.
Lo que se necesita, por supuesto es un pueblo pequeño o una aldea: un asentamiento relativamente pequeño, relativamente denso, con alrededor de un acre de tierra de cultivo para cada 30 personas o así, y con regulaciones de extensión de terreno diseñadas para uso correcto y sostenible y no para oportunidades de inversión de capital, crecimiento, valores de propiedad, u otras clases de “desarrollo”. Más incluso, tendría que ser un lugar en el que la gente se conozca y quieran ayudarse unos a otros – una comunidad real. Todavía deben quedar unos pocos centenares de comunidades como esta aquí y allí en los condados más pobres de los Estados Unidos, pero no hay suficientes, y la mayoría de nosotros no seríamos bienvenidos en ellas.
Consejo de inversiones
La gente a menudo viene y me dice: “Escucho que la economía de los EE.UU. está a punto de colapsarse pronto; ¿que consejos de inversión me puedes dar, para que pueda ajustar mi cartera?” Bien, no soy un consejero de inversiones profesional, así que me arriesgo a dar algunos consejos.
La amenaza nuclear dio origen al arquetipo de survivalista americano, enclavado en las colinas, con un refugio antinuclear, con un enorme número de latas de conserva, con un arsenal de armas, y mucha munición para combatir a idiotas similares de otras colinas. Y por supuesto, una bandera americana. Esta clase de survivalismo es lo mismo que enterrarte vivo, supongo.
La idea del almacenaje no es mala del todo. Almacenar comida, es por supuesto, una idea podrida, literalmente. Pero merece la pena tener en consideración ciertos objetos manufacturados. Supongo que sabes seguro que no existirán en el momento que decidas retirarte. Y supongo que te darás cuenta de que puedes comprar ahora mucho material que tiene una larga vida en las estanterías y que será necesario, y valioso, en el futuro lejano. Y supongo, más allá, que tienes espacio para almacenar: unos pocos cientos de pies cuadrados. Ahora, ¿qué vas a hacer? ¿sentarte y ver cómo se evaporan tus ahorros? O tomar el toro por los cuernos e invertir en cosas que no sean etéreas.
Una vez que los cajeros automáticos se queden sin dinero, la máquina de los números ya no da más, y la cadena de venta al por menor se rompe, la gente seguirá teniendo necesidades básicas. Habrá mercados callejeros para cubrir estas necesidades, utilizando cualquier medio de intercambio disponible; fajos de billetes de $100, trozos de una cadena de oro, paquetes de cigarrillos, o lo que tengas. No es una mala idea poseer algo de lo que puedas necesitar, pero deberías invertir en cosas que puedas intercambiar por cosas que necesites. Piensa en las necesidades de consumidor que requieren de la alta tecnología y que duren mucho. Aquí hay algunas sugerencias para empezar: condones, cuchillas de afeitar, y medicinas (ilegales y de prescripción). Las baterías recargables (y los cargadores solares) seguramente se conviertan en un bien preciado (las Ni-MH son las menos tóxicas). Cosas del baño, como un buen jabón, serán artículos de lujo. Llena algunos contenedores, empaquétalos bien para que nada los oxide o lo pudra, y guárdalo en alguna parte.
Tras el colapso soviético, apareció poco a poco una categoría de mercaderes intinerantes que daban a la gente acceso a productos importados. Para llena su almacén, esta gente tenía que viajar al extranjero, a Polonia, a China, a Turquía, en trenes, trayendo mercacía en su equipaje. Intercambiaban una maleta de relojes rusos por otra, más útil, cargada con chapú o maquinillas de afeitar. Tenían que untar a los agentes de aduanas en su ruta, y a menudo les atracaban. Hubo un periodo en el que esta gente, llamada "chelnoki", que es la palabra rusa para “transportadores”, eran la única fuente de productos de consumo. Los productos eran a menudo descartes de fábrica, estaban dañados o caducados, pero esto no los hacía menos valiosos. Basado en este ejemplo, es posible predecir qué objetos tendrán mucha demanda, y almacenarlos antes de tiempo, como colchón ante el colapso económico. Notemos que el chelnoki tenía economías intactas, con las que comerciar, accesibles por tren - mientras que esto no estaría garantizado en el caso de los EE.UU.
Un almacén de esta clase, en un lugar caminable, socialmente estable, donde conoces a todo el mundo, donde tienes buenos amigos y alguna familia, donde tengas casa y alguna tierra sin hipoteca, y donde puedas cultivar la mayoría de tu comida, te debería permitir sobrevivir al colapso económico sin demasiados probemas. Y quien sabe, quizás encuentres la felicidad ahí.
Conclusión
Aunque la conclusión básica y obvia es que los Estados Unidos están peor preparados para el colapso económico de lo que Rusia estuvo, y lo pasarán peor que Rusia, hay algunas facetas culturales que no hacen a Estados Unidos tan indefenso. Para cerrar con una nota optimista, mencionaré tres de ellas. No diré nada particularmente original aquí, así que siéntete libre de partirte de risa cuando leas esto.
Primero, y quizás lo más sorprendente, es que los americanos hacen mejores comunistas de lo que los rusos nunca fueron, o impulsados a intentarlo. Son buenísimos en vida comunitaria, con muchas situaciones buenas, estables de compañeros de habitación que compensan sus familias débiles, alienadas o inexistentes. Estas situaciones de compartir habitación pueden ser utilizadas para templar y construir comunidades tipo aldea autoorganizadas. El comunismo (obviamente bajo un nombre más masticable) tiene mucho sentido en un ambiente inestable, escaso de recursos que la solución individualista. En donde cualquier ruso se encojería ante tal idea, porque remueve las todavía frescas memorias del experimento soviético en las colectivizaciones y vida comunal forzosas, los americanos mantienen una reserva de espíritu comunal y mentalidad cívica.
Segundo, hay una capa de decencia básica y amabilidad en al menos algunas partes de la sociedad americana, que han sido destruidas en Rusia durante el curso de la historia soviética. Hay un impulso altruista a ayudar a los extraños, y orgullo en ser de utilidad a los demás. Los americanos son culturalmente homogéneos, y la mayor barrera entre ellos es el miedo y la alienación provocada por sus condiciones de vida segregadas por raza y situación económica.
Por último, oculto tras la parafernalia chovinista hortera de las banderitas, hay un orgullo nacional tranquilo, que si se instiga, puede producir una moral y resultados grandes. Los americanos no se dejan sucumbir a las circunstancias. Porque muchos de ellos carecen de una buena comprensión de su predicamento nacional, sus esfuerzos para mitigarla pueden ser vanos, pero se garantiza un esfuerzo valiente, por que “esto es, después de todo América”.
...vive como piensas o acabarás pensando lo que vives...