Bien, en ese sentido podemos hablar de una jerarquización serial, o una jerarquización axiológica. Allí la cuestión es instrumental y con el mismo fin original de Aristóteles por categorizar el caos.Me gusta una cosa que apuntas: no quedarse sólo en el Estado o las clases sociales, ir más allá, ir hasta la jerarquía y cuestionar tanto las macro-dominaciones como las micro-dominaciones -lo que Foucault y Deleuze llamaban "microfascismos". Aplaudiendo este movimiento que haces, no obstante, mi crítica es doble: (1) La jerarquía como el efecto de unas causas (poder-deseo) que deben ser lo combatido, y esto en un plano "ecosófico" (ecología social + ecología mental + ecología cultural). En esto último, es decir, en juntar ecología, sociedad, cultura y psicología cree que estaremos de acuerdo. Y, (2) critico el concepto "jerarquía" como una simple relación piramidal de mando-obediencia. Creo que las jerarquías no tienen por qué ser esto: el clasificar a los negros, a los maricones o las mujeres como inferiores y a los hombres, blancos y heterosexuales como superiores (cosa que evidentemente tú no haces) es también y en sí una jerarquía. Una jerarquía que ordena el mundo dándole a los individuos y las subjetividades distintos valores, y de lo cual el mando-obediencia es una consecuencia contingente. De hecho, puede ocurrir y ocurre que las personas marginalizadas se identifiquen con esa construcción jerárquica y reproduzcan su marginalización. El mando-obediencia, la represión, no explica todo malestar y dominación, como decía Wilhelm Reich, la gente puede desear incluso el fascismo. ¿Cuántas mujeres no se pliegan voluntariamente a la subjetivización patriarcal anoréxica? ¿Cuántos trabajadores no se pliegan a la subjetivización capitalística y exigen de sus compañeros un trabajo duro?
Otra cuestión es el proceso donde se trasladan esas categorías (justificándose) a relaciones de mando-obediencia. ¿Cuáles es el ambiente y los espacios que "producen" la jerarquización?
Allí entonces podríamos desarrolllar, y entender los aspectos "común denominador" de este proceso. El fascismo deseado, sin lugar a dudas lleva a relaciones de dominación, ¿desear ser dominado no podría tener carácteres de patología con cierta convergencia readical al deseo de dominar? Podría pensar que a esa radicalidad le poedemos llamar aliennación, pero eso es simplificar usando categorías del siglo 19. En cualquier caso, pienso que ocurre en el desarrollo de la psiquis humana un momento de ruptura de equilibrio.
Ahora no puedo seguir, pero hay muchas cosas en tus apuntes crítico para un desarrollo posterior.